martes, 9 de diciembre de 2014

PALABRA DE SCOTT


Este mismo año el director Darren Aronofsky nos ofrecía su particular visión del mito bíblico de Noé (podéis leer mi comentario aquí, junto con el de "Gran Hotel Budapest"). En dicho film el director optó or ofrecer un discurso en muchos aspectos basante alejado del relato bíblico oficial, más próximo a una epopeya fantástica que a un drama de contenido religioso, lo cual granjeó no pocas aversiones al film, provenientes mayormente de los sectores más conservadores que no vieron con buenos ojos que Aronofsky hubiese convertido la historia del diluvio universal en algo más parecido a un relato mitológico más próximo a las epopeyas de Tokien. Polémicas aparte no puede negarse ni la inventiva de Aronofsky ni su capacidad para traducir el relato en imágenes poderosas de considerable impacto visual.

Ahora es Ridley Scott quien se aproxima a la Bíblia para narrarnos la historia de Moises, historia que ya fué llevada con anterioridad al cine por Cecil B. DeMille en dos ocasiones con el título de "Los 10 mandamientos", siendo la más popular la estrenada en 1952 e interpretada por Charlton Heston y Yul Bryner. Confieso que no soy fan de dicho film, pero no le negaré ni su sentido del espectáculo ni su fidelidad al relato bíblico ni su capacidad de entretenimiento. La imagen de Mosises abriendo las aguas del Mar Rojo permanece como una de las más icónicas de la historia del cine.

Hace ya bastante tiempo que la carrera de Ridley Scott ha entrado en una tediosa espiral de mediocridad de la que solo ocasionalmente parece emerger con algunos inspirados destellos de genio. Tras dos incontestables obras maestras como son "Alien" (1979) y "Blade Runner" (1982) y un film apreciable e injustamente menospreciado como "Legend" (1985, merece la pena recuperar el 'director's cut' de este film), Scott nos ha ofrecido espectáculos sobrevaloradísimos ("Thelma y Louise" -1991-, "Gladiator" -200-), aburridos ("1492" -1992-, "Robin Hood" -2010-, "Prometheus" -2012-), irregulares ("Black rain" -1989-, "Hannibal" -2001-, "El consejero" -2013-) o decididamente olvidables ("Tormenta blanca" -1996-, "La teniente O'Neil" -1997-). Personalmente tan solo rescataría la versión extendida de "El reino de los cielos" (2005), que  mejora considerablemente la versión estrenada en salas comerciales, y la muy reivindicable "American gangster" (2007).

¿Y en qué grupo podríamos incluir su última propuesta, "Exodus: dioses y reyes"? No precisamente en la de sus grandes películas. Antes comentaba cómo la aproximación de Aronofsky a la historia de Noé era esencialmente en clave fantástica, tratando de llenar las lagunas presentes en el relato oficial con elementos provenientes de otros textos apócrifos o extraídos de otros escritos hebreos y talmúdicos, ofreciéndonos a la postre un relato épico de fuertes raices mitológicas. Scott, en cambio, ha optado en su aproximación a la figura de Moisés por un enfoque radicalmente distinto, despojando la historia original de sus elementos más místicos para tratar de construir un relato con cierta versosimilitud histórica (cabe señalar que Moises no es una figura de la que se haya probado nunca su existencia histórica). Incluso se permite ofrecer una suerte de interpretación pseudo-científica de las 10 plagas bíblicas que asolaron Egipto (dicha explicación también fué analizada hace tiempo por estudiosos del Nationa Geographic, y en esta ocasión Scott se encarga de ponerla en boca de uno de los personajes para aquellos espectadores más despistados). En su empeño de dotar de verismo al relato lo que hace es despojarlo de fuerza y de interés, y el resultado es un film con alguna secuencia espectacular (menos de las que cabría esperar), pero francamente aburrido.

