sábado, 24 de diciembre de 2016

MIS MEJORES DEL 2016

Una vez más se acaba el año y una vez más hago mi personal repaso de lo que nos ha deparado éste en terminos cinematográficos. Si algo ha dejado claro este 2016 que está a punto de emitir sus últimos esterterores, es que, al menos en lo referente a la producción norteamericana, el cine se ha convertido más que nunca en un mero producto mercantil alejado de cualquier aspiración artística. Es cierto que hay directores y productores que todavía creen en el cine como medio de expresión cultural, tanto dentro de la majors como en el cine independiente. Pero cada vez es más frecuente ver en las salas exhibidoras películas que no son más que extensiones de franquicias más o menos consolidadas que no buscan más que perpetuar el exito de films precedentes. De ahí la proliferación de secuelas, remakes y reboots de todo tipo. De ahí el abuso de formulas genéricas, como ocurre con el genero del cine de superhéroes, que no aportan nada nuevo. De ahí la aparición de spin-off o subproductos que, aunque correctos, nos hacen lamentar la falta de imaginación en la industría, como pueden ser "Rogue One" o "Animales fantásticos y donde encontrarlos", films que no buscan más que continuar exprimiendo la maquinaria del éxito.

Pero también es justo reconocer el trabajo de profesionales de gran calado que siguen fieles a si mismos y hacen que no perdamos la fé en ese oficio que es el arte de hacer películas. Se trata de cineastas como Woody Allen, que no falla ningún año, Clint Eastwood, el último gran clásico, Martin Scorsese, que vuelve siempre con renovada fuerza, o Paul Verhoeven, felizmente recuperado para el cine europeo.

Y puestos ya a repasar mi personal selección de lo mejor que nos ha deparado este año que esta terminando, aquí os dejo mi lista de los mejores del 2016; como siempre, tan discutible como cualquier otra:

- "La Giovinezza" de Paolo Sorrentino, por su incuestionable carga poética;
- "High-Rise" de Ben Weatley, por atreverse a adaptar a J.G. Ballard... y hacerlo bién;
- "The Witch" de Robert Eggers, por su capacidad para renovar el género de terror obviando tópicos y fórmulas;
- "The Neon Demon" de Nicholas Winding Refn, por su hiptnótica puesta en escena, en la que imagen y sonido configuran una simbiosis perfecta;
- "The Handmaiden" de Park Chan-wook, por su sofisticada construcción narrativa, a medio camino entre Hitchock y "Rashomon";
- "Swiss Army Man" de Dan Kwan y Daniel Scheinert, porque es un soplo de aire fresco y porque es más profunda de lo que parece;
- "Elle"de Paul Verhoeven, por su capacidad transgresora y porque supone la feliz recuperación de un director al que los aires europeos le sientan de maravilla;
- "El cuento de la princesa Kaguya" de Isao Takahata, porque su aparente sencillez esconde un elaborado virtuosismo y porque sabe llegar al corazon del espectador apelando a su inteligencia;
- "Carol" de Todd Haynes, por su sutileza, por su elegancia, por su esteticismo, y por la química entre Cate Blantchet y Roney Mara;
- "Demolition" de Jean-Marc Vallée, por su reformulación del drama y su ajustada descripción de personajes;
- "The Revenant" de Alejandro González Iñárritu, porque técnicamente es una filigrana mayúscula, y porque no tiene un solo plano que no sea una belleza.

¿El actor del año? Podría remetir mentando a Jake Gyllenhall, con dos trabajos espléndidos como "Demoliton" y "Animales nocturnos", o a Michael Fassbender capaz de saltar de un melodrama como "La luz entre los océanos" a un blockbuster com "Assassin's creed" con total convicción, pero en vez de ello me voy a quedar con Ryan Gosling, que ha demostrado tener una nada desdeñable capacidad para la comedia en "Dos bueno tipos", que promete arrasar con el (esperadísimo) musical "La La Land" y que además se ha colado en el reparto de la secuela de "Blade Runner" que llegará el año que viene.

¿La actriz del año? Me quedo con dos: Amy Adams, irresistible y conmovedora tanto en "Arrival" como en "Animales nocturnos"; y Ruth Negga, que ha dado un sorprendente salto de la televisión al cine para deslumbrarnos en "Loving", lo último de Jeff Nichols.

¿El director del año? Paul Verhoeven, sin duda. Le perdimos la pista tras la espléndida "El libro negro" en el 2006, y ahora 10 años después nos maravilla con "Elle", gozando de una libertad de expresión que nunca tuvo en la industria americana.

¿El compositor del año? Con permiso de Alexandre Desplat (que no hay año que no nos sorprenda con 2 o 3 trabajos espléndidos), este año quiero destacar a Jóhann Jóhannsson. Solo su trabajo en "Arrival" ya merece todos los elogios por su capacidad para innovar y sorprender.

¿El personaje del año? Pues iba a mencionar a Deadpool, el mercenario bocazas, sin duda alguna uno de los pocos aspectos novedosos en un género, del de lo superhéroes cinematográficos, cada vez más adocenado y ahogado por las fórmulas; pero luego también pensé en uno de los personajes revelación del año, no tanto por su presencia en las salas de cine (que llegará, no lo dudéis), como por la revolución mediática que ha supuesto el lanzamiento del juego Pokemon Go, así que...
 
Y no puedo cerrar este artículo sin mencionar a algunos de protagonistas que, tristemente, nos han dejado este año: el llorado (y jovencísmo) Anton Yelchin (inolvidable Chekov en el "Star Trek" de J. J. Abrams), Gene Wilder (inolvidable, también, doctor 'Fronkonstin' en "El jovencito Frankenstein") nuestra entrañable Chus lampreave, el inmenso Alan Rickman (recordado especialmente por su papel de Severus Snape en la saga de "Harry Potter", los realizadores Michael Cimino ("El cazador", "La puerta del cielo") y Etore Scola ("Una giornatta particolare"), los directores de fotografía Vilmos Zsigmond (que puso luz, entre otras, a "Encuentros en la tercera fase", "El cazador" o "Deliverance") y Douglas Slocombe (que iluminó "El león en invierto", "El baile de los vampiros" o la películas de "Indiana Jones"), y, como no, tres de los más grandes de la música de todos los tiempos y que también han estado vinculados en mayor o menor medida la 7º ARTE: David Bowie, Prince y Leonard Cohen. Descansen en paz.

Y sobreviviendolos a todos, los incombustibles Kirk Douglas y Olivia de Havilland, los últimos supervivientes centenarios del Hollywood dorado.


jueves, 8 de diciembre de 2016

VA DE CINE

Normalmente suelo dedicar más espacio y tiempo a los comentarios de películas que cuelgo en este blog, pero precisamente tiempo es de lo que ando algo excaso ultimamente. No por ello dejo de ir al cine, así que trataré de hacer un breve resumen de algunas de las películas que he visto últimamente.

THE HANDMAIDEN

El coreano Park Chan-Wook se labró fama internacional con films como "Oldboy" (2003) o "Simpathy for Lady Vengeance" (2005), pero confieso que yo no lo descubrí hasta "Stoker" (2013), su primera y, hasta la fecha, única inmersión en la producción americana. "Stoker" me pareció en su día un film interesantísimo, y que reveleba al director coreano como un sútil creador de atmósferas enrarecidas.

Con "The Handmaiden" ("Ah-ga-ssi" en el título original, y "La doncella" en nuestro país), Park Chan-Wook regresa a su país de origen para rodar un film sencillamente sublime, de lo mejor que nos ha deparado este 2016. Una película narrada con un gusto esquisito, cuyo calculado esteticismo en ningún momento se erige en protagonista, sino que se pone al servicio de la historia. Una historia que bebe a partes iguales de Hitchcock y del "Rashomon" de Kurosawa. Park Chan-Wook maneja hábilmente el juego de espejos a partir del cual se desarrolla la trama, manipulando habilmente al espectador y jugando con sus espectativas, para ofrecernos un sugerente entramado de contrastes en el que, a través de las diferentes perspectivas que nos ofrecen sus personajes, va desmadejando su enrevesada trama. Trama que juguetea con el erotismo enfermizo al mismo tiempo que se maneja (y muy bien) con los resortes del thriller clásico. Mención especial a sus dos protagonistas femenidas: Min-hee Kim como la aristocrática y misteriosa Lady Hideko, y Tae-ri Kim como su atribulada doncella Sook-Hee

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? Su elaborada construcción narrativa y su esquisita puesta en escena. ¿Lo peor? Nada.

DOCTOR ESTRANGE

El Doctor Extraño, inspirada creación de Stan Lee y un Steve Ditko en estado de gracia, siempre ha sido uno de mis personajes Marvel favoritos, quizás por aquello de que aunaba la parte superheroica de los comics Marvel con el mundo de la mágia. Y para mí, sin lugar a dudas, tuvo su momento más álgido en el cómic con la llegada de Roger Stern a los guiones y la inspirada psicodelia de Marshall Rogers en los lápices.

Su plasmación en imagen real por parte de Scott Derrickson no decepciona pero tampoco entusiasma en exceso. "Doctor Strange" debe sus mayores aciertos por una parte a un ajustado elenco, en el que destacan, por un lado, un Benedict Cumberbach al que queremos ver interactuar YA con Robert Downey Jr. y Tom Hildeston, y por otro lado una (siempre) sugerente Tilda Swinton. El otro gran protagonista del film son, evidentemente, sus espectaculares efectos especiales. Sin embargo cabría esperar más de Scott Derrickson, firmante de films de terror como "Sinister" o "El exorcismo de Emily Rose". Supongo que la mano de Kevin Feige, mandamás de Marvel Studios, es demasiado larga y eso ha impedido a Derrickson desarrollar una visión más personal del personaje y su entorno. El resultado final es un film espectacular, sumamente entretenido, bien narrado, pero falto de personalidad y demasiado sometido a las premisas de lo que se supone es la 'formula Marvel', a saber: vocación de film para todos los públicos, nula trascencendia argumental, atisbos de humor blanco bien dosificados, parco desarrollo de personajes, respeto máximo a la historia del Universo Marvel tradicional, y acción y aventura a raudales.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? Benedict Cumberbach y Tilda Swinton. ¿Lo peor? Sus concesiones a la 'formula Marvel'.

ANIMALES FANTÁSTICOS Y DONDE ENCONTRARLOS

No he leído "Animales fantásticos y dónde encontrarlos" pero por lo que tengo entendido no deja de ser un falso manual digético sobre las criaturas fantásticas que pueblan el universo de Harry Potter escrito por uno de sus protagonistas. Así pues, por lo que parece, poco daba para hacer una película.

El mayor acierto de los productores de este film ha sido contar precisamente con la escritora J.K. Rowling, creadora de Harry Potter y todo su universo fantástico, para ejercer de guionista de esta nueva 'expansión' del mundo 'harrypotteriano'. Rowling echa mano de imaginación desbordada y elabora una sugerente trama a partir de lo que inicialmente era una simple anécdota. Y lo hace de tal forma que enlaza perfectamente con los personajes y acontecimientos narrados en la saga literaria y cinematográfica del niño mago de Hogwarts, pero al mismo tiempo es capaz de ofrecer una mirada más mádura y oscura, un innegable (y agradecido) giño a lo seguidores adultos de sus libros, sin que ello suponga un olvido hacia sus lectores más jóvenes. Rowling es capaz de regalarnos un relato que a la par de entretenido es capaz de ofrecer interesantes apuntes en clave sociopolítica que no ocultan una mirada crítica hacia el fanatismo.

Y si los productores han tenido un acierto en ofrecerle a Rowling la escritura del guión, su mayor fallo ha sido confiarle la dirección del film (y de las 4 secuelas que parece que va a tener esta nueva saga) a un director tan impersonal como David Yates, que ya había dirigido las 4 últimas entregas de Harry Potter ("La orden del Fénix", "El misterio del príncipe" y las 2 entregas de "Las reliquias de la muerte"). Yates no pasa de ser un artesano sin personalidad, que abusa en ocasiones tanto del sense of wonder (la alargadísima secuencia en que descubrimos en interior de la maleta de Scamander) como del espectáculo pirotécnico (las secuencias de batallas mágicas y destrozos que rozan el destruction porn).

En cuanto al nuevo reparto hay que mencionar a un Eddie Redmayne que abusa de los tics faciales, un sibilino Collin Farrell de cálculada ambigüedad sexual, una sosa Katherin Waterson, una eficaz Samantha Norton en la piel de la fanática Mary Lou y unos divertidos Dan Fogler y Alison Dudol, que aportan una agradecidas notas de humor. Mención especial para el diseño de producción del film, que recrea a la perfección del Nueva York de los años 20, pero una lástima que su director no sepa sacar mayor partido a elementos tan atractivos como el club de jazz regentado por un duende 'gangsteril'.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? Su imaginativa premisa. ¿Lo peor? La falta de personalidad del producto final y ciertos excesos por parte del departamento de efectos especiales efectos especiales.

