viernes, 2 de enero de 2015

FANTASIA DE BAJOS VUELOS


Pese a que pueda parecer lo contrario, como género cinematográfico la fantasía heroica no goza de tan buena aceptación entre el público norteamericano. Quizás las masivas recaudaciones de las entregas cinematográficas de sagas como "El señor de los anillos" o "Harry Potter" inviten a pensar lo contrario, pero si se analiza el fenómeno más detenidamente y se observa la cantidad de películas de temática similar que llegan a estrenarse, se puede constatar que salvo algunas excepciones como las citadas, la mayoría de ellas se saldan con una recepción en taquilla más bien discreta.

Este típo de películas suelen tener una mejor acogida en los países del viejo continente. ¿Porqué? En mi opinión eso se debe fundamentalmente a que la fantasía heroica se alimenta de mitos y tradiciones muy arraigados en las culturas europeas pero inexistententes en la la sociedad americana. Dicho género se nutre en buena medida de la mitología clásica, pero sobretodo de las leyendas y tradiciones medievales, las cuales forman parte de nuestra cultura, pero hacen referencia a un periodo histórico en que el nuevo continente aún no había sido descubierto. Los mitos greco-romanos, las leyendas nórdicas, el ciclo artúrico, las tradiciones celtas... e incluso algunos elementos orientales importados a través de las rutas comerciales establecidas con las culturas árabes y chinas, todos ellos han dado forma a muchas leyendas y mitos populares de tradición oral, y esas mismas leyendas son los cimientos sobre los que se han erigido los universos literarios creados por autores como J.R.R. Tolkien, C.S. Lewis, Robert E. Howard o Ursula K. LeGuin entre muchos otros. Las aportaciones de otros escritores más modernos com J. K. Rowling, George R. Martin o Patrick Rothfuss beben en mayor o menor medida de los mismos referentes.

Si bien en el ámbito puramente literario el género sigue gozando de muy buena salud (como atestiguan las entusiastas recepciones a las obras de Martin o Rothfuss), en el terreno cinematográfico la cosa es algo distinta. Son incontestables los éxitos en pantalla grande de las ocho entregas de la saga de "Harry Potter", a partir de los libros de J. K. Rowling, o las seis películas que adaptan en núcleo del universo literario de Tolkien ("El hobbit" y "El señor de los anillos"), pero ese éxito no se ha extendido a los numerosos intentos por parte de muchas productoras de encontrar nuevos filones comerciales en forma de franquícias cinematográficas. En su dia fuueron sonoros los fracasos en los intentos de adaptar las sagas de "La materia oscura" de Phillip Pullman (solo se adaptó el primer libro, "La brújula dorada"), "Las crónicas de Spiderwick" o la saga de "El Legado" de Christopher Paolini (solo "Eragon" ha conocido una mediocre adaptación cinematográfica). Pese al considerable éxito de "El león, la bruja y el armario", dificilmente veremos la totalidad de "Las crónicas de Narnia" de C.S. Lewis adaptadas a la gran pantalla, y de igual modo la saga de libros de "Percy Jackson" de Rick Riordan no parece que vaya a pasar de las dos entregas estrenadas hasta la fecha.

Cuando este tipo de películas no parten de un referente literario, sino que tratan argumentos concebidos originalmente en forma de guión cinematográfico, la recepción por parte del público aún ha sido más tíbia, como en los casos de "Legend", "Krull" o "Cristal Oscuro" (este último inspirado vagamente en un poema de Lewis Carroll). Comentaba más arriba que la falta de entusiamo del público norteamericano hacía este tipo de productos era debida en parte a que miran más hacia un pasado imaginario sobre el cual no existen referentes en la cultura popular norteamericana. Pero incluso cuando se trasladan dichos referentes a la época contemporánea, cuando se 'bastardiza' el origen para hacerlo más digerible al público estadounidense, como en el caso de la saga de "Percy Jackson", dicho público sigue dándole la espalda.

