Sin duda alguna Stephen King es uno de los escritores que
más se han adaptado a la gran pantalla. Prácticamente no hay novela suya que no
tenga su correspondiente versión cinematográfica o televisiva y su proyecto más
ambicioso, la saga de Roland de Gilead o “La torre oscura” está a la espera de
encontrar el productor y director adecuados que se atrevan a transformarla en
largometraje. Pese a que a menudo Stephen King es menospreciado como mero
fabricante de bet-sellers, tiene en su bibliografía alguna que otra novela
realmente apreciable, fundamentalmente dentro del género de terror. Y de hecho dos
de sus títulos gozan del beneplácito de la crítica especializada además del de
sus fans incondicionales: “El resplandor” y “El misterio de Salem’s Lot”.
Personalmente debo decir que son las únicas novelas de Stephen King que he
leído y debo admitir que no solo me gustaron, sino que además son dos de los
pocos relatos cuya lectura realmente me hizo pasar miedo.
Las novelas de Stephen King se venden, huelga decirlo, como
churros. Así que es fácil comprender que no pocos productores anden locos
tratando de adquirir sus derechos para la gran pantalla. Y no son pocos los
directores de prestigio que se han visto tentados en llevar sus novelas al
cine. En dicha lista figuran unos cuantos nombres de prestigio, y para muestra:
un botón.
Brian De Palma adaptó “Carrie” en 1976, para mayor gloria de
Sissie Spacek.
Tobe Hooper llevó “El misterio de Salem’s Lot” a la pequeña
pantalla en 1979, en forma de miniserie, y fue tal su éxito que en muchos países
(entre ellos España) se estrenó en cines en versión comprimida.
Stanley Kubrick ofreció su particular visión de “El
resplandor” en 1980, y pese al prestigio del director sigue siendo la
adaptación más controvertida por cuanto es la que más se aparta de la novela
original y tiene además el honor de ser repudiada por el propio escritor.
John Carpeter, auténtico especialista en el género fantástico
con títulos tan memorables como “Halloween” o “La niebla”, adaptó “Christine” en
1983.
David Cronenberg, otro maestro del fantastique, llevó a la pantalla grande “La zona muerta” en 1983.
Rob Reiner sería uno de los primeros directores en adaptar
una novela no fantástica de King en 1986, concretamente “El cuerpo”, que en su
versión cinematográfica se tituló “Cuenta conmigo”. Reiner repetiría en 1990
adaptando “Misery”.
George A. Romero, sobradamente conocido con su fijación con
el sub-género zombie, adaptaría “La mitad oscura” en 1993.
Bryan Singer, recién salido del éxito de crítica que supuso “Sospechosos
habituales” adaptaría “Apt pupil” en 1998; en España la película recibiría es
estúpido título de “Verano de corrupción”.
Frank Darabont acabaría convirtiéndose en un auténtico
especialista adaptando tres títulos de escritor: “Cadena perpetua” (título
español de “The Shawshank Redemption) en 1994, “La milla verde” en 1999 y “La
niebla” (nada que ver con la película de John Carpenter) en 2007.
Lawrence Kasdan, que como guionista ha participado en las
sagas de Indiana Jones y Star Wars, y que tiene en su filmografía un par de
títulos tan estimulantes como “Fuego en el cuerpo” y “El turista accidental”,
adaptaría “El cazador de sueños” en 2003.
Quizás sean estas que menciono las adaptaciones más
recordadas e incluso más valoradas del escritor de Maine, aunque también
podemos encontrar adaptaciones (más olvidables) de títulos como “Cujo”, “Los
chicos del maíz”, “Ojos de fuego”, “Cementerio de animales”, “It”, “El cortador
de césped”, “La tienda”, “Dolores Clairbone”,
“Corazones en la Atlántida”, “La cúpula”… De todas las obras de King
llevadas a la pequeña o gran pantalla, algunas lo han sido con mayor o menor
acierto, y personalmente, por mucha genialidad que pusiese Kubrick detrás de la
cámara, la mejores en mi opinión con “Carrie” de Bryan de Palma y la miniserie
televisiva de “Salem’s Lot”.
