Qué duda cabe que para mucha gente de mi generación las series
de animación japonesas (hoy comúnmente conocidas como animé) forman parte de
nuestra educación sentimental.
Nadie que haya superado ya los 40 podrá negar que en su más
tierna infancia estuvo enganchado a los primeros animé que se emitieron en las
televisiones españolas: primero “Heidi”, que adaptaba la obra de la escritora
suiza Johanna Spyri, y poco después “Marco. De los Apeninos”, basado en la
novela “Corazón” de Edmondo de Amicis. Si primero sufrimos con la
inquebrantable rigidez con la que la amargada Señorita Rottenmeier trataba de
meter algo de sentido común en la cabecita alocada de Heidi, luego el largo
viaje de Marco y su mono Amedio, desde su Italia natal hasta la Argentina donde
emigró su pobre mamá nos mantuvo en vilo durante una buena temporada.
Ambas series pertenecen al género conocido como kodomo, básicamente un animé dirigido al
público infantil y que intenta poner de relieve valores positivos como el
compañerismo, la amistad o los lazos familiares. Ambas series fueron dirigidas
por Isao Takahata, que inició su carrera en los estudios Toei Animatio, y
también ambas contaron las primeras colaboraciones de otro monstruo sagrado de
la animación japonesa: Hayao Miyazaki. Takahata y Miyazaki se independizarían
más tarde para fundar los míticos Estudios Ghibli, para los cuales Takahata
dirigió entre otras una obra maestra como “La tumba de las luciérnagas” (“Hotaru
no haka”, 1988) o más recientemente “La historia de la princesa Kaguya” (“Kaguya
Hime no monogatari”, 2014), recientemente nominada al Oscar a la mejor película
de animación. La carrera de Miyazaki ha deslumbrado por su parte con obras
maestras de la talla de “Mi vecino Totoro” (“Tonari no Totoro”, 1988), “La
princesa Monoke” (“Mononoke Hime”, 1997), “El viaje de Chihiro” (“Sen to
Chihiro no Kamikakushi”, 2001) o “El viento se levanta” (“Kaze Tachinu”, 2013)
entre otras.
Sin embargo el espíritu reposado y costumbrista de series
como “Heidi” o “Marco” daría paso después a otro tipo de producciones animadas,
siendo la primera y más destacada en los años 70 “Mazinger Z”, primer animé de
género mecha que llegaba a las
pantallas españolas, genero cuyas tramas giraban esencialmente en torno al
enfrentamiento entre robots gigantes (contrapuesto en cierta forma al kaiju, que versa sobre el enfrentamiento
de monstruos gigantes al estilo del Godzilla creado por los estudios Tōhō
a mediados de los 50). “Mazinger Z” es un manga creado por Gō Nagai y que
ejerció una fuerte influencia en obras posteriores como “Robotech” o “Evangelion”.
“Mazinger Z” estaba a su vez influenciado por el “Astroboy” (“Tetsuwan Atomu”
en su versión japonesa) de Osamu Tekuza, manga editado en los años 60 y que serviría
como modelo para algunos de los animé dirigidos por Rintaro, como el “Metrópolis”
del año 2001.
“Mazinger Z” trata básicamente del clásico enfrentamiento
del bien y el mal, y en la serie veríamos como el orgulloso (y machista) Koji
Kabuto, pilotando un gigantesco robot de nombre Mazinger (pronúnciese Machinga) se enfrentaría al megalómano Doctor
Infierno ayudado por la aguerrida (y también muy celosa) Sayaka Yumi, que a su
vez pilotaba una versión robótica de nombre Afrodita A que dio pie a no pocos
chistes durante nuestra infancia. El Doctor Infierno contaría a su vez con una
legión de pintorescos aliados entre los que destacaban el ambiguo y siniestro
Barón Ashler (Ashura en su versión japonesa) y el cruel Conde Broken.
Admitámoslo: “Mazinger Z” es una seria que ha envejecido muy
mal, y su animación tosca y algo torpe, con fondos básicos y casi inexistentes,
no resiste igual el paso del tiempo de la forma en como lo hacen otras series
contemporáneas como las mencionadas “Heidi” o “Marco”. Aun así nadie de los que
la siguieron (seguimos) durante finales de los 70 podrá negar que nos tenía
completamente enganchados al televisor los sábados por la tarde después del
telediario.
Los herederos naturales del espíritu aventurero de “Manzinger
Z”, al menos en nuestros corazones infantiles, fueron el Comando G, nombre
popular con el que se conocía entonces el animé “La batalla de los planetas”.
