No voy a glosar aquí la trayectoria profesional de John
Byrne, inglés de nacimiento pero afincado primero en Canadá y más tarde en los
Estados Unidos. Otros ya lo han hecho de manera bastante completa y en este
sentido os recomiendo el artículo que en su día hicieron los chicos de Zona
Negativa, y que podéis leer aquí, aquí, aquí y aquí. Más bien os hablaré de mis impresiones de
este dibujante/guionista/autor de comics.
John Byrne debutó en Marvel en el año 1975 haciéndose cargo de los lápices
de “Puño de Hierro” y colaborando con el no menos afamado guionista Chris
Claremont (durante los números 1 al 15). El entendimiento entre ambos era más
que evidente y se extendió muy pronto a “Marvel Team-Up” (diversas sagas entre
los números 53 y 79), colección que presentaba las aventuras conjuntas de
Spider-man con un ilustre elenco de invitados especiales y que también estaba
guionizada por Claremont. También se hizo cargo de los lápices de “Los
campeones” durante una breve etapa (números 11 al 17), pudiendo entonces
dibujar al Angel y el Hombre de Hielo, dos de los integrantes de su colección
favorita: los “X-Men”.
Cuando Dave Cockrum abandonó la colección de “La Patrulla-X”
abrumado por el exceso de compromisos artísticos, los lápices de la misma
recayeron en Byrne, que siempre había expresado su deseo de dibujar la
colección de los mutantes desde que su amigo Claremont se hiciese cargo de
escribir los guiones prácticamente desde el inicio de la misma, o al menos el
nuevo inicio de la colección tras el mítico Giant-size “Segunda génesis” que
fuera escrito por Len Wein. Por aquel entonces Byrne era capaz de simultanear
su trabajo en los X-Men dibujando una breve pero brillante estancia en “Capitán
América” escrita por por Roger Stern (de los números 247 al 255) y en “Los
Vengadores”, cuando David Micheline estaba al cargo de la misma (números 181 al
191). Todo ello a finales de los años 70.
Si bien su trabajo como dibujante en las colecciones del
Capi y los Vengadores es indiscutiblemente brillante (gracias a los acertados
entintados de Joseph Rubinstein y Dan Green respectivamente), fue en las
páginas de La Patrulla-X donde Byrne brilló con más fuerza (del número 108 al
143), en buena medida gracias al embellecimiento al que el entintador Terry
Austin sometió los lápices de Byrne (para muchos Austin continúa siendo el que
mayor partido ha sacado del trabajo del dibujante), pero también gracias a su
absoluta implicación en la colección en la cual participó en calidad de
co-argumentista dejando algunas historias para la posteridad, como la icónica e
influyente “Días del futuro pasado”, que partía de una idea enteramente propia.
Conviene señalar que Claremont, Byrne y Austin coincidieron por primera vez en
un mítico Marvel Premiere dedicado al personaje de “Starlord”, hoy conocido por
su participación el “Los guardianes de la galaxia”.
Pese a la buena química entre Byrne y Claremont no fueron
pocos los desacuerdos entre ambos. En parte por diferencias creativas sobre el
rumbo que debían tomar determinados personajes, pero sobre todo por los cambios
argumentales de última hora por parte del guionista o sus re-escrituras
improvisadas de algunos diálogos, lo que obligaba a Byrne a rehacer de forma
precipitada algunas viñetas que ya había dibujado.
A ello habría que añadir las constantes diferencias que
mantenía con el entonces editor en jefe Jim Shooter, con el que habría
colaborado brevemente en la no menos mítica “Trilogía Nefaria” en las páginas
de los Vengadores (números 164 al 166). Ello llevó a Byrne a dejar primero la
Patrulla-X (propiciando el regreso d Dave Cockrum a la colección) y después la
colección del Capitán America, de forma que él y Roger Stern no pudieron
completar algunos de los argumentos que tenían previstos para el personaje.
Así pues en el año 1980 Byrne recalará en la colección de “Los
4 Fantásticos” durante la época en que Marv Wolfman estaba al cargo de los
guiones. Esto supondrá una primera toma de contacto de Byrne con la primera
familia de Marvel, si bien su trabajo se vio ligeramente perjudicado por un
equivocado entintado de Joe Sinnot (por mucho que Byrne aprecie su trabajo, el
trabajo de Sinnot simplifica en demasía el cuidado detalle que el dibujante
solía imprimir en sus acabados en aquella época). Poco después realizaría su
primer guion en la colección en una breve historia desarrollada entre los
números 220 y 221, para al final hacerse cargo de autor total de la serie
(guionista, dibujante y entintador) a partir del número 232 y hasta el 293,
siendo la permanencia más larga de Byrne en una colección, que además fue capaz
de simultanear haciéndose cargo de la colección de “Alpha Flight” en calidad
también de autor completo (números del 1 al 28) y de “La cosa” en labores de
guionista y dibujante ocasional.