LA LLEGADA

Una de las cosas que más me sorprenden del canadiense Denis Villeneuve es su eclecticismo a la hora de afrontar proyectos cinematográficos tan dispares como "Prisioneros" (2013), "Enemy" (2013), "Sicario" (2015) o esta "Arrival" ("La llegada" en su título en castellano) que se estrena ahora en nuestras pantallas. Lo más curioso es que es capaz de llevar a buen puerto tan diferentes propuestas, y quizás eso lo convierta en el mejor candidato para dirigir la secuela de "Blade Runner" que está previsto se estrene el año que viene.

En cualquier caso, se trate de un thriller un drama o un film de ciencia-ficción, Villeneuve va a reuir siempre los caminos más trillados del género. Para quién esto firma su film más interesante hasta la fecha sigue siendo "Enemy", hipnótico y muy personal acercamiento al universo de José Saramago, pero "Arrival" no carece ni mucho menos de atractivos, especialmente en la plasmación visual de la historia. Su construcción narrativa tampoco es precisamente convencional y no es hasta el final de la película que el espectador va a tener una idea completa de lo que el film trata de esplicarnos. Villeneuve es un narrador sútil que obliga muchas veces al espectador a hacer un esfuerzo cognitivo y a ordenar las diferentes pistas que el director, de forma directa o indirecta, va plasmando en la pantalla. Ya lo hacía en "Enemy", donde contaba con la complicidad de un desdoblado Jake Gyllenhaal, para exponernos su teoria del doppelganger. Y repite ahora la jugada en "Arrival" hilvanando diferentes líneas narrativas que convergen de manera coherente al final del film. Quizás es en su final donde Villeneuve se traiciona a si mismo exponiendo una poética pero un tanto cursi teoria del lenguage como unificador de culturas. Mención especial para Jóhann Jóhannsson, que construye una de la partituras más arriesgadas e innovadoras de todo lo escuchado en el 2016, y dónde la voz humana juega una papel fundamental, precisamente como reflejo de la importancia que al lenguaje se le da en la película.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? La perfecta fusión entre las imágenes de Villeneuve y la música de Jóhannsson. ¿Lo peor? Cierta sensibleria new age en su tercio final.

ANIMALES NOCTURNOS

Hasta no hace mucho Tom Ford era conocimo como diseñador de moda. Su debut en el mundo del largometraje con "Un hombre soltero" (2009) fue percibido inicialmente como un arrebato intrusista. Sin embargo ese film rebeló que Ford, además de tener buen gusto para vestir y diseñar ropa, también lo tiene para el encuadre y la puesta en escena.

"Un hombre soltero" es un film indudablemente elegante, pero que no oculta cierto amaneramiento formal. La historia que nos narra no carece ni de interés ni de emoción, pero la preocupación, a veces excesiva, de su director por el encuadre no puede ocultar cierta frialdad en el resultado final. Esos mismos defectos son achacables a su nuevo film, "Animales nocturnos". La película se articula sobre dos líneas narrativas claramente diferenciadas: una, la 'real', protagonizada por Amy Adams, y otra, supuestamente ficticia, que bascula alrededor de uno de los personajes interpretados por Jake Gyllenhaal. El echo de que Gyllenhall de vida a dos personajes distintos es precisamente lo que llega a crear cierta confusión en el espectador, no sé hasta que punto intencionada. Curiosamente esa otra historia es la que personalmente me resulta más interesante. Por un lado porque es la que plantea ciertos dilemas morales y la que invita al debate (¿que derecho tiene alguien a tomarse la justicia por su mano cuando los canales oficiales no funcionan como deberían?); por otro lado porque es la que se aleja más del universo estético que Ford ya había explorado en "Un hombre soltero". La trama que bascula alrededor del personaje de Amy Adams se desenvuelve, como ocurría en el film debut de Tom Ford, en un universo de gente guapa, sofisticada, de clase alta, cultivada... En esta trama el director de fotografía Seamus McGarvey (que realiza un trabajo excepcional en film) hace uso de una paleta de colores más fría, donde predominan los azules y los tonos asepticos. Por el contrario, en la historia que narra el incidente en la carretera, y que no deja de ser una narración dentro de la narración, abundan los tonos ocres, más cálidos, reforzando así la sensación de tragedia. En esta otra narración Ford se sumerge en un mundo de 'gente corriente' que le es más ajeno, alejado (presumo) del entorno sofisticado y cool de la gente de la moda y del cine en el que se desenvuelve el director tejano. Quizás por eso mismo su mirada, en esta ocasión, me resulta más interesante.

Mencionar también que Tom Ford vuelve a repetir con el compositor Abel Korzeniowski, que nos regala en esta ocasión un bello tema central de tintes trágicos.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? Todo su elenco actoral, en particular Jake Gyllenhaal y Michael Shannon. ¿Lo peor? Su frialdad y la sensación de ser un producto demasiado calculado.

jueves, 3 de noviembre de 2016

¿ANGELES O DEMONIOS?


Fue “Drive” el film por el cual el director danés Nicola Winding Refn se dio a conocer mundialmente, pese a que ya disponía de una dilatada carrera anterior en su país de origen. En “Drive”, que gozó de una muy buena acogida tanto por parte de la crítica especializada como del público en general, el director contó con la complicidad de quién parecía estaba llamado a ser uno de sus actores fetiche: Ryan Goslin. Goslin y Winding Refn repetirían dueto en el siguiente film del director, “Solo Dios perdona”. Sin embargo, todos aquellos que esperaban ver un thriller estilizado y de tintes románticos al estilo de “Drive” se encontrarían con un film radicalmente distinto. “Solo Dios perdona” tenía, sí, aromas de thriller, pero en esta ocasión los referentes en los que se basaba Winding Ref estaban alejados de la tradición clásica norteamericana y se acercaban más al orientalismo y al cine de Jean-Pierre Melville, cinematografías crípticas donde la atmósfera cobra relevancia y el silencio se erige en protagonista (pienso muy especialmente en “Le Samurai”, film de Melville del 1967).

“Solo Dios perdona” desconcertó a muchos por su atmósfera enrarecida, su ritmo moroso y su argumento indescifrable. Y sin embargo suponía un paso adelante en la cinematografía de su director gracias a una puesta en escena sofisticada e hipnótica, donde la intencionalidad del encuadre se impone a la movilidad de la cámara. Antes que buscar el dramatismo a partir de movimientos de cámara rebuscados o filigranas de montaje, Winding Refn lo consigue mediante la muy estudiada colocación de los personajes en el escenario y la manera en cómo la cámara los retrata. La simbiosis perfecta que Winding logra entre encuadre e iluminación hace que sus escenas adquieran a veces una cualidad cuasi pictórica, que, me atrevería a decir, en ocasiones evocan algunas pinturas de Edward Hopper.

Algunos podrían pensar que “Solo Dios perdona” es una rara avis en la filmografía de su director, pero viendo su último film, “The Neon Demon”, que se alzó con el premio de la crítica en el último festival de Sitges, podemos confirmar que es precisamente la más convencional “Drive”, el film que le dio fama internacional, la película que navega a contracorriente en el resto de su filmografía.

“The Neon Demon” repite muchas de las constantes estéticas y narrativas de su anterior film, a saber: la sofisticación formal, la elegante frialdad de la puesta en escena, el moroso ritmo narrativo, la cripticidad argumental, el gusto por los encuadres rebuscados, la perfecta simbiosis entre imagen y música… Hay algo en “The Neon Demon” que da la sensación de sofisticado ‘producto de diseño’, y del mismo modo que muchos espectadores se sentirán seducidos por su barroco esteticismo, habrá otros que lo rechazarán de pleno argumentando que este se impone a la historia o que ésta resulta pretenciosa o banal. No es esa la opinión de quién esto escribe.

“The Neon Demon’, pese a su refinada apariencia, dista mucho de ser un producto superficial. El film encierra una ácida crítica a la obsesión de la sociedad actual por la imagen, por la necesidad de aparentar y por el exagerado culto a la belleza. La protagonista del film, Jesse, es una adolescente que decide probar suerte en el mundo de la moda. Poco a poco se irá adentrando en dicho mundo y descubrirá que su inocencia y su apariencia de pureza suscitan la envidia y/o el deseo de cuantos le rodean. Jesse poco a poco irá sucumbiendo a los fastos y oropeles propios de dicho mundo, y en el camino perderá parte de su inocencia inicial. Hay una frase del film en boca de su protagonista que puede ser tomada como una declaración de principios: cuando su novio le recrimina que ha cambiado, que ya no es la que era y solo aspira a ser como las demás, Jesse le corrige y le dice “no, ellas quieren ser yo”. Esa necesidad que tienen otras modelos celosas de poseer aquello que han perdido y que Jesse aún retiene, les llevarán a tratar de vampirizar y robar la inocencia de esta última, convencidas de que en cierta forma es la clave del éxito, la llave que les permite continuar siendo deseables.

La mirada que nos ofrece Winding Refn sobre el mundo de la moda y las supermodelos es cínica y a la vez terrorífica, y para hacernos ver su punto de vista se sirve de recursos propios del cine de terror: la fotografía muy contrastada, el uso de contraluces, la música atmosférica, los decorados austeros… La violencia que nos muestra el film no es tan física (pese a las ocasionales escenas de violencia explícita) como moral, y para recalcarlo Winding Refn se sirve en ocasiones de la elipsis narrativa, para reforzar precisamente esa sensación enfermiza, dejando a la imaginación del espectador la libertad de especular sobre lo que está ocurriendo en pantalla. Es harto ilustrativa la secuencia en que Jesse tiene su primera sesión fotográfica: el fotógrafo el pide que se desnude, a lo cual ella accede, y acto seguido comienza a maquillarla para la sesión de fotos; la secuencia es sensual y malsana a partes iguales, y está concebida casi como una violación, a la cual Jesse reacciona en parte con repugnancia y en parte con disfrute.

Hay dos aspectos de este último film de Nicolas Winding Refn que me gustaría destacar: por un lado, el buen trabajo actoral, con una sorprendente Dakota Fanning a la cabeza, interprete perfecta capaz de otorgar a su personaje las necesarias notas de inocencia, pero también de adquirir una expresión diabólica cuando es necesario. Conviene reseñar la escasa libertad que el director ha permitido a sus actores en esta ocasión, todos excesivamente contenidos, controlados, casi encorsetados, lo cual no hace sino reforzar aún más el clima malsano que el director quiere transmitirnos, deshumanizando a los personajes, como si estos individuos que forman parte del mundo de la moda fuesen una suerte de extraños alienígenas carentes de emoción o empatía. El otro punto a destacar, que por otro lado ya estaba presente en sus dos anteriores films, “Drive” y “Solo Dios perdona”, es la extraordinaria selección musical y el acertado uso que se hace de las canciones en el film, perfectamente integradas en la partitura electrónica de Cliff Martínez.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? Los riesgos formales que asume su director, y en especial su hipnótica y sofisticada puesta en escena. ¿Lo peor? No es un film apto para todos los paladares; su ritmo, y su propia y deliberada extrañeza, pueden espantar a más de un espectador.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

EL HOMBRE MULTIUSOS


La ganadora de la última edición del festival de Sitges, y además revelación en el último festival de Sundande, "Swiss Army Man", viene firmada por Daniels, que en realidad es el pseudónimo por el cual se dan a conocer los dos realizadores de este film: Dan Kwan y Daniel Scheinert. Ambos, con una larga carrera en el mundo del corto y la televisión, debutan ahora en el terreno del largometrage con una película que no ha dejado indiferente a nadie, pero que en la humilde opinión de un servidor supone un más que prometedor debut.

Para los que no lo sepan una 'swiss army' es lo que habitualmente se conoce como una navaja suiza multiusos, y el sentido del título se hace sobradamente entendible a medida que este avanza. El argumento del mismo es fácil de explicar: Hank es un naufrago que se encuentra atrapado en una ísla mínima. Cómo ha llegado allí no lo sabremos y la verdad es que carece de importancia. La soledad y el aislamiento (suponemos) le lleva al suicidio, y de de hecho es así como arranca el film, con Hank a punto de ahorcarse en un arbol mirando a la playa. Sin embargo su intento de acabar con su vida es interrumpido cuando Hank es distraido por la presencia en la playa de otro cuerpo (que tampoco sabremos cómo ha llegado allí... y tampoco importa). Hank advierte que el individuo está muerto y cuando está a punto de reanudar su itento de suicidio, el cadaver deja escapar una sonora y violenta flatulencia, lo que le dará a Hank una idea de como salir de la isla desierta. No desvelaré más pues es a partir de dicho punto cuando descubriremos poco a poco la razón del título del film. Pero más allá de las diversas anecdotas que iran desvelando los 'usos prácticos' que Hank da al cadaver, el primero descubrirá el nombre del segundo, Manny, y entablará una relación con el mismo. Una RELACIÓN con mayúsculas, pues entre Hank y Manny surgirá un sentimiento de amistad sincera. ¿Cómo? ¿Es posible entablar algún tipo de relación (puntualicemos: no enfermiza) con un cadaver? Pues "Swiss Army Man" viene a explicarnos que sí, y lo hace recurriendo a una rocambolesca pirueta argumental que pondrá a prueba a más de un espectador.

