lunes, 3 de marzo de 2014

THE SOUND OF MUSIC (8ª Parte)



Después del profundo avance que en cuanto a innovaciones musicales en el mundo de la banda sonora se produjo durante las décadas de los 60, 70 e incluso los 80, la década de los 90 no va a producir realmente novedades destacables sino más bien la consolidación de todos los cambios aparecidos en años anteriores. De hecho durante esos años los músicos que más van a destacar son aquellos que heredan la tradición impuesta mayormente por John Williams y Jerry Goldsmith. Es el caso, por ejemplo, de músicos como James Horner, James Newton Howard o Alan Silvestri, en cuya producción es fácilmente perceptible la influencia de los dos grandes maestros.

Si es cierto que de manera puntual veremos la aparición de músicos que de forma más o menos evidente se alejan de las corrientes que imperan en la producción musical cinematográfica. En algunos casos las nuevas propuestas llegarán de forma tímida, como es el caso del músico norteamericano Thomas Newman, uno de los hijos de Alfred Newman, compositor del clásico incontestable “Lo que el viento se llevó”, que aportará una sensibilidad muy new age en toda su producción.Y como muestra el bello y melancólico tema principal de "Camino a Perdición" (2002):


Pero quizás las aportaciones más destacables vendrán por parte de otra generación de músicos que incorporarán el minimalismo musical al mundo de la banda sonora. Ahí están ejemplos como los de “Powaqqatsi” (1988), compuesta por el americano Philip Glass ,o “El contrato del dibujante” (1982), del británico Michael Nyman. Nyman se convertirá en el músico habitual de muchos films de Peter Greenaway, en los que desarrollará casi hasta la extenuación algunas de la premisas del minimalismo, basadas sobretodo en la repetición constante de frases musicales, hasta que dejará a un lado su fijación por las melodías obsesivas para componer el que es posiblemente su trabajo más popular hasta la fecha: “El piano” (1993) de Jane Champion.


Desde la Europa del este y más concretamente desde Polonia nos llegará el clasicismo de músicos como Zbigniew Preisner, que se dará a conocer con la trilogía de Los 3 Colores de Krysztof Kieslowski, o Wojciech Kylar, cuyo trabajo más conocido es el “Drácula” (1992) de Francis Ford Coppola. Pero quizás algunas de las aportaciones más brillantes son las que nos llegarán desde el lejano oriente. Muy especialmente desde Japón.  

Desde el país del sol naciente nos han llegado las magistrales producciones de uno de los mayores genios del género de la animación, con permiso de Walt Disney: Hayao Miyazaki. Y esas películas han contado de manera casi invariable con la aportación musical de otro genio: Joe Isaishi. Es difícil quedarse con una sola de las bandas sonoras del maestro nipón, pero posiblemente una de las más hermosas de su carrera sea sin duda “La princesa Mononoke” (1997), producción de corte épico que combina aventura, fantasía y romanticismo y a la que Isaishi presta toda su sabiduría musical para ofrecernos un trabajo rico y complejo que aúna lo mejor de la tradición oriental y la occidental.


La música de cine continuará y continúa incorporando hoy en día nuevos talentos capaces de aportar ideas frescas al mundo de la composición cinematográfica. Del conjunto de nuevos valores que vienen desarrollando su trabajo en los últimos años, hay unos pocos que por talento e influencia podríamos destacar, pero para cerrar esta serie de artículos en los que he hecho un muy superficial y rápido repaso a la historia de la banda sonora, me voy a quedar con dos nombres: el alemán Hans Zimmer y el francés Alexandre Desplat.

Si bien los trabajos iniciales de Hans Zimmer destacaban por su uso de la electrónica, su estilo ha ido derivando hacia el sinfonismo, aunque sin descartar por completo el uso de sintetizadores en la orquesta. Su estilo destaca particularmente por su grandilocuencia y por el uso preponderante de la percusión. Aunque Zimmer no carece en absoluto de inspiración melódica, la mayoría de sus partituras suelen dar más importancia al ritmo. Entre sus trabajos más destacables conviene mencionar “Thelma y Louise” (1992), “El rey león” (1994, el único Oscar de su carrera hasta la fecha), “Gladiator” (2000), “El último samurái” (2003), “El caballero oscuro” (2008, en colaboración con James Newton Howard), “Ángeles y demonios” (2009) o “El hombre de acero” (2013). Pero quizás uno de los trabajos que mejor ilustran su estilo y la potencia de su concepción musical es “Inception” (2010), para el film de Christopher Nolan:


Por otro lado Alexandre Desplat podría situarse en las antípodas de Zimmer. El terreno donde mejor se mueve es el de la sutileza y Desplat destaca muy particularmente en la composición de melodías delicadas y cargadas de emotividad. Comenzó desarrollando su carrera en Francia y haciéndose habitual de directores como Jacques Audiar, pero su brillantez y su eclecticismo le han llevado a ser reclamado en toda suerte de producciones al otro lado del Atlántico. Drama, comedia, thriller, fantasía, animación, romance, cine independiente… Parece que no hay género que se le resista y Desplat siempre nos regala con aportaciones brillantes y originales en cada film en el que colabora, llegando a convertirse también en habitual de directores como Roman Polanski, Wes Anderson o Stephen Frears. Entre sus trabajos más memorables habría que mencionar “La chica de la perla” (2003), “Birth” (2004), “El velo pintado” (2006), “The Queen” (2006), “Deseo, Peligro” (2007), “El curioso caso de Benjamin Button” (2008), “Crepúsculo: Luna Nueva” (2009), “Harry Potter y las reliquias de la muerte” (2010), “El discurso del rey” (2010), “El árbol de la vida” (2011), “Tan fuerte y tan cerca” (2011), “Moonrise Kingdom” (2012) o “Philomena” (2013), por la que acaba de recibir su cuarta nominación a los premios Oscar. Me resulta harto difícil escoger un único título de uno de mis compositores favoritos, y más cuando se trata de uno que hace gala de tamaño eclecticismo, pero por desmarcarme un poco del tópico escogeré uno de sus temas para la saga Crepúsculo,  uno que precisamente viene a demostrar que se puede componer una bella y espléndida banda sonora para un film mediocre:

 
Despido con Alexadre Desplat esta serie de artículos sobre el mundo de la música de cine. Más que un repaso pormenorizado de la historia de la banda sonora (como decía cuando empecé estas entradas en el blog, no solo se necesitaría una enciclopedia para hablar de música de cine sino también un talento y conocimientos mayores de los que poseo), estos artículos no pretendían más que ser una especie de anecdotario sobre un tema que a mí personalmente me apasiona. Si habéis llegado hasta aquí espero que hayáis disfrutando leyéndolos… y escuchándolos.

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