Jean Grey es un personaje que nunca debería haber resucitado, pero apoyándose en la premisa de que "el Fénix siempre resurge de sus cenizas" diferentes autores no han tenído escrúpulos en resucitarla y matarla de nuevo a conveniencia y utilizando las más diversas trampas argumentales. El problema es que el personaje ha ido y venido ya tantas veces del mundo de los muertos, que cada nueva aparición no puede ser contemplada sino con una mueca de hastío.
Pero si hay un personaje marvelita cuya muerte parece ser definitiva y que nadie se ha atrevido a alterar ese es el Capitán Marvel (hubo un conato de resucitarlo que, afortunadamente, quedó simplemente en un intento fallido).
A principios de los 70 Jim Starlin se estaba encargando de los giones y los lápices de la serie del Capitán Marvel, en una etapa realmente fantástica cuya calidad no se reflejaba, lamentablemente, en las cifras de ventas. El nº 34 de la colección terminaba con la muerte aparente del Capitán. Starlin dejaba la historia inconclusa para dedicarse a narrar las aventuras de otro personajes cósmico: Adam Warlock. En la colección de Warlock Starlin se superaría en todo los sentidos y realizaría una odisea cargada de ese simbolismo metafísico tan caro al autor. Curiosamente la colección concluiría tambén con la muerte de su protagonista y su principal enemigo, Thanos, el titán loco. Esa 'manía' de Starlin de matar a sus personajes le ganaría el apodo de 'Mr. Muerte'. Pero Starlin aún tenía una historia pendiente de contar y Marvel le ofreció a principios de los 80 el mejor escenario posible: inaugurar una nueva colección de novelas gráficas al estilo de los álbumes de cómic europeo, con mejor calidad de papel, más páginas y un formato más lujoso. Starlin aprovechó la oportunidad para narrar la historia inconclusa de la muerte del Capitán Marvel.
En aquella época Starlin estaba muy afectado por el reciente fallecimiento de su padre, víctima de un cáncer, y decició plasmar todo el sufrimiento de su progenitor en este cómic a modo de catarsis. De esta forma "La muerte del Capitán Marvel" se convirtió en uno de los cómics más intensos y emotivos publicados nunca por la casa de las ideas. Si la muerte de Fénix estaba revestida de épica, la del Capitán Marvel está revestida de solemnidad. Es una historia triste, dolorosa, cargada de emoción. El capitán no muere en una batalla épica contra un enemigo imbatible, sino que lo hace de forma lenta y agónica, víctima de una enfermedad incurable, y en el proceso de su enfermedad todo el Universo Marvel, tanto sus compañeros superhéroes como sus enemigos, rendirán honores a un héroe y un campeón. Starlin asumió la tarea como uno de sus trabajos más personales, pero al mismo tiempo se convirtió en una de las historias más atípicas de la casa de las ideas, ya que nadie esperaba/esperábamos que un superhéroe pudiese morir de algo tan prosaico como es, a priori, una enfermedad, y quizás por eso mismo, y por el hecho de que una enfermedad es algo real y al mismo tiempo imprevisible y que nos puede afectar a cualquier, que el impacto de la muerte del Capitán Marvel fué aún mayor en los lectores de la época. Es tal la solemnidad y la tragedia que impregnan este relato que nadie hasta la fecha se ha atrevido a reescribirlo y traer de vuelta al personaje.
Antes comentaba que Jean Grey era un personaje que nunca debería haber resucitado, pero hay uno que sí debía hacerlo y ese es Elektra.
