lunes, 16 de marzo de 2015

JUGANDO AL DESPISTE


Una de las últimas propuestas del género de ciencia-ficción que ha llegado a nuestras pantallas cinematográficas es el la nueva propuesta del director americano William Eubank, “La señal”,  segundo film tras su debut cinematográfico con “Love”, film de ciencia-ficción del año 2011 que, si no estoy equivocado, aún permanece inédito en nuestro país.

La historia que nos narra “La señal” es, en última, instancia bastante críptica. El film comienza como una especie de road movie adolescente, en que tres amigos viajan en coche al encuentro de un supuesto hacker informático que les está acosando. Apenas empezado el film éste hace un inesperado giro dramático cuando debido a una circunstancias poco claras uno de ellos despierta encerrado en lo que parecer ser unas instalaciones gubernamentales que pretende estudiar/combatir la presencia de vida extraterrestre en nuestro planeta.

Eubank ha manifestado con frecuencia ser fan de “The Twilight Zone” (“Dimensió desconeguda” en su traducción catalana o “En los límites de la realidad” en la española)  y las historias televisivas de Rod Serling, y según propias declaraciones lo que pretendía con este film es ‘narrar una historia cuya intangibilidad y extrañeza te hace decir: ‘¿qué diablos está pasando?’’ (sic). Si eso era lo que buscaba con esta película, hay que reconocer que lo ha conseguido. La historia que narra “La señal” no solo está repleta de giros argumentales inesperados, algunos de ellos bastante caprichosos, sino que además en ningún momento clarifica los hechos que muestra en pantalla. Uno de los protagonistas va con muletas, pero en ningún momento se nos aclara el mal que le aqueja o el origen del mismo, por mucho que en algunos flashbacks lo vemos correr sin ningún tipo de afección física; los tres amigos van en busca de un hacker informático, pero nunca se nos explican los motivos reales de su búsqueda, porqué quieren encontrarles o qué pretenden hacer con él; podemos admitir que de tratarse de un organismo gubernamental, los miembros de las instalaciones presuntamente secretas en las que despierta el protagonista y que remiten a la mítica Área 51, sean renuentes a dar ningún tipo de explicaciones, pero a medida que va avanzando el film y se suceden nuevas revelaciones sorpresivas, éstas no hacen sino incrementar la sensación de confusión en el espectador. Incluso el final del film, de nuevo inesperado y sorprendente, está lejos de dar respuesta a cualquier interrogante que como espectadores nos hayamos planteado a lo largo del film y lo que hace no es sino añadir nuevos interrogantes y misterios a la ecuación.

Entre las fuentes de inspiración consideradas por Eubank para la creación de este film, el director cita desde realizadores como Stanley Kubrick o David Lynch, hasta films como “Cube” (Vicenzo Natali, 1997), “Pi” (Darren Aronofsky, 1998) o “Moon” (Duncan Jones, 2009). Lo cierto es que lo que tiene en común esta película con los referentes que cita Eubank es el hecho de tratarse de un film eminentemente sensorial que provoca no tanto una respuesta emotiva en el espectador como una reacción sensitiva. La diferencia es que si pensamos en películas como “2001”, “Blue velvet” o las citadas “Moon” o “Pi”, estás están sustentadas sobre un guion mucho más sólido y parten de una propuesta argumental bastante más elaborada. La historia que nos cuenta “La señal” a la postre acaba resultando bastante simple, y si por un lado no resulta excesivamente original, el tratamiento intencionadamente críptico con el que está narrada no la hace más atractiva al espectador, que no tiene suficientes elementos para aferrarse a la historia o a los personajes.

Podría parecer que estamos ante un film completamente desprovisto de interés, y curiosamente no es así, pues si bien la historia es confusa y está narrada con cierta torpeza, la puesta en escena del film, preciosista y muy cuidada, lo redime en parte y añade algunos elementos de interés. Eubank, antes de dedicarse a las labores de realización, había trabajado como director de fotografía, y esa experiencia previa se traduce en una puesta en escena que en algunos momentos incluso llega a resultar hipnótica. Tanto la iluminación como el montaje como el trabajo del realizado detrás de las cámaras está perfectamente estudiado para componer bellos encuadres y construir escenas filmadas con un gusto intachable. Eubank ha rodado la película en formato anamórfico aludiendo que ningún otro aspect ratio le permite fijarse de una manera tan directa a los ojos del actor. En cualquier caso el scope escogido por Eubank le permite encuadrar de una manera muy bella los áridos paisajes de Ohio y Nuevo México en que se rodó la película. Todo ese preciosismo forma se podrá tachar de banal y gratuito cuando no existe un guion suficientemente sólido para sustentarlo, pero al menos es lo suficientemente atractivo como para hacer digerible el film.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor del film? La dirección de fotografía y la edición del film, que nos hacen presagiar interesantes proyectos futuros de este director… siempre que encuentre un guion a la altura de sus pretensiones autorales. ¿Lo peor? Un guion excesivamente rígido que hace de la sorpresa su razón de ser, sin llegar nunca a consolidar una trama lo suficientemente convincente, o incluso comprensible, para el espectador.

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