"Swiss Army Man" es un film tan bizarro como emotivo, tan extravagante como bello, tan extraño como sensible. Quienes hayan visto el trailer posiblemente se quedarán con los detalles de cómo sus directores y guionistas hacen uso de la escatología en la película. Quedarse con esos detalles es quedarse con una visión muy superficial del film, y rehuir el visionado del film a causa de ello es perderse una película que es mucho más profunda y compleja de lo que parece a simple vista.

Habrá que ver que nos deperan los Daniels en futuras propuestas cinematográficas, pero este primer largo es una muy agradable sorpresa, un film original que por sensibilidad y por estética los hermana con la forma de hacer y entender el cine de Spike Jonze o Michel Gondry. Hay algo de "Her", de "Donde viven los monstruos", de "Olvídate de mí", de "La ciencia del sueño", de "La espuma de los dias" en esta cinta de los Daniels. "Swiss Army Man" nos habla de la soledad, de la alineación del individuo, de la necesidad de formar parte de algo. Como "Her" u "Olvídate de mí", los Daniels nos proponen en su film un análisis lúcido y agudo del comportamiento humano, desde una óptica no exenta de ironia, pero tampoco de comprensión e incluso de dulzura. Y al igual de "La ciencia del sueño" o "La espuma de los dias", los Daniels hacen uso de una narrativa inusual y una puesta en escena barroca, incluso estravagente, que bebe directamente del surrealismo más demecial. Pero a diferencia de Spike Jonze, el humor del que hacen uso los Daniels es más negro: la sutileza de aquel da paso a un trazo más grueso, en el que la escatología es usada como recurso humorístico pero sin caer nunca en la vulgaridad. Y al igual que Michel Gondry, los Daniels también recurren al realismo mágico para explicarnos una historia de amistad entre un naufrago y un cadaver, bien que la puesta en escena de los Daniels es más contenida que la de Gondry, aunque por momentos igualmente lírica y poética.

"Swiss Army Man" es un film simpático, pero también triste, muy  triste, porque nos ofrece el retrato desencantado de un individuo que por encima de todo busca ser amado. Estimulante, original, sorprendente, divertida, estravagente... son solo algunos de los calificativos que pueden definir una propuesta cinematográfica que a buen seguro no va a dejar indiferente a nadie, y que tiene una de sus mejores bazas en el hecho de que no es un film fácil, que pone a prueba al espectador, proponiéndolo que entre en un juego peculiar al que quizás no quiera acceder de buena gana. Personalmente creo que aquellos que se dejen llevar por la inventiva y la originalidad de "Swiss Army Man" van a descubrir uno de los grandes films del año.

Además del premio a la mejor película en el último festival de Sitges "Swiss Army Man" obtuvo el reconocimiento a Daniel Radcliffe en calidad de mejor interpretación másculina. Lo cierto es que el interprete de "Harry Potter" está haciendo esfuerzos improbos por quitarse el sambenito del 'niño mago de Hogwarts', y hay que reconocer que al igual que Robert Pattinson y Krister Stweart (protagonistas de la saga "Crespúsculo") está conduciendo su carrera con inteligencia. Stewart nos ha sorprendido con sus trabajos en films como "Viaje a Sils Maria" (Olivier Assayas, 2014), "Siempre Alice" (Richard Glatzer, 2014) o el último film de Woody Allen, "Café Society" (2016); Pattinson nos ha embelesado en trabajos como "Cosmópolis" (David Cronenberg, 2012) o "The Rober" (David Michôd, 2014); Dadcliffe no se queda atrás asumiendo riesgos como "Equus" en teatro, "A youg doctor's notebook" en televisión o "Kill your darlings" (John Krokidas, 2013) en el cine. En esta "Swiss Army Man" asume el riesgo de dar vida a un cadaver flatulento de muy limitada movilidad pero mucho más expresivo de lo que pudiera parecer a simple vista. Pero no seria justo alabar el trabajo de Daniel Radcliffe y olvidarnos del que lleva a cabo su compañero de reparto, esplendido en films como "There will be blood" (Paul Thomas Anderson, 2007),  "Prisioneros" (Denis Villeneuve, 2013) o "La Giovinezza" (Paolo Sorrentino, 2015), y que en este films de los Daniels da vida a un personaje lleno de matices, rico, complejo y sensible, con el que el espectador fácilmente llegará a sentir empatía.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? Todo. ¿Lo peor? Nada. Tan solo que cierta parte del público pueda rechazar de antemano el film sin haberlo visto, guiándose únicamente por la (muy equivocada) idea de que estamos ante una cómedia fácil de sal gruesa.

lunes, 22 de agosto de 2016

HASTA EL INFINITO

Con las películas de Star Trek me pasa algo parecido que con las de James Bond: no soy fan de la saga original, pero me gustan las recientes reformulaciones de la saga cinematográfica. En más de una ocasión he comentado que los films de la saga del agente 007 me parecen infantiles, pero que el “Casino Royale” dirigido por Martin Campbell en el 2006 no solo reavivó mi interés en la saga (que había perdido por completo desde mi adolescencia con la etapa protagonizada por Roger Moore), sino que me parece el mejor film de toda la historia de la saga Bond. Muchos fans acusaron ese reboot del personaje como una traición a las esencias clásicas del mismo, por estar influenciado en exceso por otra saga de espías mucho más reciente, la de Jason Bourne. Yo personalmente aprecié los intentos (para mí logrados) de reformular el personaje y su entorno, dotándolo de mayor crudeza y verosimilitud, alejándolo de la imagen de ‘super-espía’ y prescindiendo de los clichés y tópicos más evidentes de la serie: el Q entrañable, la Moneypenny florero, los gadgets ridículos, los villanos de opereta…. Por ese motivo me parece errado el camino emprendido por Sam Mendes en las últimas películas interpretadas (y muy bien) por Daniel Craig, intentando recuperar el sabor añejo de la serie, pues provoca por un lado una sensación de dejá vu, a la vez que tira por tierra algunos de los avances e innovaciones introducidos por Campbell.

En el caso de Star Trek mis sentimientos no son exactamente iguales, pero mi postura es similar. Aprecio, y mucho, el enfoque humanista que Gene Roddenberry quiso imprimirle a la serie de televisión, pero me repelen un tanto su ingenuidad y su punto de vista naif. Su tratamiento de los personajes es tan entrañable como plano, sin fisuras ni escalas de grises, y por lo tanto aburrido. De la primera adaptación cinematográfica de la saga dirigida por Robert Wise en el año 1979, un tanto a rebufo del éxito de “Star Wars”, conservo el recuerdo de los espectaculares efectos especiales de los genios Douglas Trumbull y John Dykstra, y de la majestuosa partitura musical del maestro Jerry Goldsmith. La siguiente entrega, “La ira de Khan”, está considerada por muchos como el mejor film de la saga, pero confieso que guardo de ella un recuerdo confuso, pues no la he vuelto a ver des de mi niñez, así como algunos de los films posteriores, incluidos los de la nueva generación.

Cuando J. J. Abrams aterriza en la saga para hacerse cargo de la dirección, lo primero que propuso es hacerle un ‘lavado de cara’ a la serie, algo que sentó mal a los fans más veteranos, pues consideraron (quizás con razón) que traicionaba la esencia de la misma y los ideales originales de Rodenberry. Abrams decidió ‘rejuvenecer’ a los protagonistas y potenciar el tono más aventurero de la saga, redundando en espectaculares escenas de acción y en un copioso despliegue de efectos especiales que, no obstante, estaban al servicio de la historia. Podría decirse que Abrams acercó Star Trek más al espíritu de otras sagas cinematográficas espaciales como Star Wars. No deja de resultar curioso que la jugada que tan bien le funciono con la saga trekie, no le haya dado iguales resultados en “El despertar de la fuerza”. Abrams se aproximó al universo trekie con un espíritu totalmente desprejuiciado, tratando de hacer suya la serie y los personajes. En este aspecto, el retrato de los personajes que hizo Abrams casi hace olvidar a los clásicos integrantes del Enterprise: dotó de humor y espíritu canalla a un James T. Kirk al que Chris Pine le otorga un atractivo que no posee el muy mediocre William Shatner; Zachary Quinto sale bien parado de la papeleta de dar vida a un Spock que, no obstante, no posee el carisma y la flema que aportaba el llorado Leonard Nimoy; Zoe Saldana hace más aguerrida y atractiva la Uhura interpretada por una Michelle Nichols de limitadas capacidades interpretativas; Anton Yelchin resulta mucho más entrañable en la piel de Chekov que Walter Koening; pero sobretodo donde la versión cinematográfica gana por goleada es con la presencia de Karl Urban y Simon Pegg, infinitamente más carismáticos (y divertidos) en sus respectivos papeles de McCoy y Scotty que DeForrest Kelley y James Doohan; respecto al personaje de Sulu hay que admitir que John Cho resulta bastante más soso que el entrañable George Takey.

Abrams dirigió las 2 primeras entregas de este reboot, con algún ligero tropiezo en su segunda aportación a la saga, “Into the Darkens”, que se beneficia de la presencia actoral de un Benedict Cumberbach que es infinitamente mejor actor que Ricardo Montalbán, pero cuyo Khan no posee la fuerza, sobre el guion, que el interpretado por el actor de origen mexicano.

Cuando surgió la propuesta de continuar la saga en un tercer film, Abrams le cedió la batuta en la dirección a Justin Lin, para trasladarse él mismo a otra saga tanto o más icónica, la de Star Wars. No deja de resultar irónico que su aporte en la saga ideada por Geroge Lucas haya resultado una de las más criticadas e insatisfactorias, ya que, al margen de decisiones argumentales controvertidas (matar al personaje de Han Solo), Abbrams se enfrentó a dicha saga con un exceso de reverencia y respeto que han terminado perjudicando el resultado, cuando en realidad le hubiese resultado más rentable hacer uso de la misma falta de prejuicios con los que afrontó su acercamiento a Star Trek.

El firmante de este “Beyond”, Justin Lin, que viene de la saga cinematográfica de “Fast & Furious” aporta mucho más nervio que su predecesor. Quizás demasiado, lo que provoca que algunas secuencias de acción acaben resultando demasiado confusas. Lin aporta un cierto espíritu macarra y ‘molón’ a la saga, lo cual estaría bien si no se hubiese olvidado de en qué serie está. También es cierto que Abrams le dejó a Lin los ‘deberes hechos’ y éste último no tiene por qué esforzarse demasiado en el retrato de personajes, perfectamente definidos en las dos entregas previas, e interpretados por un grupo de actores más que solventes. Quizás la mayor debilidad de la película la muestra precisamente en el retrato que ofrece del villano de turno, Krall, un personaje que comparte con sus predecesores en el papel el estar interpretado por grandes actores (Eric Bana en el papel de Nero, Benedict Cumberbach como Kahn y ahora Idris Elba dando vida a Krall) pero estar al mismo tiempo dibujado de manera un tanto esquemática esquemática.

Lo que no se puede negar de este “Star Trek. Beyond” es que entretiene, y que como blockbuster veraniego cumple con creces. Incluso se agradece que sus efectos especiales, sin duda una de las bazas fuertes del film, están al servicio de la película y no al contrario, como ocurre con otras propuestas recientes como el despropósito de “Escuadrón Suicida”. Se nota que Justin Lin, firmante, no lo olvidemos, de 3 de las entregas de “Fast and Furious”, prefiere rendirse al trabajo de los especialistas de acción que no al del departamento de efectos especiales.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? Simon Pegg, siempre genial, y Karl Urban; lástima que no tengan secuencias juntos. ¿Lo peor? Por un lado, que se hayan olvidado de los valores humanistas que Gene Roddenberry imprimió a la serie de TV; por otro, el exceso de ‘molonismo’ de algunos momentos, como aquel en que detienen la invasión extraterrestre utilizando música punk-rock de los Beasty Boys, momento más propio de ‘Fast & Furious’ que no de Star Trek.

miércoles, 10 de agosto de 2016

LOS VILLANOS SON LOS HÉROES

En algún sitio he leído que comparaban este "Escuadrón suicida" de David Ayer con los "Doce del patíbulo"(1967) de Robert Aldrich, y en mi opinión esa comparación le viene grande al film de Ayer, porque si por algo destaca esta película es por el caos resultante en su montaje final, torpe, burdo y falto de un enfoque claro, en las antípodas de la concreción y la agilidad narrativa de la película de Aldrich.

La idea de convertir los villanos en héroes no carece de atractivo. Tomemos un puñado de villanos y crimianles de la peor calaña, sin intención de redención; atemoslos bien corto, controlemoslos a partir de sus debilidades o secretos inconfesables, o dicho de otra manera: 'los agarramos por los huevos'; finalmente lo que tenemos es un grupo carente de escrúpulos dispuesto a mancharse las manos en misiones 'sucias' que los héroes de toda la vida no serían capaces de llevar a cabo. Eso es lo que és, en ensencia, el Escuadrón Suicida.