Curiosamente existen ciertos paralelismos entre la trayectoria personal de Jean Grey y la de Elektra Natchios. Elektra fué el primer gran amor de Matt Murdock, alias Daredevil. Matt conoció a Elektra en la universdad y se enamoraron de forma intensa e irremediable. Pero Elektra estaba aquejada por una fijación un tanto antinatural hacia su padre y cuando éste murió asesinado Elektra se sumió en un trauma que no pudo superar, abandonó a Matt y se dejó arrastrar por caminos oscuros buscando vengar la muerte de su padre. En ese trayecto hacia la oscuridad Elektra perdió su alma y se convitió en una asesina implacable. Cuando regresó y se reencontró de nuevo con Matt Murdock, ahora convertido en el justiciero Daredevil, ella lo hizo como una asesina a sueldo del mayor antagonista de Daredevil. El reencuentro reavivó la llama del amor en Matt y éste hizo lo posible por devolver a Elektra al buen camino. Pero eran muchos los esqueletos que poblaban el armario de Elektra, no había redención posible para ella, que había renunciado al amor de Matt en favor de la venganza y a coste de su propia alma. Asi pués Elektra moriría en manos de otro asesino, mejor y más implacable que ella.
Pero el creador del personaje, Frank Miller, no estaba dispuesto a dejar así las cosas y traería al personaje de vuelta. Sin embargo ásta es una de esas raras ocasiones en que tanto la muerte como la resurección de un personaje está plenamente justificada, pues obedece a una evolución coherente del mismo. Es el amor de Matt Murdock el que la trae de vuelta, y al hacerlo su amor le purga de toda influencia oscura, de toda corrupción. Elektra vuelve a la vida purificada y por lo tanto redimida. Millar simboliza su resurrección de una forma realmente gráfica y de gran impacto estético: vemos a personaje escalando una cima nevada, fría, cubierta de hielo, en medio de una tormenta; al llegar a la cima se despoja de su abrigo y vemos que su traje, tradicionalmente de color rojo sangre, es ahora de un blanco impoluto; la tormenta ha amainado y a su espalda comienzan a asomar los primeros rayos de sol, dándo la bienvenida a una nueva y purificada Elektra.
Así pues la resurección del personaje no es en modo alguna gratuita y, al igual que su muerte, no responde a ningún argumento efectista sino a una muy premeditada evolución del mismo: Elektra pierde su alma y desciende a los infiernos y un acto de amor incondicional y desinteresado la purifica, la perdona y la eleva de nuevo a los cielos. Frank Miler abandoraría después al personaje, consciente de que éste funciona mejor como secundario y de que ya había escrito todo lo que se podía contar sobre el mismo. Años más tarde lo retomaría en una novela gráfica, "Elektra Lives Again", que a pesar de su título es más una historia de Matt Murdock que una historia de Elektra. De nuevo inbuída de una fuerte carga simbólica lo que nos narra la historia es la despedida final y definitiva de Matt hacía el amor de su juventud. Y para que Matt pueda despedirse de ella, Frank Miller volverá a matar de nuevo al personaje, esta vez purificándolo en fuego. Para muchos es una historia que se situa al margen de la continuidad de Daredevil y que funciona más como metáfora. Frank Miller juega constantemente a confundir realidad y sueño y nunca nos da pistas claras de si la mujer ninja vestida de rojo es en verdad Elektra o tan solo un fantasma en la mente de Matt Murdock. De ahí que Elektra no pronuncia una sola palabra a lo largo del relato, excepto al final. Entonces dirá una única palabra definitiva que en muchos aspectos viene a resumir el sentido de esta obra: "adiós".
"Elektra Lives Again" es una obra extraña, pues uno no sabe muy bien si enmarcarla o no la continuidad del personaje, y porque funciona mucho mejor si uno asume que lo que está leyendo es tan solo un sueño o un delirio de su personaje protagonistas, que en el fondo no es otro que Matt Murdock. Pero también es posiblemente el trabajo más estilizado y preciosista de sus autores, el dibujante y guionista Frank Miller y su esposa, la colorista Lynn Warley, que en esta ocasión asume un protagonismo mayor y complemente a la perfección los lápices de su marido.
Lamentablemente los editores de Marvel pensaron que aún se le podía sacar mucho mayor rédito comercial al personaje, y en contra del parecer de su creador lo traerían de vuelta, prostituyendolo y pervirtiendo por completo la esencia del mismo. Nada de lo que se ha escrito sobre el personaje al margen de la obras de Frank Miller merece, en mi opinión, ser reseñado.
(continuará...)

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