miércoles, 25 de febrero de 2015

TODO POR LA PATRIA


Clint Eastwood es sin lugar a dudas uno de los directores americanos más respetados por la industria. Además de su indudable calidad como realizador Eastwood tiene fama de cumplidor. Como director siempre ha destacado por su eficiente forma de dirigir y su habilidad para reducir la duración de los rodajes y mantener el presupuesto bajo control. Además es un excelente director de actores y usualmente logra una excelente química con los interpretes con los que trabaja (nadie ha logrado sacar mejores registros interpretativos de actrices como Hilary Swank o Angelina Jolie), que se transmite, según dicen, en una sensación general de ‘buenrollismo’ durante las sesiones de rodaje. A ello contribuye también el hecho de que normalmente no deja que los actores  ensayen y busca siempre que todas las escenas se completen en la primera toma.

Clint Eastwood debutó en las labores de realización en el año 1971 con el film “Escalofrío en la noche”, y es considerado por muchos como el último clásico del cine americano actual. Buena prueba de ello es el comedimiento y el clasicismo formal del que hace gala en su puesta en escena, siempre sobria, sin arrebatos esteticistas ni florituras de ningún tipo, sin hacer uso de movimientos de cámara superfluos o encuadres excéntricos.

Por todas esas razones Clint Eastwood es un director muy apreciado tanto por la industria como por la crítica y buena parte del fandom, que se mantiene siempre fiel al director californiano, que debutó en 1955 como actor y con el tiempo se ganó la confianza de directores como Sergio Leone y Don Siegel, que acabaron convirtiéndose en sus mayores influencias cuando comenzó a destacar en la labores de realización.

La suya es una carrera casi modelíca, que tras su debut a principios de los años 70 fue labrándose sin prisa pero sin pausa, hasta llegar a mediados de los 80 y llamar la atención de la crítica especializada primero con “El jinete pálido” (1985), pero sobre todo con “Bird” (1988). La consagración definitiva le llegaría con “Sin perdón” (1992), obra maestra indiscutible y para mí la mejor película de toda su filmografía, a la que seguirían títulos tan estimables como “Los puentes de Madison” (1995), “Million Dollar Baby” (2004)  o “Cartas desde Iwo Jima” (2006).”Gran Torino” (2008) será el último film en el que Eastwood simultaneará las labores de actor y director, y quizás sea su última gran película, tras la cual su carrera entrará en un declive creativo jalonado con films irregulares cuando no claramente insatisfactorios como “Invictus” (2009), “Más allá de la vida” (2010), “J. Edgar” (2011) o “The Jersey Boys” (2014).

En el terreno personal Eastwood no ha ocultado nunca sus filias políticas, apoyando mayormente al partido republicano y siendo bastante crítico con la administración Obama. Y aun así le director nacido en San Francisco puede considerarse una rara avis entre los republicanos, pues ha apoyado abiertamente y sin tapujos posiciones tan controvertidas como el derecho al aborto, el matrimonio homosexual, la igualdad entre hombres y mujeres o el control de las armas de fuego. En cualquier caso él mismo se ha considera un libertario, “demasiado individualista para considerarse de derechas o de izquierdas, un liberalista social y un conservador fiscal” (sic), declaraciones que me recuerdan un poco a las que hizo en su día Alfred Hitchcock cuando le preguntaron por sus afiliaciones políticas, a lo que él respondió  que se consideraba liberal en lo que concernía a su postura social, pero conservador en lo concerniente a su bolsillo.

Sacar a colación el posicionamiento político de Clint Eastwood viene a cuento pues su último film estrenado entre nosotros, “El francotirador”, es quizás el más abiertamente político de su carrera y sin duda el más controvertido. Conviene puntualizar que el título inglés del film es “American Sniper”, con con lo cual se enfatiza su supuesto caracter patriotero, y que se ha convertido en uno de los mayores éxitos de taquilla de la filmografía de su director.

“El francotirador” adapta un libro autobiográfico de Chris Kyle, miembro de los Navy SEAL estadounidenses (uno de los cuerpos de élite del ejército americano) y considerado el más mortífero francotirador de la historia del ejército americano, autor de más de 160 muertes reconocidas. Kyle se convirtió en una auténtica leyenda entre sus compañeros gracias a su letal puntería, y es considerado un auténtico héroe nacional en su país, especialmente en el estado de Texas del que era oriundo, y los estados que conforman el llamado cinturón católico, los más conservadores de los Estados Unidos. El film nos muestra las diversas incursiones que Chris Kyle llevó a cabo en terreo irakí, antes de volver a casa y ser asesinado con un marine al que trataba de ayudar y que sufría de esquizofrenia.

