jueves, 29 de enero de 2015

OSCARS 2015 (BEFORE...)


Bueno, pues ya hemos comenzado el nuevo año cinematográfico y es inevitable hacerlo sin hacer referencia a los premios Oscar de la Academia de Hollywood, que serán todo lo criticables que sean, pero no por ello dejan de ser los más populares y no por ello (yo al menos lo confieso) dejamos de prestarle atención. ¿Qué tal si hacemos un repaso a las nominaciones que hace dos días, como quién dice, se acaban de dar a conocer?

El duelo más esperado es el de "Birdman" vs. "Gran hotel Budapest", pues ambas acumulan 9 nominaciones en diferentes categorias. Aunque más fácil lo tiene el film de Iñárritu, primero por haberse estrenado más tarde ("Gran hotel Budapest" lo hizo a principios del 2014) y sobre todo porque ahora mismo está arrasando en todos los premios de la crítica. La otra gran favorita es sin duda "Boyhood", con 6 nominaciones, aunque es un film que ha calado más hondo en la crítica europea que no entre el público norteamericano.

Empezamos con la categoría madre, la de mejor película. Nada que objetar a la inclusión entre las nominadas de títulos indiscutibles como "Birdman" o "Boyhood", sin duda de lo mejor de la cosecha cinematográfica del 2014. La cuota 'indie' la cubren películas como "Whiplash" o "Gran Hotel Bupadest", ambas brillantes, especialmente el film de Wes Anderson, pero aun así echo en falta entre los nominados títulos que se han destacado como algunos de los más relevantes del pasado año, como sería el caso de "Foxcatcher", "A most violent year" o "Nightcrawler". Echo en falta proyectos tan arriesgados como "Locke", "Enemy" o "Mommy". Echo en falta ejercicios de estilo tan redondos como "Perdida" o espectáculos tan brillantes como "Interestelar". Y echo en falta "Inherent Vice" de  Paul Thomas Anderson, por atreverse a adaptar el peculiar (y difícil) universo literario de Thomas Pynchon a la gran pantalla. En cambio sí que me sobran otros films harto convencionales como "The theory of everything" o "The imitation game", recordables únicamente por el memorable trabajo de sus actores protagonistas. Si hacemos caso de los cotilleos, conviene resaltar que se rumorea que la presencia de "Selma" entre las nominadas obedece únicamente a la presión ejercida por el lobby afroamericano, mientras que a "El francotirador" de Clint Eastwood ya la tachan de propaganda republicana.

Entre las nominaciones al mejor director se dan las ya clásicas incongruencias de la academia a la hora de nominar un film pero no hacerlo con su director, de ahí que no nos encontremos por ejemplo con el nombre de Damien Chazelle (director de "Whiplash") y sí el de Bennet Miller (por "Foxcatcher"). En cualquier caso es una verdadera lástima que la academia haya dejado escapar la oportunidad de reunir en lo que hubiese sido un auténtico combate de titanes los nombres de Wes Anderson ("Gran hotel Budapest"), Alejandor González Iñárritu ("Birman"), Richard Linklater ("Boyhood"), Paul Thomas Anderson ("Inherent Vice"), David Fincher ("Perdida"), Denis Villeneuve ("Enemy"), Jim Jarmusch ("Solo los amantes sobreviven"), Christopher Nolan ("Interestelar") y Clint Eastwood ("El francotirador"), habiendo recibido la nominación solo los tres primeros junto al citado Bennet Miller y el anodino Morten Tyldum de "The imitation game". Yo encuentro particularmente sangrantes las asuencias de dos estetas del calibre de Fincher y Nolan, pero ya sabemos que los miembros de la academia no se destacan por asumir riesgos en el momento de las votaciones