No son pocos los errores tácticos que ha comenido Ridley Scott en esta ocasión. El primero cargar el peso de la función sobre los hombros de un poco creible Christian Bale, que está presente en casi todos los planos del film, relegando a meros comparsas a personajes tan interesantes como la pérfida Tuya, madre de Ramses (meramente testimonial Sigourney Weaver), Nefertari, esposa de Ramses, Josué (un discreto Aaron Paul que merecía un papel más destacado), o Aarón y Miriam, hermanos ambos de Moises. La Biblia explica, por ejemplo, que Moises tenía dificultades para expresarse (algunos estudiosos incluso le atribuyen un defecto de tartamudeo), por lo que siempre, por indicación de Dios, utilizaba a Aarón como interprete, que hablaba por él frente al faraón. Dicho detalle es obviado por completo en este film para otorgar así mayor presencia a Christian Bale. Tan solo John Turturo en el papel de Seti, padre de Ramses, tiene cierta presencia en el film, pero ésta queda un tanto desdibujada y Scott desaporvecha la posibilidad de ofrecer un discurso más interesante sobre su postura (Seti menospreciaba a su hijo y herededo y confiaba más en Moises, que no era de su sangre, lo que despertaba los celos de Ramses). Hay otros elementos que desde un punto de vista histórico o bíblico traspasan la barrera del ridículo, como Moises asumiendo el papel de guerrero y entrenando a los hebreos en una suerte de guerra de guerrillas; o la presencia de Dios con la imágen de un niño, no porque adopte una imagen infantil, sino porque sus diálogos son absurdos y lo hace parecer a veces como un chiquillo caprichoso que tiene una pataleta. Más aún: os esfuerzos de Scott por ofrecer una explicación lógica de las 10 plagas dan al traste con la magia que podría tener dicha secuéncia; no olvidemeos que antes de cada una Moises y Josué se presentaron ante Ramses para advertirle de lo que iba a ocurrir, y que después en cada una de ellas Moises apaciguó la Ira de Dios con la promesa de Ramses de liberar a los esclavos, promesa que Ramses incumplió reiteradamente. Todos esos discursos son obvidados en el film y Moises es presentado como un mero observador de la 'Ira del Altísimo', no como el mensajero de Dios que nos presenta la Biblia. Incluso el propio personaje de Moises, en el intento de los guionistas de relatar las dudas iniciales del mismo tal como las presenta la Biblia (aunque  nacido hebreo fué criado como egipcio), es presentado de forma ambigua y carente de credibilidad. Su postura como guerrero es absurda, pero sus diálogos con Dios, que ante los ojos de Josué son mostrados al espectador como si se tratase de los delirios de un loco aquejado de una suerte de esquizofrenia paranoide, despojan por completo al personaje de su fuerza y su intención.

Algo mejor parado sale el personaje de Ramses, en parte gracias a la entrega de Joel Edgerton, pero esencialmente porque era necesario ofrecer un rival a Moises, un 'villano' de la película. Lamentablemente algunas de las posibilidades que ofrecía el enfrentamiento entre Ramses y Moises se van al traste cuando Scott prefiere dejar de lado el enfrentamiento ideológico o intelectual en beneficio de un efrentamiento más físico, algo que queda patente cuando los guionistas no se atreven a llevar demasiado lejos el momento en que Ramses acusa a Moises de ser un fanático, o cuando el propio Scott los enfrenta cara a cara en la tontorrona secuencia del cierre de las aguas del Mar Muerto. No obstante sí que es a través del personaje de Ramses cuando el equipo de guionistas del film muestran algo más de arrojo al poner en un boca un velado discurso de caracter socioeconómico que habla de la división de la riqueza entre las clases sociales (en un momento el film Ramses, cuando la comida empieza a escasear dice: "¿Quierés que el faraón pase hambre? El pueblo tiene agua de sobras, podrán resistir"). Pero de nuevo Scott pone de manifiesto que no le interesa profundizar demasiado en dicho discurso, y que su única pretensión es entretener a la audiéncia... más discutible es determinar si lo logra.

Quizás se podría achacar algunas incoherencias o errores de edición del film a un montaje apresurado en el que se nota demasiado el uso indiscriminado de las tijeras, errores que se podria subsanar en una edición posterior (Scott es de los directores aficionados a ofrecernos un 'director's cut' de muchos de sus films). Pero eso no justifica que deje 'cojos' algunos momentos de la historia, como el final del film, en el que asistimos (presumiblemente) al Éxodo del pueblo de Israel a la tierra de Canaán y que nos presenta a un Moises consideramente envejecido sin ofrecernos ninguna explicación del porqué.

Scott es un director que no carece de sentido del espectáculo, como demuestra la secuencia en que se visualizan la 10 plagas, pero constantemente se pierde en tratar de ofrecer imágenes impactantes despreocupándose muchas veces en tratar de cuidar la coherencia interna del relato (obviemos errores históricos como el entierro del faraón Seti en Abu Simbel, que fué encargada por Ramses para servir como su propia tumba). Y no deja de sorprender sin embargo que desaproveche uno de los grandes momentos del film: la apertura de las aguas del Mar Rojo. De nuevo una imagen que podría ser poderosa e impactante (como era y sigue siendo en el film de Cecil B. DeMille), se vuelve aquí insulsa y francamente decepcionante por (de nuevo) los intentos de Scott de ofrecer un relato presuntamente veraz. Incluso la versión animada y musical producida por Dreamworks en 1998 con el título de "El principe de Egipto", no solo resultaba más fiel al relato bíblico, sino mucho más entretenida... y además con la mitad de metraje.

Quizás pueda parecer que esté tratando de defender la fidelidad al texto bíblico. Nada más lejos de mi intención. No soy creyente, no hablo desde la óptica del purista o el fiel, pero vista desde una óptica mitológica la Biblia es un relato maravilloso y lleno de imágenes de enorme fuerza simbólica, y despojarla de su magia, su fuerza mistica y su capacidad metafórica para ofrecer una historia más o menos realista y de pretendida verosimilitud histórica no solo me parece un error, sino incluso una traición al relato original. Prefiero con mucho la exageración de Aronofsky en "Noé", que la insulsa tibieza de Scott en este "Exodus".

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? La plasmación visual (que no dramática) de las 10 plagas, donde los efectos especiales juegan un papel destacado. ¿Lo peor? La forma en como es presentada la historia biblica en esta ocasión, traicionando el relato original al despojarlo de su magia, su fuerza y su mística.

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