martes, 10 de febrero de 2015

CON 'G' DE GANADOR

Los Oscars, ya lo sabemos, no son otra cosa que una fiesta de autopromoción de la industria cinematográfica norteamericana. Los franceses, que también tiene un marcado sentido del ‘patriotismo’ para este tipo de cosas no tardaron mucho en montar su propia fiesta del cine: los Cesar. Y después vendrían los ingleses con sus Bafta. ¿Por qué no iba el cine español y catalán a crear sus propios premios para promover la rentabilidad comercial del cine que hacemos aquí? Pues para ese se han creado los Goya y els Premis Gaudí de Cinema.

Por mucho que se quiera darle un carácter propio tanto a los Premios Gaudí como a los Goyas, no dejan de ser una copia de los Oscar americanos solo que trasladados a la idiosincrasia catalana y española respectivamente. Pero ese carácter supuestamente original no va más allá del hecho de utilizar chistes y modismos locales para satisfacer al espectador patrio. Nada que objetar al respecto. Si bien si nos ponemos a comparar y otra ceremonia, contrasta la austeridad y agilidad de la entrega de los Premios Gaudí con la ceremonia normalmente laaaaaaaaaaaaaaaaaaaarga y tediosa de la entrega de los Goya (más tediosa aún si cabe que la de los Oscar). Y es que si de algo pecan los Goya es de que hay demasiados premios (actor revelación, dirección novel, bla, bla, bla) que son tan innecesarios como discutibles (se ha entregado no pocas veces el premio al actor/actriz revelación a veteranos que llevan un tiempo considerable deambulando por los escenarios). Otro efecto que se le puede sacar a los esopañolísimos Goya es el hecho de que por aquello de ampliar la cuota de películas premiable meten en un mismo saco a producciones que deberían optar a premio en otras categorías. ¿O es que alguien me va a discutir que “Relatos salvajes”, que opta al premio a mejor película, es una película íntegramente argentina por mucho que tenga participación española en su producción? ¿Por qué no limitar su participación a la categoría a mejor película hispanoamericana (premio que ganó), dejando que fuesen otras producciones las que optasen al galardón máximo?

En la última ceremonia de los Premios Goya de la Academia Española de Cine la gran triunfadora de la velada ha sido sin duda “La isla mínima”, que no solo ha acaparado el mayor número de premios sino que se ha llevado a casa los más importantes, entre ellos el de mejor película, mejor director (para Albert Rodriguez) y mejor guion original. Nada que objetar pese a que competía con pesos pesados como “El niño” (uno de los éxitos de taquilla del año), “Magical girl”(que ha cautivado a la crítica especializada), “Loreak” (que tuvo muy buena acogida en San Sebastian) y “Relatos salvajes” (seleccionada por Argentina para competir en los Oscar a la mejor película extranjera). Y digo nada que objetar porque en su momento, ya dije que “La isla mínima” me parece uno de los mejores films españoles que he visto en años, así pues no repetiré mis elogios y dejo aquí el enlace a mi comentario previo de la película. Resaltar que el trabajo de Albert Rodriguez en la dirección se ha impuesto (merecidamente) al de Daniel Monzón (“El niño”), Carles Vermut (“Magical girl”) y Damián Szifron (“Relajos Salvajes”).

Los premios a los mejores actores se los llevaron: Javier Gutierrez como actor principal por “La isla mínima” (merecidísimo, aunque tampoco hubiera discutido que se lo hubiesen dado a su compañero de reparto Raúl Arévalo); Bárbara Lennie como actriz principal por “Magical girl”; Karra Elejalde como actor de reparto por “8 apellidos vascos” (aunque yo prefería el Eduard Fernández de “El niño”) y Carmen Machi como actriz de reparto por “8 apellidos vascos”, lo cual no deja de tener mérito que a una le den un premio por hacer… de ella misma (Elejalde es el único intérprete de “8 apellidos…” que hace un trabajo mínimamente meritorio).

Y luego vienen toda una serie de premios estúpidos que en mi opinión solo están para hacer más larga una ceremonia que en realidad necesita que la sinteticen, y así de paso repartir más premios para que nadie se vaya a cas sin el suyo. El Goya a la dirección novel se lo llevó Carles Marques-Marcet por “10.000 km.”; el Goya al actor revelación se lo dieron a Dani Rovira, presentador de gala, por poner cara de atontado durante todo el metraje de “8 apellidos…”, y no sé si es mejor que se lo hayan dado a él o que se lo hubiesen dado a Jesús Castro, que sí, que es muy guapo y tiene una mirada de esas que desarman, pero que de momento solo ha demostrado que hace muy bien de sí mismo y no tiene necesidad (de momento) de quitarse de encima su acento gaditano; yo hubiese apostado por David Verdaguer, pero claro, es catalán… . El premio a la actriz revelación se lo llevó la guapa Nerea Barros por “La isla mínima”, pero la curiosidad está que una de sus competidoras era la inglesa Natalia Tena, que debutó en cine en el 2002 y que es sobradamente conocida de los espectadores españoles por sus participaciones en la saga de “Harry Potter” o en la serie de televisión “Juego de tronos”, una actriz ‘revelación’ con más de 10 años de carrera a sus espaldas.

