Comentaba que los años 60 y especialmente los 70 fueron
particularmente prolíficos e innovadores en cuanto a la creación de música para
cine. Y si bien es cierto que la mayoría de las innovaciones vinieron de las
producciones americanas gracias a las aportaciones de compositores como
Herrmann, North, Goldsmith o Fielding, también es justo reconocer las
aportaciones que llegaron desde fuera de los Estados Unidos. Compositores que
habían desarrollado el grueso de su carrera en Inglaterra, Francia, Italia o incluso
Japón, y que aportaban una sensibilidad musical muy diferente, fueron
reclamados por los estudios para hacer su aportación artística en las más
diversas producciones americanas.
Ahí entrarían por ejemplo el polaco Christopher Komeda y
su inquietante canción de cuna para “La semilla del diablo” (1968), el japonés
Toshiro Mayuzumi con “La Biblia” (1969) de John Houston, Maurice Jarre, que se
convertiría en el principal aliado de David Lean en producciones como “Lawrence
de Arabia” (1962) o “Doctor Zhivago” (1965), o Ennio Morricone, que después de trabajar en numerosos westerns para Sergio Leone y antes de hacerse popular con “La
Misión” (1986), había deslumbrado con su exquisito trabajo para el film de
Terrence Malick “Días del cielo” (1978)
Provenientes de Francia destacarían muy especialmente los
maestros George Delerue, que pondría su savoir
faire a títulos como “Paseo por el amor y la muerte” (1969) de John
Houston, “Mujeres enamoradas” (1969), adaptación de la obra de D.H. Lawrence
dirigida por el siempre excesivo Ken Russell, o “El día del delfín” (1973),
donde Delerue compone una de sus partituras más ‘mendelsonianas’. En 1983 Delerue
se sumaría a la lista de grandes compositores que han visto su trabajo
rechazado cuando su arriesgada partitura atonal para “El carnaval de las
tinieblas” (1983) fue descartada del montaje final del film. Y tampoco podemos
olvidar otro compositor galo, Michel Legrand, que se aliará con Jacques Demmy
para crear uno de los musicales más bellos y originales de la historia del
cine, “Los paraguas de Cherburgo” (1964). Y aunque la melodía principal de este
último llegó a hacerse muy popular en la época y fue re-interpretada en toda
suerte de versiones, yo prefiero quedarme con el que para mí es el mejor
trabajo de Legrand, “El mensajero” (1970), un trabajo sencillamente exquisito dominado
por un tema principal interpretado por un dueto de pianos:
Desde Inglaterra nos llegarán los trabajos de John Addison,
muy popular a raíz del éxito de “Tom Jones” (1963), Richard Rodney Bennett, que
nos cautivará con su muy anglófila composición para “Lejos del mundanal ruido”
(1967) de John Schleisinger, que bebe en buena medida del trabajo de Ralph
Vaughan Williams, y, como no, el británico John Barry que tras aportar su
sensibilidad pop a la saga de James Bond o “The Knack” (1965), sorprenderá a
propios y extraños con su magistral trabajo para el film histórico “El león en
invierno” (1968). Con posterioridad Barry confirmará su talento en trabajos
innovadores como “Cowboy de medianoche” (1969) o el film noir “Fuego en el cuerpo” (1983), cuya melodía principal de
corte jazzístico quedará para la historia de la música de cine.
Pero algunas de las aportaciones más originales de la música
cinematográfica de aquella época llegarán curiosamente desde Italia. Ya he
comentado que Ennio Morricone revolucionó la música para western en sus
colaboraciones para Sergio Leone, pero tampoco podemos olvidarnos de las melódicas
composiciones de Pino Donaggio para los films de Brian de Palma como “Carrie”
(1976) o “Vestida para matar” (1980). Pero en cuanto a compositores italianos,
el maestro entre maestros sin discusión alguna es Nino Rota. Rota realizó
deslumbrantes trabajos para Federico Fellini (otra de esas gratas
colaboraciones director/compositor similar a la establecida por Hitchcock y
Herrmann, Spierlberg y Williams, o Schafner y Goldsmith), Franco Zerifelli o
Luchino Visconti, algo que se puede apreciar en títulos míticos como “La dolce
vita” (1960), “8 y medio” (1963) o “El gatopardo” (1963). Posiblemente la cima
de la popularidad de Nino Rota la alcanzó con el famoso vals para “El padrino”
(1972) de Francis Ford Coppola. Pero si tuviese que quedarme con un título de
su filmografía posiblemente escogería el que creo que es uno de sus trabajos
más originales e innovadores: “Casanova” (1976) de su amigo personal Federico
Fellini
Muchas de las innovaciones introducidas en la década de los
70 cobrarán vuelo durante los 80, especialmente en lo referente a la influencia
de la música electrónica (de lo cual ya hablaremos más adelante), pero para
despedir esta entrada en el blog prefiero hacerlo con una partitura de corte
sinfónico, un trabajo potente y deslumbrante que merece figurar entre las obras
maestras de la historia de la música de cine: “Conan el bárbaro” (1982), del
neoyorkino de ascendencia griega Basil Poledouris:
(Continuará…)