Naturalmente hay excepciones. Las ya citadas de "El señor de los anillos" y "Harry Potter", la primera por tratarse de un libro de gran arraigo popular en todo el mundo que incluso llegó a convertirse en uno de los libros de cabecera del movimiento hippie en los Estados Unidos durante los años 70; el segundo porque los estrenos cinematográficos casi se simultanearon con el momento de mayor éxito de ventas de la saga literaria. A estos habría que sumarles otros ejemplos como el de "Conan el bárbaro" o el de "La historia interminable", aunque cabría puntualizar que en el primero el film de John Millius de 1982 se inspiraba más en los comics guionizados por Roy Thomas y dibujados por Barry Smith y John Buscema, tan populares durante los años 70 y 80, mientras que la adaptación del libro más famoso de Michale Ende era en realidad una producción 100% europea, no norteamericana.

Pese a todo el interés por rentabilizar en forma de largometrajes o series televisivas este tipo de productos de género fantástico sigue vigente. En el terreno de la televisión saldándose con un enorme éxito de audiencia y con unos resultados artísticos más que notables, como es el caso de "Juego de tronos", gracias al buen hacer de la HBO. Por el contario en las salas cinematográficas los resultados son muy distintos, y el último ejemplo de esta tendencia lo tenemos en "El séptimo hijo", que adapta el primer libro de la saga de "Las crónicas de la piedra de Ward" de Joseph Delaney

El resultado del film, pese a la implicación en el mismo de algunos nombres importantes en la industria, no podía ser más mediocre. Para empezar la dirección del ruso Sergey Bodrov es absolutamene plana y carente de garra; el trabajo del diseñador de producción Dante Ferreti, habitual del cine de Scorsese y que tan buen sabor de boca no dejó en producciones como "La invención de Hugo", "Entrevista con el vampiro", "Sweeney Todd", "Las aventuras del barón Munchausen", "El nombre de la rosa" o "Y la nave va...", en este film resulta más bien discreto y anodino; el trabajo del técnico de efectos visuales John Dykstra, que ha colaborado en films como "Star Wars", "Star Trek", "Lifeforce" o el "Spider-man" de Sam Raimi, es tan vistoso como aparatoso; Julianne Moore, actriz casi siempre excelente y por la que siento debilidad, aquí interpreta una villana tópica con el piloto automático y sin ápice de convencimiento, mientras que Jeff Bridges da una constante impresión de hastío en su interpretación. Del resto del reparto, mejor correr un tupido velo...

Hay además varios elementos que a mí particularmente me irritan de este film y que invitan a una reflexión.

Primero: la absoluta dependencia de los efectos especiales. Parece una tendencia habitual en el cine de género fantástico que se hace en la actualidad el supeditarlo todo, argumento, montaje, planificación... al lucimiento del departamento de efectos visuales, con lo cual se consiguen escenas tan espectaculares como aparatosas, y que a veces por excesivas no pueden evitar resultar ridículas.

Segundo: la nula capacidad por construir un argumento minimamente interesante más allá de los tópicos. En el caso de "El séptimo hijo" estoss tópicos se amontonan unos sobre otros hasta provocar el hartazgo en el espectador: la historia romática entre los personajes interpretados por el habitualmente soso Ben Barnes y la no menos sosa Alica Vikander resulta tan previsible como forzada; la más interesante relación amor-odio entre los personajes a los que dan vida Bridges y Moore apenas está esbozada y desaprovecha por completo uno de los elementos más interesantes de la trama; las motivaciones de todos personajes (tanto los buenos como los malos) son inexistentes (todos actuan de forma irreflexiva, llevados por las circunstancias, pero sin que medie nunca una reflexión personal por parte de los mismos); un personaje como Gregory, que debía resultar carismático, resulta tedioso, mientras que otro como Madre Malkin, que debía ser fascinante, acaba por ser aburrido; otros como la madre de Tom (interpretada por Olivia Williams, el único miembro de todo el reparto que demuestra algo de profesionalidad) está totalmente desaprovechado pese a que podría aportar elementos de interés; el guión es una mera sucesión de set pieces rodadas sin gracia e interpretadas con desgana, y los personajes entran y salen de la trama de manera caprichosa, sin que haya una evolución coherente de los mismos en la historia.