Lamentablemente ni los guionistas del film, ni mucho menos los productores del mismo, han sabido entender lo que representa este grupo, cuya primera formación se componía de un conjunto de soldados indisciplinados durante la 2ª Guerra Mundial bajo el comando de Rick Flagg, y que ya en sus segunda encarnación, que debutaría en "Legends" de John Byrne, aparecen ya bajo su encarnación de 'supervillanos reformados' al servicio del gobierno.

Esa primera idea de transformar villanos en héroes pervive en la película de David Ayer, pero todo los demás es un despropósito sin sentido. "Escuadron Suicida" pretendía ser la respuesta de DC Entertaintment al "Deadpool" de Marvel Studios. Si esta última triunfó a pesar de un clasificación R (prohibida a menores de 17 que no vayan acompañados de un adulto) y pese a sus altas dosis de gore y violéncia, ¿porque no iba a hacerlo "Escuadrón Suicida"? Lamentablmente la mala (e injusta) recepción crítica y comercial de "Batman v Superman. El amanecer de la Justicia" amedrentó a los productores del film, que obligaron a rebajar el tono violento y oscuro del film, a rodar nuevas secuencias, a introducir más humor en la película, y a remontarla de nuevo potenciando un tono más jocoso. Al parecer ste segúndo montaje no convenció a la mayoría de espectadores en pases previos, así que el "Escuadrón Suicida" fué víctima de un tercer montaje que trataba que rescatar elementos tanto de la versión más oscura de David Ayer, como de la versión más blanda promovida por los productores. El resultado final es catótico, torpe, carente de enfoque y repleto de agujeros argumentales. Hay personajes que entran y salen de la trama de manera caprichosa, otros cuyo protagonismo ha sido limitado en beneficio de las estrellas principales (o sea: Will Smith), dando pie a personajes desdibujados o tratados de manera superficial. Pero quizás lo peor de todo sea el indigesto festival de efectos especiales en que se convierte el film en todas las escenas protagonizadas por la Encantadora.

La película pierde su sentido coral en el momento que quieres contar con una estrella del calibre de Will Smith, que impone su presencia en casi cada uno de los fotogramas del film. Para colmo de males, la estrella afroamericana no puede rebajarse a interpretar a un mero villano, así que impone su criterio con el objetivo de humanizar al personaje de Deadshot, acompañándolo de una hija que no existe en el cómic original. El problema no reside en que se inventen un personaje, el problema es el intentar dotar a Deadshot de sentimientos y 'motivaciones nobles', cargándose así el sentido original del grupo: los miembros del Escuadron Suicida son villanos curtido, sin escrúpulos; la gracia del grupo reside precisamente en que son auténticos villanos, pero si los dotamos de sentimientos nobles, nos cargamos precisamente la condición irónica de su concepción. A parte de que resulta francamente ridículo ver a lo que se supone es un asesino a sueldo dar clases a su niñita. Curiósamente es el Capitán Boomerang (interpretado por Jay Courtney) el personaje más mezquino, odioso (por su comportamiento cobarde e interesado) y desagradable (por su aspecto desaseado) del grupo, el más próximo al espíritu original de lo que debía ser el Escuadrón Suicida, y al mismo tiempo es uno de los personajes a los que menos atención se le presta en la película, después de una Katana (Karen Fukuhara) meramente anecdótica. Errores similares a los cometidos en el retrato de Deadshot son los que rodean la figura de Diablo (Jay Hernández), al que retratan con un individuo dominado por un fuerte sentimiento de culpabilidad y la neceisad de redención, es decir: más próximo a la definción de un héroe que no la de un villano (redimido o no). Por su parte el de la Encantadora (Cara Delevingne) es un personaje confuso, sin motivaciones claras, al que la actriz y modelo inglesa interpreta como si acabase de tomarse un cocktail de anfetaminas; mientras que Rick Flagg (Joel Kinnaman), que debería ser un lider carismático, acaba siendo un pelele desdibujado.

Solo dos personajes muestran claramente el carisma necesario para formar parte de este Escuadron Suicida: por un lado una expeditiva y contundente Amanda Waller, que gracias a la interpretación de Viola Davis, y también a algunos de los pocos aciertos en la escritura del guión, tiene algunas de las mejores secuencias y diálogos del film; por otro lado una Harley Queen que oscila entre la locura desatada y la inocencia infantil, y a la que una entregada e inspirada Margott Robbie aporta las necesarias dosis de desvergüenza y sex-appeal.

¿Y que podemos decir del El Joker? La versión macarra y embrutecida que se nos vendía en los diferentes trailers del film, acaba ocupando menos metraje del que se nos prometía. Su participación en la trama acaba siendo tangencial y bastante espaciada a lo largo del metraje, para desespero de un entregado Jared Leto que pese a ofrecernos una atractiva composición del personaje, no está a la altura de encarnaciones previas del mismo: ni resulta tan sardónico como Jack Nicholson ni tan inquietante como Heath Ledger.

No deja de ser una lástima que una idea y unos personajes tan atractivos no hayan fructificado en un film más sugerente. Cuando no aburre, "Escuadrón Suicida" irrita. Quizás alguna vez tengamos la  oportunidad de ver el montaje original de David Ayer y juzgar si su apuesta era más acertada que la que finalmente hemos sufrido en las salas de cine.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? La selección de canciones de su banda sonora, que no la más convencional música incidental compuesta por Steven Price ¿Lo peor? Su caótica y desordenada puesta en escena y su torpe guion que no acierta con el tono que debería tener el film, frutos ambos del desencuentro entre director y productores.

DESPUES DEL COLAPSO

El director australiano David Michôd se dio a conocer con un muy estimulante largometraje, “Animal Kingdom”, de nuevo de actualidad gracias a la acertada adaptación televisiva producida por el canal TNT, y que traslada los escenarios australianos a los casi miméticos de la costa californiana. “Animal Kingdom” nos relataba el día a día de una curiosa familia disfuncional, un clan matriarcal dedicado al negocio familiar, y además del gran trabajo actoral (con Jacki Weaver a la cabeza) destacaba por la ágil puesta en escena de su director. A modo de inciso comentaré que su adaptación televisiva matiza y enriquece muchos aspectos de la trama ideada por Michôd, si bien es justo resaltar que su puesta en escena es bastante más convencional que la del film en que se inspira.
La siguiente apuesta cinematográfica de Michôd, “The Rover”, con fecha de producción 2014, aún no ha sido estrenada en nuestro país, y pasa a engrosar esa lista de films atractivos y muy estimulantes como el “Under the skin” de Jonathan Glazer, y que por caprichos de la (muchas veces) poco inteligente distribución cinematográfica en nuestro país, no han encontrado aún hueco en las salas exhibidoras de nuestro territorio.
La puesta en escena de este segundo largometraje de Michôd es, si cabe, mucho más potente que su anterior film, aunque su propuesta argumental resulta en esta ocasión bastante más criptica. La película arranca en una época y un lugar indeterminados del desierto australiano, en un momento citado como ‘después del colapso’ al inicio del film, sin aclararnos en ningún momento a qué tipo de colapso se refiere (¿un colapso financiero? ¿un conflicto bélico?), y arranca además con un personaje del cual por no saber no llegaremos ni a conocer nunca su nombre. Este protagonista de nombre desconocido se para en bar de carretera por motivos inciertos y poco después le roban el coche (el ‘Rover’ del título) un grupo de (aparentes) delincuentes que huyen de una situación igualmente desconocida (¿un robo? ¿un atraco? ¿una disputa entre bandas?), dejando atrás a uno de sus compañeros al que creen muerto. A partir de dicho incidente nuestro protagonista iniciará una persecución obsesiva por recuperar su coche, pero en ningún momento se nos van a dar explicación alguna de sus motivaciones o de las razones que le impulsan a querer recuperar su vehículo a cualquier coste.
Hay una clara intencionalidad por parte del director de retratar la crudeza del paisaje y como éste se refleja en los rostros de sus protagonistas. Michôd puebla su película de figurantes anónimos de evidente fealdad y de rasgos extraños, rudos. Rasgos que por otro lado están en perfecta consonancia con las actitudes que exhiben los diferentes personajes, siempre frías, dadas al gesto arisco y brusco, cuando no claramente violento. Incluso sus protagonistas principales, los habitualmente apuestos Guy Pierce y Robert Pattinson, son sometidos a un proceso de afeamiento. Así pues, al espectador se le niega cualquier opción de empatizar con ninguno de los personajes que pueblan el film, por lo que no le quedará más opción que ejercer de mero espectador del relato, sin tener suficiente información para juzgar a ninguno de sus protagonistas y tomar partido por ellos. “The Rober”, pues, renuncia expresamente a cualquier opción de ‘intelectualizar’ las historia que nos narra, convirtiéndose así en una película principalmente ‘sensorial’. Como mucho podría considerarse como una observación, que no análisis, del comportamiento humano, un relato ficticio, pero con una intención ‘cuasi-documental’, como si se tratase de uno de esos films de la National Geografic que observan in situ la vida salvaje. No hago esta observación con la intención de restarle valor al film, al contrario, pues es precisamente en su apuesta narrativa y argumental totalmente atípica donde reside uno de los mayores atractivos de esta película.
Michôd ha recurrido mayormente a actores noveles, reservando los papeles protagonistas a un trio de intérpretes solventes que sorprenden en roles bastante atípicos en sus respectivas carreras. A Robert McNairy le reserva un rol más secundario que acomete con eficacia, pero la sorpresa la dan Guy Pearce y Robert Pattison. Este último, en el papel de un personaje al borde de lo que podríamos definir como un ‘débil mental’, nos regala un recital de tics que sortea hábilmente el histrionismo más exasperante y que afortunadamente le sirven para llenar de matices su papel. Frente al festival gestual de Pattison, Pearce exhibe un ccontrolado hieratismo que en ningún momento hay que confundir con inexpresividad, y que estalla al final del film en un gesto contenido pero cuyos ojos vidriosos destilan pura emoción. Si el personaje de Pierce rehúye el contacto humano expresamente (tanto físico como verbal), el de Pattison, al sentirse abandonado por sus compañeros, busca desesperadamente alguien a quien atarse emocionalmente. Pattinson encontrará en Pearce esa suerte de padre-hermano-amigo que necesita, y el hecho de reconocer dicha necesidad llevará a Pearce a adoptar a Pattinson como a modo de ‘mascota’ a la que cuidar y de la que responsabilizarse, teniendo así un motivo que le permite aferrarse a una humanidad que está a punto de perder.
"The Rober" bien podría ser una lectura intelectualizada y en clave minimalista del "Mad Max" de George Miller. En esencia lo que describe es un (presunto) futuro apocalíptico y lo que trata de explicarnos es como se comporta el ser humano cuando ya no tiene absolutamente nada que perder. Sin embargo, lejos de cualquier ejercicio psicoanalítico o alegórico, destaca precisamente por la fisicidad de su puesta en escena (no tan alejada de la manera de hacer de Miller en la saga del 'Loco Max') y por su enfoque nihilista, que en cierto modo la hermana, por sensibilidad y tono, con "The road" (2009) de John Hillcoat, con la que formaría un curioso díptico en cuanto a tratado sobre la desesperación y la decadencia de la civilización moderna.
"The Rober", en parte western, en parte ciencia-ficción, en parte tragedia, no se adscribe a ningún género cinematográfico concreto, y precisamente por ello no es una película de fácil visionado (su feismo intencionado, su narrativa seca, su críptico argumento, que apenas aporta detalles que permitan al espectador comprender, mucho menos empatizar, con sus personajes...), pero no por ello carece de atractivos y su hipnótica puesta engancha durante su visionado.
En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? Si uno se adentra en su argumento sin prejucios y dejándose llevar por lo que ve en pantalla, puede encontrarse con un film fascinante. ¿Lo peor? Quizás exija demasiado del espectador.

