Este blog empezó siendo una especie de diario personal. Luego empecé a hablar comics, de teatro, de literatura fantástica, y sobretodo de cine, mucho cine. Al final se ha acabo convirtiendo en un compendio de reseñas y "estudios" de temas diversos, casi siempre relacionados con el 7º ARTE
sábado, 25 de enero de 2014
PASIÓN POR LA VELOCIDAD
El cine tiene a veces esa estraña capacidad de despertar en nosotros la fascinación sobre temas que, vistos fuera del ámbito cinematográfico, no despertarían en nosotros el más mínimo interés. Naturalmente ahí es donde reside parte de su magia, y donde se demuestra el talento de guionistas y directores (por encima de todos) a la hora que construir una historia que nos mantenga atrapados delante de una pantalla por algo más de 90 minutos.
Confieso que a mí la Formula 1 no me ha interesado nunca. Si me preguntas por algún corredor famoso te podria mencionar uno o dos: Niki Lauda, Michael Schumacher, Fittipaldi... poco más. Así que cuando me puse a ver el último film de Ron Howard, "Rush", un director que nos tiene acostumbrados a darnos una de cal ("El desafío. Frost contra Nixon") y una de arena ("El código Da Vinci"), lo hice con un cierto excepticismo. Y para mi sorpresa me encontré con una película que no carece de atractivos.
Para empezar hay que mencionar el trabajo visual que hace Howard tras las cámaras, simplemente fascinante, particularmente en las escenas que muestran las competiciones automovilisticas, donde Howard alterna primerísimos planos de detalle y planos generales en un montaje vertiginoso, que precisamente transmite al espectador esa sensación de velocidad y riesgo que (presupongo) se respira en ese tipo de eventos. El espectador está asistiendo no a una simple película sobre carreras de coches sino a una auténtica competición automovilistica. Y aunque a priori la historia de la rivalidad entre dos pilotos de coches pudiera no despertar un excesivo interés entre los espectadores no versados en la Formula 1, Howard plantea esa rivalidad como una suerte de combate entre samurais modernos que han sustituido sus espadas por coches, un combate no exento de cierta nobleza que trata de mostrar dos maneras bien distintas de entender la competición, contraponiendo así la visión del placer, del disfrute, del goce por el riesgo que representa Hunt, frente a la visión disciplinada, responsable, seria, casi espartana que ejemplifica Lauda.
En cuanto al reparto, si bien Chris Hemsworth luce palmito y da el pego con su pose chulesca al encarnar al piloto James Hunt, hay que el catalán Daniel Rrühl se merienda al resto del reparto y realiza una auténtica performance transformándose por completo en el austriaco Niki Lauda y mimetizándolo en cada uno de sus gestos, sus poses, su acento (Brühl, no lo olvidemos, habla perfectamente catalán, castellano, inglés y alemán).
En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? El poderio visual que exhibe Ron Howard detrás de la cámara, capaz de transmitir al espectador profano toda la fascinación que despierta la Formula 1 en sus seguidores. ¿Lo peor? A priori nada en especial, si bien, aunque visualmente fascinante (a ratos), el film acaba resultado intrascendente en su conjunto.
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