Tercero: aunque pueda sonar racista me irrita sobremanera esa manía de tener que incluir siempre un personaje de color en todos los blockbusters solo por aquello de cumplir la 'cuota negra' por mucho que su presencia pueda resultar injustificada cuando no incoherente (¿Os acordáis del Heimdall negro de "Thor"? ¡Por Dios! ¡Que estamos hablando de un dios NÓRDICO!). En este sentio Djimon Hounsou se está conviertiendo en un verdadero especialista en cubrir esa cuota de color (le tenemos en este "Séptimo hijo" y ya le habíamos visto en "Eragon" y en "Guardianes de la galaxia", en esta última dando vida a un kree, que se supone que tienen la piel azul; y ahora se postula a intervenir como caballero en una nueva película sobre los caballeros de la tabla redonda... no coment).

Cuarto: la nula imaginación que muestran algunos compositores actuales (salvo un par de honrosas excepciones) a la hora de intervenir en films de estas caracteristicas. En los años 80, una película como "El séptimo hijo" en manos de un Goldsmith o un Poledouris habría dado como resultado una banda sonora magistral. No entiendo la reticencia de utilizar un enfoque más a lo Max Steiner cuando en el género fantástico es cuando éste mejores resultados puede dar. Steiner es el paradigma el uso del leiv motiv en la música cinematográfica, y el uso del mismo en un género como es la fantasía heroica permite la construcción de universos sonoros únicos y ricos. Algunos compositores han dado lo mejor de si mismos en el género, regalándonos algunos de los mejores ejemplos de música de cine de todos los tiempos. Y ahí están para demostrarlo títulos como "Legend" de Jerry Goldsmith, "Krull" de James Horner, "Dragonslayer" de Alex North, "Cristal oscuro" de Trevor Jones, "Conan el bárbaro" de Basil Poledouris, "Heavy Metal" de Elmer Bernstein... En esta ocasión el compositor Marco Beltrami, uno de los seguidores de la escuela de Hans Zimmer (como Ramin Djawadi o Bryan Tyler), desaprovecha por completo la oportunidad de crear un universo sonoro original y nos ofrece un trabajo anodino, que subraya eficazmente la acción del film, pero que carece de imaginación y resulta perfectamente intercambiable.

Quinto: la poca vista del departamento de marqueting. La primera vez que vi el trailer del film me llamó la atención por vistoso y espectacular. Pero visto el film puedo constatar que todo lo que hay en él ya estaba en el trailer. No hay sorpresa alguna. Antes del estreno de "El señor de los anillos", siendo como es una obra harto conocida por el aficionado, Peter Jackson tuvo cuidado de no mostrar más de lo que debía jugando habilmente con las espectativas del público. Todo el mundo quería saber cómo lucirían el Balrog, Ella-Laraña o Smaug en pantalla, y Jackson se limitó a insisuarlos en los trailers, dejando para el estreno la revelación final y guardándose en la manga muchos personajes y secuencias de la historia para que el público no pudiese anticiparlas en el triler. En cambio todos los efectos, personajes, dragones y monstruos varios que deambulan por esta película ya se anticipan en el trailer del mismo, redujendo a cero el factor sorpresa. Como estrategia, muy inteligente no és.

En fin, pese a mediocridades como ésta la fantasía heroica es un género que aún puede dar mucho de sí y aún puede deparar algunas gratas sorpresas. No pierdo la esperanza de que algún productor asuma algún dia el riesgo de adaptar "Elric de Melniboné" de Michael Moorcock a la gran pantalla, antes de que Paul Betany sea demasiado mayor para interpretar al emperador albino. Y me pregunto porque están tardando tanto en comprar los derechos de la trilogía de "Las crónicas del asesino de reyes" de Rothfuss.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? ... estoy pensando.... no, ahora mismo no se me ocurre nada... ¿Lo peor? El guion, los actores, la música, el diseño de producción (que no está a la altura de lo que uno puede esperar de Dante Ferreti), los efectos especiales (no porque estén mal hechos, sino porque son excesivos, gratuitos y se convierten en la razón de ser de la película en vez de estar al servicio de la misma), el trabajo de dirección y todo lo demás.

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