Este blog empezó siendo una especie de diario personal. Luego empecé a hablar comics, de teatro, de literatura fantástica, y sobretodo de cine, mucho cine. Al final se ha acabo convirtiendo en un compendio de reseñas y "estudios" de temas diversos, casi siempre relacionados con el 7º ARTE
sábado, 26 de diciembre de 2015
EN UNA GALAXIA MUY, MUY LEJANA... (2ª parte)
Terminaba la primera parte de este artículo con una pregunta: ¿qué es lo que nos ofrece esta nueva entrega cinematográfica de la saga de "Star Wars"? La pregunta correcta hubiese sido: ¿qué es lo que nos debería haber ofrecido? Y la respuesta correcta hubiese sido algo así como 'un soplo de aire fresco'. ¿Es realmente eso lo que podemos encontrar en este "El despertar de la fuerza"? En mi humilde opinión: no.
Confieso que salí del cine entusiasmado después de haber visto la película, pero una vez dejando macerar la impresión inicial y viéndolo todo con la necesaria perspectiva, tengo que admitir que este episodio VII no solo no colma las espectativas puestas en la figura de J. J. Abrams, sino que incluso en ciertos aspectos puede resultar algo decepcionante.
Abrams pertenece a esa generación de directores y guionistas que, como Joss Whedon o Alan Ball, se han formado en la televisión para luego dar el salto a la gran pantalla. El medio televisivo ha sido durante mucho tiempo la hermana fea de la producción cinematográfica, considerado un medio menor y con menos capacidad para sorprender, atado siempre por las imposiciones que implican unos más ajustados tiempos de realización y unos más limitados recursos económicos. Cuando un ya consagrado David Lynch accedió a producir y dirigir una serie televisiva, el resultado fué "Twin Peaks", un producto de qualité que terminó convirtiéndose en serie de culto y que iba a renovar el medio, demostrando que se podían hacer cosas atrevidas, sugerentes e interesantes en la pequeña pantalla. De aquí a unos años, y gracias sobretodo al buen hacer de productoras como HBO, Netflix o Showtime, la pequeña pantalla ha dejado de ser la fea del baile para demostrar que es capaz de ofrecer series que, en cuanto a interés, riesgo o atrevimiento (a veces incluso en cuanto a medios), poco tienen que envidiar a muchas grandes producciones cinematográficas. J. J. Abrams es uno de los directores que más han contribuido a dignificar el medio televisivo, pero sobretodo a hacerlo popular y convertir sus series en auténticos productos de culto, gracias a teleseries como "Alias", "Fringe" y muy especialmente "Perdidos".
Abrams, al igual que Whedon o Alan Ball, ha desmostrado saber moverse muy bien en el medio televisivo. Son creadores que exhiben una enorme habilidad sobretodo en la descripcion de personajes, y precisamente la televisión, con su estructura por temporadas de varios capítulos, les da la oportunidad de hacer evolucionar a esos personajes, ofrecer giros inesperados de guión, llevar a dichos personajes por situaciones nuevas, logrando que de una temporada a otra crezcan, cambien, evolucionen, sorprendan... ¿Qué ocurre entonces cuendo se tienen que hacer cargo de una producción cinematográfica? Primero que el espacio que tienen para desarrollar un personaje es mucho menor, y por consiguiente la descripción del mismo es muchas veces más esquemática; segundo que cualquier producto cinematográfico se encuentra atado en mayor o menor medida a la servidumbre de contentar a un público masivo, por lo que a veces el espacio necesario para desarrollar un personaje lo tienen que ceder a las inevitables escenas de acción, y más si hablamos de películas como "Misión Imposible", "Los Vengadores" o "Star Trek". En el caso concreto de Abrams pienso que como director aún tiene mucho que demostrar. No veo que sea un director con un sello personal, ni en la forma de dirigir, ni en la forma de abordar las historias que nos trata de vender. Quizás sea debido a que, hasta la fecha, en el cine no ha hecho más que ejercer de mero artesano al servicio de las ideas de otros. No vi nada novedoso en la tercera entrega de "Mission Imposible" que no hubiesen ofrecido Brian de Palma o John Woo en los episodios anteriores; y su "Super 8" no pasaba de ser un ejercicio nostálgico en el que metía en un mismo saco todas las constantes propias del cine de los 80 (ahí estaban Spielberg, Lucas, "E.T", Joe Dante, "Exploradores", Richard Donner, "Los Goonies" o "Encuentros en la 3ª fase" mezclados todos en un batiburrillo simpático pero carente de originalidad). Le concedo a Abrams que tiene buena mano para la descripción de personajes y que sabe filmar secuencias de acción, pero aún tiene que ofrecernos un producto verdaderamente personal para que podamos valorar objetivamente su capacidad como realizador de cine. No habrá quién se apresure a reivindicarr su acercamiento al universo de "Star Trek", en el que prescindió del espírito humanista de Gene Roddenberry para apostar por el espectáculo lúdico, es decir: acercarse a George Lucas y a Star Wars. No diré que con ello no logró un film espectacular, dinámico y sumamente entretenido, pero en absoluto personal u original. Pese o todo, posiblemente fueron sus dos films sobre "Star Trek" los que le abrieron las puertas a poder dirigir "Star Wars. El despertar de la fuerza".
