miércoles, 19 de febrero de 2014

THE SOUND OF MUSIC (4ª parte)

Cuando Jerry Goldsmith irrumpe en el panorama de la música cinematográfica a principios de los años 60, ya despunta como un talento realmente brillante. El primer atisbo de su voluntad innovadora ya lo observamos en "Freud" (1962), donde para el film de John Houston utilizará un referente musical tan inusual como es Bela Bartok. Poco a poco su talento se irá afianzando y ya en 1968 tendremos la confirmación de que Goldsmith es uno de los talentos más eclécticos, innovadores y rupturistas que ha dado la música de cine gracias a su magistral aportación para el film de Franklin Schaefner "El planeta de los simios", donde el compositor ya comenzará a experimentar con orquestaciones arriesgadas, ampliando el alcance de la orquesta tradicional con instrumentos poco usuales, y llevando la música de cine a nuevas cimas hasta el momento inalcanzadas. Goldsmith dará tanta importancia a la orquestación como a la melodía, e incorporará efectos sonoros en sus partituras gracias al peculiar uso que él da a los instrumentos musicales. Ya en los años 70, la época más fructífera y genial de su carrera como compositor cinematográfico, casi no habrá año en que no nos regale con una obra maestra absoluta. Y para corroborarlo ahí están títulos como "Patton" (1970), "El otro" (1972), "Papillon" (1973), "QB VII" (1974), "El viento y el león" (1975), "La profecía" (1976, el único Oscar de su carrera), "La isla del adiós" (1977), "Los niños del Brasil" (1978), "Alien" (1979), "Star Trek" (1979), "Masada" (1981), "Poltergeist" (1982), "Bajo el fuego" (1983), "Legend" (1985)... A diferencia de otros autores como Miklos Rozsa, John Barry o Danny Elfman, que tienen un estilo muy marcado y fácilmente reconocible, hasta el punto de que a veces sus composiciones pueden resultar fácilmente intercambiables de un film a otro, Jerry Goldsmith, y muy especialmente durante la década de los 70, compone de tal manera que su música acaba formando parte indeleble de las imágenes a las que acompañan. Golsmith es capaz de recoger las más diversas influencias musicales (los impresionistas, la música electrónica, el folclore, la tradición americana, la música étnica, el jazz, Richard Wagner...) a fin de aglutinarlas en una composición única y totalmente original por completo al servicio de la película. A veces se hace difícil creer que hayan salido de una misma mente creativa las marchas militares de "Patton", la música de influencia debussyana de "La isla del adiós" o "Nimh", los efectos electrónicos de "La fuga de Logan", la inspiración wagneriana de "Los niños del Brazil", las melodías de raíces orientales de "El Yant-se en llamas" o los temas folk de "La balada de Cable Hogue".

Es harto complicado quedarse con un único título de la carrera del maestro, y más cuando a lo largo de su dilatada trayectoria ha hecho gala de semejante eclecticismo, pero si tuviese que quedarme con un título y un tema en particular, muy probablemente lo haría con la melodía luctuosa de "Chinatown" (1974), una partitura de corte jazzístico para la que Golsmith recurrió a una orquestación (de nuevo) inusual (una sección de cuerda, percusión, 4 pianos, 1 harpa y 1 trompeta solista magistralmente interpretada por Uan Bassey). El resultado es una partitura que es atmosfera pura, que se puede cortar con un cuchillo, y que respira sensualidad en cada nota. Una obra maestra indiscutible:


Si durante la década de los 70 Jerry Goldsmith es un compositor de referencia al que reclaman buena parte de los grandes directores del momento (ha trabajado con John Houston, Otto Preminger, Franklin Schaefner, Robert Mulligan, Sam Pekinpah, George Cukor, Roman Polanski, John Millius, Richard Donner, Ridley Scott, Paul Verhoeven, Joe Dante, Richar Attemborough, Robert Wise, Steven Spielberg...), a partir de mediados de los 80 su estrella empieza a decaer en favor de compositores más populares como John Williams o James Horner. También es cierto que durante los años 80 Goldsmith empieza a experimentar con los sintetizadores llegando incluso a realizar trabajos en los opta por prescindir por completo de la orquesta tradicional. Son trabajos mediocres, indignos del talento del maestro, títulos como "Runaway" (1984), "Chicago en rojo" (1987), "Ley criminal" (1988) o "Warlock" (1989). Afortunadamente Goldsmith aún goza del apoyo incondicional de directores con los que logra un muy buen entendimiento y para los cuales realizará grandes trabajos, como es el caso de Paul Verhoeven (con quién colabora en "Desafío total" en 1990 o "Instinto básico" en 1992), Joe Dante ("El chip prodigioso" en 1987 o "No matarás... al vecino" en 1989) o Fred Schepisi ("La casa Rusia" en 1990 o "Seis grados de separación" en 1993).

Jerry Goldsmith también pasará a engrosar la lista de grandes compositores que han visto más de un trabajo rechazado, pero el caso más sangrante de su carrera es "Legend", dirigida por Ridley Scott en 1984. Scott y Goldsmith ya habían tenído un pequeño desencuentro en "Alien", cuando el director británico sustituyó algunos de los fragmentos de la magistral partitura del maestro por otros provenientes de un film anterior. Pese al desaire y a que no se respetó la banda sonora de Goldsmith tal como él la había compuesto, el compositor no pudo dejar escapar la oportunidad de participar en un film de fantasía mitológica como "Legend". Par el cuarto largometraje de Ridley Scott, Goldsmith compuso una de las partituras más ricas, complejas y hermosas de toda su carrera, un trabajo en el que desplegó toda su sabiduría musical y en el que hizo uso de todos los recursos musicales a su alcance: una orquesta sinfónica, sintetizadores, coros, voces solistas e incluso canciones cuyas letras fueron escritas por John Bettis. Sin embargo los pases previos al público en Estados Unidos no arrojaron una buena valoración al film de Scott, con lo cual los productores no solo remontaron el film a su gusto, sino que además desecharon por completo la partitura de Goldsmith en favor de un nuevo trabajo del grupo alemán Tangerine Dream, muy populares en aquella época por su participación el el film "Risky Bussines" también interpretado en un papel principal por el emergente Tom Cruise. El trabajo de "Tangerine Dream", compuesto íntegramente para sintetizadores, es una obra un tanto fría, para mi gusto carente de emoción, y muy por debajo de los logros indiscutibles de la obra compuesta por Jerry Goldsmith. El maestro, despues de semejante desaire, se prometió no volver a trabajar nunca más con Ridley Scott.

Merece la pena escuchar (una y otra vez) los créditos finales del film donde se reunen la mayor parte de los temas principales del film en una composición que da buena muestra de la riqueza de recursos musicales que manejo Goldsmith y cuya belleza le deja a uno sin habla:



Jerry Goldsmith se convertirá sin duda alguna en uno de los mayores fan favorite de todos los tiempos entre los aficionados de la música de cine. El otro es, sin duda alguna, John Williams.

(continuará...)

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