Hay películas que buscan ser más grandes que la vida misma (algunas lo logran… otras no) y plantean cuestiones trascendentales no con el ánimo de encontrar respuestas concluyentes sino para invitar al espectador a una reflexión. Un caso reciente podríamos encontrarlo en “Interestelar”, que analizaba recientemente aquí. En el extremo opuesto podemos encontrar películas pequeñas, sencillas, que solo pretenden entretener y despertar alguna emoción en el espectador. Un ejemplo reciente sería “Begin Again”.
“Begin Again”, último film de John Carney, arranca con una
Keira Knightley cantando una canción folk a capela, sin más acompañamiento que
una triste guitarra. Poco después, en un flashback que reconstruye como el
personaje interpretado por Mark Rufallo ha llegado al club donde Keira canta
justo en el momento en que ella sube al escenario, escuchamos de nuevo la
canción, pero esta vez desde el punto de vista de Rufallo, que interpreta a un
productor discográfico venido a menos, y cuando éste escucha la canción se obra
la magia: oímos y vemos (literalmente) como en su cabeza se van formando las
orquestaciones que acompañarían esa canción en una versión digamos ‘mejorada’,
y en su cabeza los instrumentos abandonados en el escenario a espaladas de
Keira comienzan a sonar tocados por manos invisibles. La canción por sí misma
es preciosa (tanto la letra como la música), pero en el contexto de esa
secuencia cuasi-onírica es aún más bonita.
“Begin Again” es un film sencillo, directo, que no hace
alardes de ningún tipo, que se apoya en las interpretaciones de su dúo
protagonistas, en una puesta en escena clásica y convencional pero efectiva,
pero que basa sus mayores logros en tres elementos. Primero: la inesperada
química que se establece entre Keira Knightley y Mark Rufallo; ella está
sobradamente convincente en su papel de cantante reticente, pero Rufallo
demuestra su capacidad de dotar de una asombrosa naturalidad cualquier papel
que interprete, tanto si es un productor musical fracasado como si es el alter
ego del increíble Hulk. Segundo: el partido que saca a una ciudad tan especial
y fotogénica como Nueva York sin necesidad de recurrir a las típicas tarjetas postales;
el argumento del film gira en torno a la grabación de un álbum en escenarios
reales de la ciudad, alejados de los estudios de grabación, situación que da
pie a su director a buscar y explotar escenarios poco habituales (el metro de
NY, algunos rincones poco conocidos de Central Park, azoteas que miran al
Empire State…). Tercero: las canciones del film, interpretadas de forma suave,
contenida, y con voz susurrante por Keira Knightley en su mayoría, con la
incursión de algunas versiones pop por parte de Adam Levine y la inserción de
algún tema más bailable interpretado por Ce Lo Green. Las canciones de Ce Lo
Green son absolutamente pegadizas, las versiones de Levine (vocalista de Maroon
5) no carecen de atractivo, pero son los temas que canta Kiera, de aire inequívocamente
folk, los que respiran autenticidad en cada una de sus notas.
Sería fácil comparar este “Begin Again” con aquel “Once” que
triunfó no hace tanto en los cines españoles, pero la diferencia de tono entre
ambos films es más que notoria. El tono melancólico y triste de aquel, da paso
a un enfoque más luminoso y optimista en el film de Garney. El cambio de
escenario también influye: no es lo mismo la lluviosa Dublín que la bulliciosa
y palpitante Nueva York.
Es de agradecer también que los guionistas de este film haya
evitado recurrir en exceso a la sacarina. Hay emoción en la historia que nos
cuenta, y quizás un exceso de ‘buenrollismo’ en la manera en como retrata la
relación que mantiene el personaje de Rufallo con su hija y su exesposa, pero
afortunadamente evita caer en la sensiblería fácil, especialmente al final del
film. Este final no es agridulce y sí bastante optimista en cualquier caso,
pero no cae en el recurso manido de que todo se solucione por la vía más fácil
por aquello de que ‘el amor siempre triunfa’. En este caso lo que triunfa es la
resolución de la protagonista.
En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? Todas y cada una de las
canciones del film, incluidas las diferentes versiones de algunas de ellas;
“Lost Stars” es interpretada por Adam Levine y por Keira Knightley en dos
versiones muy diferentes… y ambas son
una maravilla. ¿Lo peor? Keira tiene una voz agradable, pero carece de
potencia. Es cierto que su interpretación casi susurrante oculta hábilmente sus
carencias vocales, pero las canciones del film merecían un intérprete más
carismático.
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