Antes de hablar de la nueva propuesta cinematográfica del
director Bob Marshall conviene ponernos en antecedentes sobre quién es Stephen
Sodheim, el autor de la obra teatral que ahora ha adaptado Marshall a la gran
pantalla.
Sondheim es simplemente uno de los más rompedores y
brillantes compositores de musicales de todos los tiempos. Solo un paso por
detrás de clásicos como las parejas Richard Rodgers y Oscar Hamemerstein II
("Oklahoma", "Carousel", "El rey y yo",
"Sonrisas y lágrimas") o Frederick Loewe y Alan Jay Lerner ("La
leyenda de la ciudad sin nombre", "My Fair Lady",
"Camelot"), y en mi opinión muy por encima de nombres más populares
como el de Andrew Lloyd Weber ("Jesucristo Superstar", "Evita",
"Cats", "El fantasma de la ópera", "Sunset
Boulevard").
Sondheim no solo se ha destacado por ser un letrista
inspirado, sino que además ha hecho gala con frecuencia de una vasta cultura que
se ha reflejado muchas veces en la elección de temas o referentes poco
habituales en las obras que compuso. Y para muestra (tirando de wikipedia), un
botón:
- Escribió la letra y música de “A Funny Thing Happened on
the Way to the Forum” (conocido en nuestro país como “Golfus de Roma”)
estrenada en 1962 y basada en las farsas de Plauto.
- En 1970 estrenó “Company”, el primero de una serie de
arriesgados musicales para los que colaboraría con el director Harold Prince.
Un ‘concept musical’ compuesto por una serie de viñetas presentadas de forma no
cronológica. Esta época es la que marca la plenitud de Sondheim como compositor
y crean su sello personal a través de complejas polifonías e intrincadas
melodías, principalmente en las partes vocales. Destaca su tratamiento de los
coros, utilizando tanto el elenco como los personajes secundarios para crear
una especie de coro griego que usa para narrar la historia.
- “A Little Night Music” de 1973 está inspirado en la
película de Ingmar Bergman “Sonrisas de una noche de verano”. La partitura de
este musical está escrita en su mayor parte a ritmos de vals e incluye la
canción más famosa nunca escrita por Sondheim, "Send in the Clowns".
- “Pacific Overtures” es un musical escrito en escalas
pentatónicas con armonías casi japonesas, cuyo montaje original presentaba una
estética Kabuki, con los papeles femeninos interpretados por hombres y cambios
escénicos a la vista hechos por figurantes vestidos de negro.
- “Sweeney Todd” es la partitura más operística de Sondheim.
Estrenado en 1979, ha sido llevado a muchos teatros de ópera de todo el mundo.
Todo ello a pesar de explorar tópicos como el asesinato por venganza, el
incesto y el canibalismo. Es una obra negra que entremezcla todos esos tópicos
con un fino sentido del humor, y que está basada en un clásico victoriano
inglés. Fue llevado al cine en 2007 por Tim Burton.
- En 1984 estrenó “Sunday in the Park with George”, un
espectáculo nacido de la colaboración con el autor y director avant-garde James
Lapine. Un musical Off-Broadway sobre el mundo puntillista del pintor Georges
Seurat que les llevó a ganar el premio Pulitzer de drama.
- En 1987 Sondheim y Lapine estrenaron “Into the Woods”, un
ejercicio dramático que hace coincidir en un bosque a toda una serie de
personajes de los cuentos clásicos de los Hermanos Grimm. Un musical rompedor
que ganó diversos Premios Tony, entre ellos, mejor partitura original, mejor
libreto y mejor actriz en un musical.
- En 1990 estrenó “Assassins”, de nuevo un espectáculo
Off-Broadway en clave de humor, basado en la idea que el derecho a la libertad
en Estados Unidos incluía el derecho de atentar contra los presidentes, y en el
que se muestra a los asesinos de una forma un tanto distinta a la imagen
pública que se tenía de ellos.
- “Passion”, estrenado en 1994, se trata de una adaptación
de la película “Passione d’Amore” de Ettore Scola y fue el resultado de una
nueva colaboración con Lapine.
Bob Marshall, director y coreógrafo, después de una carrera
en televisión revisando clásicos musicales como "Annie" o
"Victor/Victoria", debutó en 2002 en el largometraje con
"Chicago", ganadora de 6 Oscars de la academia, entre los cuales el
de mejor película, y por la que Marshall obtuvo además la nominación al mejor
director. Su debut parecía indicar que Marshall podría convertirse en la 'nueva
esperanza blanca' para un género que no acababa de reverdecer laureles
como muchos vaticinaron tras la masiva acogida comercial de aquel video-clip de
título "Moulin Rouge". Sin embargo su carrera no solo resulta un
tanto errática, sino que sus nuevas incursiones en el género desmienten por
completo las expectativas que muchos pusieron en él.