Como decía más arriba, he necesitado un tiempo para ver las cosas con la debida perspectiva, y cuando más pienso en ello, más defectos le encuentro a este último film de J. J. Abrams. Hay aspectos en él que son irreprochables: los efectos especiales (prodigiosos), el diseño de producción, la música (superlativo John Williams)... Pero otros flojean de manera notable, y el principal de ellos: el guión, con algunas lagunas, trampas e inconsistencias que son sencillamente imperdonables. Es obvio que Abrams ha buscado un film lo más equilibrado posible, intentando contentar a los fans más acérrimos de la saga y al mismo tiempo a las nuevas generaciones que han encumbrado sagas cinematográficas como "Crepúsculo", "Los juegos del hambre" o "Divergente". En este sentido lo que se nos ofrece es un film híbrido, que satisfará, creo yo, más al público adolescente que no a los fans de toda la vida, los que disfrutamos los estrenos de "La guerra de la galaxias", "El imperio contrataca" o "El retorno del Jedi" en salas de cine en nuestra infancia. Para empezar el film concede tan solo el protagonismo justo y necesario a Luke, Han y Leia. De acuerdo que han pasado casi 40 años desde el estreno de "Star Wars", y que Mark Hammil, Carrie Fisher y Harrison Ford, ya tienen cierta edad y no están para muchas acrobacias. Es justo reconocer que Ford es quién mejor ha soportado el paso del tiempo y quién mejor ha sabido explotar su condición de estrella, pero hubiese sido demasiado pedir que un trio de actores que ya han superado los 60 años aguantasen ellos solos el peso protagonista de un blockbuster de ciencia-ficción. No por ello algunos (e mi caso) lamentamos que no se haya reservado un peso más específico al los protagonistas de la saga original, a fin de cuentas "El despertar de la fuerza" es el inicio de una nueva trilogía concebida como una secuela de aquella. Y quién dice Luke, Leia o Han, también podría mencionar a Chewbacca, C-3PO, R2-D2 o incluso Lando Calrisian. Abrams es bien consciente de ello y por esa razón ha buscado un nuevo elenco protagonista no solo capaz de llevar el peso del film, sino también capaces de resultar creibles en sus papeles de aventureros espaciales. En este sentido hay que admitir que Daisy Ridley, John Boyega, Adam Driver o Oscar Isaac cumplen sobradamente. Sus personajes están bien descritos, tienen carisma y resultan interesantes, pero...
Peros, hay unos cuantos. Para empezar aunque carisma no les falta, es obvio que son personajes diseñados para contentar al público adolescente, especialmente Ray y Finn. Decía antes que son personajes bien descritos, y así lo pienso, pero lo que no está tan bien explicado son sus motivaciones. Finn ha sido criado y aleccionado como soldado de asalto desde niño, pero de vueltas a primera, sin explicación aparente alguna, de forma totalmente caprichosa y gratuita, descubre su conciencia y decide desertar y ayudar a los rebeldes. ¿Porqué? La película no se molesta en explicarlo y por eso la forma de actuar de Finn acaba despertando recelos en cualquier espectador mínimamente exigente, no porque no resulte simpático, sino porque no se entienden sus motivaciones. Por otro lado Rey, que juega a ser el personaje misterioso, acaba por resultar distante y no conectar del todo con el público. ¿Qué secretos oculta? ¿Porqué está en el planeta Jakku? ¿A quién se refiere cuando habla de esa/s persona/s a la/s que espera? Es obvio que Lucas y su equipo de guionistas se guardan un as en la manga que acabará relacionando a Rey con la familia Skywalker, y por eso le concedemos el beneficio de la duda, pues habrá que ver aun cual será su evolución en las 2 próximas entregas. Pero eso no evita que su evolución a lo largo de este film sea gratuita y caprichosa. Para muestra, un botón: los caballeros Jedi necesitan de años de entrenamiento para dominar la fuerza y manejar un sable laser; los necesito Obi Wan Kenobi, los necesitó Darth Vader, los necesitó Luke Skywalker... pero a Rey solo hace falta que le pongan un sable laser en la mano para que derrote a un guerrero entrenado en la fuerza como Kylo Ren. Se podrá explicar de mil maneras, pero todas ellas supondrán siempre un insulto a la inteligencia del espectador y sobretodo a la inteligencia del fan versado en la saga. Sobre Poe Dameron poco se puede decir pues su presencia al final acaba resultando más bien anecdótica, amén de que el recurso de hacerlo desaparecer de la historia para luego recuperarlo de forma pretendidamente sorprendente demuestra una notable pereza por parte de los guionistas. De l resto de personajes poco se puede decir: Maz Kanata es una suerte de remedo femenindo de Yoda; la capitana Phasma es una mera escusa para vender muñequitos de Star Wars; el general Hux no le llega a la suela de los zapatos del general Tarkin (imponente presencia la del añorado Peter Cushing); el lider supremo Snoke aún falta ver si será un enemigo a la altura de las expectativas o un mero bluff... La única excepción es BB-8, la más carismática de las nuevas incorporaciones, y con un acertado y original diseño, aunque lamento que su incorporación haya aparcado a los imprescindibles C-3PO y R2-D2. Debo mencionar expresamente el uso vergonzante que se hace de este último, que aparece como mero florero para resucitar via deus ex machina a capricho del guionista.