Creado por la Tatsunoko Productions para la pequeña pantalla con el título
original de “Gatchaman”, las andanzas de
Mark, Jason, Princesa, Tiny y Keyop, pilotando la astronave Phoenix para
enfrentase la malvado Zoltar, vinieron a suplir nuestra sed infantil de
aventuras animadas.
La irrupción de las televisiones autonómicas primero, y las
privadas después, ampliaría la oferta de series de animación en la pequeña
pantalla, y los productos provenientes del país del sol naciente iban a tener
una posición privilegiada en las franjas de horario infantil e iban a gozar en
muchos casos de un éxito tan masivo como inesperado.
Por un lado tendríamos los productos del genial Akira
Toriyama, que se haría famoso con la serie “Doctor Slump” y alcanzaría el
estrellato con “Dragon Ball”. Ambas destacaban por una imaginación desbordante,
un envidiable sentido del absurdo (con constantes guiños al público adulto), un
humor a veces irreverente y un caótico sentido del ritmo. Tanto “Doctor Slump”
como las primeras temporadas de “Dragon Ball” incorporaban elementos
surrealistas en sus tramas que desafiaban toda lógica, cosa que hacía las
delicias del público infantil como despertaban el interés del público más
adulto. En la Vil·la del Pingüí, el sol habla, las
cacas camina o los extraterrestres tiene el culo en la cabeza. Y así la
irrepetible Arale Norimaki, creada por el tan torpe como (a ratos) lúbrico
profesor Sembei Norimaki, se convertiría en un personaje favorito de muchas
generaciones. La andanzas de Son Goku en “Dragon Ball” seguirían el mismo
camino que las de Arale, sobretodo porque el inocente Goku era inicialmente más
un personaje secundario que acompañaba a la sexy Bulma en su búsqueda de las
Bolas de Dragón, y la prueba de ese humor absurdo y enloquecido que impregnaba
las primeras temporadas la tenemos en el momento en que cuando consiguen reunir
las 7 bolas que conceden cualquier deseo, Oolong, un cerdo parlanta para más
señas, no se le ocurre otra cosa que pedir… unas braguitas. ¡Tronchante!
Lamentablemente ese espíritu irreverente se perdería a medida que Son Goku iba
creciendo y adquiriendo más protagonismo, pues la serie terminó por centrarse
en los interminables y aburridos combates de artes marciales.
Y si interminables eran los combates en “Dragon Ball”, no
menos largos eran los partidos de futbol de la serie “Oliver y Benji: Campeones”,
obra de Yoichi Takahasi cuyo título original eran “Capitán Tsubasa”. La serié fue
muy bien acogida por muchas asociaciones deportivas en nuestro país por
considerar que fomentaban el deporte entre los más pequeños, pero también hay
que decir a que podría contribuir a provocar ataques de nervios entre los
infantes cuando hacían prolongar un tiro de penalti durante varios episodios.
Admito que no soy futbolero… y aun así reconozco me mantuve fiel a la serie
durante una larga temporada.
“Mazinger Z” y “La batalla de los planetas” perfilaban lo
que sería el aterrizaje del género shonen
en nuestras pantallas televisivas. El shonen
son los animé y manga que van dirigidos esencialmente a un público adolescente
masculino, y se caracteriza por contener grandes dosis de acción, en contraposición
del género shōjo, enfocado a las
chicas adolescentes y que pone más énfasis en las relaciones sentimentales por
bien que pueden abarcar los temas más variados, desde el drama a la
ciencia-ficción (algunos ejemplos serían “Candy Candy” de Kyōko Mizuki, “Sailor
Moon” de Naoko Takeuchi o “Ranma ½” de Rumiko Takahashi). Sin lugar a dudas los
dos shonen que más iban a marcar la adolescencia de muchos de mis compañeros
generacionales fueron “Capitán Harlock” y “Los caballeros del Zodiaco”.
“Capitán Harlock” es un manga creado por Leiji Matsumoto, y nos presenta a un pirata espacial que comanda una enorme nave interestelar, la Arcadia, en la cuyas computadoras sobrevive la conciencia del mejor amigo de Harlock, Tochiro, muerto prematuramente. El Capitán Harlock es el héroe romántico por antonomasia, un idealista nacido en una época errónea y en una sociedad que no le comprende, por lo que elige estar fuera de la ley para llevar el estilo de vida que desea. Harlock y sus compañeros piratas del Arcadia defienden la libertad por encima de cualquier otra cosa, y al hacerlo se enfrentan a un mundo que adocenado por culpa de las comodidades de la vida futurista, ha perdido su criterio y su instinto de supervivencia. Muchos comenzamos a ver “Capitán Harlock” en nuestra primera adolescencia, cuando comenzábamos a ver el mundo con un espíritu más crítico y comenzábamos a cuestionar y revelarnos contra los puntos de vista de nuestros mayores. Así pues no era de extrañar que nos sintiésemos atraídos e incluso identificados con el espíritu contestatario e inconformista de Harlock, personaje que bebía a partes iguales del Corto Maltes de Hugo Pratt, del Luke Skywalker de “Star Wars” y de los piratas de “La isla del tesoro” de Robert Louis Stevenson.