Analizada desde un punto de vista estrictamente cinematográfico la película es modélica y sigue las pautas habituales en la filmografía de Eastwood: la contención narrativa, la eficacia en la exposición argumental, la matizada descripción de los protagonistas… Eastwood se muestra francamente resolutivo en la filmación de las escenas de acción, que están filmadas sin ningún tipo de excesos, y consigue de Bradley Cooper la que quizás sea su mejor interpretación de su carrera (valedora de una nominación en los Oscars del presente año), quién tubo que transformarse físicamente (engordó 18 kilos de puro músculo) para parecerse lo más posible al verdadero Kyle. Pero también es justo mencionar el gran trabajo de Sienna Miller dando vida a la esposa de Kyle.

Sin embargo si analizamos el film desde otro punto nos vamos a encontrar terreno abonado para la polémica. El posicionamiento de Eastwood en este film es francamente ambiguo y nada claro. Buena parte de la crítica y los fans han defendido la visión del director alegando que encierra un alegato antibelicista, pero yo no estoy de acuerdo. La mirada de Eastwood en este caso es distante y objetiva, sin tomar partido y limitándose a narrar los hechos. En cierta forma estaría con consonáncia, pues, con la postura que defendió en su día el escritor Robert A. Heinlein a propósito de acusaciones vertidas contra él sobre su aparente glorificación de la guerra: Heinlein venía afirmar algo así como que la guerra es un ‘mal innecesario pero soportable’, es decir, que aunque la guerra es algo deplorable, a veces es inevitable, y es entonces cuando uno debe tomar partido y defender los ideales del bando en el que se posiciona, y por lo tanto ser consecuente y defender el heroísmo de aquellos que luchan con/por nosotros. “El francotirador” no es un film que glorifique la querra, pero tampoco puede considerarse una película antibelicista, pues no hay en el mismo un posicionamiento a favor o en contra. O al menos no un posicionamiento claro. Más bien se podría argumentar que hay una defensa sin fisuras de las acciones bélicas llevadas a cabo por los Estados Unidos en su lucha contra el terrorismo. Nadie (salvo los fanáticos que lo perpetran) osaría negar que el terrorismo es un lacra que hay que erradicar, pero lo fácil es asumir una posición de fuerza que da la superioridad militar y en base a ella erigirse en 'salvador del planeta' y 'valedor de los derechos internacionales'. Lo verdaderamente complejo, lo que requiere un mayor esfuerzo, es tratar de comprender el porqué de las acciones terroristas, el verdadero origen y motivación de dichas acciones, y llegar a la conclusión de que el terrorismo tiene su origen en muchos actos llevados a cabo por el mundo occidental, cuya legalidad o incluso moralidad está en entredicho. No existe esa mirada autocrítica en esta película.

Tampoco está clara la mirada que Eastwood arroja sobre el personaje de Chris Kyle, pues el director no lo cuestiona en ningún momento y se limita a tratar de ofrecer una mirada lo más objetiva posible, manteniendo la distancia ideológica y permitiendo que sea el espectador quién lo juzgue. En el film Chris Kyle es presentado como un soldado entregado y eficaz, cuyo patriotismo raya en lo obsesivo y le impide contemplar a sus enemigos desde una perspectiva más comprensiva o a su propio pais con una mirada más crítica. En este sentido el film no puede ser más maniqueo, pues al mismo tiempo que presenta a Kyle como un personaje de una sola pieza, al menos en su actuación como militar, la visión que ofrece de los iraquíes no puede ser más negativa. Ni el personaje de Kyle ni el director del film llegan a cuestionarse en ningún momento la legalidad, moralidad o conveniencia de la actuación militar estadounidense en terreno iraquí, del mismo modo que no hacen esfuerzo por tratar de comprender qué es lo que ha llevado al pueblo iraquí a participar en esta guerra. En este sentido no puede ser más deplorable la imagen que ofrece de un personaje como “El carnicero”, personaje ficticio creado para la película y cuyo apodo lo dice todo; como cuestionable e innecesaria es la imagen que en un momento del film se ofrece de las torturas sangrientas llevadas a cabo por dicho personaje. Si el director ha tratado de mantener cierta objetividad al retratar el personaje de Kyle o el papel del ejército americano, ¿Por qué no ha mantenido la misma objetividad al ofrecer su visión sobre el pueblo iraquí al que tacha inequívocamente de sanguinario y fanático? Esa falta de visión crítica es comprensible en Kyle, pues actúa como un soldado que se limita a cumplir órdenes sin cuestionarlas en ningún momento, pero quizás cabría esperar un posicionamiento más claro por parte de Eastwood.