Aunque reconozco que “El replandor” es una gran película de
terror, habiendo leído la novela no puedo evitar sentir cierto resquemor por la
pobre adaptación que hizo Kubrick de la misma. El genial director británico no
podía limitarse a hacer un film de género, y más un mero film de terror, y
transformó el terrorífico relato de King en una pretenciosa disertación sobre
la naturaleza del mal, alterando (a peor) muchos de los pasajes del libro.
Puedo tolerar que cambiase la maza de criquet que usa Jack Torrance en la
novela por un hacha, porque visualmente resulta más impactante; pero resulta
intolerable que Kubrick consuma tanto metraje del film para narrar el regreso
del cocinero negro al Hotel Overlook para que Jack Torrance lo mate nada más
ingresar en el edificio (algo que no ocurre en la novela, donde dicho personaje
tiene más presencia y mayor protagonismo). En cambio la miniserie televisiva de
“Salem’s Lot” no solo es extraordinariamente fiel a la novela original, sino
que se benefició del buen pulso cinematográfico de un Tobe Hooper que venía de
cosechar el éxito con su grandguiñolesca “La matanza de Texas”, por no hablar
de la presencia sobria y regia de un inquietante James Mason.
“Carrie” es otra de las, en mi opinión, buenas películas
basadas en novelas de Stephen King. No puedo juzgarla como adaptación pues no he
leído la novela, pero Bryan De Palma supo jugar certeramente con las tres bazas
sobre las que se cimenta el film: la película teen, el film de terror y la
crítica a la imaginería religiosa tan cara al escritor de Maine. Además de su
habitual puesta en escena, siempre efectiva, De Palma supo sacar lo mejor de
sus dos protagonistas femeninas: Sissie Spacek, que obtendría su primera
nominación al Oscar de la academia por este papel, y Piper Laurie, inolvidable
protagonista femenina de “El buscavidas” que también obtendría una nominación
por papel de madre obsesiva y ultra-religiosas en este film. El film de De Palma,
que comienza como una clásica película de adolescentes y ambiente high school,
no escatima detalles en su visión oscurantista, crítica y ácida hacia el
fundamentalismo religioso católico (algo que suele estar presente en muchas
obras de Stephen King), y su tono melodramático da un giro inesperado en su
último tercio hacia el cine de terror en la ya famosa escena del baile de
graduación, con la imagen de Sissie Spacek cubierta de sangre que ya se ha
convertido en icónica.
En año pasado nos llegó de la mano de Kimberly Peirce una
nueva adaptación de la novela de Stephen King (que no pude ver en el momento de
su estreno y que he visionado recientemente), y podría decirse que no es una
mala película si no existiese la versión previa de Bryan De Palma. El caso es
que esta nueva película se antoja tan correcta como innecesaria, por cuanto no
aporta nada nuevo a la película de 1976. Como mucho unos más elaborados efectos
especiales, que es lo mínimo que podría esperarse de un remake hecho 38 años
después del film original. La combinación de película de adolescentes, film de
género y obsesiones religiosas ya estaban en el film de Bryan De Palma, y esta
nueva versión de Kimberly Peirce (directora del “Boys Dont’t Cry” que dio su
primer Oscar a Hilary Swank) no ofrece ninguna novedad ni en lo argumental ni
en lo visual. Incluso el “susto” final con el que se cerraba el film De Palma
se repite en este remake aunque con un enfoque intencionadamente más
sanguinario.
En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? Julianne Moore, esplendida
como siempre, perfectamente creíble en un papel excesivo y evitando en todo
momento caer en ningún tipo de histrionismo. ¿Lo peor? La constante sensación
de dejá vu que se respira en todo el
metraje.
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