LA LEYENDA DE TARZAN

Muchas personas de mi generación crecimos viendo las películas de Tarzán en televisión. Aquellos viejos films en blanco y negro, interpretados por el otrora campeón olímpico Johnny Weismuler y Maureen O’Sullivan, que se emitían en las sesiones de sobremesa de los sábados por la tarde. Vistas hoy en día son películas que si por algo destacan es por su ingenuidad más que por sus valores cinematográficos intrínsecos. Poco tienen que ver con el original literario de Edgard Rice Bourroughs y los valores morales que exponen, claramente machistas cuando no levemente racistas, son harto discutibles. De hecho, el rol que se le reserva a la mujer (Jane) es bastante denigrante, supeditada siempre al macho, ejecutando habitualmente labores del hogar (Tarzán y Jane viven en una cabaña en los árboles con una serie de comodidades que para sí quisieran los Picapiedra), mientras que el macho, o sea: Tarzán, conserva su ‘pureza’ desde el inicio, sin ni siquiera rebajarse a dejarse tentar por la fémina; recordemos que la relación entre Tarzán  Jane en dichos films era siempre casta y pura, y que el famoso ‘hijo de Tarzán’ era el resultado de una ‘adopción’, pues Jane nunca llega a quedarse embarazada. Todo muy blanco, muy blando y muy apto para todos los públicos.
Así pues, en aquellos films las virtudes del ‘buen salvaje’ que, desde un punto de vista antropológico tratarían de explorar films como “El pequeño salvaje’ de Truffaut o “El enigma de Kaspar Hauser’ de Werner Herzog, son obviadas en beneficio de un tratamiento propio de film familiar.
No será hasta 1984, que nos encontraremos con un nuevo tratamiento cinematográfico del mito del ‘hombre mono’ digno de recuerdo, y sería con el fim “Greystoke. La leyenda de Tarzán” de Hugh Hudson. Sin embargo, también en esta película el director británico optará por ignorar las raíces pulp del personaje de Edgar Rice Borroughs, para regalarnos un film estéticamente bello, pero no carente de ciertas ambiciones antropológicas que a la postre acaban resultando banales por su tratamiento superficial. Cabe decir que la película se benefició de la habitual inexpresividad de su protagonista, el debutante Christophe Lambert, que luce palmito y resulta perfectamente creíble como salvaje, pero que no evita cierto ridículo cuando hace de ‘hombre mono’ o se limita a poner ‘cara de palo’ cuando trata de ejercer de lord inglés.
El último film del realizador británico David Yates, “La leyenda de Tarzán”, viene a sumarse al conjunto de films que han tratado de adaptar a la gran pantalla las aventuras del personaje creado por Rice Borroughs, y adolece de los mismos defectos que encontramos en las últimas entregas de la saga de Harry Potter dirigidas por este director, es decir: un montaje torpe y atropellado y una falta de concreción en el tono que debe adoptar el film. Viendo este nuevo Tarzán, al igual que ocurría con los últimos films del niño mago, uno tiene la impresión de que muchas escenas o bien quedaron en la sala de montaje o bien el director no sabía cómo concluirlas, restando fluidez a la narración y provocando en el espectador la sensación de que ‘algo falta’.
Alexander Skarsgard, da el tipo como héroe pulp, aunque es evidente que (supongo que forma intencionada) se ha buscado rehuir el realismo para ofrecer una imagen del hombre mono bastante más cercana al ideal ario, y por lo tanto al arquetipo del super-héroe. Si el Tarzán interpretado por Christophe Lambert era moreno, rudo, sucio y cuya fibra daba la impresión de haber sido atemperada por la vida salvaje, el de Alexander Skarsgard es rubio, limpio y con un cuerpo cincelado que más bien parece haber sido cultivado en un gimnasio moderno. Posiblemente esta versión de David Yates sea la más cercana al original literario y al noto pulp del mismo, pero fidelidad no implica necesariamente excelencia, y este nuevo Tarzán es no pase de ser un film entretenido, con momentos espectaculares, bonitos planos de evidente carga estética, pero torpe y burdo tanto en su realización como en su acabado final.
Por un lado, el abuso de los efectos digitales y la animación infográfica crea una sensación de falsedad en el producto final (algo tristemente habitual en muchos films actuales, como los recientes “Dioses de Egipto” o “Warcraft”). Por otro lado, el director se recrea a veces en exceso en planos de un esteticismo tan rebuscado como vacuo, queriendo buscar la belleza formal a la hora de contar una historia en imágenes, pero descuidando los efectos dramáticos de ese mismo esteticismo, que en este film son nulos y que solo obedecen a un intento de tratar de epatar al espectador.
Christophe Waltz comienza a encasillarse en su papel de villano vodevilesco, y su interpretación en este film no difiere mucho de las que nos habría ofrecido en “Malditos bastardos”, “Spectre” o incluso “Big Eyes”. A la postre acaba resultando un villano arquetípico, totalmente plano y falto de matices. Por otro lado, Margot Robbie es quizás quien ofrezca el mejor trabajo interpretativo, aunque también hay que reconocer que su limitado papel, a medio camino entre la damisela en apuros y la heroína aguerrida, ofrece pocas oportunidades para el lucimiento. Alexander Skarsgard es quién lo tiene más fácil: la suya es una interpretación meramente física que lo único que le exige es lucir palmito y abdominales en las escenas de acción, cosa que el actor sueco hace estupendamente, por mucho que al final acabe dando la impresión de estar viendo un anuncio de Calvin Klein
En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? Lo bonitos que lucen los paisajes selváticos africanos ¿Lo peor? Christopher Waltz, rozando involuntariamente el tono autoparódico, y el torpe montaje final del film.

lunes, 18 de julio de 2016

UNIVERSOS DIGITALES

Recientemente se han estrenado en nuestras pantallas dos películas que tienen más en común de lo que pueda parecer a simple vista. Ambas son películas de género fantastico, basadas en la recreación de sendos universos de lo que, dentro del género, se conoce como 'alta fantasía'. Ambas están dirigidas por sendos directores que prometían mucho al comienzo de sus carreras, y también ambas suponen una clara decepción por venir precisamente de esos mismos directores. Pero, ¿a qué directores de cine me estoy refiriendo?

Alex Proyas debutó en 1994 adaptando el comic de James O'Barr "El cuervo", película sobrevalorada que el tiempo a convertido en film de culto, en parte debido a las extrañas circunstancias que rodearon la muerte accidental de su protagonista, Brandon Lee, durante el rodaje del film. En 1998 Proyas extrenaría su segundo largometraje y la que para mí sigue siendo su mejor película hasta la fecha, "Dark City", en la cual el director daría sobradas muestras de su maestría detrás de las cámaras. "Dark City" partía de un argumento original del propio Proyas que mezclaba cine negro, ciencia-ficción, metafísica y superhéroes, y llegaría a convertirse en una de las principales influencias de la seminal "Matrix" de las hermanas Wachowsky. En el año 2004 Alex Proyas adaptaría para la gran pantalla el clásico "Yo, Robot" de Isaac Asimov, aunque en este caso decir 'adaptar' no es precisamente el verbo más adiente para describir el trabajo llevado a cabo por el director. Alex Proyas tomaría algunos de los elementos básicos del relato de Asimov para reinterpretarlos a gustos y construir (algunos diría perpetrar) un vehículo pensado sobretodo para el lucimiento de Will Smith. El film no carece de hallazgos visuales, y de nuevo Proyas muestra buena mano para mover la cámara, pero el film se resiente de la excesiva atención otorgada a su estrella protagonista. Tras estrenar "Señales de futuro" en el 2009 (película que no he visto) nos llega ahora su última propuesta cinematográfica: "Dioses de Egipto".

Por otro lado Duncan Jones, hijo del malogrado y llorado David Bowie, sorprendió a propios y extraños con su debut cinematográfico en el año 2009 con el film "Moon", película que no ocultaba la influencia (y admiración) del clásico "2001" de Stanley Kubrick, pero que conservaba su frescura y originalidad gracias a un lúcido guión al que Jones supo sacarle el máximo partido pese a sus limitaciones: un único protagonista, en una poderosa interpretación de Sam Rockwell (aunque tampoco podemos olvidarnos de Kevin Spacey, que pone la voz al ordenador GERTY), un decorado muy constreñido (los interiores de una estación espacial en la Luna) y un presupuesto muy limitado para lo que suele ser habitual en produciones de ciencia ficción. En el año 2011 estrenaría "Código fuente", ya con un presupuesto mucho más holgado, mayores medios técnicos, y un reparto más estelar en el que destaca un entregado Jake Gyllenhaal. "Código fuente" cuenta de nuevo con un argumento orginal y un ágil tratamiento de la historia, que va y viene constantemente en el tiempo, lo que permite a su director jugar con los diferentes puntos de vista a la hora de reconstruir una misma escena una y otra vez (un poco a la manera de "El dia de la marmota" pero de forma más seria). "Código fuente" es un film atractivo en muchos aspectos, pero al que quizás habría que reprocharle ciertas concesiones a la platea (el innecesario subargumento romántico, el final feliz un tanto forzado...). Ahora Duncan Jones vuelve a ponerse tras las cámaras para adaptar el video juego de Blizzard "Warcraft", en un film que, si el éxito le acompaña, pretende convertirse en una nueva franquicia cinematográfica.

Tal como decía en la introducción de este post, si bien tanto Alex Proyas como Duncan Jones tuvieron un arranque harto prometedor en esto de hacer largometrajes, sus últimas propuestas cinematográficas han resultado ser francamente decepcionantes.

Lo primero que uno se pregunta es: ¿qué es lo que ha llevado a un director tan personal como Duncan Jones a adentrarse en un universo totalmente ajeno como es el de "Warcraft"? De entrada podría parecer que el director de "Moon" iba a aportar una mirada completamente nueva al genero de la alta fantasía, pero el hecho de manejar ahora presupuestos mastodónticos parece haberle pasado factura al hijo de David Bowie. De hecho "Warcraft" muestra más preocupación reproducir lo más fielmente posible toda la imagineria barroca y esteticista hasta la extenuación del universo de los juegos de Blizzard, que no en construir una buena historia y lidiar con personajes mínimamente interesantes. No niego que el nivel técnico del film es irreprochable, pero su enfoque es en exceso infantil y carente de empaque, los personajes están descritos con apenas unos pocos trazos superficiales, y cualquier intento de construcción dramática se ve ahogado por unos ominipresentes efectos especiales. Así pues, algunos de los elementos más interesentes del relato, como son las luchas de poder entre las diferentes facciones de orcos, o los enfrentamientos entre estos y los humanos por la conquista de un territorio donde vivir, apunte que podría haberse interpretado de forma más interesante en clave de metáfora sobre los conflictos raciales, quedan reducidos a su mínima expresión y como mera excusa para la exhibición de elaboradas secuencias de batallas y el despliegue de unos efectos especiales en forma de un a veces estomagante castillo de fuegos artificiales. Los personajes más interesantes, como la semiorca Garona interpretada por Paula Patton, apenas tienen desarrollo dramático, mientras que el resto no pasan del mero arquetipo, lo que provoca que la excesiva seriedad con la que actores solventes como Travis Fimmel o Ben Foster se entregan en sus respectivos papeles, quede en mera afectación.

Así pues "Warcraft. El origen" no pasa de ser un film tan vistoso como infantil, tan aparente como insulso, tan espectacular como vacuo, y al que su mala recepción, tanto crítica como en taquilla, probablemente le impida extendense en franquicia cinematográfica. Franquicia que por otro lado, y visto lo visto, yo no veo necesaria.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? Los efectos especiales, a pesar de que a veces cobren más protagonismo en la película del que merecen. ¿Lo peor? La falta de humor del conjunto y la falta de imaginación en la partitura de Ramin Djawadi, que repite los mismos acordes que en su trabajo para "Juego de tronos".

Y en cuanto a "Dioses de Egipto", casi tres cuartos de los mismo. Y digo casi, porque al menos Alex Proyas aplica a su película la desvergüenza que necesitaba "Warcraft". Si uno de los mayores defectos de esta última es tomarse demasiado en serio a si misma, al menos Proyas es consciente de que lo que está dirigiendo no es más que un video juego, y se entrega a él con cierto sano cachondeo. La mitología egipcia, al contrario que la nórdica y sobretodo la grecoromana, ha sido poco explorada cinematográficamente, lo cual le da cierta carta blanca a Proyas para plasmarla en imágenes según su propia visión personal. Es de agradecer que lo haga con cierto sentido lúdico, aproximándose a dicha mitología como si se tratase de un capítulo de "Bola de dragón" o un comic de superhéroes Marvel. Por que en el fondo eso es lo que son los Horus, Set, Thoth o Hathor del film de Proyas: héroes y villanos dotados de superpoderes molones que se enfrentan unos a otros en batallas aún más molonas que tratan de derimir el clásico (y muy manido) conflicto entre el bien y el mal. No le busquemos tres pies al gato. "Dioses de Egipto" no es más que un divertimento simplista y tontorrón cuya mayor virtud es que no se toma en serio a si mismo, aspecto que demuestran precisamente unos demasiado evidentes efectos especiales que no pretenden dar sensación de realidad, al contrario: ponen de relieve su condición digital, como si se tratase de un videojuego de consola. También es de agradecer que actores como Nicolaj Coster-Waldau, Gerald Butler e incluso Geoffrey Rush se presten al mismo juego y se tomen a guasa su labor interpretativa.

Del resto del reparto poco que decir: los jovencitos Brenton Thwaites y Courtney Eaton, que dan vida a los dos protagonistas humanos que deben mostrar su valía antes los dioses, resultan francamente insulsos, mientras que Elodie Yung, la Elektra televisiva de la serie de Netflix, sigue demostrando su muy limitada capacidad interpretativa. Chadwick Boseman, futura Pantera Negra de Marvel interpreta a Thoth con un amaneramiento que contradice su físico imponente, y uno no sabe si es algo intencionado o no pero el resultado final no deja de resultar hasta cierto punto algo ridículo. Quedemonos pues con el carisma de Butler, el encanto canalla de Coster-Waldau y, por supuesto, la socarroneria de Geoffrey Rush. Mención aparte merece la inspirada partitura musical de Marco Beltrami, que cuando se distancia de las sonoridades contundentes a lo Hans Zimmer y apuesta más por el exotismo made in Jerry Goldsmith (fué su maestro cuando el estudiaba en la Thornton School of Music de Los Angeles), es cuando consigue sus mejores resultados.