Curiosamente es en el terreno doméstico y no en el militar dónde el personaje de Kyle presenta más aristas, pues es en su hogar, en compañía de su mujer y sus hijos, donde se muestra más limitado e incómodo, y se ve impelido por una cierta necesidad de volver al campo de batalla, de manera similar al protagonista de “En tierra hostil”,  aunque a diferencia de aquél, que mostraba una clara e insana adicción al riesgo, a Chris Kyle lo que le impulsa a volver a Irak es un desmesurado sentido del deber que por momentos podría confundirse con sed de venganza. Es quizás en la dualidad entre el Kyle marido y el Kyle soldado  donde aparecen los apuntes más interesantes de este film, si bien Eastwood ha optado por limar cualquier aspereza en torno al personaje. La película evita mostrar ciertos aspectos del mismo que podrían dar lugar a una lectura más controvertida del soldado Chris Kyle, pues a su regreso de las misiones en Irak, Kyle no solo escribió una biografía en la que se vanagloriaba de sus ‘hazañas’ bélicas, en contra de las recomendaciones de sus superiores que demandaban más discreción, sino que además concedió numerosas entrevistas y se paseó por los platós de televisión haciendo alarde de su desempeño militar en acciones bélicas, y contribuyendo así a crear un personaje aupado por una fama creciente, posiblemente movido más por un deseo de notoriedad que no por un sentimiento del deber.  Todo ello es obviado en la película.

Su deambular por las televisiones estadounidenses contribuyó a aumentar la leyenda del Chris Kyle, convirtiéndolo a ojos del pueblo en un auténtico héroe americano. En este sentido son muchos los que han atacado a aquellos que se han atrevido a criticar la película de Clint Eastwood. Tanto al actor Seth Rogen como la cineasta Michael Moore les han llovido varapalos por posicionarse en contra del film y se han visto obligados a matizar sus comentarios. En el caso concreto de Michael Moore éste reprobó  la película por considerar que glorificaba la figura de un francotirador, profesionales que según Moore son cobardes que disparan por la espalda. A él y ha cuantos han manifestado una posición más réproba con el film les han caído encima un aluvión de críticas, entre ellas la de la ex-gobernadora de Alaska Sara Palin, que tachó poco menos que de anti-americanos a todos aquellos que muestran una opinión contraria al último film de Clint Eastwood.

Cuando ya se había convertido en un personaje famoso que ayudaba a otros veteranos de guerra en su recuperación, Kyle fue asesinado por uno de esos veteranos a los que trataba de ayudar, veterano que conviene señalar sufría de esquizofrenia. No deja de resultar un tanto injusto e incluso inhumano se haya sentenciado a cadena perpetua a la persona que le mató, desoyendo el hecho de que se trataba de un enfermo.

“El francotirador” se cierra con imágenes de archivo que muestran los funerales de Chris Kyle y que no son otra cosa que un abusivo desfile de banderas americanas. Se me escapa la intención de Eastwood con esas imágenes. ¿Ironía o patriotismo incuestionable? Yo apostaría por lo último. Muchos analistas han tachado el último film de Clint Eastwood de mera propaganda republicana, y precisamente estas últimas imágenes contribuyen a alimentar dicha opinión.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? El ritmo que un veterano como Clint Eastwood aún es capaz de imprimir a las secuencias bélicas, capaz de poner en evidencia a directores mucho más jóvenes y con más ganas de epatar al espectador que de contar bien una historia. ¿Lo peor? La ambigüedad moral del film y su falta de sentido de la autocrítica en lo que a evaluar la política militar americana se refiere; su evidente maniqueismo acaba por resultar irritante.

lunes, 23 de febrero de 2015

RELACIONES PELIGROSAS




El título del último largometrage de J. C. Chandor podría llevar a equívoco y hacernos creer que nos encontramos ante una película donde la violencia va a erigirse en elemento decisorio de la trama. Pero hemos de tener en cuenta que la acción del film se desarrolla en Nueva York en el año 1981, considerado uno de los más violentos registrados en la historia de la ciudad. Sorprendentemente la trama de este film se desarrolla de forma sosegada y a un ritmo quizás un tanto moroso, lo que supone un interesante contrapunto no solo al periodo histórico en el que se adscribe, sino a la propia historia que nos cuenta, ambientada en el mundo de los bajos fondos newyorkinos. Así pues la violencia física en este film asoma tan solo de manera fugaz y en muy contadas ocasiones, y sin embargo subyace a lo largo de todo su metraje una sensación de calma tensa y la amenaza de que dicha violencia podría estallar en cualquier momento.

La historia que nos cuenta el film se centra en los esfuerzos de un hombre de negocios, Abel Morales, que se ha criado en un ambiente predominantmente corrupto y violento, pero al que con esfuerzo ha logrado sobreponerse, y que trata por todos los medios, mantener su integridad y honestidad pese a que el ambiente que le rodea le empuja constantemente a tomar el camino opuesto: el de la violencia. Este personaje, magistralmente interpretado por Oscar Isaac, está casado con una mujer de nombre Anna (no menos intensa Jessica Chastain), que presutamente también se ha criado en un ambiente similar (se insinúa que es hija de un lider mafioso), pero que al contrario de su marido ha llegado a abrazar. La relación que se establece entre ellos no puede resultar más contradictoria y más interesante al mismo tiempo, pues hay una enorme complicidad entre ambos, una suerte de entendimiento inquebrantable, pero al mismo tiempo ambos abrazan posturas enfrentadas a la hora de encararse a los conflictos. Mientras Abel simpre opta por la postura negociada, por el diálogo, por mantenerse en lo posible dentro de los parámetros de la legalidad, la 'ladymacbethiana' Anna no duda en recurrir a la violencia sin perder por ello su frialdad y su compostura, o en optar por métodos claramente ilegales con el fin de defender su propio status quo y el de su marido.