Quizás la mejor aportación de Abrams a la saga radique en el hecho de haber intentado recuperar el espíritu artesanal con el que fueron concebidos los films que integran la saga original, de ahí que alterne efectos mecánicos (algunas de las marionetas utilizadas en el film son intencionadamente obvias) con otros diginales (sin los cuales no hubiesen podido ser concebidas algunas de las imágenes del film). Pero a Abrams le pierde el exceso de reverencia hacia la saga original, hasta el punto de que este "Despertar de la fuerza" parece en ocasiones un remake encubierto de aquel primer "Star Wars" estrenado en 1977. Sin duda alguna el mejor momento del film es aquel del que no puedo hablar abiertamente sin incurrir en 'spoilerar' la idea más arriesgada de esta entrega. Los que han visto ya el film sabrán a qué secuencia me refiero; la forma en como se resuelve esa escena, que involucra a Han Solo, Kylo Ren, Rey y Finn, es quizás el único aporte verdaderamente original de este film, en el sentido de que nos propone una lectura alternativa sobre la lucha entre la luz y la oscuridad: recordemos que Anakin Skywalker, en "La venganza de los Sith", tenía que contra la influencia creciente del lado oscuro, que amenazaba con consumirle, y al cual terminaba por someterse consumido por su deseo de venganza (su madre había sido asesinada en el "El ataque de los clones" sin que Anakin hubiese podido hacer nada por salvarla); Kylo Ren en cambio contra lo que lucha es contra la influencia creciente de la luz, que le desgarra interiormente, pues el ha asumido de una manera voluntaria y consciente su sumisión al lado oscuro de la Fuerza. El duelo moral interno al que se enfrenta Kylo Ren se desarrolla paralelamente a la escena en que Rey y Finn tienen que evitar que el cañón del planeta-arma Starkiller consuma por completo el sol, cuya luz va menguando paulatinamente, dotando así a toda la secuencia de una evidente carga metafórica.
Sin embargo, dejando a un lado esa metafora visual de indudable fuerza, pocos momentos más logran sorprendernos en este nuevo film de la saga. Todo obedece en major o menor medida a una sensación de dejá vu. Hay un aspecto que George Lucas cuidó mucho incluso en las 3 entregas más denostadas de la saga: la descripción de nuevos mundos. Si en la saga original conocimos los mundos de Tatooine, Hoth, Dagobah, Bespin o Endor, en las 3 entregas de la nueva trilogía el universo de Star Wars se expandió con la ilustración de Naboo, Kamino, Geonosis, Coruscant, Kashyyyk o Utapau, todos ellos descritos de forma pormenorizada y tratados con un caracter personal y único. Abrams, en cambio, se muestra incapaz de ofrecer una imagen novedosa de lo que es un universo tan rico y complejo como es el de Star Wars. Así pues Jakku recuerda demasiado a Tatooine, Takodana es muy parecido a Endor y el planeta-arma de la Starkiller es un mundo helado similar Hoth. Todo ello refuerza aún más la idea de que este nuevo film es una especie de remake/remedo de los episodios IV y V. De forma similar a cuando Brian Synger abordo su "Superman Returns", concibiéndolo como una secuela apócrifa del primer film de Richard Donner, Abrams es incapaz de asumir el riesgo de tratar de ir más allá de lo que ya nos ofrecieron Lucas, Kersnher o Marquand en los films anteriores, y limitándose a tratar de recopilar y repetir todos los aciertos de aquellos. "Star Wars. El despertar de la fuerza" es un buen film, sumamente entretenido y visualmente impactante, pero no está a la altura de las expectativas creadas. Quizás su mayor virtud sirva para reivindicar los aciertos (que los hay) de la 2ª trilogía dirigida por George Lucas. Es un buen film, pero podría haber sido un film grandioso. Lástima.
En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? Tres cosas: 1º: Harrison Ford, puro carisma; 2º: la partitura de un John Williams superlativo, y que demuestra que pese a su edad está en mejor forma que la mayoría de los compositores cinematográficos actuales; 3º: los efectos especiales, extraordinarios. ¿Lo peor? El guión, lleno de lagunas, de inconsistencias y de giros carprichosos e injustificados. Lástima que no se haya invertido el mismo tiempo en pulirlo del que se ha invertido en lograr la excelencia de su diseño de producción.
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