Entre los actores nominados Eddie Redmayne tiene todos los números para llevarse el Oscar por aquello de que da vida a un personaje real, famoso, y además aquejado de una grave dolencia, cosa que siempre encandila a los impresionables miembros de la academia. Pero si hay justicia el premio debería ser para un arrollador y entregado Michael Keaton, lo cual no quita que entre los nominados se echen en falta algunos nombres como el magnético Tom Hardy de "Locke" o "La entrega", el Jake Gyllenhal de "Nighcrawler", que llevó a cabo una impresionante transformación física, el imponente Channing Tatum de "Foxcatcher", menospreciado (presumo) por ser una 'cara bonita', el Joaquim Phoenix de "Inherent Vice" (después de verle en "The Master" o "Her" compro todo lo que haga él, y aquí en "Inherent Vice" sale airoso de la creación de un personaje que a veces resulta extravagante, pero que el actor evita en todo momento que caiga en el esperpento), o el Timothy Spall de "Mr. Turner".  Sobre el resto de nominados hay que decir que Benedict Cumberbach es la competencia más directa de Redmayne, y ya dije en su día que creía que realizaba un gran y matizado trabajo interpretativo. En cambio no entiendo el cariño que le tiene la academia a Bradley Cooper; me cae bien y creo que es un buen actor, pero no (todavía) un GRAN actor, y tanta nominación me parece excesiva. En cuanto a Steve Carrell hay que reconocerle el esfuerzo de desprenderse de su imagen de actor de comedia (a mí siempre me resultó irritante como cómico), y admito que hace un gran trabajo en "Foxcatcher", pero admitamos también que la caracterización que luce ayuda lo suyo.

En el apartado de interpretación femenina, todo canta que el premio se lo llevará Julianne Moore por "Siempre Alice". Nada que objetar. No he visto la película y no negaré que el hecho de interpretar a una mujer enferma de Alzheimer tocará la fibra sensible (again) de los miembros de la academia, pero la Moore siempre está bien, y después de verla en "Mapa de las estrellas" estoy dispuesto a concederle el Oscar casi sin plantearme ninguna alternativa. Aunque la verdad no me importaría lo más mínimo que se lo arrebatase la Rosamunde Pyke de "Perdida", que lleva a cabo una interpretación compleja, sutil y llena de matices. Completan el grupo Reese Witherspoon por "Alma Salvaje", Felicity Jones por "The theory of everything" y una inesperada Marion Cotillard por "Dos días, una noche". Eso sí: sigo echando en falta a la Jessica Chastain de "La señorita Julia".

Dentro del grupo de nominados al mejor actor de reparto confieso que a mí me cae muy bien Mark Ruffalo y además tiene esa naturalidad innata que lo hace creíble en cualquier papel, como el entrenador de lucha libre de "Foxcatcher", pero Ruffalo tiene una dura competencia en la poderosa presencia del J.K. Simmons de "Whiplash", que realiza un trabajo encomiable pese a la manifiesta antipatía de su personaje. El tercero en discordia podría ser el Ethan Hawke de "Boyhood", pero más dificil, creo yo, lo tienen Edward Norton por "Birdman" (por su fama de actor de trato difícil) y el veterano Robert Duval por "El juez"

En el apartado de actriz de reparto es dónde quizás pueda haber sorpresas. Dudo mucho que el premio se lo lleve Meryl Streep por su entregada caracterización de bruja en "Into the woods", pero acumular 19 nominaciones es un más que merecido premio. La simpática Emma Stone tiene muchas posibilidades de llevarse el premio por su interpretación en "Birdman" (impagable el momento en que recrimina a Keaton, su padre en la ficción), bastante alejada de los papeles en que solemos verla. Pero la Stone tiene una rival directa en la Patricia Arquete de "Boyhood". Más lejos de alcanzar el premio están Lauran Dern ("Alma salvaje") y Keyra Knightley ("The imitation game")

Hablemos ahora de música. Yo personalmente se lo daba a Alexandre Desplat por el impresionante carrerón que ha realizado este 2014: "Gran hotel Budapest", "The Imitation Game", "Godzilla", "Unbroken", "Venus in fur" y "The monuments men", son todos ellos trabajos espléndidos (algunos más que otros) que ha compuesto este pasado año. El problema es que Desplat parte con una doble nominación (por "Gran Hotel Budapest" y "The imitation game") y eso siempre divide a los votantes. Su trabajo para el film de Wes Anderson es originalísimo, dinámico y vibrante, mientras que el de la película sobre Alan Turing tiene fuerza y emoción. Difícil elección. De no dárselo a Desplat la única opción es el "Interestelar" de Hans Zimmer, que ha compuesto para el film de Christopher Nolan uno de los mejores trabajos de su carrera: poderoso, enigmático, repleto de sonoridades extrañas y novedosas, y que sabe alternar entre la emoción y espectáculo. La partitura de Jóhann Jóhannsson para "The teory of everything" es bonita, pero se hace abuso de ella en el film, y para alimentar la polémica hay que añadir que uno de los temas más memorables de la banda sonora, el del final del film, no es suyo sino de la Cinematic Orchestra y está extraído del documental "The Crimson Wing". De lo que he escuchado del trabajo de Gary Yershon para "Mr. Turner" puedo decir que es una música de dificil escucha,  donde prima la descripción psicológia del protagonista a través de melodias disonantes. Y también quiero resaltar la ausencia de Antonio Sanchez: su trabajo en "Birdman" es tan arriesgado (una partitura con dominio exclusivo de la percusión) como ajustado al ritmo frenético del film.