El trabajo de ambos actores es incuestionable, pero no podemos decir lo mismo de la labor del director. Y no porque haga un mal trabajo detrás de las cámaras, pese a que a veces el ritmo que imprime en algunas escenas resulta un tanto moroso, sino porque no logra arrancar auténtica tensión dramática al material que maneja. El problema quizás radique en dicho material y no en el uso que J. C. Chandor hace del mismo, pues la historia en si misma carece de gancho, y más que una trama compleja y bien desarrollada, lo que tiene entre manos en una escusa argumental para hacer un perfil psicológico, este sí: complejo y fascinante, de su pareja protagonista. Tan solo en un momento del film, la persecución de Abel a uno de los ladrones que están perjudicando su negocio de transportes, Chandor muestra algo más de nervio y logra crear esa necesaria tensión de la que film adolece durante la mayor parte de su metraje. A la postre parece más preocupado por la creación de una determinada atmósfera (a la que contribuye una fotografía intencionadamente oscura, poco clara, donde predomininan los tonos sepias, incrementando así la sensación de atemporalidad del relato) que no en desarrollar una historia.
En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? Oscar Isaac, llevando todo el peso de la película sobre sus espaldas. ¿Lo peor? La trama. El director logra imprimir interés gracias a una cuidada puesta en escena, pero la historia en si misma carece de gancho.

OSCARS 2015 (... AND AFTER)



Hace poco escribía un post en el que hacía una valoración sobre las nominaciones a los Oscar del 2014 (podéis leerlo aquí), así que ahora toca valorar el resultado de la entrega de premios. Como se suele decir: “Nada nuevo bajo el sol”. Los Oscars de la Academia de Hollywood nunca se han caracterizado por su originalidad o su capacidad de sopresa, y esta última entrega de premios ha destacado, como de costumbre, por su previsibilidad.

Hagamos primero un repaso a las categorías principales, y de paso a mi quiniela, de la cual he acertado las categorías mayores de película, director y actores:

Categoría
Mi previsión
Ganador
Película
"Birdman"
"Birdman"
Director
Alejandro González Iñárritu
Alejandro González Iñárritu
Actor principal
Eddie Redmayne
Eddie Redmayne
Actriz principal
Julianne Moore
Julianne Moore
Actor de reparto
J. K. Simmons
J. K. Simmons
Actriz de reparto
Patricia Arquette
Patricia Arquette
Guion original
"Boyhood"
“Birdman”
Guion adaptado
"La teoría del todo"
“The imitation game”
Película de animación
"Como entrenar a tu dragón 2"
“Big Hero 6”
Banda sonora
"La teoría del todo"
“Gran Hotel Budapest”
Canción
"Lost Stars"
“Glory” de “Selma”

Este año los votantes de la Academia han cumplido casi todas las previsiones, y si contamos el número de premios recibidos podríamos hablar de un empate técnico entre “Birdman” y “Gran hotel Budapest”, pues ambas se han hecho con 4 estatuillas de las 9 nominaciones que habían recibido cada una, si bien la primera se ha llevado los premios más importantes (película, director y guion original), mientras que el film de Wes Anderson ha arrasado en la categorías artísticas.

MEJOR PELICULA:

“Birdman” partía como clara favorita en todas las quinielas y tan solo “Boyhood” amenazó en algún momento con quitarle la preciada estatuilla dorada. El film de Iñárritu era mi favorito en esta categoría, y más teniendo en cuenta que films que me hubiesen hecho dudar como "Perdida", “Nightcrawler”, “Foxcatcher” o “Inherent Vice” no estaban entre los nominados. “Birdman” es sin duda uno de los grandes films del 2014, una película incisiva, compleja, imaginativa, repleta de segundas lecturas y que hace gala de un indiscutible alarde técnico, pero afortunadamente puesto al servicio de la historia. Bien escrita, bien filmada y bien interpretada. ¿Qué más se puede pedir?

MEJOR DIRECTOR:

Si “Birdman” se hacía con premio a la mejor película, era lógico que su director, el mexicano Alejandro González Iñárritu se hiciese con el premio al mejor director. No discuto el talento de Iñárritu tras la cámara, pero debo confesar que es un director al que profeso escasas simpatías, pues su actitud (moviéndonos en el terreno estrictamente cinematográfico) me resulta arrogante e incluso a veces condescendiente. Por eso mis simpatías en esta categoría eran hacia Wes Anderson. En cualquier caso aplaudo la coherencia de este premio.