En el año 2005 Bob Marshall acomete la labor de adaptar el
popular bet-seller de Arthur Golden "Memorias de una geisha", y en
resultado es un film tan pulcro como frío y carente de emoción, bonito en su
plasmación escénica pero incapaz de transmitir la complejidad del hermético
mundo de las geishas en toda su amplitud. En el año 2009 volverá a probar
suerte con otro musical, "Nine", y el resultado en esta ocasión es
ligeramente decepcionante, al mostrarse Marshall incapaz de reflejar en
pantalla la espectacularidad (más bien intuida) de las coreografías de los
números musicales. Mayor torpeza demostrará en "Piratas del caribe. En
costas extrañas" (2011), la más insulsa de las entregas protagonizadas por
Jack Sparrow.
Ahora Bob Marshall vuelve a probar suerte con otro musical,
"Into the woods", una de las obras cumbres de la trayectoria de
Stephen Sondheim, y lo hace respaldado por un elenco actoral impecable, en el
que sobresale (como no podría ser de otra manera) Meryl Streep, que ha obtenido por su papel de bruja una nueva nominación al Oscar. Hay un par de claras diferencias entre este musical de Sondheim y los anteriores que había adaptado Marshall al cine. Primero: en "Into the woods", los números musicales están completamente integrados en la acción, a direrencia de "Chicago" o "Nine", donde dichos números transcurren en 'espacios mentales', en ensoñaciones de los personajes; segundo: en "Into the woods", no hay coreografías que apoyen dichos numeros musicales, todo lo contrario de lo que ocurre en los films anteriores de Marshall; y por último: "Into the woods" está concebido como un espectáculo en 2 actos y, claramente, para ser representado con un intermedio entre ambos. Todo esto reduda en perjucio del trabajo del director: a) la carencia de coreografías impide a Marshall lucirse en lo que mejor sabe hacer y pone de manifiesto sus carencias como director escénico: básicamente no sabe dónde poner la cámara y cómo moverla; b) la estructura en 2 actos diferenciados limita a Marshall a la hora de dotar de fluidez a la trama, que no es capaz de resolver el cambio de tono y ritmo que en la obra teatral existe entre los 2 actos; c) en "Nine" o "Chicago", al aparacer los números musicales como momentaeos interludios en la trama, permitia a Marshall centrarse en ellos como elementos aislados y así lucirse como coreógrafo, pero en este 'Into the woods" en el que los personajes cantan de improviso y 'sin venir a cuento' (como manda la tradición de los musicales clásicos) Marshall se muestra algo torpe al hacer mover dichos musicales en un espacio escénico, el cinematográfico, que carece de las limitaciones físicas del espacio teatral.
A la postre la función la salvan dos cosas: el libreto original, pese a que se ha visto considerablemente suavizado en su contenido con respeto al original, y los actores, que cumplen con creces en la película. Conviene recordar que el libreto original se estructuraba en 2 partes diferenciadas: una primera en la que nos ofrece una versión bufa, desmitificadora y no exenta de cierta ironía, de los tradicionales cuentos infantiles, y una segunda parte que trata de ir más allá del 'final feliz' de dichos cuentos y en la que los personajes tienen que enfrentarse a las consecuencias de ver sus deseos hechos realidad. Básicamente esa segunda parte viene a decirnos 'ten cuidado con lo que deseas', al tiempo que nos advierte que los principes encantadores no son siempre de fiar, o que las brujas a veces tienen razón, y que los niños son siempre permeables a las enseñanzas que provienen del mundo adulto, por lo que tenemos que ir con cuidado con lo que les transmitivos porque los 'los niños escuchan'. Esta segunda parte es más oscura, más cínica en algúnos momentos, y puedo dejar constancia de ello en las representaciones que el grupo teatral Dagoll Dagom hicieron de esta obra de Sondheim en los teatros barceloneses allá por el año 2007, y que tuve la suerte de ver en su momento. Esta versión de Bob Marshall ofrece una perspectiva más edulcorada por aquello de ser una producción Disney, en la que se han limado aspereceas y suavizado las referencias más escabrosas (como la naturaleza lujuriosa de los principes encantadores, el aspecto lúbrico del lobo feroz) en aras de convertirlo en un espectáculo para toda la familia. El "Into the woods" de Sondheim era un espectáculo para adultos, el de Marshall es una obra infantilizada y desprovista de mordiente.
