viernes, 14 de noviembre de 2014

BEGIN AGAIN



Hay películas que buscan ser más grandes que la vida misma (algunas lo logran… otras no) y plantean cuestiones trascendentales no con el ánimo de encontrar respuestas concluyentes sino para invitar al espectador a una reflexión. Un caso reciente podríamos encontrarlo en “Interestelar”, que analizaba recientemente aquí. En el extremo opuesto podemos encontrar películas pequeñas, sencillas, que solo pretenden entretener y despertar alguna emoción en el espectador. Un ejemplo reciente sería “Begin Again”.

“Begin Again”, último film de John Carney, arranca con una Keira Knightley cantando una canción folk a capela, sin más acompañamiento que una triste guitarra. Poco después, en un flashback que reconstruye como el personaje interpretado por Mark Rufallo ha llegado al club donde Keira canta justo en el momento en que ella sube al escenario, escuchamos de nuevo la canción, pero esta vez desde el punto de vista de Rufallo, que interpreta a un productor discográfico venido a menos, y cuando éste escucha la canción se obra la magia: oímos y vemos (literalmente) como en su cabeza se van formando las orquestaciones que acompañarían esa canción en una versión digamos ‘mejorada’, y en su cabeza los instrumentos abandonados en el escenario a espaladas de Keira comienzan a sonar tocados por manos invisibles. La canción por sí misma es preciosa (tanto la letra como la música), pero en el contexto de esa secuencia cuasi-onírica es aún más bonita.

“Begin Again” es un film sencillo, directo, que no hace alardes de ningún tipo, que se apoya en las interpretaciones de su dúo protagonistas, en una puesta en escena clásica y convencional pero efectiva, pero que basa sus mayores logros en tres elementos. Primero: la inesperada química que se establece entre Keira Knightley y Mark Rufallo; ella está sobradamente convincente en su papel de cantante reticente, pero Rufallo demuestra su capacidad de dotar de una asombrosa naturalidad cualquier papel que interprete, tanto si es un productor musical fracasado como si es el alter ego del increíble Hulk. Segundo: el partido que saca a una ciudad tan especial y fotogénica como Nueva York sin necesidad de recurrir a las típicas tarjetas postales; el argumento del film gira en torno a la grabación de un álbum en escenarios reales de la ciudad, alejados de los estudios de grabación, situación que da pie a su director a buscar y explotar escenarios poco habituales (el metro de NY, algunos rincones poco conocidos de Central Park, azoteas que miran al Empire State…). Tercero: las canciones del film, interpretadas de forma suave, contenida, y con voz susurrante por Keira Knightley en su mayoría, con la incursión de algunas versiones pop por parte de Adam Levine y la inserción de algún tema más bailable interpretado por Ce Lo Green. Las canciones de Ce Lo Green son absolutamente pegadizas, las versiones de Levine (vocalista de Maroon 5) no carecen de atractivo, pero son los temas que canta Kiera, de aire inequívocamente folk, los que respiran autenticidad en cada una de sus notas.

Sería fácil comparar este “Begin Again” con aquel “Once” que triunfó no hace tanto en los cines españoles, pero la diferencia de tono entre ambos films es más que notoria. El tono melancólico y triste de aquel, da paso a un enfoque más luminoso y optimista en el film de Garney. El cambio de escenario también influye: no es lo mismo la lluviosa Dublín que la bulliciosa y palpitante Nueva York.

Es de agradecer también que los guionistas de este film haya evitado recurrir en exceso a la sacarina. Hay emoción en la historia que nos cuenta, y quizás un exceso de ‘buenrollismo’ en la manera en como retrata la relación que mantiene el personaje de Rufallo con su hija y su exesposa, pero afortunadamente evita caer en la sensiblería fácil, especialmente al final del film. Este final no es agridulce y sí bastante optimista en cualquier caso, pero no cae en el recurso manido de que todo se solucione por la vía más fácil por aquello de que ‘el amor siempre triunfa’. En este caso lo que triunfa es la resolución de la protagonista.


En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? Todas y cada una de las canciones del film, incluidas las diferentes versiones de algunas de ellas; “Lost Stars” es interpretada por Adam Levine y por Keira Knightley en dos versiones muy diferentes…  y ambas son una maravilla. ¿Lo peor? Keira tiene una voz agradable, pero carece de potencia. Es cierto que su interpretación casi susurrante oculta hábilmente sus carencias vocales, pero las canciones del film merecían un intérprete más carismático.

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