MEJOR ACTOR PRINCIPAL:

Estaba cantado que se lo iban a dar al inglés Eddie Redmayne. Yo siempre discuto que los miembros de la academia se dejen arrastrar por el exceso de sensiblería a la hora de otorgar el premio cuando a) se interpreta un personaje real, y b) se interpreta un personaje aquejado de una dolencia física o psíquica. De no ser así se lo hubiesen dado de forma más merecida a Michael Keaton o hubiesen nominado a unos no menos meritorios Ralph Fiennes o Jake Gyllenhaal. Pero ya sabemos que la academia no es muy dada a premiar papeles de comedia (en el caso de Keaton y Fiennes). Curiosamente este año de los 5 actores nominados, 4 lo eran por interpretar a personajes reales.

MEJOR ACTRIZ PRINCIPAL:

No voy a ocultar mi adoración por Julianne Moore, una de las actrices más capaces y versátiles del panorama cinematográfico actual, y me alegro de que se haya llevado un Oscar que hace tiempo que tendrían que haberle dado, pero mi apuesta este año era por una impresionante Rosamund Pyke (“Perdida”) que lidia con un personaje que actúa en los límites de la verosimilitud y que ella consigue hacer tan creíble como repulsivo y fascinante a un mismo tiempo. No nos engañemos, de nuevo la academia se deja llevar por la sensiblería y premia una actuación en la que se da vida a un personaje real y además aquejado de una enfermedad (en este caso Alzheimer), algo que siempre toca la fibra sensible de los votantes. No discuto la calidad del trabajo de Moore en “Siempre Alice”, pero si hubiese estado nominada por “Map to the stars” quizás el premio me hubiese molestado un poco menos.

MEJOR ACTOR SECUNDARIO:

Otro premio cantado, en esta ocasión a un impresionante J. K. Simmons, aunque de habérselo llevado Mark Ruffalo o Edward Norton tampoco lo hubiese discutido. Tan solo lamentar que no hayan incluido a Channing Tatum entre los nominados llevados por lo que considero un simple prejuicio, al valorar injustamente a Tatum más por su cara bonita que por sus indudables dotes actorales exhibidas en el film “Foxcatcher”.

MEJOR ACTRIZ SECUNDARIA:

El único premio (a modo de consolación) que se ha llevado el film de Richard Linklater, “Boyhood”,  las 6 nominaciones con que partía, y acaso el más merecido, pues Patricia Arquete es, a nivel actoral, lo más destacado de la película.

MEJOR GUION ORIGINAL:

El film de Iñárritu tenía una dura competencia en los brillantes trabajos de “Foxcatcher”, “Nightcrawler”, “Boyhood” y “Gran hotel Budapest”, y aunque mi favorita era esta última por su originalidad, extravagancia y sentido del absurdo, merecido me parece el premio otorgado al guion de “Birdman”, un trabajo repleto de ideas, matices y segundas lecturas que invita a la reflexión sobre el mundo de la creación artística, la sumisión del artista y la dualidad entre fama y arte.

MEJOR GUION ADAPTADO:

Posiblemente sea el premio más discutible de toda la velada.  El trabajo de “The imitation game” me parece simplemente correcto, y aunque hay que reconocerle la capacidad para transformar un simple biopic en un entretenido film con estructura de thriller, a la postre me parece un trabajo harto convencional, como también lo son los guiones de “El francotirador” o “La teoría del todo”. Más interesante es el trabajo de Damien Chazelle en “Whiplash”, pero sobretodo particularmente brillante me parece la labor llevada a cabo por Paul Thomas Anderson para tratar de traducir en imágenes el complejo e intrincado imaginario literario de Thomas Pynchon en “Inherent Vice”.

MEJOR PELÍCULA DE ANIMACIÓN:

Pocas sorpresas. La estatuilla se la llevó finalmente "Big Hero 6" (es decir: Disney) desbancando a su más clara competidora: "Como entrenar a tu dragón 2" (o lo que es lo mismo: Dreamworks). Yo hubiese preferido que se lo llevase "Los Boxtrolls" por el impecable y preciosista trabajo de animación llevado a cabo por el estudio Laika, al que no le vendría mal un premio para ayudarle a financiar futuros proyectos, o incluso "El cuento de la princesa Kaguya", del estudio Ghibli, con una animación aparenteme simplista pero de belleza incuestionable. Eso sí, toca reivindicar "La LEGO película", injustamente ignorada en este apartado (se tuvo que conformar con una nominación a la mejor cación, lo menos destacable del film), que no solo hace gala de una perfección técnica que supera con creces a los films de Diseny y Dreamworks, sino que además es mucho más divertida.