La primera mitad de los años 80 es sin duda la más prolífica y brillante en la carrera de John Byrne (llegó incluso a guionizar y dibujar los 2 primeros episodios de una colección Marvel dedicada a Indiana Jones), pero ya la segunda mitad de esa década empezará e evidenciar una cierta decadencia especialmente en sus capacidades como ilustrador. En 1985 Byrne abandona Los 4 Fantásticos para hacerse cargo de “Hulk” en una breve y no particularmente memorable etapa (números 314 a 319). Más entonado se mostrará en la colección de “Hulka”, en especial en sus guiones, a los que imprime un refrescante sentido del humor e incluso se atreve a romper la ‘4ª pared’. Desavenencias con la editorial le llevarán a pasarse a la distinguida competencia (DC comics) para hacerse cargo de “Superman”, pero ya durante la década de los 90 Byrne alternará su trabajo entre las dos grandes editoriales, haciéndose cargo, por ejemplo, de “Los Nuevos Vengadores” (números 48 a 57), creando un nuevo título para “Namor” (números 1 a 32), recuperando “El 4º mundo” de Jack Kirby (números 1 al 20), o dibujando y guionizado “Wonder Woman” (números 101 a 136). Al margen de todo ello a principios de los años 90 creará su colección más personal para el sello Dark Horse: “Next Men”, la cual bebe a partes iguales de los clásicos de la ciencia ficción como de su experiencia en las colecciones de superhéroes de la Marvel.
Sus últimos trabajos tanto para Marvel como para DC denotan
una franca decadencia a todos los niveles, tanto en el aspecto gráfico (con un
trazo más tosco, descuidado, casi desganado, a años luz del detallismo del que
hacía gala durante su estancia en La Patrulla-X) como en el argumental
(trabajos como “Spider-man: Capítulo Uno”, “X-Men: los años perdidos” o “Superman
y Batman: Generaciones” están planteados como un forzado e innecesario revival
que remite a una forma de hacer cómics propia del pasado y completamente
superada).
¿Quién tuvo, retuvo? En el caso de Byrne, no. Contrastaría pues con la trayectoria de otro gran clásico y compañero generacional, George Pérez, que no solo se mantiene en plena forma, sino que tiene la inteligencia de no tomar más de lo que pueda abarcar, haciéndose cargo en los últimos años solo de proyectos que le permiten evolucionar como dibujante, manteniendo su nivel gráfico a un nivel altísimo y contribuyendo de paso a acrecentar su leyenda (“JLA vs. Vengadores”, “The Brave and the Bold”, “La legión de los 3 mundos”, “Sirens”…)
En cualquier caso John Byrne continúa siendo una leyenda y
una institución dentro del mundo del comic gracias a sus aportaciones en el
pasado. A él le debemos la más sólida y brillante etapa de toda la historia de
la Patrulla-X, con guiones de Claremont y tintas de Terry Austin, en la que
asistimos a la mejor aventura en la Tierra Salvaje, al enfrentamiento con
Proteo, a la aparición del Club Fuego Infernal, a la muerte de Jean Grey, a la
creación de Alpha Flight, a la saga “Días del futuro pasado”… ; a Byrne debemos
también algunas de las mejores páginas de los Vengadores, con la saga “Noches
de Vundagore” a la cabeza”; al él le debemos la más brillante e imaginativa
etapa de “Los 4 Fantásticos”, en competencia directa con la de Lee y Kirby, en
la que redefinió a los personajes y los conceptos inherentes a la colección sin
necesidad de alterar su pasado ni su origen (particularmente brillante es su redefinición
del personaje de Galactus, la evolución de Sue Richards o el magistral
tratamiento del Doctor Muerte, convertido gracias a Byrne en el villano por
antonomasia del Universo Marvel); a él le debemos la única etapa digna de
recuerdo de “Alpha Flight” (todo lo que se hizo después con estos personajes es
perfectamente olvidable); a él le debemos el haber devuelto la popularidad a “Superman”,
el haber subido al estrellato a “Hulka” e incluso haber recuperado la dignidad
para “Namor”.