Resulta irónico que el film haya recibido críticas por haber utilizado actores occidentales (blancos en su mayoría) para encarnar a personajes del antiguo Egipto, lo que demuestra que la mayoría de espectadores y críticos no han entendido el sentido lúdico de la propuesta de Alex Proyas, que hace del kitsch y la estética hortera su principal razón de ser.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? La desvergüenza con la que su director ha afrontado lo que a todas luces es un mero divertimento inofensivo. ¿Lo peor? El film se olvida fácilmente tras un primer visionado.

JUEGO DE TRONOS (2ª parte)

(este post continúa lo escrito aquí)


La primera temporada televisiva, que adapta el primer libro de la saga, del cual toma el título, es posiblemente la más fiel al original literario y la que menos alteraciones depara. Algunos, de hecho son meramente ‘cosméticos’, como el momento en que Daenerys se introduce en la pira funeraria de Khal Drogo: al igual que en el libro Daenerys no arde, sin embargo en el libro pierde todo el cabello, que le volverá a crecer más tarde, mientras que en la serie mantiene sus lustrosa cabellera rubio platino. En el segundo libro se explica en varias ocasiones que Danerys amamanta a sus dragones de su propio pecho, detalle que se ha obviado por completo en la pantalla, quizás porque consideraban que podría resultar demasiado bizarro para la audiencia. Cuando Danerys es ‘montada’ por primera vez por su esposo Khal Drogo, la escena en la serie es más brusca y podría ser interpretada casi como una violación. Personalmente, dado el carácter más libre y salvaje de los dothrakis, creo que resulta más convincente en la serie, pues en los libros se trata de aludir a una cierta gentileza de carácter por parte de Drogo, algo que no va en absoluto con su imagen de líder rudo y a veces brutal. Y también por eso mismo resulta más fascinante que Danereys, que siempre ha vivido encorsetada por las normas de su linaje aristocrático, se rinda fascinada a esa sensación de libertad salvaje que le provoca su esposo, al cual llegará amar de forma sincera. Es precisamente el superar las inclemencias de su nuevo entorno, más barbaro, lo que fortalecerá el personaje y le ayudará a curtirse y endurecerse.

Otro cambio sutil en esta primera temporada hace referencia al personaje de Sansa Stark, pues en los libros, aunque de manera involuntaria, ella es culpable de la captura y decapitación de su padre, Ned Stark. En los libros, cuando Ned se entera de que los hijos de Cersei son fruto del incesto y por lo tanto no son hijos del rey Robert, decide denunciarla. Para evitar ponerlas en pelígro decide enviar a sus hijas Sansa y Arya de vuelta a Invernalia. Sansa, que está enamorada de Joffrey y sueña con casarse con él, le cuenta los planes de su padre a Cersei, temerosa de verse alejada de Desembarco del Rey. Todo ello desembocará en la brutal e inesperada escena de la decapitación de Ned. En la serie se ha obviado la traición involuntaria de Sansa, posiblemente para no despertar excesivas antipatías hacia el personaje por parte de los espectadores.

En la serie también aparece un nuevo personaje, el de la prostituta Ros, inexistente en los libros y que sin embargo tendrá un importante desarrollo dramático en la serie. Como cambio me parece bastante inocuo y creo que no molesta en absoluto, sobretodo porque el personaje no carece de atractivo: comenzará como una simple prostituta que ejerce en los pueblos del norte, para acabar convirtiéndose en una intrigante meretriz en Desembarco del Rey, que divide sus lealtades entre Meñique y Varys. Precisamente estos dos personajes, 'Meñique' y 'La araña', ganan puntos con respecto a sus contrapartidas literarias al hacerlos más intrigantes y sibilinos, aspecto en el que ayuda notablmente el excelente trabajo de los actores que les dan vida. 'Meñique' es descrito como 'el hombre más peligroso de Poniente', mientras que Varys es alguien que según sus propias palabras, 'solo sirver al reino, pues alguien debe hacerlo'. En la serie sus motivaciones resultan más claras y por lo tanto ambos personajes son menos ambiguos. No es que su tratamiento difiera mucho con respecto a los libros, pero si que se les concede a ambos y mayor y merecido protagonismo, reservándoles a veces algunas de las mejores frases y diálogos de la serie... junto a Tyrion Lannister, of course, aunque este último suele aportar una notas de vitriolo y fina ironía.

Es a partir de la segunda temporada cuando los cambios comienzan a hacerse más evidentes. El carácter homosexual de Renly Bartheon y Ser Loras Tyrrell, por ejemplo, es descrito en los libros de una manera muy sutil y un tanto equívoca, sin embargo en la serie se hace claramente explícito, sin escatimar alguna que otra escena subida de tono. El problema no radica, a mi parecer, en hacer más explícita dicha relación, sino en la forma en como son tratados los personajes, particularmente Loras. En los libros Ser Loras es un espadachín hábil y temible, aunque su protagonismo es algo menor. En la serie de televisión, en cambio, a veces se le reduce a una mera caricatura, enfatizando en demasía su carácter homosexual y su concupiscencia, y dejando de lado su condición de guerrero capacitado y su servidumbre inquebrantable a su casa.

Hay personajes secundarios que desaparecen o se fusionan con otros, como podría ser el de los bastardos deRobert Baratheon. Éste había tenido varios; uno de ellos, Edric Tormenta, es el único reconocido oficialmente. En la serie el carácter de Edric es fusionado con otro de los bastardos no reconocidos por Robert, Gendry, que en los libros acaba uniéndose a la Hermandad sin Estandartes de Beric Dondarrion, mientras que es Edric el que será retenido como rehén por Stannis Baratheon. No creo que sean cambios demasiado importantes en la serie, pues simplifican la trama y ayudan a hacerla más comprensible al espectador sin que se pierdan aspectos verdaderamente significativos de la misma.

El personaje de la prostituta Shae, de quien se enamora Tyrion, tiene un tratamiento distinto en la serie, y de hecho adquiere mayor protagonismo en la misma. A diferencia de los libros, Shae acaba como doncella de Sansa Stark cuando a esta última le obligan a contraer matrimonio con Tyrion, lo cual desencadenará acontecimientos posteriores. En la serie Shae es un personaje más visceral, y como espectadores llegamos a creer que realmente está enamorada de Tyrion, quizás por eso acaba resultando un tanto incomprensible cuando al final le traiciona y acaba acostándose con el propio padre de Tyrion, Twynn Lannister, algo que ocurre también en los libros, pero al ser el carácter de Shae más interesado resulta más creíble. Es un giro quizás un tanto forzado, aunque también podría interpretarse como un gesto de despecho por parte de ella al malinterpretar la sincera actitud de Tyrion de apartarla para protegerla.

Sin duda alguna uno de los cambios más importantes lo vamos a ver en el personaje de Talisa, un personaje que no aparece en los libros y que en la serie aparece a partir de la 2ª temporada, actuando en sustitución de Jeyne Westerling. Personalmente creo que es una gran adición y uno de los mayores aciertos de la serie con respecto a las novelas. En los libros Robb Stark accede a prometerse con una de las hijas de Walder Frey para asegurarse su colaboración en la guerra que ha entablado contra los Lannister y Desembarco del Rey. Sin embargo en el último momento se nos informa a los lectores que Robb se ha casado con Jeyne Westerling, provocando la indignación de Walder Frey, la cual terminará, como sabemos, dando pie a la infame ‘Boda Roja’. El problema aquí es que apenas se nos dan datos sobre Jeyne, y el lector nunca llega a empatizar con ella. Es más, si hasta el momento Robb había exhibido un carácter pragmático, no se entiende porque entonces desoye los consejos de su madre y se casa con Jeyne, supuestamente para proteger su virtud, que inconscientemente ha mancillado. Así pues en verdad Robb no siente amor verdadero por Jeyne, si no más bien un sentimiento de obligación moral. El personaje insustancial de Jeyne desaparece de la serie y es sustituido por el de Talisa, el cual resulta mucho más atractivo y fascinante. Talisa es una sanadora en el campo de batalla, procedente de Volantis, y desde el principio se nos la presenta como una mujer fuerte y determinada, atractiva, inteligente y de marcado carácter. Poco a poco vemos como Robb la va conociendo y se va sintiendo atraído por ella. Así pues el espectador es testigo de su enamoramiento, puede entenderlo y llegar a empatizar con ambos personajes. Todo ello hace que la Boda Roja, que ya de por sí es impactante y dramática en los libros, adquiera tintes más macabros en el episodio televisivo, pues mientras que en los libros Jeyne Westerling no acude a la boda y salva la vida, en la serie Talisa, que está embarazada de Robb, es asesinada con saña, recibiendo varias puñaladas en el estómago que acaban con su vida y la de su hijo no nato. Es sin duda alguna uno de los momentos más brutales y de mayor impacto dramático de todas las temporadas vistas hasta la fecha. Dicha escena ocurre para el episodio 9 de la 3ª temporada, episodio que suele reservarse para los momentos más impactantes de cada temporada, y es el único que se cerró con los créditos finales totalmente en silencio, sin música, reforzando así su impacto. Sin palabras.

La Boda Roja tuvo también otras consecuencias. Si bien es cierto que en ella Catelyn Stark muere degollada por uno de los familiares de Walder Frey, su cadáver es echado al rio y posteriormente devuelto a la vida por Thoros de Myr, el sacerdote rojo que acompaña a Beric Dondarrion. Así pues Catelyn se convierte en una especie de zombi mudo (le han cortado la garganta) que con el nombre de Lady Corazón de Piedra liderará la Hermandad sin Estandartes. Nada de eso ocurre en la serie, donde hasta la fecha, Catelyn permanece muerta y sin visos de que vaya a resucitar. Hay quién alega que es un cambio positivo respecto a los libros, ya que si bien como tal Lady Corazón de Piedra es un personaje atractivo, también es cierto que pone de manifiesto esa facultad manipuladora de George R. Martin y la sensación de que escribe improvisando. ¿Era realmente necesaria la resurección de Catelyn Stark? ¿O no es más que un golpe de efecto gratuito? De momento Martin no ha sabido evolucionar a esta Catelyn resucitada de una forma convincente, así que el hecho de que los showrunners hayan prescindido de ella quizás sea más un acierto que un fallo.

Otro cambio importante lo vemos en la relación que se establece entre Melisandre de Asshai, la sacerdotisa roja, y Stannis Baratheon, el hermano del finado rey Robert. En los libros la idea de que ambos mantengan una relación carnal es comentada por los soldados y sirvientes de Stannis, pero el lector nunca sabe si realmente eso está ocurriendo. De hecho Stannis es descrito más bien como un hombre frío, adusto y desapasionado, que ni siquiere siente afecto por su mujer y su hija, con quienes mantiene una relación puramente formal, y que transmite una imagen de rigor y disciplina extremas. Stannis vive volcado en el deber, y es el deber el que le lleva a liderar una de las reveliones contra el rey Joffrey. No es tanto que ambicione el trono porque sí, sino que cree que debe sentarse en él porque es lo correcto. Su relación con Melisandre es un tanto equívoca en el libro, y aparentemente surge de la servidumbre que Stannis debe al dios de ella, R'hllor, aunque nunca queda claro si verdaderamente él siente el mismo fervor religioso que ella,  o simplemente abraza la fe de R’hllor por pura conveniencia política. Este último aspecto sí lo podemos apreciar en la serie, sin embargo su relación con Melisandre adquiere en la adaptación televisiva una mayor carnalidad de la que observamos en los libros. Melisandre siempre le seduce con la promesa de un hijo, pero sin aclarar nunca sus razones, mientras que Stannis no puede evitar ceder a sus bajas pasiones cuando Melisandre hace uso de sus armas de seducción, lo cual por un lado rompe con la imagen un tanto monacal que se ofrece de Stannis en la novela, al tiempo que nos brinda una interpretación de Melisandre bastante más lúbrica. Si por un lado todo ello contribuye a humanizar a ambos personajes, a la sacerdotisa roja también la vulgariza en cierto sentido, pues crea dudas sobre si realmente es una devota o solo una puta licenciosa que utiliza la fé para su propio beneficio.

Jojen Reed y su hermana Meera Reed aparecen en los libros mucho antes de lo que lo hacen en la serie. Ammbos llegan a Invernalia durante el banquete de la cosecha, enviados por su padre para renovar el juramento de lealtad a la casa Stark y al Rey Robb, y es ahí cuando Jojen se da cuenta de la habilidad de Bran Stark como warg y su capacidad de meterse en la mente de otros seres vivos. Cuando Theon Greyjoy toma Invernalia, Jojen y su hermana se esconden en las criptas, para luego junto a Bran y Hodor emprender camino hacia el norte. En la serie en cambio es la salvaje Osha quien ayuda a escapar a Brann y su criado falto de luces, y es más tarde en el camino de su huida cuando se encontrarán con los hermanos Reed. Al final de la 4ª temporada, y a diferencia de los libros, Jojen muere cuando son atacados por espectros (muertos vivientes) al llegar a la cueva donde mora el ‘cuervo de tres ojos’. La escena del ataque de los espectros es uno de esos momentos brillantes que no están en los libros pero que el espectador aplaude por su espectacularidad y su ajustada resolución dramática.