| Nuevas versiones digitales para el siglo XXI |
La otra serie de la que sin lugar a dudas disfrutamos durante nuestra adolescencia fue “Los caballeros del Zodiado”, “Saint Seiya” en su título original, manga creado por Masami Kurumada que giraba en torno al clásico enfrentamiento del bien y del mal y que nos mantuvo enganchados al televisor durante las cruentas batallas libradas por Seiya (Pegaso), Shiryū (Dragón), Hyōga (Cisne), Shun (Andrómeda) e Ikki (Fénix) para proteger a Saori Kido, reencarnación de la diosa Atenea. La serie tuvo un más que considerable éxito en el público adolescente, lo que no evitó que recibiese numerosas críticas por parte de sectores más conservadores, acusándola de ejercer un mal ejemplo en el público infantil debido a sus elevadas dosis de violencia (algunos combates de la serie podían ser bastante sanguinarios) y a lo que algunos quisieron interpretar como incitación a la homosexualidad debido a la equivoca y ambigua postura de algunos de sus personajes. En cualquier caso yo, como muchos de mis compañeros de generación, no vimos sino dosis de acción a raudales y una imaginativa puesta al día de elementos procedentes de las mitología clásicas que tomaban prestados no pocos elementos procedentes del universo delos superhéroes americanos.
Recientemente han coincido en nuestras pantallas
cinematográficos dos ‘puestas de largo’ de dos de estas series de animación de
las que disfrutamos en nuestra infancia y adolescencia: “Capitán Harlock”,
largometraje de animación digital dirigido por Shinji Aramaki, y “Los
caballeros del Zodiaco. La leyenda del Santuario”, puesta al día también en
clave digital dirigida por Keiichi Sato. Por ese motivo, antes de pasar a comentar estas versiones para la pantalla grande, he querido hacer un breve repaso de algunas de las series de animación que me marcaron durante mi infancia. He querido rememorar lo que me hicieron sentir en su dia antes de analizar con sentido crítico la reacción que me han provocado estas nuevas versiones en clave digital. La conclusión en ambos casos es la misma: algo se ha perdido por el camino y ese algo es el ENCANTO.
Ambas películas comparten una incondicional sumisión a las nuevas tecnologías digitales, de ahí que tanto la animación como el diseño de personajes y decorados luzca de manera realmente espectacular. También es de agradecer que, en la medida de lo posible, se haya tratado de mantener la imaginería y el aspecto de la serie original. Así pues en "Capitán Harlock", pese a la animación fotorealista, son facilmente reconocibles los personajes del marga original, e incluso se ha tratado de respectar ciertos convencionalismos del mismo, como las figuras estilizadas de algunos personajes (Harlock, Mime, Kei Yuki...), cuyas proporciones anatómicas no son 100% realistas. Algo similar se ha hecho con "Los caballeros del Zodiaco", aunque quizás aquí la dependencia del manga original no es tan evidente. Personalmente creo que en el aspecto puramente técnico, la versión digital de Harlock está más lograda que la de los caballeros, pues en esta última el abuso de determinados efectos infográficos acaba dando la sensación de que estamos contemplando más un videojuego de última generación que no un film de animación.
Pero si en el aspecto técnico podríamos decir que ambas películas superan con creces el aprobado, en el terreno argumental y narrativo es donde vamos a encontrar sus mayores carencias. En concreto "Capitán Harlock" adolece de un montaje un tanto confuso, donde a veces los personajes pasan de una situación a otra sin apenas transición (véase por ejemplo el inexplicado viaje de Yama a la Tierra tras enterarse del destino de su amada, o sus constantes y caprichosos cambios de bando). Al margen de esto la película se desmarca de su predecesora en la pequeña pantalla en un par de aspectos, que a mi parecer acaban perjudicándola. Por un lado el film está impregnado de un pseudo-misticismo new age que acaba resultando pretencioso en algunos momentos; por otro trata de ofrecernos una visión más oscura del protagonista, alejándolo del halo romántico de la versión animada y limitando de paso cualquier empatía por parte del espectador. Si el Harlock de la serie televisiva era un héroe clásico que luchaba en pos de la libertad, esta nueva versión es un personaje ambiguo, una especie de avatar de la destrucción que solo busca expiar sus pecados. La serie animada original además gozaba de un elenco de personajes secundarios que en este film quedan reducidos a la mínima expresión, haciendo que sean Harlock y Yama los únicos que cargan con el peso de la historia.
