lunes, 26 de enero de 2015

ÉRASE UNA VEZ



Antes de hablar de la nueva propuesta cinematográfica del director Bob Marshall conviene ponernos en antecedentes sobre quién es Stephen Sodheim, el autor de la obra teatral que ahora ha adaptado Marshall a la gran pantalla.

Sondheim es simplemente uno de los más rompedores y brillantes compositores de musicales de todos los tiempos. Solo un paso por detrás de clásicos como las parejas Richard Rodgers y Oscar Hamemerstein II ("Oklahoma", "Carousel", "El rey y yo", "Sonrisas y lágrimas") o Frederick Loewe y Alan Jay Lerner ("La leyenda de la ciudad sin nombre", "My Fair Lady", "Camelot"), y en mi opinión muy por encima de nombres más populares como el de Andrew Lloyd Weber ("Jesucristo Superstar", "Evita", "Cats", "El fantasma de la ópera", "Sunset Boulevard").

Sondheim no solo se ha destacado por ser un letrista inspirado, sino que además ha hecho gala con frecuencia de una vasta cultura que se ha reflejado muchas veces en la elección de temas o referentes poco habituales en las obras que compuso. Y para muestra (tirando de wikipedia), un botón:

- Escribió la letra y música de “A Funny Thing Happened on the Way to the Forum” (conocido en nuestro país como “Golfus de Roma”) estrenada en 1962 y basada en las farsas de Plauto.

- En 1970 estrenó “Company”, el primero de una serie de arriesgados musicales para los que colaboraría con el director Harold Prince. Un ‘concept musical’ compuesto por una serie de viñetas presentadas de forma no cronológica. Esta época es la que marca la plenitud de Sondheim como compositor y crean su sello personal a través de complejas polifonías e intrincadas melodías, principalmente en las partes vocales. Destaca su tratamiento de los coros, utilizando tanto el elenco como los personajes secundarios para crear una especie de coro griego que usa para narrar la historia.

- “A Little Night Music” de 1973 está inspirado en la película de Ingmar Bergman “Sonrisas de una noche de verano”. La partitura de este musical está escrita en su mayor parte a ritmos de vals e incluye la canción más famosa nunca escrita por Sondheim, "Send in the Clowns".

- “Pacific Overtures” es un musical escrito en escalas pentatónicas con armonías casi japonesas, cuyo montaje original presentaba una estética Kabuki, con los papeles femeninos interpretados por hombres y cambios escénicos a la vista hechos por figurantes vestidos de negro.

- “Sweeney Todd” es la partitura más operística de Sondheim. Estrenado en 1979, ha sido llevado a muchos teatros de ópera de todo el mundo. Todo ello a pesar de explorar tópicos como el asesinato por venganza, el incesto y el canibalismo. Es una obra negra que entremezcla todos esos tópicos con un fino sentido del humor, y que está basada en un clásico victoriano inglés. Fue llevado al cine en 2007 por Tim Burton.

- En 1984 estrenó “Sunday in the Park with George”, un espectáculo nacido de la colaboración con el autor y director avant-garde James Lapine. Un musical Off-Broadway sobre el mundo puntillista del pintor Georges Seurat que les llevó a ganar el premio Pulitzer de drama.

- En 1987 Sondheim y Lapine estrenaron “Into the Woods”, un ejercicio dramático que hace coincidir en un bosque a toda una serie de personajes de los cuentos clásicos de los Hermanos Grimm. Un musical rompedor que ganó diversos Premios Tony, entre ellos, mejor partitura original, mejor libreto y mejor actriz en un musical.

- En 1990 estrenó “Assassins”, de nuevo un espectáculo Off-Broadway en clave de humor, basado en la idea que el derecho a la libertad en Estados Unidos incluía el derecho de atentar contra los presidentes, y en el que se muestra a los asesinos de una forma un tanto distinta a la imagen pública que se tenía de ellos.

- “Passion”, estrenado en 1994, se trata de una adaptación de la película “Passione d’Amore” de Ettore Scola y fue el resultado de una nueva colaboración con Lapine.

Bob Marshall, director y coreógrafo, después de una carrera en televisión revisando clásicos musicales como "Annie" o "Victor/Victoria", debutó en 2002 en el largometraje con "Chicago", ganadora de 6 Oscars de la academia, entre los cuales el de mejor película, y por la que Marshall obtuvo además la nominación al mejor director. Su debut parecía indicar que Marshall podría convertirse en la 'nueva esperanza blanca' para  un género que no acababa de reverdecer laureles como muchos vaticinaron tras la masiva acogida comercial de aquel video-clip de título "Moulin Rouge". Sin embargo su carrera no solo resulta un tanto errática, sino que sus nuevas incursiones en el género desmienten por completo las expectativas que muchos pusieron en él. 

En el año 2005 Bob Marshall acomete la labor de adaptar el popular bet-seller de Arthur Golden "Memorias de una geisha", y en resultado es un film tan pulcro como frío y carente de emoción, bonito en su plasmación escénica pero incapaz de transmitir la complejidad del hermético mundo de las geishas en toda su amplitud. En el año 2009 volverá a probar suerte con otro musical, "Nine", y el resultado en esta ocasión es ligeramente decepcionante, al mostrarse Marshall incapaz de reflejar en pantalla la espectacularidad (más bien intuida) de las coreografías de los números musicales. Mayor torpeza demostrará en "Piratas del caribe. En costas extrañas" (2011), la más insulsa de las entregas protagonizadas por Jack Sparrow.