Sobre la película de animación todo el mundo clama al cielo por la no inclusión de "Le película de Lego", que además muchos valoran como de lo mejor del año. No he visto el film, así que no puedo valorar si su exclusión es justa o no, pero sí puedo decir que los miembros de la academia no se han roto mucho los cuernos apostando por films indiscutiblemente espectaculares en su aspecto técnico, pero más cuestionables en lo referente a los logros artísticos, como son los casos de "Big Hero 6" o la secuela de "Como entrenar a tu dragón". Para compensarlo está la película japonesa "El cuento de la princesa Kaguya" con una animación minimalista en las antípodas de los productos de Disney y Dreamworks, y producida por el mítico estudio Ghibli. Completan el grupo la irlandesa "Song of he sea" y la simpática producción del estudio Laika, "Los boxtrolls".

Del resto de categorías: adaptar a Thomas Pynchon debería reportarle el reconocimiento a Paul Thomas Anderson, mientras que haber invertido 12 años en escribir y rodar un film debería dárselo a Richard Linklater, aunque yo encuentro más original y divertido el trabajo de Wes Anderson. "Interestelar" casi seguro que se hace con los premios de sonido, y "Gran hotel Budapest" tiene méritos más que sobrados para hacerse con los de diseño de producción y vesturario (este último diseñado ni más ni menos que por Milena Canonero). El masivo éxito de taquilla de "Los guardianes de la galaxia" le garantiza el premio a los mejores efectos especiales (aunque éste debería ser para "El amanecer del planeta de los simios" por su impresionante trabajo de captura de movimiento). Nadie debería arrebatarle el premio a la mejor fotografía a Emmanuel Lubezki ("Birdman") pese a la presencia del veterano Roger Deakins ("Unbroken"), aunque la sorpresa podría venir de la película polaca "Ida" y su esplendida fotografía en blanco y negro. Y la batalla por el Oscar al mejor montaje se va a dirimir entre "Boyhood", "Gran hotel Budapest" y "Whiplash", teniendo la primera las mejores posibilidades (muchos quedarán deslumbrados por el hecho de editar un film en cuya filmación se han invertido 12 años), aunque yo personalmente destacaría el rítmico trabajo de Tom Cross por "Whiplash", con una secuencia final digna de escuela de cine.

En cuanto a las canciones nominadas la de "La película de Lego" es una cancioncilla irritante e insoportable; "Glory", cantada por John Legend para el film "Selma", es un rap bastante convencional e igual de convencional es la cancioncilla pop de Rita Ora para el film "Beyond the lights". Solo un poco mejor resulta el tema folk "I'm not gonna miss you". Así que para mí la única opción es el maravilloso "Lost Stars" del film "Begin Again", y más teniendo en cuenta las incompresibles ausencias de Lana del Rey (con la canción "Big Eyes" para el film del mismo título), Lorde (con la canción "Yellow Flicker Beat" de "Los juegos del hambre. Sinsajo") y la incombustible Patty Smith (con el tema "Mercy Is" para la película "Noé"). Curiosamente las tres sí fueron nominadas en los últimos Globos de Oro, lo que es una muestra más de la sordera crónica que padecen los miembros de la academia. De hecho creo que solo con las de "Begin Again" ya teníamos 5 canciones espléndidas para copar las 5 nominaciones.

Vayamos pues con la pertinente quiniela:


Categoría Mi favorito Mi previsión
Película "Birdman" "Birdman"
Director Wes Anderson Alejandro González Iñárritu
Actor principal Michael Keaton Eddie Redmayne
Actriz principal Rosamunde Pyke Julianne Moore
Actor de reparto Mark Ruffalo J. K. Simmons
Actriz de reparto Emma Stone Patricia Arquette
Guion original "Gran Hotel Budapest" "Boyhood"
Guion adaptado "Puro vicio" "La teoría del todo"
Película de animación "Los Boxtrolls" "Como entrenar a tu dragón 2"
Banda sonora "Gran Hotel Budapest" "La teoría del todo"
Canción "Lost Stars" de "Begin Again" "Lost Stars"

Y en tan solo unas semanitas podremos saber si he acertado alguna de estas categorías. ¿Tú qué opinas?

lunes, 26 de enero de 2015

ÉRASE UNA VEZ



Antes de hablar de la nueva propuesta cinematográfica del director Bob Marshall conviene ponernos en antecedentes sobre quién es Stephen Sodheim, el autor de la obra teatral que ahora ha adaptado Marshall a la gran pantalla.