Afortunadamente un diseño de producción no particularmente original pero si efectivo y no carente de atractivo ofrece una pátina de brillo a lo que en manos de Bob Marshall podría ser un espectáculo gris y apagado. Y por muy mal que lo haga, su falta de talento no puede ocultar la brillantez y la genialidad del libreto de James Lapine y las melodías y letras de Estephen Sondheim. Pero sobretodo Marshall ha sabido rodearse de un elenco ajustado y totalmente entregado que son capaces de defender la partitura por si solos y sin ayuda de un director carente de inspiración. Todos y cada uno de ellos no solo sorprenden con sus voces, si no que demuestran estar a la altura de un libreto particularmente exigente, desde una entregada Emily Blunt como la esposa del panadero, una convincente Anna Kendrick como Cenicienta o un canallesco y divertido Chris Pine como el Principe Encantador. Pero por encima de todos conviene destacar a una genial y entregadísima Meryl Streep, perfectamente caracterizada como la Bruja, convincente tanto en su versión más 'fea' como en la más glamurosa, y haciendo gala de una dotes vocales impecables (todo el que ha pasado por ello lo dice: cantar a Sondheim no es nada fácil, y pone al límite las capacidades cantoras de cualquier interprete).
A la postre la función la salvan dos cosas: el libreto original, pese a que se ha visto considerablemente suavizado en su contenido con respeto al original, y los actores, que cumplen con creces en la película. Conviene recordar que el libreto original se estructuraba en 2 partes diferenciadas: una primera en la que nos ofrece una versión bufa, desmitificadora y no exenta de cierta ironía, de los tradicionales cuentos infantiles, y una segunda parte que trata de ir más allá del 'final feliz' de dichos cuentos y en la que los personajes tienen que enfrentarse a las consecuencias de ver sus deseos hechos realidad. Básicamente esa segunda parte viene a decirnos 'ten cuidado con lo que deseas', al tiempo que nos advierte que los principes encantadores no son siempre de fiar, o que las brujas a veces tienen razón, y que los niños son siempre permeables a las enseñanzas que provienen del mundo adulto, por lo que tenemos que ir con cuidado con lo que les transmitivos porque los 'los niños escuchan'. Esta segunda parte es más oscura, más cínica en algúnos momentos, y puedo dejar constancia de ello en las representaciones que el grupo teatral Dagoll Dagom hicieron de esta obra de Sondheim en los teatros barceloneses allá por el año 2007, y que tuve la suerte de ver en su momento. Esta versión de Bob Marshall ofrece una perspectiva más edulcorada por aquello de ser una producción Disney, en la que se han limado aspereceas y suavizado las referencias más escabrosas (como la naturaleza lujuriosa de los principes encantadores, el aspecto lúbrico del lobo feroz) en aras de convertirlo en un espectáculo para toda la familia. El "Into the woods" de Sondheim era un espectáculo para adultos, el de Marshall es una obra infantilizada y desprovista de mordiente.
Afortunadamente un diseño de producción no particularmente original pero si efectivo y no carente de atractivo ofrece una pátina de brillo a lo que en manos de Bob Marshall podría ser un espectáculo gris y apagado. Y por muy mal que lo haga, su falta de talento no puede ocultar la brillantez y la genialidad del libreto de James Lapine y las melodías y letras de Estephen Sondheim. Pero sobretodo Marshall ha sabido rodearse de un elenco ajustado y totalmente entregado que son capaces de defender la partitura por si solos y sin ayuda de un director carente de inspiración. Todos y cada uno de ellos no solo sorprenden con sus voces, si no que demuestran estar a la altura de un libreto particularmente exigente, desde una entregada Emily Blunt como la esposa del panadero, una convincente Anna Kendrick como Cenicienta o un canallesco y divertido Chris Pine como el Principe Encantador. Pero por encima de todos conviene destacar a una genial y entregadísima Meryl Streep, perfectamente caracterizada como la Bruja, convincente tanto en su versión más 'fea' como en la más glamurosa, y haciendo gala de una dotes vocales impecables (todo el que ha pasado por ello lo dice: cantar a Sondheim no es nada fácil, y pone al límite las capacidades cantoras de cualquier interprete).
En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? El libreto original y las
canciones, simplemente arrebatadoras ¿Lo peor? La nula imaginación que exhibe
Bob Marshall en la puesta en escena. Un musical tan original como éste, que
entremezcla elementos fantásticos, exigía un mayor poderío y riesgo en su
plasmación cinematográfica, pero su director dilapida cualquier posibilidad de
ofrecernos una GRAN película por el excesivo y temeroso respeto que muestra a
la obra original.
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