Ahora Bob Marshall vuelve a probar suerte con otro musical, "Into the woods", una de las obras cumbres de la trayectoria de Stephen Sondheim, y lo hace respaldado por un elenco actoral impecable, en el que sobresale (como no podría ser de otra manera) Meryl Streep, que ha obtenido por su papel de bruja una nueva nominación al Oscar. Hay un par de claras diferencias entre este musical de Sondheim y los anteriores que había adaptado Marshall al cine. Primero: en "Into the woods", los números musicales están completamente integrados en la acción, a direrencia de "Chicago" o "Nine", donde dichos números transcurren en 'espacios mentales', en ensoñaciones de los personajes; segundo: en "Into the woods", no hay coreografías que apoyen dichos numeros musicales, todo lo contrario de lo que ocurre en los films anteriores de Marshall; y por último: "Into the woods" está concebido como un espectáculo en 2 actos y, claramente, para ser representado con un intermedio entre ambos. Todo esto reduda en perjucio del trabajo del director: a) la carencia de coreografías impide a Marshall lucirse en lo que mejor sabe hacer y pone de manifiesto sus carencias como director escénico: básicamente no sabe dónde poner la cámara y cómo moverla; b) la estructura en 2 actos diferenciados limita a Marshall a la hora de dotar de fluidez a la trama, que no es capaz de resolver el cambio de tono y ritmo que en la obra teatral existe entre los 2 actos; c) en "Nine" o "Chicago", al aparacer los números musicales como momentaeos interludios en la trama, permitia a Marshall centrarse en ellos como elementos aislados y así lucirse como coreógrafo, pero en este 'Into the woods" en el que los personajes cantan de improviso y 'sin venir a cuento' (como manda la tradición de los musicales clásicos) Marshall se muestra algo torpe al hacer mover dichos musicales en un espacio escénico, el cinematográfico, que carece de las limitaciones físicas del espacio teatral.

A la postre la función la salvan dos cosas: el libreto original, pese a que se ha visto considerablemente suavizado en su contenido con respeto al original, y los actores, que cumplen con creces en la película. Conviene recordar que el libreto original se estructuraba en 2 partes diferenciadas: una primera en la que nos ofrece una versión bufa, desmitificadora y no exenta de cierta ironía, de los tradicionales cuentos infantiles, y una segunda parte que trata de ir más allá del 'final feliz' de dichos cuentos y en la que los personajes tienen que enfrentarse a las consecuencias de ver sus deseos hechos realidad. Básicamente esa segunda parte viene a decirnos 'ten cuidado con lo que deseas', al tiempo que nos advierte que los principes encantadores no son siempre de fiar, o que las brujas a veces tienen razón, y que los niños son siempre permeables a las enseñanzas que provienen del mundo adulto, por lo que tenemos que ir con cuidado con lo que les transmitivos porque los 'los niños escuchan'. Esta segunda parte es más oscura, más cínica en algúnos momentos, y puedo dejar constancia de ello en las representaciones que el grupo teatral Dagoll Dagom hicieron de esta obra de Sondheim en los teatros barceloneses allá por el año 2007, y que tuve la suerte de ver en su momento. Esta versión de Bob Marshall ofrece una perspectiva más edulcorada por aquello de ser una producción Disney, en la que se han limado aspereceas y suavizado las referencias más escabrosas (como la naturaleza lujuriosa de los principes encantadores, el aspecto lúbrico del lobo feroz) en aras de convertirlo en un espectáculo para toda la familia. El "Into the woods" de Sondheim era un espectáculo para adultos, el de Marshall es una obra infantilizada y desprovista de mordiente.

Afortunadamente un diseño de producción no particularmente original pero si efectivo y no carente de atractivo ofrece una pátina de brillo a lo que en manos de Bob Marshall podría ser un espectáculo gris y apagado. Y por muy mal que lo haga, su falta de talento no puede ocultar la brillantez y la genialidad del libreto de James Lapine y las melodías y letras de Estephen Sondheim. Pero sobretodo Marshall ha sabido rodearse de un elenco ajustado y totalmente entregado que son capaces de defender la partitura por si solos y sin ayuda de un director carente de inspiración. Todos y cada uno de ellos no solo sorprenden con sus voces, si no que demuestran estar a la altura de un libreto particularmente exigente, desde una entregada Emily Blunt como la esposa del panadero, una convincente Anna Kendrick como Cenicienta o un canallesco y divertido Chris Pine como el Principe Encantador. Pero por encima de todos conviene destacar a una genial y entregadísima Meryl Streep, perfectamente caracterizada como la Bruja, convincente tanto en su versión más 'fea' como en la más glamurosa, y haciendo gala de una dotes vocales impecables (todo el que ha pasado por ello lo dice: cantar a Sondheim no es nada fácil, y pone al límite las capacidades cantoras de cualquier interprete).

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? El libreto original y las canciones, simplemente arrebatadoras ¿Lo peor? La nula imaginación que exhibe Bob Marshall en la puesta en escena. Un musical tan original como éste, que entremezcla elementos fantásticos, exigía un mayor poderío y riesgo en su plasmación cinematográfica, pero su director dilapida cualquier posibilidad de ofrecernos una GRAN película por el excesivo y temeroso respeto que muestra a la obra original.

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