domingo, 24 de enero de 2016

EN LA LISTA NEGRA


En 1956 un guionista desconocido llamado Robert Rich ganó el Oscar al mejor guión original por "El Bravo", una pequeña película dirigida por Irving Rapper que narraba la relación entre un niño mexicano y su toro de lidia. Robert Rich no era más que un pseudónimo que utilizó entonces Dalton Trumbo, vetado en aquella época por la industria de Hollywood debido a su afiliación al partido comunista americano, para poder continuar trabajando en aquello que mejor se le daba: escribir guiones de cine. Ya anteriormente su amigo y colega Ian McLellan aceptó firmar con su nombre otro libreto de Trumbo que también ganaría el Oscar al mejor guión, nada menos que el de "Vacaciones en Roma", preciosa comedia dirigida por William Wyler e interpretada por Audrey Hepburn y Gregory Peck. No sería hasta 1975, un año antes de su muerte, que la Academia de Hollywood le reconocería como legítimo ganadore de la estatuilla por "El bravo", mientras que el reconocimiento por "Vacaiones en Roma" no se oficializaría hasta el año 1983 a título póstumo.

Dalton Trumbo nació en Colorado en el año 1905. En 1939 ganó el Premio Nacional del Libro por su novela "Johnny cogió su fusil", crudo alegato pacifista que surgió de la impresión que le transmitió la imagen de un soldado desfigurado en la 1ª Guerra Mundial, y que el propio Trumbo adaptaría para el cien en 1971, interpretada en su rol principal por Timothy Bottoms y dirigida por el propio escritor.

Su afiliación al partido comunista le convirtió en blanco de la viperina prosa de la célebre columnista y cronista de sociedad Hedda Hoper, que emprendió una cruzada personal contra Trumbo respaldada por el Comité de Actividades Antiestadounidenses de John Parnell Thomas. Tras verse obligado a declarar delante de dicho comité Trumbo fué encarcelado durante 11 meses y después condenado al ostracismo por la industria hollywodense, lo que le obligó a trabajar en producciones menores y bajo pseudónimo para poder sobrevivir y mantener a su familia. Dalton Trumbo formaría parte de los 'Diez de Hollywood' una tristemente famosa lista de negra de la que también formaría parte el director de cine Edward Dmytryck, lista bautizada así por la prensa americana para designar a un grupo de personas relacionadas con la industria del cina, y que fueron acusados de obstrucción a las labores del Congreso de los EEUU durante la no menos infame 'caza de brujas' emprendida por el senador McCarthy para investigar una supuesta infiltración comunista en la sociedad americana durante la guerra fría.

Pese a ser una medida impopular, la caza de brujas en Hollywood obtuvo el respaldo de los principales estudios cinematográficos americanos, temerosos de que la influencia del Comité de Actividades Antiamericanas pudiesen perjudicarles. Actores como John Wayne o Robert Taylor la apoyaron abiertamente. Otros como Edward G. Robinson se vieron obligados a denunciar a sus compañeros por miedo a no ser contratados. Pero también hubo otros como Gregory Peck o Lucille Ball que hicieron declaraciones contrarias a dicha lista negra, e incluso fué célebre la marcha encabezada por Humprey Bogart, Lauren Bacall y Danny Kaye para manifestarse en contra de la caza de brujas emprendida por McCarthy.

Pese a todo continuó luchando para defender la libertad de expresión en su país, y su encarcelamiento y persecución no hizo sino reafirmarle en sus ideas, ejerciendo una fuerte inflencia en sus guiones. Una vez se destapó que el era el verdadero nombre tras los guiones de "Vacaciones en Roma" y "El Bravo", Otto Preminger no dudó en anunciar que él iba a ser el encargado en adaptar el célebre libro de Leon Uris "Exodo", película que el director aleman acabaría dirigiendo en 1960 con Paul Newman de protagonista, y que narra la fundación del moderno estado de Israel en 1947. La obra tiene un marcado caracter político y defiende abiertamente el derecho del pueblo judio a un estado propio.

Durante la escritura de "Exodo", Dalton Trumbo también estaba inmerso en la reescritura del guión de "Espartaco" (1960), film producido e interpretado por Kirk Douglas, que requirió personalmente los servicios de Trumbo, y acabaría siendo dirigido por Stanley Kubrick tras el despido de Anthony Mann (si el propio Douglas metió o no mano en la dirección final, sería tema para otro artículo). Trumbo también enfocó la historia del esclavo que hizo tambalear al imperio romano como una encendida defensa de la libertad individual, haciendo del memorable lema "Yo soy Espartaco" toda una declaración de principios. El éxito del film, que fué premiado con 4 Oscars y que además obtuvo un cierto respaldo por parte del propio presidente Kennedy, contribuyó al reconocimiento de Trumbo y al fin de la lista negra de Hollywood.

En 1973 Dalton Trumbo firmaría el guión de otro film célebre, "Papillon", dirigida por Franklin J. Schaffner e interpretado por Steve McQueen y Dutin Hoffman, film que muestra la persistencia por alcanzar la libertad de un condenado a cadena perpetua por un crimen que afirma no haber cometido. Es obvio que el argumento le sirvió a Trumbo para denunciar y condenar la propia injusta persecución a la que se vió sometido durante el Macarthismo.

La recreación de los acontecimientos que rodearon la persecución a la que se vio sometido Dalton Trumbo por sus supuestas actividades antiamericanas llega ahora a nuestras pantallas en un film dirigido por Jay Roach (director de comedias como "Lo padres de ella" o "Austin Powers") a partir del libro homónimo de Bruce Cook. Este cambio de registro por parte de Roach es sorprendente y el resultado es meritorio, tanto que "Trumbo" es una de las finalistas de este año a mejor película, si bien ni su director ni su guionistas han sido reconocidos, lo cual no deja de resultar incongruente.

Quién sí ha obtenido el reconocimiento unánime es su protagonista, un pletórico Bryan Cranston, absolutamente entregado a su papel y que hace una prodigiosa recreación de los gestos y poses del afamado escritor y guionista. Habiendo visto ya las interpretaciones de los 5 actores nominados (además de Cranston están Michael Fassbender, Leonardo DiCaprio, Eddie Redmayne y Matt Damon), no tengo ningún problema en afirmar que, si hay justicia, el Oscar al mejor actor debería llevarselo este año el protagonista de "Breakin Bad". En cualquier caso sería injusto no reconocer la labor del resto de sus compañeros de reparto, y ahí están una elegante (como siempre) Diane Lane como la esposa de Trumbo, un carismático John Goodman interpretando al productor Frank King, una exquisitamente viperina Helen Mirren dando vida a la odiosa Hedda Hoper, o un sorprendente Michael Stuhlbarg transformado en Edward G. Robinson.

El riesgo asumido por Roach para plasmar el libro de Bruce Cook es encomiable. Si bien su labor de dirección es más bien discreta, acaba resultando más que correcta y destaca especialmente en aquellos momentos en que hace uso de imágenes reales de archivo o recrea otras de la época respectando el formato cuadrado de las televisiones de aquel momento. Roach juega habilmente con los formatos y con la recreaciones de la época haciendo, por ejemplo, que las algunas escenas de "Espartaco" recreadas en el film y en las cuales el actor neozelandes Dean O'Gorman da vida a Kirk Doubles, apenas se noten entre las escenas reales de archivo. El cuidado que pone Roach en algunos momentos se hace particularmente evidente en dos escenas: una, la primera comparecencia de Trumbo ante el comité dirigido por John Parnell, en la cual la escena se inicia en blanco y negro y formato cuadrado, recreando la imagen y textura de los televisores de aquella época, para luego abrir lentamente el formato e introducir poco a poco el color. La otra escena es durante el estreno de "Espartaco" al que acude Dalton Trumbo: cuando Trumbo ve por primera vez en mucho tiempo su nombre impreso en una pantalla de cine durante los míticos créditos iniciales del film, se introduce un primerísimo primer plano de parte de rostro de Trumbo, en el que los créditos de la película en el momento en que aparece su nombre se reflejan en sus gafas y da la impresión de que está a punto de soltar una lágrima; todo el encuandre evoca inequívocamente al trabajo del mítico Saul Bass, autor precisamente de los títulos de crédito de "Espartaco".

Al margen del incuestionable trabajo actoral y del cuidado puesto en la recreación de la época, el aspecto más interesante de este film de Jay Roach reside precisamente en el fascinante retrato de un hombre que luchó siempre por defender la libertad de expresión de todos los individuos. En los tiempos que vivimos, en los que los medios de comunicación tergiversan, retuercen y manipulan la información en aras de intereses políticos que tan solo buscan favorecer determinados idearios y a la vez ahogar y enmudecer el ejercicio de la libre expresión, el discurso que nos expone "Trumbo" no puede ser más vigente.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? Bryan Cranston, sin duda, absolutamente entregado a su papel. ¿Lo peor? Nada en particular. Quizás "Trumbo" no sea una obra maestra, pero tampoco lo pretende.

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