MEJOR BANDA SONORA:

Ya le tocaba. Después de 8 nominaciones sin premio, Alexandre Desplat se hace con la estatuilla por su trabajo en “Gran Hotel Budapest”, compitiendo contra sí mismo por su otro trabajo en “The imitation game”. Desde el 1977, cuando John Williams fue doblemente nominado por “Star Wars” y “Encuentros en la 3ª fase”, ganando el Oscar por la primera, es la primera vez que un compositor que está doblemente nominado se hace con el premio. Un premio que en esta ocasión puede interpretarse como el reconocimiento a una trayectoria impecable y a un año particularmente fructífero y brillante en la producción musical del compositor francés. Quizás el trabajo de Hans Zimmer en “Interestelar” sea (un poco) mejor que el del francés, pero yo personalmente me alegro de que por fin hayan reconocido el talento de uno de los mejores y más prolíficos compositores de bandas sonoras de la actualidad.

MEJOR CANCIÓN:

Este año saltó una polémica al saberse las nominaciones por no haber incluido actores afroamericanos entre los premiables. De hecho el film “Selma”, que nos habla de la marcha por los derechos a voto protagonizada por Martin Luther King, y producida por la influyente Ophar Winfrey, se tuvo que conformar con dos nominaciones, una a la mejor película (que difícilmente iba a ganar cuando su directora además no había sido reconocida entre los nominados) y otra a la mejor canción. Finalmente se ha llevado el premio por el tema cantado por John Legend y el rapero Common, tema que para mí no es ni de largo el mejor de los nominados y que huele más a premio de consolación para acallar las voces críticas. La academia ya dejó pasar la oportunidad de poder hacer subir al escenario a Lana del Rey, Lorde y Patty Smith, y para colmo ha optado por ignorar los temas de “Begin Again”, de los cuales solo uno consiguió la nominación cuando además se podían encontrar cuatro más más merecedores del premio que el resto de las canciones nominadas.

Por lo demás: “Gran Hotel Budapest” se hace con merecidos premios en categorías artísticas (maquillaje, vestuario y diseño de producción); “Whiplash” se lleva los premios de mejor sonido y mejor montaje (indiscutible premio al trabajo de Tom Cross); “El francotirador” de Clint Eastwood no evita la polémica suscitada a raíz de su estreno y se tiene que conformar con el premio al mejor montaje sonoro; el premio a la mejor fotografía se lo lleva muy merecidamente y por segundo año consecutivo Emmanuel Lubezky por “Birdman”; “Interestelar” le arrebata el premio a los mejores efectos especiales al, en mi opinión, más meritorio trabajo de captura de movimiento de “El amanecer del planeta de los simios”; y la película polaca “Ida” cumple las previsiones al llevarse el premio en la categoría a mejor film de habla no inglesa.

Un año más sin excesivas sorpresas en el reparto de premios, cosa que no contribuye a animar una ceremonia que en los últimos años ha sido tachada de larga y aburrida. No he podido ver dicha ceremonia y tendré que conformarme con ver los resúmenes e imágenes que transmitan las televisiones en abierto. Por lo que se comenta el nuevo y flamante presentador, Neal Pratrick Harris ha sacado a relucir su dotes de showman y ha salido más que airoso de una ceremonia en la que lo más comentado y aplaudido han sido los discursos reivindicativos de Patricia Arquete (en favor de la igualdad entre hombres y mujeres) y los cantantes premiados del film “Selma” (a favor de los derechos de los afroamericanos y los inmigrantes).

El próximo año, más…

jueves, 12 de febrero de 2015

WACHOWSKI'S DESCENDING



Cuando en el año 1999 se estrenó “Matrix”, segundo largometraje de los hermanos Andy y Lana (antes  Larry) Wachowski, la película fue justamente aplaudida por su revolucionario uso de los efectos especiales y por aportar un muy necesario soplo de aire fresco al panorama del cine de ciencia ficción de aquella época.

El film de los Wachowski sorprendió por ofrecer enfoque filosófico a la historia, la cual giraba en torno concepto clásico sobre si el mundo que nos rodea es real o ficticio. En dicho film había una velada referencia al mito de la caverna de Platón, al proponer una alegoría sobre el hecho de vivir creyendo que lo irreal y falso es la verdad. El argumento, en una clara referencia a la filosofía cartesiana sobrela imposibilidad de distinguir el sueño de la vigilia, jugaba a confundir realidad y sueño, siendo la mente en tanto que consciencia del ‘yo’ lo único que permanece en ambos estados. Esa misma realidad ilusoria, la Matrix del título, ejerce de falsa realidad opresiva y alienadora, y se convierte en la herramienta utilizada por los estamentos opresores (las máquinas) para controlar a la humanidad, privándola de la capacidad de decisión por si mismas al imbuirlos en un mundo imaginario en el que pueden dirigir a los seres humanos a su antojo. Esta misma humanidad no representa para las máquinas otra cosa que una fuente de energía, un sustento ‘alimentario’, que necesitan para seguir funcionando.