El film, pese a todo, se deja ver, pero más por la espectacularidad del trabajo de animación que no por la historia en si misma, que en algún momento llega a provocar algún bostezo involuntario.
En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? La animación, especialmente en las secuencias de batallas espaciales. ¿Lo peor? Que en su trasvase a la gran pantalla se haya perdido el espíritu romántico y aventurero presnte en la obra original.Ambas películas comparten una incondicional sumisión a las nuevas tecnologías digitales, de ahí que tanto la animación como el diseño de personajes y decorados luzca de manera realmente espectacular. También es de agradecer que, en la medida de lo posible, se haya tratado de mantener la imaginería y el aspecto de la serie original. Así pues en "Capitán Harlock", pese a la animación fotorealista, son facilmente reconocibles los personajes del marga original, e incluso se ha tratado de respectar ciertos convencionalismos del mismo, como las figuras estilizadas de algunos personajes (Harlock, Mime, Kei Yuki...), cuyas proporciones anatómicas no son 100% realistas. Algo similar se ha hecho con "Los caballeros del Zodiaco", aunque quizás aquí la dependencia del manga original no es tan evidente. Personalmente creo que en el aspecto puramente técnico, la versión digital de Harlock está más lograda que la de los caballeros, pues en esta última el abuso de determinados efectos infográficos acaba dando la sensación de que estamos contemplando más un videojuego de última generación que no un film de animación.
Pero si en el aspecto técnico podríamos decir que ambas películas superan con creces el aprobado, en el terreno argumental y narrativo es donde vamos a encontrar sus mayores carencias. En concreto "Capitán Harlock" adolece de un montaje un tanto confuso, donde a veces los personajes pasan de una situación a otra sin apenas transición (véase por ejemplo el inexplicado viaje de Yama a la Tierra tras enterarse del destino de su amada, o sus constantes y caprichosos cambios de bando). Al margen de esto la película se desmarca de su predecesora en la pequeña pantalla en un par de aspectos, que a mi parecer acaban perjudicándola. Por un lado el film está impregnado de un pseudo-misticismo new age que acaba resultando pretencioso en algunos momentos; por otro trata de ofrecernos una visión más oscura del protagonista, alejándolo del halo romántico de la versión animada y limitando de paso cualquier empatía por parte del espectador. Si el Harlock de la serie televisiva era un héroe clásico que luchaba en pos de la libertad, esta nueva versión es un personaje ambiguo, una especie de avatar de la destrucción que solo busca expiar sus pecados. La serie animada original además gozaba de un elenco de personajes secundarios que en este film quedan reducidos a la mínima expresión, haciendo que sean Harlock y Yama los únicos que cargan con el peso de la historia.
El film, pese a todo, se deja ver, pero más por la espectacularidad del trabajo de animación que no por la historia en si misma, que en algún momento llega a provocar algún bostezo involuntario.
![]() |
| La tripulación del nuevo Arcadia |
¿Y qué decir de "Los caballeros del Zodiaco. La leyenda del Santurario"? Buena parte de mis comentarios del film sobre el Capitán Harlock podrían aplicarse a esta película de Shinji Aramaki. En algunos aspectos la animación, por espectacular que resulte, está si cabe menos cuidada y tiene un inéquivoco aire de videojuego, y más cuando la trama de la saga original de los caballeros queda simplificada al máximo y reducida a una mera sucesión de combates espectaculares. Los largos (a veces extenuantes) combates de artes marciales ya estaban presentes en el animé original, pero en este film se han dulcificado hasta el punto de evitar mostrar sangre o escenas de tortura. Seguramente muchos recordarán el a veces excesivo sadismo con que se mostraban algunas luchas en la serie de televisión. Como comentaba más arriba, pese a la profusión de personajes, el argumento de "Los Caballeros del Zodiaco" no puede ser más simple y todo se reduce al clásico enfrentamiento entre el bien y el mal. No vamos a encontrar mucho más en esta versión para la gran pantalla, salvo un ritmo un poco más atropellado (inevitable fruto de comprimir los 73 episodios de la serie original en un largometraje de aproximadamente 2 horas), un retrato superficial de la práctica totalidad de sus personajes (más matizados en el manga y la serie originales), y la inclusión de elementos humoristicos más bien infantiles.
| Nuevos diseños para los caballeros de oro |
En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? El ritmo endiablado de algunas de las escenas de combates. ¿Lo peor? La simpleza de la trama y la excesiva sumisión al CGI a lo largo de todo el metraje.
| Poster del film |



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