La impactante biografía de Louis Zamperini seguro que podría haber dado pié a una gran película... en manos de un director más solvente. En las manos de Angelina Jolie se queda simplemente en un torpe intento de film épico de esos a los que algunos les gusta etiquetar como "más grandes que la vida".
Personalmente me cae muy bien Angelina Jolie. Decir que es guapa es un eufemismo. Es hermosa y es sexy. Y además es una mujer inteligente y comprometida con su tiempo y con las necesidades de los menos favorecidos, como demuestra su trabajo como embajadora de Unicef o la enorme cantidad de esfuerzo, tiempo y dinero que ella y su marido dedican a causas humanitarias. Políticamente además siempre se ha adscrito a la vertiente más liberal y progresista de la política estadounidense. Además está casada con uno de los hombres más sexys del planeta, Brad Pitt, lo que hacen de la pareja una de las más deseables y atractivas del actual star system mundial. ¿Como actriz? Bueno, como actriz Angelina Jolie ha demostrado una contrastada solvencia ejerciendo de action woman en films como "Lara Croft", "Salt" o "El señor y la señora Smith", además de ser capaz de llevar todo el peso de un film com "Maléfica", exhibiendo su cara más deliciosamente malvada. Incluso si tiene un buen director detrás es capaz de regalarnos un buen trabajo interpretativo, como fué el caso de "El intercambio" (Clint Eastwood, 2008)
Ahora bien, ¿como directora? No he visto su debut cinematográfico, que se saldó con críticas bastante ácidas, pero en este segundo film como realizadora, "Invencible", lo que nos encontramos es una directora aún novata, carente de un estilo propio y cuyas ambiciones están aún muy por debajo de su talento. A Angelina Jolie aún le falta mucho recorrido para ser la próxima Kathryn Bigelow.
La historia de Louis Zamperini es épica, y este film no carece de momentos espectaculares que quedan bastante resultones en pantalla, pero creo que sus logros son más atribuibles al espléndido trabajo de iluminación de Roger Deakins que no a la labor detrás de las cámaras de la Jolie. Son varios los aspectos que hacen de ésta una película insatisfactoria y fallida. El primero de ellos es la falta de concreción en su argumento. Uno tiene la sensación de haber visto varias películas en una, sin que ninguno de los diferentes episodios se haga dominante y se convierta en el necesario hilo conductor del relato. El triunfo de Zamperini en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936 queda reducido a una mera anécdota. Los flashbacks que narran su infancia como ladronzuelo son insuficientes para comprender la evolución del personaje. Su trayectoría como miembro de la tripulación de un bombardero durante la 2ª Guerra Mundial parece estar ahí solo para justificar su naufragio y posterior aventura en mar abierto. Precisamente toda la parte que narra su periplo en una balsa perdido durante 47 días en el océano Pacífico resulta demasiado larga y tediosa. Al final la parte de su biografía que transcurrre en los campos de prisioneros japoneses es la que se convierte en decisiva en el relato, pero lamentablemente ésta no está bien cimentada sobre todas las subtramas y episodios precedentes. Al final el film es un batiburrillo un tanto confuso de géneros (el drama de la etapa adolescente, el bélico el episodio del bombardero, el survival de su periplo en la balsa...), y acaba convirtiéndose en una mera sucesión de set pieces dramáticas cuya única conexión es que están protagonizadas por un mismo individuo.
El segundo problema del film es el descarado maniqueismo con que está tratada la historia. No dudo que la trayectoria personal del Zamperini sea admirable en muchos aspectos, y Angelina Jolie no oculta su rendida admiración al mismo. Pero esa misma admiración es la que le impide ver los grises en la historia de Zamperini y la gente que le acompañó. Los americanos del film son todos nobles, valerosos, íntegros... mientras que los japoneses son retratados como sádicos y despreciables. El argumento de la película se inspira en el libro biográfico de Laura Hillenbrand, pero la Jolie, con la indisimulada intención de no sabotear el propósito inspirador de la película, obvia los pasajes más cuestionables del relato. Zamperini fué un adolescente problemático, ladronzuelo y pendenciero, pero el film pasa de puntillas por esa etapa de su vida, resolviendola de manera rápida gracias a la influencia positiva de su hermano mayor, pero sin incidir en la árdua tarea de este último por tratar de reconducir el camino de su hermano pequeño que le abocaba irremisiblemente a la delincuencia. Otra parte de su historia nos habla como tras ser liberado del campo de prisioneros japonés, Zamperini sufrió de desórdenes mentales y le fué diagnosticado Trastorno de Estrés Post-Traumático, lo que le llevó a la ansiedad, el alcoholismo y la incapacidad laboral. Durante ese periodo Zamperini llegó a obsesionarse con la idea de infringir una sangrante venganza contra su torturador japonés. No fué hasta más tarde, cuando conoció a un joven reverendo y abrazó el cristianismo, que logró superar sus demonios y sobreponerse a los recuerdos traumáticos de la guerra. Todo ello es obviado en el film, ofreciendo una imágen unidimensional de Zamperini, como un personaje de una sola pieza, invencible e inquebrantable. Esa imagen cuasi-superhéroica del personaje es lo que le resta humanidad y por lo tanto impide que logre la empatía del público. El personaje pierde matices y del mismo modo el film pierde interés. No ayuda en absoluto que Angelina Jolie se haya rodeado de un elenco de actores todos jóvenes, guapos y atractivos (me refiero a los que interpretan a los soldados americanos), lo cual acentúa aún más el maniqueismo del film haciéndolo más gráfico y aumentando la distancia emocional con el espectador. En la mayoría de secuéncias no es la dirección de Angelina Jolie ni el trabajo actoral (tan correcto como discreto) lo que arranca la emoción del espectador, sino la brillante y emotiva partitura compuesta por Alexandre Desplat. Y si superfluo es el retrato que el film ofrece de Zamperini, aún más plano resulta el de su torturador japonés, apodado "El pájaro", reducido aquí a un mero villano de opereta. El resto de personajes secundaros acaban resultando meramente anecdóticos.
Zamperini es presentado siempre como un personaje de una sola pieza, petreo, inconmobible. Al principio del film se nos ha mostrado su problemática adolescencia, sin explicarnos nunca sus motivaciones o las causas de la misma. A lo largo de la película vemos como es sometido a las más duras pruebas físicas, como es torturado, como es víctima del sadismo y la brutalidad gratuita. Sin embargo Zamperini siempre se muestra integro, calmado, sin dar muestras de ningún tipo de desequilibrio emocional. ¿Porqué? ¿Qué le lleva a mantener esa integridad mental? ¿La fe? ¿El amor? El film nunca nos explica qué sentimientos, ideas, credos o motivaciones lo convierten en un individuo inquebrantable, y por lo tanto no hay forma de lograr la comprensión por parte del espectador, al que no le queda más remedio que verlo como una suerte de personaje mítico. Y como todo personaje mítico sabemos que logrará su redendión y su salvación, por lo que al espectador se le hace innecesario identificarse con su sufrimiento.
Al final lo que quedan son las buenas intenciones, el relato de supervivencia, resistencia y redención personal, como reza el cartel publicitario del film. Lamentablemente Angelina Jolie no ha sabido revestir de emoción dicho relato.
En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? La fotografía de Roger Deakins y la partitura de Alexandre Desplat. ¿Lo peor? El talento de Angelina Jolie como directora no está a la altura de sus ambiciones.
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