Es cierto que en Matrix se observa una clara servidumbre del film a los efectos especiales, pero es un defecto que se perdona rápidamente por a) la innovación y la espectacularidad de los mismos, y b) porque ello no va nunca en detrimento de una trama fascinante y bien construida.

El éxito de “Matrix”, en la que los Wachowski ejercieron de directores y guionistas, abonaba sobradamente el terreno para producir un par de secuelas, que se rodaron casi simultáneamente y que se estrenarían a lo largo del 2003. En dichas secuelas los directores no se mostrarían tan inspirados, ya que todo en ambos films (guion, montaje, filmación…) parecía encaminado únicamente al epatar al espectador tratando de llevar aún más lejos los logros del film precedente en materia de efectos especiales. La trama se complica y enreda hasta perder frescura y acabar resultando tediosa, y los efectos especiales, aun siendo incuestionables en su aspecto técnico, acaban aburriendo por su excesiva exposición en pantalla. ¿Eran realmente necesarias estas secuelas? “Matrix” es un film que funciona perfectamente sin necesidad de ellas, a pesar de su final abierto, o quizás precisamente gracias al mismo.

Abrumados por el éxito de su trilogía los Wachowski se lo tomarían con calma antes de ponerse de nuevo detrás de las cámaras, y en el año 2006 ejercerían solo de guionistas y productores del film “V de Vendetta”, dejando la dirección del mismo en manos de James McTeigue, que realizaría un brillante trabajo detrás de las cámaras. La película adapta una de las obras maestras el autor británico Alan Moore, el cual se desentendió de la versión cinematográfica y pidió que retirasen su nombre de los créditos por considerar que ‘el guion tenía demasiados agujeros en la trama y que la línea argumental iba en dirección opuesta a su obra original (la confrontación de dos ideas políticas extremas: el fascismo y el anarquismo), convirtiéndose en una historia sobre el neoconservadurismo estadounidense contra el liberalismo estadounidense’ (sic). Pese a que la adaptación desvirtúa y simplifica en parte el marcado carácter político de la obra de Moore, sigue siendo un productor digno y bien filmado.

Los Wachoski se volverán a poner (por fin) detrás de las cámaras en el 2008 para producir, escribir y dirigir “Speed Racer”, adaptación del animé “Mach Go Go Go”. Después de dos propuestas tan ‘serias’ como “Matrix” y “V de Vendetta” sorprende que los directores se hubiesen decantado por una historia tan naive y que más  parece destinada a tratar de contentar únicamente a los espectadores más jóvenes de la  platea. El film es un indigesto festival kitsch de colores brillantes y mareantes movimientos de cámara, construido sobre una trama endeble e infantil y sustentada por un abusivo uso de los efectos digitales, que más que ayudar a la trama no hacen sino entorpecerla erigiéndose en absolutos protagonistas del film.

“Speed Race” supuso un varapalo para Andy y Lana pues no gozó ni del favor de la crítica ni del público, convirtiéndose en un sonoro fracaso. En su intento por reconciliarse con público y crítica volverán en su triple papel de productores/guionistas/directores con la adaptación de “El Atlás de las nubes” en el 2012, a partir de la novela homónima de David Mitchell

“El atlas de las nubes” nos expone una intrincada trama que se descompone en 6 historias interrelacionadas entre sí y que se desarrollan en diferentes espacios y periodos, que van desde el Pacífico Sur del siglo XIX a un futuro post-apocalíptico. Según palabras del propio autor de la novela, la película se diferencia de su obra en el hecho de que el film se estructura ‘como una especie de mosaico puntillista: nos mantenemos en cada uno de los seis mundos sólo el tiempo suficiente para que el gancho se hunda, y de ahí que los dardos de la película de un mundo a otro vayan a la velocidad de un plato giratorio, revisando cada narrativa durante el tiempo suficiente para impulsarlo hacia adelante’ (sic). En esta ocasión hay 2 elementos que no favorecen en mi opinión la empatía de los espectadores hacia los personajes o su identificación con la historia. Por un lado la filigrana argumental que hace que la trama se desarrolle dando saltos espaciales y temporales demasiado rápidos, pudiendo confundir a aquellos espectadores menos atentos. Por otro lado el truco (demasiado evidente y no sé hasta qué punto necesario) de hacer que un mismo actor/actriz interprete distintos personajes en las diferentes sub-tramas, obligándoles a disfrazarse y tener que cambiar de aspecto, sexo e incluso raza de manera un tanto caprichosa, truco que en mi opinión distrae demasiado de las historia que trata de contarnos. Pese a todo “El atlas de las nubes” no carece de atractivos y de nuevo ponen de manifiesto la habilidad de los hermanos para las puestas en escena efectistas.

