Una de las últimas propuestas del género de ciencia-ficción
que ha llegado a nuestras pantallas cinematográficas es el la nueva propuesta
del director americano William Eubank, “La señal”, segundo film tras su debut cinematográfico con
“Love”, film de ciencia-ficción del año 2011 que, si no estoy equivocado, aún
permanece inédito en nuestro país.
La historia que nos narra “La señal” es, en última,
instancia bastante críptica. El film comienza como una especie de road movie
adolescente, en que tres amigos viajan en coche al encuentro de un supuesto
hacker informático que les está acosando. Apenas empezado el film éste hace un
inesperado giro dramático cuando debido a una circunstancias poco claras uno de
ellos despierta encerrado en lo que parecer ser unas instalaciones gubernamentales
que pretende estudiar/combatir la presencia de vida extraterrestre en nuestro
planeta.
Eubank ha manifestado con frecuencia ser fan de “The
Twilight Zone” (“Dimensió desconeguda” en su traducción catalana o “En los
límites de la realidad” en la española) y las historias televisivas de Rod Serling, y
según propias declaraciones lo que pretendía con este film es ‘narrar una
historia cuya intangibilidad y extrañeza te hace decir: ‘¿qué diablos está
pasando?’’ (sic). Si eso era lo que buscaba con esta película, hay que
reconocer que lo ha conseguido. La historia que narra “La señal” no solo está
repleta de giros argumentales inesperados, algunos de ellos bastante
caprichosos, sino que además en ningún momento clarifica los hechos que muestra
en pantalla. Uno de los protagonistas va con muletas, pero en ningún momento se
nos aclara el mal que le aqueja o el origen del mismo, por mucho que en algunos
flashbacks lo vemos correr sin ningún tipo de afección física; los tres amigos
van en busca de un hacker informático, pero nunca se nos explican los motivos
reales de su búsqueda, porqué quieren encontrarles o qué pretenden hacer con él;
podemos admitir que de tratarse de un organismo gubernamental, los miembros de las
instalaciones presuntamente secretas en las que despierta el protagonista y que
remiten a la mítica Área 51, sean renuentes a dar ningún tipo de explicaciones,
pero a medida que va avanzando el film y se suceden nuevas revelaciones sorpresivas,
éstas no hacen sino incrementar la sensación de confusión en el espectador.
Incluso el final del film, de nuevo inesperado y sorprendente, está lejos de
dar respuesta a cualquier interrogante que como espectadores nos hayamos
planteado a lo largo del film y lo que hace no es sino añadir nuevos
interrogantes y misterios a la ecuación.
Entre las fuentes de inspiración consideradas por Eubank
para la creación de este film, el director cita desde realizadores como Stanley
Kubrick o David Lynch, hasta films como “Cube” (Vicenzo Natali, 1997), “Pi”
(Darren Aronofsky, 1998) o “Moon” (Duncan Jones, 2009). Lo cierto es que lo que
tiene en común esta película con los referentes que cita Eubank es el hecho de
tratarse de un film eminentemente sensorial que provoca no tanto una respuesta
emotiva en el espectador como una reacción sensitiva. La diferencia es que si
pensamos en películas como “2001”, “Blue velvet” o las citadas “Moon” o “Pi”,
estás están sustentadas sobre un guion mucho más sólido y parten de una
propuesta argumental bastante más elaborada. La historia que nos cuenta “La
señal” a la postre acaba resultando bastante simple, y si por un lado no
resulta excesivamente original, el tratamiento intencionadamente críptico con
el que está narrada no la hace más atractiva al espectador, que no tiene
suficientes elementos para aferrarse a la historia o a los personajes.
Podría parecer que estamos ante un film completamente
desprovisto de interés, y curiosamente no es así, pues si bien la historia es
confusa y está narrada con cierta torpeza, la puesta en escena del film,
preciosista y muy cuidada, lo redime en parte y añade algunos elementos de
interés. Eubank, antes de dedicarse a las labores de realización, había
trabajado como director de fotografía, y esa experiencia previa se traduce en
una puesta en escena que en algunos momentos incluso llega a resultar
hipnótica. Tanto la iluminación como el montaje como el trabajo del realizado
detrás de las cámaras está perfectamente estudiado para componer bellos
encuadres y construir escenas filmadas con un gusto intachable. Eubank ha
rodado la película en formato anamórfico aludiendo que ningún otro aspect ratio le permite fijarse de una
manera tan directa a los ojos del actor. En cualquier caso el scope escogido
por Eubank le permite encuadrar de una manera muy bella los áridos paisajes de
Ohio y Nuevo México en que se rodó la película. Todo ese preciosismo forma se
podrá tachar de banal y gratuito cuando no existe un guion suficientemente
sólido para sustentarlo, pero al menos es lo suficientemente atractivo como
para hacer digerible el film.
En resumidas cuentas: ¿Lo mejor del film? La
dirección de fotografía y la edición del film, que nos hacen presagiar
interesantes proyectos futuros de este director… siempre que encuentre un guion
a la altura de sus pretensiones autorales. ¿Lo peor? Un guion excesivamente
rígido que hace de la sorpresa su razón de ser, sin llegar nunca a consolidar
una trama lo suficientemente convincente, o incluso comprensible, para el
espectador.
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