jueves, 23 de enero de 2014

EN BUSCA DEL OSCAR PERDIDO



Hay películas que huelen a Oscar. No es el caso de “Shame”, película con la que se dio a conocer Steve McQueen (el director, no el actor, evidentemente), a pesar de la entregada interpretación de su actor protagonista, Michael Fassbender, y de la estilizada y cuidada puesta en escena de su director. Sí es el caso de “12 años de esclavitud”, la siguiente película de McQueen en la que repite de nuevo con Fassbender, esta vez en un rol más secundario.

Sorprende que después de un drama urbano y contemporáneo como “Shame”, donde se narraba el descenso a los infiernos de un adicto al sexo, McQueen se haya decantado por una película de época como “12 años de esclavitud”, adaptación de las memorias de un afroamericano en la época previa a la Guerra de Secesión Americana, un hombre libre que fue secuestrado y posteriormente vendido como esclavo para trabajar en las plantaciones de algodón de terratenientes sureños. 

“12 años de esclavitud” es una muy buena película, pero ¿una gran película? Muchos de los elementos del film parecen estar ahí pidiendo a gritos un premio: su cuidada ambientación, su diseño de vestuario, la propia historia, que es de esas que se podrían definir como ‘más grandes que la vida’… Y quizás esa intención que impregna toda la película de erigirse en el drama definitivo sobre la esclavitud, esa conciencia de sí misma de ser una ‘película importante’ que impregna cada fotograma, es lo que de alguna forma le resta calidez, proximidad. Nada molesta en el film pero al mismo tiempo nada emociona en el mismo. Y eso que McQueen no se dejar condicionar por el hecho de estar rodando un film de época y deja su personal sello visual en cada una de las escenas de la película. Su puesta en escena es elegante, cuidada, estilizada. McQueen sabe cómo encuadrar y cómo iluminar una escena, y a lo largo del film hay momentos visuales realmente bellos sin necesidad de recurrir a efectismos baratos: McQueen no se recrea en el paisaje más allá de algunos apuntes visuales que buscan situarnos geográficamente en la historia, no se fija en los decorados más allá de lo necesario, no siente (afortunadamente) la necesidad de epatar al espectador con fastuosas puestas de sol (lo cual es de agradecer). McQueen se centra en los rostros y los gestos de los actores, explica la historia a través de sus expresiones, sus palabras, sus miradas, y en este sentido hay que decir que McQueen es un gran director de actores y extrae grandes momentos de todo su reparto: Paul Giamatti, Paul Dano, Michael Fassbender, Brad Pitt, una no lo suficientemente valorada Sara Poulson… todos están fantásticos. Pero es justo reconocer que todo el film bascula sobre la sentida y emotiva interpretación de un enorme Chiwetel Ejiofor, que no necesita de histrionismos o aspavientos exagerados para hacernos llegar el dolor de su drama (particularmente espléndido está en el momento de un funeral en el que, pese a su resistencia inicial, acaba cantando en una suerte de misa gospel). 

Curiosamente la contención de la que hace gala todo el film, tanto en el aspecto visual (su puesta en escena aunque estilizada nunca es efectista), como en el dramático (se evita ‘castigar’ en demasía al espectador mostrándole el dolor y el drama que sufren los protagonistas), se contagia también en la banda sonora, pues Hans Zimmer, compositor dado con frecuencia a  la grandilocuencia (no hay más que escuchar las partituras, por otro lado espléndidas, de “Gladiator”, “Inception” o “Man of Steel”), se muestra en esta ocasión extrañamente comedido, y realiza una composición muy sutil, más atmosférica que descriptiva. Sin embargo, esa misma contención que en general beneficia a todo el film, es al mismo tiempo la que a ratos crea cierta sensación de insatisfacción en el espectador.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? La apuesta estética de Steve McQueen en el film, estilizada pero carente de histrionismos visuales. ¿Lo peor? Esa sensación de que el film es muy auto-consciente de ser una ‘gran película’.

No hay comentarios:

Publicar un comentario