Sin embargo dicho film gozó de una acogida más bien tibia en taquilla, así que en su afán por reencontrar el favor de la taquilla los Wachoski se han lanzado a dirigir y producir un film descaradamente comercial que partiendo de una historia original llega ahora a nuestras pantallas con el título de “El destino de Júpiter” (“Jupiter ascending” en su versión original).

El último largometraje de los Wachowski multiplica si acaso los defectos que ya podíamos observar en las secuelas de “Matrix” o en “Speed Racer”: la falta de solidez en las tramas, el nulo desarrollo psicológico de los personajes, el efectismo a veces molesto de la puesta en escena o la excesiva servidumbre a los efectos visuales del film. Todo en este “Destino de Jupiter” es excesivo, ostentoso, y desmedido, empezando por un diseño de producción cuyo barroquismo acaba por resultar estomagante, y acabando por una puesta en escena aparatosa y a ratos demasiado atropellada que no aporta un ápice de claridad a lo que estamos viendo en pantalla.

Los efectos visuales del film son, en efecto, espectaculares y rayan la perfección, pero se hace tal abuso de ellos en el film que terminan por resultar indigestos. Ese barroquismo desmesurado lleva a los responsables del departamento de efectos especiales a diseñar, por ejemplo, naves rodeadas de pequeños artefactos flotantes en constante movimiento, en un intento de epatar al espectador a cualquier coste. Es misma desmesura se traslada al diseño de vestuario, los decorados, el maquillaje… Pero nada de todo ello obedece a una necesidad argumental o ilustrativa, sino que es un mero capricho innecesario que no aporta nada al film, sino que más bien llena la pantalla de demasiada información que el espectador no es capaz de asimilar (un ejemplo: la descripción de los miembros del cuerpo policial, cada uno de ellos lleva diferentes injertos faciales o diferentes maquillajes).

Todo ello se podría perdonar (en parte) si estuviese cimentado sobre una base más sólida, pero la historia en si misma resulta simplista, tontorrona, cursi y carente de interés. Ninguno de los personajes del film tiene un mínimo de profundidad psicológica por más que los guionistas se empeñen en ofrecernos algunos apuntes acerca del pasado de algunos de ellos, como sería el caso del Caine interpretado por Channing Tatum; así acaban resultando planos e inconsistentes. Tampoco ayuda que la mayoría de los actores hagan gala de una descorazonadora falta de convicción en su trabajo: Sean Bean es un actor más que solvente, pero aquí poco puede hacer con un personaje tan plano como el que le ha tocado; Mila Kunis se limita a lucir palmito y larguísimas pestañas y desfilar con vestidos extravagantes;  y Eddie Redmayne compone un personaje excesivamente amanerado que acaba siendo una mera caricatura y que en muchos momentos alcanza un sonrojante ridículo. Tan solo Channing Tatum pone algo de carne en el asador, y no porque su personaje sea un dechado de profundidad psicológica, sino porque es el más físico de todos, lo cual permite al actor lucir su buen estado físico y pasárselo en grande ‘surfeando’ en pantalla con unas fardonas botas voladoras. Tatum también tiene una ventaja: es el que menos diálogo tiene, por lo que no se ve obligado a recitar frases pomposas y faltas de credibilidad.

Lo curioso es que hay una parte del argumento que podría haber dado lugar a una más que atractiva película: la existencia de un inmenso y poderoso conglomerado empresarial intergaláctico que se dedica a ‘cultivar’ civilizaciones en planetas esparcidos por la galaxia de los cuales son propietarios, para que cuando dichas civilizaciones llegan al punto de máximo crecimiento al borde del colapso, ‘cosecharlas’ y extraer de dicha cosecha el máximo rendimiento económico en forma de… dejémoslo ahí por no desvelar más aspectos de la trama de lo que ya he hecho.

Lo triste es que la parte más interesante de dicha historia es dilapidada en beneficio de una trama romántica que además de cursi no hay por dónde cogerla, y unos vaivenes argumentales (las rivalidades entre los dueños de dicho conglomerado comercial) totalmente caprichosos y carentes de sentido. Si dicha trama romántica provoca el sonrojo y propia de un film Disney, la conclusión del film es más bien de juzgado de guardia y no hay quien se la crea.

Así  pues la película ni sorprende ni emociona, sino que más bien agota tras su visionado al verse uno sometido a un incesante bombardeo de imágenes espectaculares que más bien acaban aburriendo por acumulación.  Más que un 'ascenso', este "Jupiter ascending" supone un descenso a la mediocridad de unos directores que en un inicio fueron capaces de deslumbrar por su inventiva, pero que desde entonces no han hecho sino gala de su incapacidad para conmover al espectador. Esta por ver si este giro a una comercialidad más descarada se acaba traduciendo en resultados en taquilla.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? El nivel técnico de los efectos especiales, que no su uso (abusivo e indiscriminado) en pantalla. ¿Lo peor? La historia: infantil, cursi, inconsistente y falta de gancho.