domingo, 5 de enero de 2014

HABLEMOS DE SEXO


Lars von Trier es un director con un más que merecida fama de provocador. Dejando a un lado sus estúpidos comentarios al margen de lo estrictamente cinematográfico, hay que reconocerle su voluntad transgresora y su capacidad de asumir riesgos. Su cine nunca es fácil y por eso mismo puede provocar tanta admiración como rechazo.

Von Trier también es un cineasta que parece poner siempre al límite la capacidad de aguante de los espectadores. En films como "Rompiendo las olas" o "Bailando en la oscuridad" es capaz de llevar al extremo el sufrimiento de sus personajes, no sé muy bien si para comprobar el límite de la resistencia al dolor de los mismos, o el límite de la resistencia al dolor, esta vez emocional, de los espectadores, que ineludiblemente se sienten identificados con ellos, especialmente cuanto son víctimas de las mayores injusticias. En "Dogville" incluso se atreve a poner a prueba la resistencia del espectador al escoger una opción visual nada convencional, pues von Trier prescinde por completo de los decorados y dibuja los límites del espacio por el que se deben mover los actores en el suole, en una suerte de experimento a medio camino entre el cine de vanguardia y el teatro filmado. Lo curioso es que el experimento funciona y el espectador le sigue el juego.

Debo reconocer, sin embargo, que si bien antes me había dejado arrastrar por las propuestas estéticas y temáticas del director danés, un film tan insufrible y críptico como "Anticristo" puso a prueba mi paciencia. Tras una propuesta tan cruda en todos los aspectos y que a ratos más parece un tomadura de pelo por parte de su director, von Trier se calmó para ofrecernos una película más sosegada, un film extraño y tristísimo, "Melancolía", que bien puede ser la propuesta visualmente más estilizada de toda su filmografía.

Cuando anunció su siguente film, de título "Nynph()maniac", algunos nos pusimos en alerta y esperábamos lo peor, atendendiendo a esa irrefrenable tendencia del director a la provocación a veces un tanto gratuita. El film, cuya duración inicial se extendía a casi 5 horas, se ha visto reducido a 4 al haber eliminiado las escenas de sexo más explícitas (con permiso del director), y luego se ha estrenado en 2 partes en aras de potenciar la carrera comercial del mismo. En otro alarde provocador de Lars von Trier, la primera parte se ha estrenado nada más y nada menos que el día de Navidad. Contra todo pronostico debo decir que esta primera parte me ha gustado más de lo que me esperaba. Pese a los recortes sufridos es un film 100% Lars von Trier y por lo tanto genuinamente provocador y atrevido, pero su provocación no es nunca gratuita, y en el fondo lo que el film esconde es una profunda reflexión sobre el sexo y el amor como motor de las relaciones humanas. Quedan algunos momentos claramente explícitos, necesarios en un film que habla de sexo, pero también hay otros resueltos de una forma inusitadamente elegante: la escena inicial del film en que Stellan Skarsgard descubre a una maltrecha Charlotte Gaingsbourg se abre con unos planos de la lluvia callendo en el callejón que poseen una extraña e inquietante belleza, del mismo modo que el atrevido plano en que el personaje de Joe confiesa que lubricó frente al cadaver de su padre está encuadrado de una forma tan atrevida como hermosa. Visualmente uno de los momentos más arrebatadores del film es aquel en que Joe compara sus experienias sexuales con la construcción de una melodía polifónica. Realmente sublime.

Pero von Trier no se queda en el ejercicio estético o la intención provocadora y como decía más arriba jalona la película de interesantísimos diálogos (los que mantienen Skarsgard y la Gaingsbourg) en los que el personaje de Joe relata sus esperiencias sexuales y Seligman le da la réplica ofreciéndole su muy particular visión de las experiencias de Joe; con esos diálogos Trier invita al espectador a una reflexión profunda acerca del amor y el sexo como detonantes de la conducta humana. Particularmente brillante es el diálogo en que se establece un paralelismo entre los juegos sexuales de Joe y el arte de la pesca, o aquel otro en que Joe compara una construcción musical polifónica con 3 de los amantes de su larga experiencia en el sexo.

Naturalmente habrá que esperar al estreno del volumen 2 de "Nymph()maniac" para hacerse una idea completa de la visión incial que Lars von Trier quería ofrecernos del film.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? Los diálogos entre los personajes de Joe (Charlotte Gaingsbourg) y Seligman (Stellan Skarsgard). ¿Lo peor? Que (de momento) tengamos que conformarnos con una visión censurada del film.

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