El personaje de Margaery Tyrell también cobra en la serie una importancia mayor de la que tiene en los libros. Si en estos es descrita más bien como una doncella hábil que se mueve según le mandan las circunstancias, en la serie en un personaje mucho más astuto e intrigante, que se gana la franca enemistad y desprecio de Cersei, que siente celos de ella. Al igual que en los libros Cersei logrará que Margaery sea apresada por la ‘fé militante’, aunque los motivos difieren ligeramente. Pero Margaery será liberada y puesta bajo custodia vista la debilidad de las pruebas hacia ella. En la serie, sin embargo, Margaery es apresada y retenida, del mismo modo que lo será posteriormente la propia Cersei.

Otro personaje que cambia bastante respecto a los libros es Ser Barristan Selmy, caballero de la Guardia Real que sirvió lealmente a Robert Baratheon como antes lo había hecho con los Targaryen cuando estos governaban. Cuando es destituido por Joffrey se hará pasar por el escudero de uneunuco de nombre Belwas el Fuerte, para ponerse al servicio de Daenerys, ocultándole su verdadera identidad. Los lectores no descubrirán quién es en realidad el viejo escudero hasta bien avanzada la trama del 2º libro, pero es evidente que ese truco no podía ser utilizado en una adaptación televisiva, así que se surpime la identidad falsa del mismo modo que desaparece el episódico personaje de Belwas, y desde el primer momento Barristan Selmy se pone al servicio de la madre de dragones. En los libros, cuando Daenerys descubre su identidad lo manda a una misión suicida de la que sobrevive, obteniendo así su perdón. Ser Barristan Selmy se quedará guardando Merren cuando Daenerys parta. En cambio en la serie Barrystan fallecerá víctima de una emboscada de los hijos de la harpía en su 5ª temporada. Por otro lado Jorah Mormont, tanto en los libros como en la serie, es expulsado de la corte de Daenerys y condenado al exilio cuando ésta descubre que ha estado espiando para los Lannister. Para redimirse a los ojos de su reina, de la que está enamorado, Jorah Mormont secuestrará a Tyrion para entregarlo a Daenerys. Ese encuentro no se ha producido aún en los libros, y en el camino a Mereen, Tyrion y Mormont se han encontrado con uno de los hijos de Rhaegar Targaryen al que se daba por muerto, Aegon, tomando un camino más largo hacia la Bahía de los esclavos y viviendo toda una serie de (a veces estrambóticas) aventura. En la serie las aventuras y desventuras de tan singular pareja son bastante más escuetas, se prescinde (afortunadamente) de toda la trama del Targaryen superviviente y ya hemos asistido en esta 5ª temporada al encuentro entre Daenerys y Tyrion. Contra todo pronóstico la madre de dragones tomará al enano como cosejero.

Ya comentaba más arriba lo equivocado y torpe que me parece que George R. Martin se haya sacado de la manga un nuevo Targaryen en “Danza de dragones”, así que el hecho de prescindir de esta sub-trama me parece todo un acierto por parte de los guionistas y los showrunners de “Juego de tronos”, lo cual parecen confirmar la tendencia de tratar de eliminar toda la paja que hay en las novelas e ir directamente al grano. Por otro lado, la tendencia en la serie parece ser apostar por un tono más ‘realista’, y si bien la magia y la fantasía están presente (ahí están los dragones o los caminantes blancos para demostrarlo), se pone menos el foco en ella. Eso y la necesidad de economizar muchos aspectos introducidos en el relato de Martin, ha llevado a los guionistas a prescindir (de momento) de personajes tan sugerentes como Lady Corazón de Piedra (a la que hacía  mención más arriba) o Manosfrías, un extraño sujeto con apariencia de espectro pero que sin embargo ayuda tanto a Sam Tarly como a Bran Stark, y cuyas motivación no están aún muy claras. Lo mismo podría decirse de los lobos wargos que acompañan a los herederos Stark, o de los dragones de Daenerys, y que en la serie aparecen menos de lo que deberían y nos gustaría, restándoles a veces un poco de protagonismo. Pero no podemos pasar por alto el hecho de que éstos animales, así como los espectros, están recreados digitalmente y que su coste por aparecer en pantalla es considerable, por lo que resulta comprensible que los responsables de la serie racionen sus apariciones. Los wargos apenas se han visto en esta 5ª temporada; solo a Fantasma, y de refilón. Ya sabemos que no veremos a Dama ni Viento Gris por razones obvias, Nymeria está perdida (aunque sí aparece en el libro ‘Danza de dragones’) y no vamos a ver ni a Verano ni a Peludo, pues no se ha previsto la aparición de los hermanos Bran y Rickon en esta temporada. En cambio los dragones, y muy especialmente Drogon, sí han tenido un protagonismo destacado en esta última temporada. El episodio 9 de esta 5ª tempordada, se cierra de hecho con un momento impactante y muy esperado, en el que vamos a Daenerys volando a lomos de Drogón.


Siguiendo con el repaso de los personajes de la serie, vemos que Ellaria Arena, madre de las serpientes de Arena de Dorne, es presentada como la instigadora del intento de secuestro y asesinato de la princesa Myrcella, como venganza por la muerte de su amante Oberyn Martell. En cambio en los libros ella se muestra más bien contraria a cualquier toma de represalia directa, y de hecho formará parte de una conspiración para casar a Myrcella con uno de los herederos de Dorne y proclamarla así reina de los 7 reinos. Sus hijas, las llamadas 'serpientes de arena', son también personajes mucho más sugestivos y complejos en las novelas; sin embargo en la serie son presentadas simplemente como un trio de adolescentes sedientas de venganza, personajes un tanto planos que protagonizan una escena (el intento de asesinato de Myrcella) más  bien sonrojante por su torpe planificación. Al final Ellaria se saldrá con la suya asesinando a Myrcella, de manera que las palabras de Maggi la Rana que profetizaban que Cersei tendría tres hijos y los perdería se van cumpliendo. Debo decir que la muerte de Myrcella en el último episodio de la 5ª temporada me parece torpemente filmada, carente de dramatismo; ella acaba de confersarle a Jaime que sabe que es su padre y que se alegra por ello, lo cual debería incrementar el impacto dramático de su posterior fallecimiento, y sin embargo la escenas esta tratada con torpeza, con un corte abrupto que da paso a Ellaria y sus hijas para explicarnos que son ellas las que han provocado la muerte de la hija de Cersei, colmando así sus deseos de venganza.



Hay muchas más diferencias, algunas más sutiles que otras: en la serie se resume mucho la parte del aprendizaje de Arya en la ‘Casa de blanco y negro’ de Braavos, y se evita aludir a su condición de asesina por no añadir matices negativos al personaje, uno de los más apreciados por la audiencia. Se resta también importancia al linaje de los Greyjoy y las luchas dinásticas en las Islas del Hierro; aquí yo añadiría que afortunadamente, pues dichas tramas resultan unas de las más tediosas de la saga, distrayendo en exceso al lector de la narración principal y del desarrollo de otros personajes más carismáticos y de mayor interés. Si bien es cierto que el interés que George R. Martin pone en todos estos otros personajes y linajes contribuyen a hacer aún más rico y complejo el intrincado entramado político y dinastico de los 7 reinos, tambián hay que convenir que la presencia en la serie de demasiados personajes principales tan solo contribuirían a aumentar la sensación de confusión y desconcierto en el espectador, que muy posiblemente no sería capaz de seguir todas las sub-tramas que plantean los libros. No obstante hay que aplaudir la forma en como se ha tratado el personaje de Arya en esta 5ª temporada. En los libros Arya pierde la vista en "Festin de cuervos", durante su entrenamiento en la 'Casa de blanco y negro'; en "Danza de dragones" la veremos primero como mendiga y después asistiremos al momento en que recupera la visión. En la serie se han alterado algunos aspectos del personaje: hemos visto como Arya asesina salvajemente a Meryn Trant, el primero de su lista de victimas y presunto asesino de su maestro Syrio Forel; es el hecho de haber culminado su venganza lo que le lleva a ser castigada y quedarse ciega. El momento es realmente impactante para cerrar la finale season, pues deja al espectador con el alma en vilo en espera de la resolución que vendrá en la próxima temporada. !Chapeau a los guionistas por ese detalle!

Por otro lado entre los aciertos de la serie podrían añadirse el mayor protagonismo que se le da a personajes como Bronn, ‘amigo’ interesado y antiguo escudero de Tyrion, cuya trama se desvanece tras el juicio a este último, pero que en la serie continúa como ‘entrenador personal’ y ‘compañero de fatigas’ de Jaime Lannister. Bronn es un personaje carismático, con una lengua afilada y un juicioso ironía, que soprende tanto por su habilidad con la espada como por sus dotes para el canto, y que aporta unas convenientes notas de humor. Así que tenemos que felicitar a los guionistas por aumentar su papel en la saga. Lo más curioso es que Bronn funciona perfectamente bien tanto como comparsa de Tyrion como de Jaime.

Hay otras escenas que no aparecen en los libros y sin embargo se han incorporado a la adaptación televisiva. Una de las mejores posiblemente sea la pelea entre Brienne de Tarth y Sandor Clegane, el Perro; un combate brutal que pone de relieve la capacidad guerrera de la doncella de Tarth, a la altura de cualquier oponente masculino que se le ponga por delante. En los libros Brienne vivirá una serie de aventuras diferentes y tendrá otro tipo de enfrentamientos físicos con personajes más episodicos y de escasa relevancia. De nuevo se prescinde de dichos personajes en beneficio de potenciar el protagonismos y la relevancia de los protagonistas principales. Así pues enfrentar a Brienne y al Perro es, en mi opinión, un acierto.

En esta última temporada sin lugar a dudas uno de los cambios más controvertidos hace referencia al tratamiento de Sansa de vuelta en Invernalia, que ahora está bajo el dominio de los Bolton. En los libros Sansa permanece en el Nido del Águila, a la espera de que Meñique la case con un alto señor del Valle, afirmando así su posición tanto como señora del Valle como heredera de Invernalia. Mientras tanto en Invernalia Ramsay Boolton contrae matrimonio con una falsa Arya Stark, que no es otra que una antigua amiga de Sansa, Jeyne Poole, a la que hacen pasar por Arya para que los Bolton puedan afianzar su dominio en el norte. Jeyne será vejada, humillada y maltratada por Ramsay. En la serie han decidido fusionar los personajes de Sansa y Jeyne para simplificar la trama; de esta manera es la verdadera Sansa la que contrae matrimonio con Ramsay, y es ella la que es humillada, vejada y maltratada por su marido. Este cambio ha suscitado muchísimas quejas en los foros, quejas de la que el escritor, con toda razón, se desentiende aludiendo que la serie ha tomado su propio camino y que éste es perfectamente lícito. Algunos espectadores esperaban un cambio de actitud en Sansa después de que esta ‘rescatara’ a Meñique después de que éste arrojase por un acantilado a su recién estrenada esposa, Lysa Arryn. Es cierto que a partir de ahí hemos visto a una Sansa más fuerte, más intrigante. ¿Por qué entonces rebajarla de nuevo haciendo que sufra tamaña humillación en manos de su esposo? ¿Y por qué no? Quizás lo que necesita Sansa es sufrir más para acabar fortaleciéndose de manera definitiva y tomar así su justa venganza contra los Bolton, conspiradores y asesinos de su madre y su hermano mayor. Habrá que ver cómo evoluciona el personaje en futuros episodios, pero a pesar de todo Sansa sigue siendo una chica asustadiza e ingenua, y no resultaría creíble que se convirtiese en una femme fatale así por las buenas; de modo que este nuevo revés quizás sea lo que ella necesita para que deje de ser una gatita asustada y emerja como una tigresa. La escena en que Sansa es tomada por la fuerza por Ramsay ha hecho que se viertan acusaciones de misoginia en la serie. Vamos a ver: si estamos hablando de un entorno fantástico particularmente violento y que en muchos aspectos recuerda la oscurantista Europa medieval, es comprensible que muchos personajes femeninos salgan mal parados. Pero quizás sea Sansa el único personaje femenino que hasta la fecha parece ejercer de  víctima perpetua. Aún me parecen desproporcionadas las acusaciones de misoginia, pues la serie abunda en personajes femeninos fuertes y capaces: Arya es una superviviente nata que acaba  sobreponiéndose a todas las dificultades que se le presentan; Daenerys se convierte en reina y conquistadora; Cersei domina Poniente en su calidad de regente en Desembarco del Rey; Brienne de Tarth demuestra que su capacidad para el combate nada tiene que envidiar a la del cualquier caballero de Poniente; también exhiben en mayor o menos grado su fortaleza como mujeres personajes como Talisa, Yara Greyjoy, Lady Olenna, Margaery Tyrell, la salvaje Osha, Melisandre de Asshai, Meera Red, Catelyn Stark… Son mujeres que en diferentes aspectos exhiben astucia, fortaleza física, inteligencia, fuerza de voluntad, determinación... Es cierto que algunas de ellas no saldrán bien paradas (Talisa o Catelyn son asesinadas y Cersei es humillada públicamente por el septón supremo en esta última temporada), pero en un entorno cruel y violento como el que nos muestra “Juego de Tronos” es inevitable que algunas mujeres acaben mal, no mejor o peor que muchos de sus partenaires masculinos. Algunas quejas a propósito del abuso del recurso de la violación como efecto dramático me parecen infundadas, sobre todo si pensamos en cuales de los personajes principales han sido víctimas de ella. ¿Daenerys? En la primera temporada es vendida a Khal Drogo y este la toma por la fuerza; aunque no es un acto plenamente consentido Daenerys comprende que es un ‘acto político’ y por lo tanto necesario (la casan con Drogo para forzar una alianza con él que ayude a su hermano Viserys), al cual accede de mala gana pero de forma consciente. Y pese a todo Daenerys encontrara en Drogo una nobleza y una virtud inesperadas y se enamorará de él de forma sincera. ¿Cersei? Se comentó mucho la escena en que Jammie la toma por la fuerza en la escena del funeral de su hijo Joffrey; creo que la escena es equívoca, que Cersei al principio no quiere y se resiste, pero ella también está enamorada de Jaime; no es que no quiera ceder ante él, sino que no quiere hacerlo frente al cuerpo sin vida del hijo de ambos, y de ahí su resistencia, que no deja de ser un tanto impostada. La forma en como está planteada la escena ha llevado a muchos espectadores a interpretarla como una violación, sin embargo lo que yo interpreto es que Cersei se está debatiendo entre el dejarse llevar por la pasión franca y siencera que siente hacia su hermano, o guardar el luto frente a su hijo; así pues ella no sabe cómo reaccionar. A mí me parece una escena hábilmente construida porque pone de manifiesto, y mejor que en los libros, los diferentes sentimientos que Jaime y Cersei albergan hacia su propia descendencia fruto del incesto: el primero no siente sino un cierto desapego hacia ellos, los quiere de una manera desapasionada solo porque son hijos de su hermana, la mujer que ama, pero no se preocupa realmente por ellos; en cambio para Cersei son lo más importante, los ama y defiende como una leona a sus cachorros, y como hemos visto a lo largo de estas 5 temporadas, está dispuesta a hacer cualquier cosa por ellos. Sin embargo Cersei también ama a Jammie y no sabe cuándo o si debe poner a uno por delante de los otros, algo que precisamente queda reflejado en esa escena de la supuesta violación. Con Sansa, en cambio, no hay equívoco posible: Ramsay la toma por la fuerza, de la manera más desagradable (por la espalda) y a sabiendas de que además es virgen; es un sádico y disfruta con ello. La escena no es agradable y es lógico lamentarla precisamente porque Sansa es uno de los personajes que más han sufrido a lo largo de estas cinco temporadas, pero me parece desproporcionado acusar de misógina la serie por dicha secuencia. Muy lamentablemente la violencia de género contra las mujeres es algo muy real y que está presente en nuestra sociedad, ¿debemos pues criticar a una serie de ficción porque se haga reflejo de ello?

