martes, 18 de febrero de 2014

THE SOUND OF MUSIC (3ª parte)



Como comentaba anteriormente los años 60 es una década particularmente interesante para la música de cine, una década en la que comienzan a introducirse novedades en cuanto a la forma en cómo se plantea y concibe una banda sonora, algunas de las cuales van a marcar un antes y un después en la creación de música para películas. Todo ello en buena medida gracias a las aportaciones de compositores geniales como Alex North, Elmer Bernstein o Maurice Jarre, que se consolidarán a lo largo de dicha década. Autores que empezarán a investigar e innovar en la creación musical, tanto en lo referente a las orquestaciones (cada vez más arriesgadas) como en el desarrollo temático de la banda sonora, incorporando elementos musicales provenientes del jazz, la música étnica, el folclore popular...  Estos compositores nos regalarán algunos de los títulos más míticos de la historia del cine, algunos de los cuales no necesitan presentación alguna:


Como tampoco la necesita la música compuesta para los créditos iniciales de "Spartacus", dirigida por Stanley Kubrick en 1960, y cuya magistral obertura musicada por Alex Nort fué diseñada por el no menos genial Saul Bass


Alex North compuso para "Spartacus" el que para mí es el tema de amor más bello que se haya compuesto nunca para una película, y ésta, junto con su partitura para la "Cleopatra" (1963) de Joseph L. Mankiewicz, figuran entre las partituras más colosales que se hayan compuesto nunca para el cine, llegando a contar en ambos casos con un orquesta de más de 100 músicos. North se convertiría en todo un experto en poner música a proyectos díficiles, saliendo siempre airoso de sus encargos. Cuando le encargaron componer la música para "¿Quién teme a Virginia Woolf?", película dirigida en 1966 por Mike Nichols sobre la obra teatral de Edward Albee, un drama intenso repleto de diálogos punzantes entre los que apenas había espacio para insertar música, North se las arregló para componer una de las partituras más delicadas y hermosas de toda su carrera, cuyo tema principal de aire barroco, figura entre los mayores hitos de su carrera.

Pero pese a ser un compositor respetado, y pese al buen entendimiento logrado con Kubrick en "Spartacus", Alex North también acabaría convirtiéndose en una víctima de los caprichos artísticos del genial director. Cuando Kubrick se propuso llevar a la pantalla la obra de Arthur C. Clark "2001: una odisea del espacio" (1968), su idea inicial era utilizar música clásica y no una partitura original. Los estudios le impusieron un compositor para crear una banda sonora original para el film, y Kubrick aludió que Alex North era el único que respetaba lo sufiente para confiarle la banda sonora del film. North, curiosamente, respetó algunas de las idea iniciales de Kubrick, éste, por ejemplo, quería utilizar la obertura de "Así habló Zaratustra", de Richard Strauss, para la secuencia inicial del film, y North compuso un tema original que respetaba el tempo y la construcción melódica de dicha obertura. Inclusó cuando Kubrick le comentó que inicialmente tuvo dudas sobre si ilustrar la secuéncia de la llegada a la estación espacial con "El Danubio azúl", el famoso vals de Johan Strauss, o el scherzo del "Sueño de una noche de verano" de Mendelson, North optó por componer un bellísimo y etéreo tema musical completamente original que combinaba los ritmos de un vals y un scherzo.



Sin embargo, Kubrick se salió finalmente con la suya: a mitad de la producción despidió a North, que solo había llegado a crear la música para los dos primeros tercios del film, argumentando que ya no requería más de sus servicios. Alex North se sintió produndamente decepcionado cuando en el estreno del film comprobó que nada de lo que él había compuesto permanecía en el film, y que finalmente Kubrick había regresado a su idea inicial de utilizar composiciones previas de Strauss o Geroge Lygeti. Aunque hemos podido escuchar la totalidad de lo que North llegó a componer, nos quedará siempe la duda de cómo hubiese enfocado el compositor la parte final de la película, que narra el enfrentamiento dialéctico del protagonista con la computadora HAL 9000, y que culmina con el viaje lisergico a través del tiempo y el espacio del primero. Lo que hemos podido escuchar de la banda sonora de Alex North es simplemente magistral, y aunque muchos defenderán la presunta originalidad de utilizar música clásica para un film de ciencia-ficción, y aún más una pieza tan popular e identificable como "El danubio azul", otros defenderemos la originalidad y la innovación del trabajo de North, que, no lo olvidemos, era un trabajo pensado y creado expresamente para servir a las imágenes del film. Por otro lado también conviene recordar que en los albores del cine sonoro ya se utilizarón partituras clásicas para acompañar las imágenes de una película. Sin ir más lejos, las apariciones de Bela Lugosi en el "Drácula" (1931) de Tod Browning estaban subrayadas con la música de "El lago de los cisnes" de Tchaikovsky (Howard Shore, de hecho, recuperó de forma muy hábil la misma idea para el biopic de Ed Wood dirigido por Tim Burton).

Pero si los años 60 fueron particularmente fructíferos y brillantes en lo que a innovación musical se refiere, lo mejor aún está por venir. Durante esa década comenzarán a despuntar algunos autores que en los 70 se convertirán en auténticos enfants terribles de la música cinematográfica. Se trata de nombres como Leonard Rosenman, Jerry Fielding y, como no, Jerry Goldsmith.

(continuará...)

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