domingo, 9 de febrero de 2014

REMAKES INNECESARIOS



Aunque estos días podemos ver en nuestras pantallas de cine películas americanas cuya principal baza es contar precisamente con un guion sólido y original, como “Her” o “American Hustle”, no es menos cierto que ese mismo cine americano acusa una grave falta de buenos guionistas cuando gran parte de su producción se basa en remakes de films de éxito.

¿Qué utilidad tiene un remake? A priori rehacer una película nos da la oportunidad de mejorarla, pero raros son los remakes hoy en día que logran tan siquiera están a la altura del  film original. Obviemos experimentos ridículos como el “Psicosis” de Gus Van Sant, o futilidades como el “Déjame entrar” de Matt Reeves o el “Carrie” de Kimberly Peirce o todas las inútiles ‘puestas al día’ de clásicos del terror como “Halloween”, “Pesadilla en Elm Street” y un largo etc. Muchas veces existe un material que es mejorable en muchos aspectos, sean técnicos (la apuesta más fácil) o argumentales, pero directores y guionistas desaprovechan con demasiada frecuencia la oportunidad de ofrecer un producto no solo actualizado y mejorado en sus aspectos técnicos, sino mejorado también en su planteamiento, enfoque o perspectiva. ¿Ejemplos? El “Ultimátum a la Tierra” de Robert Wise, siendo como es una GRAN película, ofrecía no obstante la posibilidad de entregar al público un producto visualmente más atractivo; lamentablemente el resultado del remake perpetrado por Scott Derrickson fue un film insulso, mediocre y decididamente aburrido. Otro ejemplo: “Furia de Titanes”, un film de Desmond Davis para mayor gloria del mago Ray Harryhausen que fue estrenado en 1981 y que más bien parecía una película de los años 60. Visto hoy en día resulta un film fallido pero simpático, precisamente por sus artesanales trucajes stop-motion y por su desubicado reparto de viejas glorias (ahí estaban Laurence Olivier, Maggie Smith, Ursula Andres, Claire Bloom o Burgess Meredith). Sin embargo la muy mediocre película de Louis Leterrier, dejando a un lado las polémicas en cuanto a su aplicación errónea del 3D, molesta por su nula intención de respectar la esencia de la mitología griega, transformando a Perseo en un chulito que más que un héroe griego parece un macarra de Brooklyn. El discursito que se gasta el inexpresivo Sam Worthington toda la película en plan “prefiero luchar como un hombre antes que aceptar los dones de mi padre” (que para quién no lo sepa es ni más ni menos que el propio Zeus) demuestra un nulo conocimiento de la mitología clásica y del papel del héroe en ella.

Es cierto que ocasionalmente se pueden encontrar películas que sí logran superar al original, como “La guerra de los mundos” de Steven Spielberg, film que en mi opinión actualiza y mejora la sobrevalorada película de Byron Haskin; pero lo normal es que suframos remakes absolutamente innecesarios como el “Desafío total” de Len Wiseman, película que carece del sentido del ritmo, del humor, de la fantasía y del buen hacer que tenía el original dirigido por Paul Verhoeven.

¿Y a qué categoría pertenecería el “Robocop” de José Padilha? La verdad es que el remake de Padilha no es un mal film y respecta en buena medida las premisas del original, film dirigido en 1987 también por Paul Verhoeven, llegando incluso a ofrecer algún que otro guiño a los fans de la película del director neerlandés (en una secuencia breve llegamos a vislumbrar el diseño original del exoesqueleto que vistiera Peter Weller, del mismo modo que la partitura recupera en algunos momentos los acordes del tema principal compuesto por Basil Poledouris). Pero precisamente por ese excesivo respeto a los orígenes, Padilha se muestra incapaz de ir más allá de lo que ya nos ofrecía la versión de Verhoeven, y por eso mismo no podemos evitar preguntarnos: ¿era realmente necesario este remake? Al igual que “Desafío total” (la versión 1990), el “Robocop” de 1987 es una película que hoy en día continua funcionando perfectamente y que no necesita de ningún tipo de actualización o mejora. La versión de Verhoeven incluso se gasta un sentido del humor más negro y más sardónico que el film de Padilha. El discurso sobre la corrupción policial, sobre el poder de los mass media, sobre los excesos del capitalismo y las diferencias sociales que pretende poner de manifiesto Padilha, ya existía en la versión de Verhoeven, tratado incluso con mayor ironía. Y esa misma versión subrayaba aún más un enfoque sobre la masculinidad muy propio de finales de los 80, en pleno auge de las budy movies.

Hay una pequeña diferencia en cuanto al tratamiento del personaje principal: en el film de Verhoeven el agente Alex Murphy, dado por muerto para la opinión pública tras un atentado, era ‘resucitado’ como un ciborg sin sentimientos, completamente programado para cumplir su función policial, sin que ni la opinión pública ni su familia conociesen su verdadera identidad, y poco a poco iría redescubriendo su humanidad a medida que iba recuperando los recuerdos de su pasado. En el film de Padilha, por el contrario, Murphy conserva su memoria y su ‘alma’ desde el inicio, y progresivamente la irá perdiendo debido a las manipulaciones a la que le someten las corporaciones industriales que únicamente buscan sacar el mayor provecho económico de su creación. Ese cambio de enfoque es el que utiliza también Padilha para introducir el dilema moral/social en cuanto a la conveniencia de dejar el ejercicio de las fuerzas del orden en manos de entes que carecen de emoción y por lo tanto de empatía. Pero ese enfoque ligeramente distinto, ¿basta para justificar la existencia de este remake? En mi modesta opinión diría que no.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? Como remake, ni irrita ni molesta. ¿Lo peor? No ofrece nada nuevo.

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