Aunque estos días podemos ver en nuestras pantallas de cine
películas americanas cuya principal baza es contar precisamente con un guion
sólido y original, como “Her” o “American Hustle”, no es menos cierto que ese
mismo cine americano acusa una grave falta de buenos guionistas cuando gran
parte de su producción se basa en remakes de films de éxito.
¿Qué utilidad tiene un remake? A priori rehacer una película
nos da la oportunidad de mejorarla, pero raros son los remakes hoy en día que
logran tan siquiera están a la altura del film original. Obviemos experimentos ridículos
como el “Psicosis” de Gus Van Sant, o futilidades como el “Déjame entrar” de
Matt Reeves o el “Carrie” de Kimberly Peirce o todas las inútiles ‘puestas al
día’ de clásicos del terror como “Halloween”, “Pesadilla en Elm Street” y un
largo etc. Muchas veces existe un material que es mejorable en muchos aspectos,
sean técnicos (la apuesta más fácil) o argumentales, pero directores y
guionistas desaprovechan con demasiada frecuencia la oportunidad de ofrecer un
producto no solo actualizado y mejorado en sus aspectos técnicos, sino mejorado
también en su planteamiento, enfoque o perspectiva. ¿Ejemplos? El “Ultimátum a
la Tierra” de Robert Wise, siendo como es una GRAN película, ofrecía no
obstante la posibilidad de entregar al público un producto visualmente más
atractivo; lamentablemente el resultado del remake perpetrado por Scott
Derrickson fue un film insulso, mediocre y decididamente aburrido. Otro
ejemplo: “Furia de Titanes”, un film de Desmond Davis para mayor gloria del
mago Ray Harryhausen que fue estrenado en 1981 y que más bien parecía una
película de los años 60. Visto hoy en día resulta un film fallido pero
simpático, precisamente por sus artesanales trucajes stop-motion y por su
desubicado reparto de viejas glorias (ahí estaban Laurence Olivier, Maggie
Smith, Ursula Andres, Claire Bloom o Burgess Meredith). Sin embargo la muy
mediocre película de Louis Leterrier, dejando a un lado las polémicas en cuanto
a su aplicación errónea del 3D, molesta por su nula intención de respectar la
esencia de la mitología griega, transformando a Perseo en un chulito que más
que un héroe griego parece un macarra de Brooklyn. El discursito que se gasta el
inexpresivo Sam Worthington toda la película en plan “prefiero luchar como un
hombre antes que aceptar los dones de mi padre” (que para quién no lo sepa es
ni más ni menos que el propio Zeus) demuestra un nulo conocimiento de la mitología
clásica y del papel del héroe en ella.
Es cierto que ocasionalmente se pueden encontrar películas
que sí logran superar al original, como “La guerra de los mundos” de Steven
Spielberg, film que en mi opinión actualiza y mejora la sobrevalorada película
de Byron Haskin; pero lo normal es que suframos remakes absolutamente
innecesarios como el “Desafío total” de Len Wiseman, película que carece del
sentido del ritmo, del humor, de la fantasía y del buen hacer que tenía el
original dirigido por Paul Verhoeven.
¿Y a qué categoría pertenecería el “Robocop” de José
Padilha? La verdad es que el remake de Padilha no es un mal film y respecta en
buena medida las premisas del original, film dirigido en 1987 también por Paul
Verhoeven, llegando incluso a ofrecer algún que otro guiño a los fans de la
película del director neerlandés (en una secuencia breve llegamos a vislumbrar
el diseño original del exoesqueleto que vistiera Peter Weller, del mismo modo
que la partitura recupera en algunos momentos los acordes del tema principal
compuesto por Basil Poledouris). Pero precisamente por ese excesivo respeto a
los orígenes, Padilha se muestra incapaz de ir más allá de lo que ya nos ofrecía
la versión de Verhoeven, y por eso mismo no podemos evitar preguntarnos: ¿era
realmente necesario este remake? Al igual que “Desafío total” (la versión
1990), el “Robocop” de 1987 es una película que hoy en día continua funcionando
perfectamente y que no necesita de ningún tipo de actualización o mejora. La versión
de Verhoeven incluso se gasta un sentido del humor más negro y más sardónico
que el film de Padilha. El discurso sobre la corrupción policial, sobre el
poder de los mass media, sobre los
excesos del capitalismo y las diferencias sociales que pretende poner de
manifiesto Padilha, ya existía en la versión de Verhoeven, tratado incluso con
mayor ironía. Y esa misma versión subrayaba aún más un enfoque sobre la
masculinidad muy propio de finales de los 80, en pleno auge de las budy movies.
Hay una pequeña diferencia en cuanto al tratamiento del
personaje principal: en el film de Verhoeven el agente Alex Murphy, dado por
muerto para la opinión pública tras un atentado, era ‘resucitado’ como un ciborg
sin sentimientos, completamente programado para cumplir su función policial,
sin que ni la opinión pública ni su familia conociesen su verdadera identidad,
y poco a poco iría redescubriendo su humanidad a medida que iba recuperando los
recuerdos de su pasado. En el film de Padilha, por el contrario, Murphy
conserva su memoria y su ‘alma’ desde el inicio, y progresivamente la irá
perdiendo debido a las manipulaciones a la que le someten las corporaciones
industriales que únicamente buscan sacar el mayor provecho económico de su
creación. Ese cambio de enfoque es el que utiliza también Padilha para
introducir el dilema moral/social en cuanto a la conveniencia de dejar el
ejercicio de las fuerzas del orden en manos de entes que carecen de emoción y
por lo tanto de empatía. Pero ese enfoque ligeramente distinto, ¿basta para
justificar la existencia de este remake? En mi modesta opinión diría que no.
En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? Como remake, ni irrita ni
molesta. ¿Lo peor? No ofrece nada nuevo.
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