miércoles, 1 de octubre de 2014

ADIVINA QUIEN LO HIZO

“La ratonera”, una de las dos únicas obras teatrales de la reina del misterio Agatha Christie (la otra es “Testigo de cargo”, más conocida por la magistral adaptación cinematográfica de Billie Wylder de 1957, e interpretada por Tyrone Power, Marlene Dietrich, Charles Laughton y Elsa LAnchester) se estrenó en Londres en el año 1952 y ostenta el record de ser la obra teatral más representada de la historia; aún hoy día permanece en cartel en los teatros londinenses tras de más de 62 años y más de 25 mil representaciones ininterrumpidas.


Estos días se está representando en el teatro Apolo bajo la dirección de Victor Conde y con un reparto que incluye entre otros a Ferran Carvaja, Isabel Rocatti o Xavier Bertran.

Agatha Crhistie no solo es una de las más populares escritoras de misterio de todos los tiempos, sino que además ostenta el record Guinness de ser una de las escritoras más vendidas de la historia conjuntamente con William Shakespeare y la Biblia. Sin duda alguna buena parte de su popularidad se debe a la precisa construcción de sus novelas, que siguen siempre un clásica estructura de whodonit en la que su autora siempre se esforzó por jugar limpio con sus lectores, ofreciendo las pistas necesarias para que éstos fuesen capaces de desentrañar el misterio (es decir: encontrar el culpable del crimen) antes del desenlace de la obra. Christie no está considerada como una gran escritora en el sentido estrictamente literario, pero no puede negarse que se ha ganado con creces el favor y el cariño de su incontable legión de seguidores. Debo confesar por otro lado que yo nunca he leído ninguna de sus novelas y que conozco la mayoría de ellas por las adaptaciones cinematográficas y televisivas, algunas de ellas francamente recomendables como la citada testigo de cargo, “Asesinato en el Orient Express” (dirigida por Sidney Lumet en 1974 y con reparto de campanillas)  o “Muerte en el Nilo” (John Guillermin, 1978)

Pese a la cuidada construcción argumental de sus historias y el esmero que la autora poner en el retrato psicológico de sus personajes, las historias que plantea son en el fondo bastante simples y siguen siempre un esquema muy similar, incluso cuando plantea resoluciones un tanto rocambolescas como en el caso de la citada “Asesinato en el Orient Express” (resolución que no citaré no por hacer un spoiler de un final que, no se puede negar, resulta francamente original). Quizás por eso tengo mayor simpatía por una obra como “Testigo de cargo”, que arranca como un drama judicial y que se resuelve con un final tan inesperado como sorprendente en el que nadie es lo que parece ser.

“La ratonera” por el contrario sigue los esquemas más clásicos de las obras de Agatha Christie: un grupo de personajes encerrados en escenario único (en este caso un pequeño hotelito a las afueras de Londres, aislado del exterior por una ventisca), un crimen y un juego de posibilidades en los que se invita al lector/espectador a tratar de adivinar la identidad del asesino antes del desenlace. Por otro lado “La ratonera”, sin destacar precisamente por un originalidad, sí que lo hacer por la ajustada descripción psicológica de los personajes, algo habitual en su autora, como mencionaba más arriba. En este aspecto al dirección de Victor Conde es modélica, y uno de los aspectos más destacados de la adaptación que estos días se representa en el teatro Apolo de Barcelona es su cuidada ambientación, en la que decorado, música e iluminación se alían para ofrecer una atmosfera opresiva adecuada para la presentación y el desarrollo del misterio que nos propone la obra.

Pero poca objeción se le puede poner a la ambientación o la dirección de actores, otro aspecto más discutible sería el trabajo interpretativo. Joan Amargos pone entusiasmo en su enérgica interpretación del infantil y afeminado Chistopher Wren, mientras que Anna Gras-Carreño aporta la necesaria contención a su personaje; más anodinos me resultan Mariona Ribas, Aleix Rengel o Santi Ibáñez en sus respectivos papeles; Isabel Rocatti resulta sobradamente convincente en la piel del personaje más antipático de la obra, la señora Boyle; pero los papeles más destacables son los interpretados por Ferran Carvajal y Xavier Bertran, aunque por diferentes razones. Carvajal tiene tablas y lo demuestra componiendo un personaje muy matizado, el del sargento Trotter, y haciendo gala de una impecable expresión corporal; Bertrán, por otro lado, está en exceso sobreactuado en la piel del extravagante Paravicini y termina por resultar más irritante que gracioso.

Con todo la obra acaba resultando en su conjunto francamente disfrutable y realmente entretenida; cualquier amante de la obra de Agatha Christie le perdonará las por otro lado habituales trampas argumentales con las que la reina del misterio suele jugar con sus lectores.

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