Otros premios destacables son el Goya a la mejor película de animación a “Mortadelo y Filemón contra Jimmy el cachondo” (el film de Javier Fesser no tenía competencia posible); el también merecidísimo Goya a la mejor fotografía a Alex Catalán por su estupendo trabajo en “La isla mínima”, y el Goya al mejor sonido a los ya habituales Sergio Bürmann, Marc Orts y Oriol Tarragó por “El niño” (también se llevaron el premio Gaudí en la misma categoría).

El Goya a la mejor película hispanoamericana fue a parar a “Relatos salvajes”, mientras que el de mejor película europea fue para “Ida”, representante polaca en los Oscars de la categoría de mejor película de habla no inglesa.

Algunos medios se han lamentado que el film de Carles Vermut, “Magical girl”, no obtuviese mayor reconocimiento, pero la propuesta de Vermut no es apta para todos los paladares y difícilmente a un film tan extraño y tan personal se hubiese beneficiado demasiado un alud de premios. Por otro lado tampoco se han decantado por la apuesta más comercial y más convencional entre las competidoras: “El niño”. No niego que el film de Monzón está bien filmado y es francamente entretenido, pero sus virtudes están muy por debajo de las que exhibe la película de Albert Rodriguez, en mi opinión la justa ganadora.
Cambiemos pues de evento y de localización geográfica, pero sin dejar de hablar de premios de cine, y echemos ahora un vistazo a los últimos Premios Gaudí de Cine.

Siempre he tenido la impresión que sin estar necesariamente politizados, los Gaudí son muy de ‘barrer para casa’, y sino no hay más que echarle un vistazo a las películas que fueron nominadas al premio de ‘Mejor película EUROPEA’, en las que junto a la polaca “Ida” y la italiana “La gran belleza”, competían las españolas “Magical girl” y “La isla mínima”. El premio se lo llevó la polaca, lo cual no deja de tener una segunda (y muy irónica) lectura en clave política.

El Gaudí a la mejor película se lo llevó finalmente “Rastres de Sándal”, derrotando a “Born”, “L’altra frontera” y “Stella Candente”; el premio a la mejor película de habla no catalana se lo llevó la por otro lado muy catalana (a nivel de producción) “10.000 km.” Desbancando a “Hermosa juventud” y dos de los éxitos en la taquilla española del pasado año: “El niño” y “Rec 4”. “10. Km.” también se hizo con los premios a la mejor dirección (a Carles Marques-Marcet, que se hizo con el premio por delante de Daniel Monzón -“El niño”-, Jaime rosales -“Hermosa juventud”- y Lluís Miñarro -“Stella Candente”-), mejor guion, mejor actriz principal (Natalia Tena) y mejor actor  principal (David Verdaguer). El catalán David Verdaguer lo tenía fácil para arrebatarle el premio a incomprensiblemente  nominado Jesús Castro (que no deja de ser una cara bonita y que todavía tiene mucho que demostrar a nivel actoral), pero escuece  un poco que se haya impuesto por encima del excelente (y gallego) Luis Tosar de “El niño”; Eso sí, el catalán Eduard Fernández se hizo con el premio a mejor actor secundario por su trabajo en “El niño”.

La gran triunfadora del evento fue sin duda “10.000 Km.”, film que demuestra que con solo 2 actores, 2 escenarios (reales), 2 portátiles y cuatro duros se puede hacer una película y además conseguir que ésta obtenga el favor del público. El film de Marques-Marcet nos habla de una relación sentimental marcada por la distancia (los 10.000 kilómetros del título), en la que los dos miembros de la pareja se ven forzados a comunicarse a través de Skype. La sencillez y la honestidad son sin dudas las mejores bazas de un film minimalista en términos de producción, un film que no sería el mismo de no contar con la complicidad de sus dos actores. David Verdaguer está simplemente bien, correcto, pero Natalia Tena está realmente fantástica y demuestra su capacidad interpretativa siendo capaz de comunicar un amplio rango de emociones solo con su rostro enmarcado en la pantalla del ordenador.  Es de agradecer que Marques-Marcet haya optado por un final que no es ni feliz ni amargo, y que en el fondo no resuelve nada y da todas las respuestas, pero que por eso mismo resulta más veraz.

No puedo valorar “10.000 Km.” comparándola con el resto de sus competidoras, pues no las he visto, pero siendo una película estimable, tampoco la encuentro ni sorprendente ni particularmente brillante.

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