Sondheim es simplemente uno de los más rompedores y brillantes compositores de musicales de todos los tiempos. Solo un paso por detrás de clásicos como las parejas Richard Rodgers y Oscar Hamemerstein II ("Oklahoma", "Carousel", "El rey y yo", "Sonrisas y lágrimas") o Frederick Loewe y Alan Jay Lerner ("La leyenda de la ciudad sin nombre", "My Fair Lady", "Camelot"), y en mi opinión muy por encima de nombres más populares como el de Andrew Lloyd Weber ("Jesucristo Superstar", "Evita", "Cats", "El fantasma de la ópera", "Sunset Boulevard").

Sondheim no solo se ha destacado por ser un letrista inspirado, sino que además ha hecho gala con frecuencia de una vasta cultura que se ha reflejado muchas veces en la elección de temas o referentes poco habituales en las obras que compuso. Y para muestra (tirando de wikipedia), un botón:

- Escribió la letra y música de “A Funny Thing Happened on the Way to the Forum” (conocido en nuestro país como “Golfus de Roma”) estrenada en 1962 y basada en las farsas de Plauto.

- En 1970 estrenó “Company”, el primero de una serie de arriesgados musicales para los que colaboraría con el director Harold Prince. Un ‘concept musical’ compuesto por una serie de viñetas presentadas de forma no cronológica. Esta época es la que marca la plenitud de Sondheim como compositor y crean su sello personal a través de complejas polifonías e intrincadas melodías, principalmente en las partes vocales. Destaca su tratamiento de los coros, utilizando tanto el elenco como los personajes secundarios para crear una especie de coro griego que usa para narrar la historia.

- “A Little Night Music” de 1973 está inspirado en la película de Ingmar Bergman “Sonrisas de una noche de verano”. La partitura de este musical está escrita en su mayor parte a ritmos de vals e incluye la canción más famosa nunca escrita por Sondheim, "Send in the Clowns".

- “Pacific Overtures” es un musical escrito en escalas pentatónicas con armonías casi japonesas, cuyo montaje original presentaba una estética Kabuki, con los papeles femeninos interpretados por hombres y cambios escénicos a la vista hechos por figurantes vestidos de negro.

- “Sweeney Todd” es la partitura más operística de Sondheim. Estrenado en 1979, ha sido llevado a muchos teatros de ópera de todo el mundo. Todo ello a pesar de explorar tópicos como el asesinato por venganza, el incesto y el canibalismo. Es una obra negra que entremezcla todos esos tópicos con un fino sentido del humor, y que está basada en un clásico victoriano inglés. Fue llevado al cine en 2007 por Tim Burton.

- En 1984 estrenó “Sunday in the Park with George”, un espectáculo nacido de la colaboración con el autor y director avant-garde James Lapine. Un musical Off-Broadway sobre el mundo puntillista del pintor Georges Seurat que les llevó a ganar el premio Pulitzer de drama.

- En 1987 Sondheim y Lapine estrenaron “Into the Woods”, un ejercicio dramático que hace coincidir en un bosque a toda una serie de personajes de los cuentos clásicos de los Hermanos Grimm. Un musical rompedor que ganó diversos Premios Tony, entre ellos, mejor partitura original, mejor libreto y mejor actriz en un musical.

- En 1990 estrenó “Assassins”, de nuevo un espectáculo Off-Broadway en clave de humor, basado en la idea que el derecho a la libertad en Estados Unidos incluía el derecho de atentar contra los presidentes, y en el que se muestra a los asesinos de una forma un tanto distinta a la imagen pública que se tenía de ellos.

- “Passion”, estrenado en 1994, se trata de una adaptación de la película “Passione d’Amore” de Ettore Scola y fue el resultado de una nueva colaboración con Lapine.

Bob Marshall, director y coreógrafo, después de una carrera en televisión revisando clásicos musicales como "Annie" o "Victor/Victoria", debutó en 2002 en el largometraje con "Chicago", ganadora de 6 Oscars de la academia, entre los cuales el de mejor película, y por la que Marshall obtuvo además la nominación al mejor director. Su debut parecía indicar que Marshall podría convertirse en la 'nueva esperanza blanca' para  un género que no acababa de reverdecer laureles como muchos vaticinaron tras la masiva acogida comercial de aquel video-clip de título "Moulin Rouge". Sin embargo su carrera no solo resulta un tanto errática, sino que sus nuevas incursiones en el género desmienten por completo las expectativas que muchos pusieron en él. 

