Cuando David O. Russell se dio a conocer con “Flirteando con el desastre” (1996) y sobretodo con la muy irónica “Tres reyes” (1999), a muchos nos dio la impresión de que había nacido un nuevo enfant terrible del cine made in USA. Su siguiente film, “Extrañas coincidencias” (2004), estúpida traducción de “I heart Huckabees”, extravagante y aburrido, no iba a contribuir precisamente a aumentar su leyenda, y su (comprensible) fracaso comercial no iba a facilitar tampoco que a Russell le concediesen manga ancha en sus siguientes proyectos cinematográficos. Cuando en el 2010, seis años después, estrenó “El luchador” nos encontramos entonces con un David O. Russell para mi gusto algo domesticado. Era un buen film y con una gran labor de dirección de actores, pero no por ello dejaba de resultar un drama un tanto convencional. La misma jugada se repetiría con la correcta y (para mi gusto) sobrevalorada “El lado bueno de las cosas” (2012), que le valdría un premio de la Academia a Jennifer Lawrence.
Tan solo un año después estrena ahora “American Hustle” (“La
gran estafa americana” en su traducción al castellano), y para mi sorpresa me
encuentro con un film que encaja más con aquel espíritu transgresor y un punto
irreverente del que hacía gala “Tres reyes”.
Dentro de lo que en cine podríamos llamar ‘cine criminal’
(ya sé que no existe tal género, pero me será útil para explicar lo que viene a
continuación) y que englobaría el cine negro, el policíaco, el thriller, los
films de gansters, etc., podríamos diferenciar un sub-género que a mi
particularmente siempre me ha resultado tan atractivo como (a veces) simpático,
y que ha dado pie a films brillantes que han retratado el submundo de la estafa
desde perspectivas muy diferentes. Algunos de esos films han apostado por la
vertiente más amable (como “El golpe” o “9 reinas”), mientras que otros que se han
decantado por el lado más dramático u oscuro (como “Los timadores”, brillante
incursión en el género por parte de Stephen
Frears). A esa primera vertiente que incide más en el tono de comedia se
inscribiría, sin duda, “American Hustle”.
En esta última película Russell no solo recupera el tono de
comedia irónica de sus primeros y más celebrados films, sino que también
recupera su nervio detrás de la cámara. Nervio que parecía atemperado en “El
luchador” o “El lado bueno de las cosas”, donde hacía gala de una narrativa más
convencional, pero que aquí vuelve mostrarse con ágiles y dinámicos movimientos
de cámara, dotando a la trama de un mayor ritmo narrativo. Porque además
agilidad y ritmo no le faltan a un film que entretiene de principio a fin sin
dar respiro al espectador. Y de nuevo también Russell vuelve a demostrar su
buena mano para la dirección de actores. Todos, absolutamente todos están espléndidos,
pero es imposible no destacar a Jennifer Lawrence en un inesperado cambio de
registro, en un papel que es un bombón para una actriz y al que ella enriquece
con gestos, poses y actitudes que lejos del histrionismo no hacen sino
enriquecer el personaje; pero sobretodo mencionar a Christian Bale, que además
de ofrecernos una impresionante transformación física (este hombre adelgaza,
engorda o se pone cachas con una facilidad pasmosa), nos muestra una
insospechada y muy convincente vis cómica inédita hasta la fecha.
Mención especial merece también la ambientación y la
reconstrucción histórica del film: son finales de los 70, así que vamos a ver
todo un desfile de crepados capilares, patas de elefante, escotes hasta el
ombligo, lentejuelas, cadenas de oro a pecho descubierto y mucha música disco
acompañando las imágenes del film.
En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? Todo el reparto, sin duda
alguna. ¿Lo peor?... ahora mismo no se me ocurre nada.
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