Esta última temporada nos ha deparado también algunos momentos que nos hubiese gustado que Martin hubiese incluído en sus libros, aunque hay que reconocer que lucen mucho más en pantalla. Me refiero especialmente al momento que los Caminantes Blancos y los espectros atacan Casa Austera en el 8º episodio. Es uno de esos momentos que permiten a los técnicos de efectos especiales y a los maquilladores poner toda la carne en el asador y demostrar que una serie de televisión no tiene nada que envidiar a una producción cinematográfica si cuenta con el presupuesto adecuado. Los caminantes blancos son uno de los mayores aciertos visuales de la serie, junto a los dragones de Daenerys. Su diseño es sencillamente prodigioso, pues realmente resultan atemorizantes. Pese a todas las batallas y rencillas entre las diferentes casas dinasticas de Poniente, la verdadera amenaza que nos relata "Canción de hielo y fuego" es la que viene del norte, de más allá del Muro. Lamentablemente George R. Martin comente el error de olvidarse de ella de vez en cuando, no dándoles mayor protagonismo, con lo cual su sensación de amenaza se diluye y se hace intermitente. Afortunadamene los showrunners de la seria han comprendido que es necesario mantener viva dicha amenaza, de ahí que se hayan esforzado porque los caminantes blancos estén presentes en todas las temporadas, para que el espectador no los olvide. Su presentación en el último episodio de la 2ª temporada, cuando los vemos de forma clara por primera vez, comandando un ejercito de escpectros, es simplemente acojonante; el momento en que uno ellos ataca a Sam en la 3ª temporada, y éste lo elimina con una daga de vidriagón es espectacular; en la 4ª temporada tuvimos un leve atisbo del lugar donde proceden, en el lejano norte, y vimos por primera vez al Rey de la Noche, y supimos del destino de los bebés de Craster; en esta última temporada los hemos visto en toda su gloria, comandando ejercitos de muertos vivientes, y hemos sentido más que nunca lo real y lo cercano de su amenaza. La escena del ataque a Casa Austera del episodio 8º es uno de los momentos más impactantes que hemos vivido en esta 5ª temporada, junto con la irrupción de Drogón en las arenas de Meeren, con la diferencia que este último momento sí está en los libros y el primero no. Lo cierto es que esta 5ª temporada estaba siendo demasiado tranquila hasta este 8º episodio, así que la aparición del Rey de la Noche y los Caminantes Blancos en el ataque a Casa Austera, por mucho que sea una licencia, no solo es acertada sino que constituye uno de los mejores momentos de la serie ¡Bravo!

Ya anunciaron los showrunners que en la serie se iban a producir más muertes de las que aparecen en los libros. Es posible que los guionistas hayan adelantado en estas 5 temporadas emitidas algunos de los planes que George R. Martin tenía previstos para los libros que aún están pendientes de ser publicados. En el 9º episodio hemos asistido a uno de las escenas más brutales y dolorosas de toda la temporada: la muerte de la princesa Shireen. El momento es más impactante si cabe por el hecho de ser incinerada viva por Melisandre y con el consentimiento de su propio padre, Stannis. Es una muerte que no ha ocurrido aún en los libros, pero que los showrunners la incluyeron porque en conversaciones con el escritor les confesó que la tenía prevista. Así pues no se trataría entonces de una traición a la obra sino más bien que se han adelantado a los planes del escritor. Es otro de esos momentos que yo creo que hay que aplaudir, pues aumentan la carga dramática de una temporada que estaba siendo, como decía, demasiado tranquila. En el último episodio asistiremos también al lógico suicidio de su madre, Selyse, consumida por la culpa de no haber sabido proteger a su hija. Si bien ese cambio de actitud resulta algo brusco, pues Selise es una devota fanática de R'hllor, que no siente excesivo afecto por su hija y que muestra una devoción absoluta hacia su fé. La Selyse de los libros de Martin habría aceptado el sacrificio de su hija como algo necesario, y eso es lo que aparenta sentir al principio de la escena; por ello su cambio de actitud y de sentimientos resulta poco verosimil. En ese último episodio hemos visto también como Brienne encuentra a Stannis herido tras la masacre de su ejercito en manos de los Bolton. Aparentemente (y digo aparentemente porque la escena es narrada de forma elíptica), Brienne ajusticia a Stannis por su crimen contra Renly Baratheon. Eso no ocurre en los libros y de hecho sabemos que (de momento) Stannis continúa con su asedio a Invernalia y que ha capturado al fugado Theon y su falsa Arya Stark. En esta finale season, en cambio, hemos visto como Theon ayuda a Sansa a escapar de los Bolton, y habrá que esperar a la 6ª temporada para saber si han sobrevivido al salto desde las murallas del castillo. De nuevo nos encontramos con un cambio de actitud en un personaje que resulta un tanto incomprensible, pues Theon, que como sabemos es victima de un sindrome de Estocolmo que lo liga obedientemente a su torturador Ramsay, de repente cambia de actitud y se decide ayudar a escapar a Sansa. ¿Porqué? Es algo que los guionistas podrían haberse esforzado por matizar mejor.

La finale season se ha cerrado con 3 momentos que sí están presentes en los libros y apenas han sido alterados. El primero es el paseo de la expiación de Cersei: momento brutal que casi hace que sentamos compasión por la reina regente pese a las maldades que le hemos visto cometer. El momento funciona gracias a un impresionante trabajo actoral por parte de Lena Headey; ver como su rostro y su gesto poco a poco pierden la entereza para quebrarse finalmente en un sentido llanto le pone a uno el corazón en un puño. Pero Cersei es mucha Cersei, y cuando ésta es cogida en brazos por un redivido y muy siniestro Gregor Clegane, vemos de nuevo a la Lannister de siempre: altiva, malvada y determinada a conseguir todo lo que quiera al precio que sea.

Otro momento es el reencuento de Daeneys con los dothrakis. En los libros ella se encuentra con uno de los jefes del clan, Khal Jhaqo, precisamente el que tomo el mando tras la muerte de Khal Drogo y la repudió a ella. En la serie no se nos dice quién son, aunque reconocemos los atuendos y las armas; vemos como Daenerys es rodeada por un inmenso khalasar de jinetes que la van cercando de manera amenazadora, y los guionistas cierran la escena con una panorámica que deja la situación sin resolver.

Pero sin duda aluna la escena más impactante es la de la aparente muerte de John Nieve. ¿Aparente? Si, bueno, es cierto que ha recibido varias puñaladas de su guardia acusándolo de traición, y el episodio se cierra con un acertadísimo plano de él yaciendo muerto y desangrado sobre la nieve. De nuevo hay que quitarse el sobrero ante los guionistas, ya que si bien este momento está en los libros y es narrado de manera muy similar, después Martin introduce otros episodios, de forma que los lectores se quedan con una sesación extraña, preguntándose qué ha pasado y si realmente no es una hábil trampa por parte del escritor. En cambio en la serie los espectadores que no hayan leido los libros se quedarán con la sensación de que su muerte es definitiva, y que tiene un efecto muy similar a las anteriores e imprevistas muertes de Ned Stark, Rob o Catelyn, protagonistas del relato que nadie esperaba que pasasen a mejor vida. La muerte de John parece ser definitiva y Kit Harrington, el actor que le da vida, ha comentado que él no estará en la 6ª temporada. Pero esto podría no ser más que una estrategía de la HBO de cara a salvaguardar su posible regreso por sorpresa. No podemos olvidar que: a) John Nieve es uno de los 5 personajes de George R. Martin prometió que llegarían al final de la saga; b) la teoria de que John es descendiente de Rhaegar es demasiado atractiva como para desaprovecharla; eso explicaría el incomprensible adulterio de Ned y además añadiría un interés adicional al relacionarlo con Daenerys; c) a diferencia de los libros Melisandre abandona a Stannis a su suerte y regresa al Muro, así que bien puede sacarse de la manga algún truco para asegurar su supervivencia. Puede que sí, que John esté muerto de verdad, al menos en la serie de televisión; pero en los libros Martin ya se las ha arreglado para traer a la vida algún que otro personaje fenecido. Si realmente Martin lo devuelve a la vida de un modo u otro y la serie se desmarca de tal manera de los libros, los guionistas lo van a tener más que complicado para hacer converger las diferentes tramas hacia el gran final que Martin tiene planeado desde hace tiempo. Habrá que esperar al año que viene para resolver el enigma.

Arya ciega, Sansa y Theron saltando desde las murallas de Invernalia, John Nieve desangrándose, Daenerys rodeada por el khasasar de Khal Jhoqu, Cersei en los brazos de la Montaña, Tyrion gobernando Meeren, Jaime llevando el cadaver de Myrcella a Desembarco del Rey... Que duda cabe que Benioff y Weiss han puesto toda la carne en el asador para ofrecernos una finale season memorable, la última que de momento no se ha anticipado a la publicación de los libros.

Podríamos seguir jugando al juego de las 7 diferencias, o 10, o 20 o 50, porque seguro que las encontraríamos. Personalmente encuentro muy aburridas las quejas de los puristas que ponen el grito en el cielo por todos y cada uno de los cambios introducidos en la adaptación televisiva. Lo he dicho y lo repetiré: hay cambios en la serie que creo sinceramente que mejoran los libros, mientras que hay otros aspectos y tramas que creo que están mejor tratados en  la obra original. Ni los libros de George R. Martin, ni la serie de la HBO me parecen redondos, y ambos tienen elementos muy discutibles. Tanto Martin como los showrunners de "Juego de tronos" tan tomado decisiones que yo considero discutibles, lo cual no impiden que tanto la serie como los libros sean altamente disfrutables. Ni "Juego de tronos" me parece la última palabra en ficción televisiva, ni "Canción de hielo y fuego" me parece la obra cumbre de la moderna literatura fantástica. Sin embargo disfrutaré de ambas mientras duren... y lo mismo haré cuando se decidan a adaptar la 'Crónicas del asesino de reyes' de Patrick Rothfuss :-)