En el año 2005 Bob Marshall acomete la labor de adaptar el popular bet-seller de Arthur Golden "Memorias de una geisha", y en resultado es un film tan pulcro como frío y carente de emoción, bonito en su plasmación escénica pero incapaz de transmitir la complejidad del hermético mundo de las geishas en toda su amplitud. En el año 2009 volverá a probar suerte con otro musical, "Nine", y el resultado en esta ocasión es ligeramente decepcionante, al mostrarse Marshall incapaz de reflejar en pantalla la espectacularidad (más bien intuida) de las coreografías de los números musicales. Mayor torpeza demostrará en "Piratas del caribe. En costas extrañas" (2011), la más insulsa de las entregas protagonizadas por Jack Sparrow.

Ahora Bob Marshall vuelve a probar suerte con otro musical, "Into the woods", una de las obras cumbres de la trayectoria de Stephen Sondheim, y lo hace respaldado por un elenco actoral impecable, en el que sobresale (como no podría ser de otra manera) Meryl Streep, que ha obtenido por su papel de bruja una nueva nominación al Oscar. Hay un par de claras diferencias entre este musical de Sondheim y los anteriores que había adaptado Marshall al cine. Primero: en "Into the woods", los números musicales están completamente integrados en la acción, a direrencia de "Chicago" o "Nine", donde dichos números transcurren en 'espacios mentales', en ensoñaciones de los personajes; segundo: en "Into the woods", no hay coreografías que apoyen dichos numeros musicales, todo lo contrario de lo que ocurre en los films anteriores de Marshall; y por último: "Into the woods" está concebido como un espectáculo en 2 actos y, claramente, para ser representado con un intermedio entre ambos. Todo esto reduda en perjucio del trabajo del director: a) la carencia de coreografías impide a Marshall lucirse en lo que mejor sabe hacer y pone de manifiesto sus carencias como director escénico: básicamente no sabe dónde poner la cámara y cómo moverla; b) la estructura en 2 actos diferenciados limita a Marshall a la hora de dotar de fluidez a la trama, que no es capaz de resolver el cambio de tono y ritmo que en la obra teatral existe entre los 2 actos; c) en "Nine" o "Chicago", al aparacer los números musicales como momentaeos interludios en la trama, permitia a Marshall centrarse en ellos como elementos aislados y así lucirse como coreógrafo, pero en este 'Into the woods" en el que los personajes cantan de improviso y 'sin venir a cuento' (como manda la tradición de los musicales clásicos) Marshall se muestra algo torpe al hacer mover dichos musicales en un espacio escénico, el cinematográfico, que carece de las limitaciones físicas del espacio teatral.

A la postre la función la salvan dos cosas: el libreto original, pese a que se ha visto considerablemente suavizado en su contenido con respeto al original, y los actores, que cumplen con creces en la película. Conviene recordar que el libreto original se estructuraba en 2 partes diferenciadas: una primera en la que nos ofrece una versión bufa, desmitificadora y no exenta de cierta ironía, de los tradicionales cuentos infantiles, y una segunda parte que trata de ir más allá del 'final feliz' de dichos cuentos y en la que los personajes tienen que enfrentarse a las consecuencias de ver sus deseos hechos realidad. Básicamente esa segunda parte viene a decirnos 'ten cuidado con lo que deseas', al tiempo que nos advierte que los principes encantadores no son siempre de fiar, o que las brujas a veces tienen razón, y que los niños son siempre permeables a las enseñanzas que provienen del mundo adulto, por lo que tenemos que ir con cuidado con lo que les transmitivos porque los 'los niños escuchan'. Esta segunda parte es más oscura, más cínica en algúnos momentos, y puedo dejar constancia de ello en las representaciones que el grupo teatral Dagoll Dagom hicieron de esta obra de Sondheim en los teatros barceloneses allá por el año 2007, y que tuve la suerte de ver en su momento. Esta versión de Bob Marshall ofrece una perspectiva más edulcorada por aquello de ser una producción Disney, en la que se han limado aspereceas y suavizado las referencias más escabrosas (como la naturaleza lujuriosa de los principes encantadores, el aspecto lúbrico del lobo feroz) en aras de convertirlo en un espectáculo para toda la familia. El "Into the woods" de Sondheim era un espectáculo para adultos, el de Marshall es una obra infantilizada y desprovista de mordiente.