Mi primera toma de contacto con John Byrne fue precisamente con la “Trilogía Nefaria” en las páginas de los Vengadores. Admito que por aquel entonces (yo era un chavalín de ¿7? ¿8 años?) no prestaba tanta atención a los dibujantes y me dejaba arrastrar más por el ritmo y drama de las historias. Mi favorito en aquella época primeriza era Spiderman (devoraba todas las historias que por aquel entonces ilustraba, entre otros, Sal Buscena), pero cuando ya comenzaba a hacer mis pinitos como dibujante novato era inevitable que empezase a fijarme más en el trazo y estilo de los dibujantes de los cómics que leía, con el objetivo intentar definir y crear mi estilo propio (todo de manera autodidacta, aunque las láminas de dibujo de Ramón Freixas me ayudaron mucho entonces). Así pues Byrne se convirtió rápidamente en mi favorito. La primera vez que realmente me fijé en él fue en la saga de Vundagore, de nuevo en las páginas de Vengadores, y su maravillosa forma de dibujar a la Bruja Escarlata (sexy, elegante y peligrosa a un mismo tiempo), que acabaría convertida en el terrible demonio fementido Chthon (¡qué bien se le daba a Byrne dibujar rostros demoníacos demacrados!). Pero el éxtasis llegó cuando cayó en mis manos el primer número de los X-Men que ya estaba dibujado por él, curiosamente el número 111, en el que Lobezno tiene un protagonismo destacado y aparece por primera vez Guardián de los Alpha Flight, que entonces respondía al nombre de Arma Alpha (después sería rebautizado como Vindicador, antes de ganarse definitivamente el apodo de Guardián). Aquel numero estaba entintado, naturalmente, por Terry Austin, y el dominio de la anatomía de Byrne, su composición de página clásica pero efectiva, su gusto por el detalle, el primoroso y preciosista acabado de Austin, convirtieron a ambos en mi pareja artística por muchos años.
Naturalmente seguí al Byrne dibujante que se paseó por las
colecciones de La Patrulla-X, Vengadores, Spiderman o los 4 Fantásticos, pero
cuando además se hizo cargo de los guiones y el entintado de los 4 Fantásticos,
comprendí que estaba entonces ante un autor total como ha dado pocos la
industria del cómic americano (podríamos emparejarlo con Jack Kirby, Frank Miller
y Walter Simonson… pero pocos más). Con
los 4F Byrne hizo algo muy inteligente: no trato de innovar sino que bebió de
las fuentes clásicas (Stan Lee y Jack Kirby), para redefinir a los personajes y
hacerlos evolucionar de forma coherente. Puso de relieve el carácter científico
y cerebral de Red Richards, sacó a relucir el aspecto más adolescente e
irresponsable de Johnny Storm, potenció la dualidad cómico/dramática de Ben
Grimm, pero sobretodo hizo de Sue Richards uno de los personajes femeninos más
fuertes y fascinantes de Marvel, capaz de conjugar su cuádruple papel de mujer,
esposa, madre y superheroína. Byrne no necesitó de introducir personajes o
conceptos nuevos, sino que exploró los que ya existían solo que observándolos
desde un prisma distinto y llevándolos a un nuevo estadio. Es particularmente
interesante la forma en como hizo evolucionar un concepto tan complicado como
el de Galactus, y no menos notorio es la forma en como matizó el personaje del
Doctor Muerte, jugando con su carácter megalomaníaco, su arrogancia insufrible
y su sed de venganza, pero al mismo tiempo sacando a relucir la nobleza de sus
principios y su carácter regio. Después del enfoque más melodramático de La
Patrulla-X, Byrne quiso explotar la vertiente más aventurera de la primera
familia Marvel, no en vano apodados ‘los imaginautas’, y en su etapa logró
hitos difícilmente superables como el ‘rescate’ de Galactus, el juicio a Red
Richards o el 2º y trágico embarazo de Sue Richards.
Posiblemente a todos los niveles, gráficos y narrativos, su
etapa en los 4 Fantásticos sea lo mejor que haya hecho nunca John Byrne en su
ya dilatada carrera. Ahora Panini recupera esa etapa en 4 tomos dentro de la
colección Marvel Héroes, en una cuidada edición en tapa dura que corrige muchos
delos errores de impresión y edición del anterior coleccionable editado por
Forum: remasterización del color sin el ya molesto coloreado por offset,
publicación de todas las portadas originales en su tamaño original, añadido de
extras, publicación de la hasta ahora inédita “La última historia de Galactus”
publicada originalmente en las páginas de la revista Epic Illustrated,
inclusión de algunos episodios ausentes en dicho coleccionable, como los últimos
números guionizados por Roger Stern… Personalmente creo que el material merece
una edición así, y creo que ésta no debería faltar en la comicoteca que
cualquier aficionado que se precie. Para mi supone la oportunidad de
reencontrarme de nuevo con el mejor Byrne de todos los tiempos y volver a
disfrutar de unas historias que tan bien me lo hicieron pasar en mi
adolescencia. En definitiva: la oportunidad de volver a ser niño de nuevo.





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