Este blog empezó siendo una especie de diario personal. Luego empecé a hablar comics, de teatro, de literatura fantástica, y sobretodo de cine, mucho cine. Al final se ha acabo convirtiendo en un compendio de reseñas y "estudios" de temas diversos, casi siempre relacionados con el 7º ARTE
domingo, 17 de enero de 2016
EL GENIO DE LA MANZANA
Un biopic, una película biográfica, se puede afrontar desde muy diversas perspectivas. Al margen de que se pueda ofrecer una visión más o menos crítica de la persona cuya vida se trata de explicar, lo más interesante en este tipo de films suele estar en la forma en como se narra la 'vida y milagros' del personaje objeto del biopic, y no tanto a veces en los hechos que se narran.
Steve Jobs, a priori, no parece un personaje tan interesante como para que, recientemente, se le hayan dedicado tantas películas; o al menos a mí no me lo parece. Posiblemente sus fans, que los tiene, y muchos, y los fans de todo aquello que produce la marca de la manzanita, no lo vean así. Afortunadamente Aaron Sorkin y Danny Boyle, guionista y director respectivamente de esta última biografía del gurú de Apple interpretada por Michael Fassbender, tampoco lo han visto de igual manera. Jobs, no nos engañemos, no es un personaje de especial trascendencia o relevancia histórica, lo cual no quita que sea una figura particularmente interesante, al menos en la visión que nos ofrece esta película.
Danny Boyle, director de films tan recordados como "Trainspotting" (1996), "Slumdog Millionaire" (208) o "127 horas" (2010), se caracteriza precisamente por una puesta en escena ágil, dinámica y visualmente muy elaborada, donde tanto la fotografía como el montaje cobran especial protagonismo. Cualquiera de los 3 films citados es un buen ejemplo, y a ellos podríamos añadir "28 horas después" (2002), "Sunshine" (2007) o "Trance" (2013), films en los que en algunos casos se evidencia cierta tendencia del director inglés a un barroquismo un tanto gratuito, abusando a veces de los juegos de luces y los montajes sincopados. "Steve Jobs", su último film, no es ninguna excepción, por mucho que el guión de Sorkin, plagado de largos, lúcidos y extenuantes diálogos, restrinja más de lo habitual las veleidades formales de Boyle. Aún así eso no supone un impedimento para que el director se luzca en algunas escenas, especialmente en los momentos que precenden a cada una de las 3 presentaciones que muestra el film y que suceden ante auditorios repletos de gente. En otras escenas Boyle parece buscar una suerte de escapismo visual ante la falta de espacio para desarrollar ciertos experimentos estéticos, como es el uso de superposiciones de imágenes en algunos momentos de diálogo entre Steve Jobs (Michael Fassbender) y su directora de marketing (interpretada por Kate Winslet).
Sin embargo si el trabajo detrás de las cámaras de Danny Boyle es destacable, incluso en algunas ocasiones brillante, la verdadera estrella de la función en este caso es el guionista, Aaron Sorkin, que construye un relato a la vez fascinante y nada complaciente de la figura de Steve Jobs. Y lo hace rehuyendo el formato clásico del biopic, para centrarse en tres momentos clave de la carrera profesional de Jobs, en concreto 3 presentaciones de 3 productos surgidos de su incansable mentalidad creadora: 2 fracasos (el primer Mackintosh y el NeXT) y su primer gran éxito (El iMac). De manera similar a como hiciera en "La red social" (maravilloso film dirigido por David Fincher y que se centraba en el retrato de otro gurú tecnológico de nuestro tiempo, Mark Zuckerberg, y en la infuencia que su invención del Facebook ha ejercido en la sociedad actual), Sorkin en este caso opta por centrarse en el retrato psicológico de su protagonista, pero prestando menos atención al impacto social derivado de sus creaciones. También es cierto que si bien el auge de las redes sociales ha cambiado la manera en como vemos y analizamos las relaciones humanas, el impacto de los productos de Appel ha sido posiblemente más minoritario, menos relevante y quizás más susceptible de ser analizado desde el punto de vista de como la publicidad condiciona nuestros hábitos.