Afortunadamente un diseño de producción no particularmente original pero si efectivo y no carente de atractivo ofrece una pátina de brillo a lo que en manos de Bob Marshall podría ser un espectáculo gris y apagado. Y por muy mal que lo haga, su falta de talento no puede ocultar la brillantez y la genialidad del libreto de James Lapine y las melodías y letras de Estephen Sondheim. Pero sobretodo Marshall ha sabido rodearse de un elenco ajustado y totalmente entregado que son capaces de defender la partitura por si solos y sin ayuda de un director carente de inspiración. Todos y cada uno de ellos no solo sorprenden con sus voces, si no que demuestran estar a la altura de un libreto particularmente exigente, desde una entregada Emily Blunt como la esposa del panadero, una convincente Anna Kendrick como Cenicienta o un canallesco y divertido Chris Pine como el Principe Encantador. Pero por encima de todos conviene destacar a una genial y entregadísima Meryl Streep, perfectamente caracterizada como la Bruja, convincente tanto en su versión más 'fea' como en la más glamurosa, y haciendo gala de una dotes vocales impecables (todo el que ha pasado por ello lo dice: cantar a Sondheim no es nada fácil, y pone al límite las capacidades cantoras de cualquier interprete).

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? El libreto original y las canciones, simplemente arrebatadoras ¿Lo peor? La nula imaginación que exhibe Bob Marshall en la puesta en escena. Un musical tan original como éste, que entremezcla elementos fantásticos, exigía un mayor poderío y riesgo en su plasmación cinematográfica, pero su director dilapida cualquier posibilidad de ofrecernos una GRAN película por el excesivo y temeroso respeto que muestra a la obra original.

martes, 20 de enero de 2015

SECRETOS, MENTIRAS y MONSTRUOS



La producción australiana “Babadook” fue una de las triunfadoras en la última edición del Festival de Sitges de cine fantástico, y hay que decir que supone un verdadero soplo de aire fresco dentro del actualmente adocenado panorama del cine de terror. Y no porque su premisa sea enteramente original (son muchas las fuentes de las que bebe este film de la realizadora Jennifer Kent), sino por el tratamiento que da a esos referentes sobradamente conocidos.

El film nos relata la relación entre una viuda, Amelia, cuyo esposo falleció en un accidente cuando la llevaba al hospital para dar a luz a su hijo Samuel, hijo al que ha criado sola desde entonces. A Samuel, quien da muestras de ciertos problemas de conducta, le interesan los trucos de magia, los cuentos y está obsesionado por fabricar armas caseras para combatir a un monstruo imaginario. Después de oír un extraño relato acerca de un monstruo que acecha en las sombras y responde al nombre de Babadook, Samuel se convence de que el  monstruo es real y que comienza a acecharles a él y a su madre.

Uno de los primeros referentes que nos vienen a la cabeza es Freddy Kruger, pues al igual que aquel, el Babadook es un monstruo que habita en un umbral más allá de nuestra percepción de lo real y que entra en nuestra existencia cuando lo nombramos. Al Babadook lo vemos siempre entre las sombras o en los reflejos de las ventanas, pero nunca de una manera directa, lo que hace su presencia aún más inquietante. Al igual que Freddy Kruger, el Babadook también exhibe unos dedos largos en forma de cuchillas, y de manera similar a aquel lo que busca es acceder al mundo real poseyendo a una víctima inocente.

Sin embargo las similitudes con el film de wes Craven terminan ahí, pues la directora de "The Babadook" sabe esquivar con habilidad los tópicos inherentes al género para ofrecer un retrato nada convencional de los traumas psicológicos de una familia disfuncional. No veremos aquí el triunfo de los valores tradicionales (el amor, la familia, etc.) sobre el mal. No hay una lectura moral de la lucha que la madre viuda mantiene contra el monstruo de pesadilla. Tan solo hay una lucha por la supervivencia y la capacidad de superar las adversidades y lograr hacer prevalecer la voluntad propia sobre la del ente que trata de alienarla. La familia que nos presenta el film es claramente desestructurada, y su lectura sobre la maternidad es decididamente cruda y carente de cualquier tipo de mirada comprensiva: Amelia, la madre, es una mujer sexualmente reprimida que no ha logrado superar la pérdida de su marido, lo que la incapacita para rehacer sentimentalmente su vida y la somete a un perpetuo estado de resignado hastío. