Comentaba en el post anterior que los años 60 y 70 son
particularmente interesantes en cuanto a la evolución de la música de cine se
refiere. Comienzan a abandonarse las formas clásicas de la composición musical
y se introducen importantes innovaciones, particularmente en el campo de la
orquestación, pero también en cuanto a inspiración melódica. En los 60 se
introduce el jazz en la concepción de la banda sonora, y en los 70 se comenzará
a experimentar de forma más evidente con la música electrónica.
En estas dos décadas compositores como Bernard Herrmann,
Elmer Bernstein, Alex North, Jerry Goldsmith, Leonard Rosenman, John
Corigliano, Nino Rota, Toshiro Mayuzumi o Toru Takemisu van a contribuir a
lleva la música de cine a nuevos hitos, quizás los más altos de su evolución a
lo largo de los años. Sin embargo un compositor que irrumpirá con fuerza a
principios de los 70 optará por un registro completamente distinto, una vuelta
a los orígenes y a la forma en como Steiner o Korngold concebían la música de
cine. Estoy hablando de John Williams.
Aunque en algunos de sus trabajos iniciales Williams acusaba
una cierta influencia de Henry Mancini (Williams había actuado como pianista en
algunos de los trabajos cinematográficos de éste último), no tardó mucho en ir
desarrollando un estilo propio que comenzaría a hacerse patente en algunas de
sus composiciones para el cine de catástrofes, con títulos como “La aventura
del Poseidón” (1972), “Terremoto” (1974) o “El coloso en llamas” (1974). A
principios de los 70 nos vamos a encontrar con un Williams que comienza a
afianzarse en un estilo reconocible, pero que aún se permite experimentaciones
como “El largo adiós” (1973, una banda sonora para la que componer un único
tema musical pero que re-elabora en continuas re-interpretaciones), “Images”
(1972, en la que colabora con el músico japonés Stomu Yamashita) o “Tiburón” (1975, su segunda colaboración con
Steven Spielberg después de “Loca evasión” en el 74, y el primer gran éxito
popular de su carrera). Precisamente con su amigo Steven Spielberg llegará a establecer
una de las colaboraciones las longevas y fructíferas que ha habido nunca entre
un director y un compositor, hasta el punto de que el director solo le fue
infiel a Williams en una ocasión, en “El color púrpura” (1985), que acabó
componiendo Quincy Jones.
Sin embargo el reconocimiento masivo le llegará a Williams
en 1977 a raíz del “Star Wars”. La película de George Lucas se convirtió casi
de inmediato en un clásico instantáneo, pero también la música de John Williams
se hizo tremendamente popular y sigue siendo una de las bandas sonoras con
mayores cifras de venta de toda la historia. Pese a que “Star Wars” es un film
de ciencia-ficción, una space opera
en toda regla, Williams quiso recuperar para la ocasión el espíritu de las
composiciones de Erich Wolfgang Korngol para las películas de aventuras marinas
de los años 50, al estilo de “El capitán Blood” o "El halcón del mar". La música de “Star
Wars” es la quintaesencia del estilo Williams: predominio de las cuerdas en el
color orquestal, profusión en el uso de leitmotivs, música descriptiva en grado
superlativo… La marcha principal de la banda sonora, que no hay cinéfilo o
profano que no sea capaz de tararear o al menos de reconocer, es uno delos
hitos máximos en la carrera del compositor. Y ese éxito se volverá a repetir en
otras marchas no menos populares como son las de “Superman” (1978) o “En busca
del arca perdida” (1981). Lo que vendrá después no es sino una carrera plagada
de éxitos y la participación de John Williams en algunas de las películas y
sagas más populares de todos los tiempos como “E.T.” (1983), “Parque jurásico”
(1993) o “Harry Potter y la piedra filosofal” (2001).
Williams se afianzará en su clasicismo musical, terreno en
el que es un maestro indiscutible y que tan buenos resultados le ha dado, y se
configurará junto a Jerry Goldsmith en los dos máximos fan favorites entre los aficionados a la música de cine de todo el
mundo. Ambos no solo se han convertido en músicos de referencia en el mundo del
cine y una de las mayores y más perceptibles influencias en compositores como
James Horner, Alan Silvestri o Marco Beltrami, sino que además son los músicos
que gracias a su genialidad y brillantez más han contribuido a popularizar la
música de cine entre los aficionados. De hecho John Williams es, junto a Ennio
Morricone, uno de los últimos grandes clásicos de la banda sonora que aún están
vivos y en activo. Nominado por la Academia en
39 ocasiones, 9 de ellas además con una doble nominación, ganador del
Oscar a la mejor banda sonora original en 5 ocasiones, la última por la
magistral “La lista de Schindler”, con el impresionante violín de Itzhak Perlman en el tema principal
A sus 81 años John Williams se prodiga ya poco, y únicamente
el títulos que le motiven o interesen. Eso sí: manteniéndose siempre fiel a sus
amigos Steven Spielberg y George Lucas, así que no será de extrañar que lo
volvamos a escuchar en un futuro cercano acompañando los pasos de Indiana Jones
o Luke Skywalker… o sus respectivas descendencias.
(continuará…)
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