En cualquier caso el guion de Sorkin es brillante, especialmente en el retrato que nos ofrece de Steve Jobs, repulsivo y fascinante a un mismo tiempo. A Sorkin no le tiembla el pulso a la hora de cuestionar una figura de indudable popularidad en ciertos círculos, describiéndolo como un individuo narcisista, arrogante, condescenciente, perfeccionista hasta la extenuación, fanático del control, emocionalmente reprimido, vehemente y al mismo tiempo seductor. Su Steve Jobs es una figura harto cuestionable: mal padre (sus relaciones con su hija y la madre de ésta nos ofrecen una imagen de él que raya lo despreciable) y mal amigo (la forma en como trata a sus amigos Steve Wozniak -Seth Rogen- o John Sculley -Jeff Daniels, ejerciendo de figura paterna sustitutoria- lo dibujan a veces como un tipo odioso); una frase en boca de su amigo Wozniak resume buena parte de las intenciones del film: 'tus productos son mejores que tú'. Con ello nos está indicando que Jobs era un tipo que podía ofrecer a una audiencia rendida a sus pues productos altamente atractivos y funcionales que para mucha gente se han convertido en casi imprescindibles (basta echar una vistazo a nuestro alrededor para comprobar como el uso de los smartforms -que derivan en su mayoría de la invención del iPhone- se han convertido en algo habitual), pero con graves dificultades para manejar el trato humano y relacionarse con los individuos que le rodeaban, llegando muchas veces a manipularlos y abusar de ellos. Al mismo tiempo el film cuestiona la 'paternidad' de los productos diseñados por Jobs, sugiriendo que él es antes un genio del marketing que un verdadero gurú tecnológico, capaz de rodearse de auténticos genios de la informática y la tecnología con las capacidades necesarias para dar forma a sus sueños, y lo suficientemente hábil como para mover, dirigir y liderar a los miembros de su equipo: 'los músicos tocan los instrumentos, yo toco la orquesta', dice Steve Jobs en un momento del film.
La última película de Danny Boyle nos muestra a un Steve Jobs incapaz de conciliar su faceta pública y su faceta privada, destacando en la primera pero mostrándose inhábil en la segunda. En este sentido lo que nos ofrece este film en última instancia es una inteligente y a la vez ácida fábula moral de un hombre que busca la perfección y que quiere cambiar el mundo, pero que en el camino ha perdido parte de su humanidad, supeditándo esta última a su autoimpuesta condición de genio. Para Steve Jobs sus verdaderos 'hijos' son sus productos: el Mackintosh, el iMac, el iPhone... El resto, sus amigos, su propia hija, la madre de esta última, sus colaboradores... no son más que elementos accesorios; unas veces menos instrumentos a los que usar, otras simples obstáculos que le distraen de su misión de convertirse en una figura cuasi-mesiánica, alguien plenamente convencido de que sus invenciones están destinadas a mejorar la humanidad y sus condiciones de vida.
Los aspectos más interesantes del film son precisamente aquellos que nos hablan de la influencia de la tecnología en nuestro mundo, o de la importancia de la imagen en nuestros días. Sin embargo ese discurso moral y sociológico decae en cuanto la película deriva más hacia el drama familiar, en un intento un tanto pueril de criticar la figura de Steve Jobs como padre. Pese a todo el retrato psicológico que Aaron Sorkin hace de Steve Jobs no puede ser más fascinante, y su guión, repleto de diálogos ágiles, inteligentes e incluso a veces malintencionados, no puede ser más brillante.
En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? El guión de Aaron Sorkin y, por supuesto, Michael Fassbender. ¿Lo peor? Las partes dramáticas del guión que se centran en la relación entre Jobs y su hija, menos interesantes que aquellas que analizan los diferentes aspectos del proceso comercial de Apple.
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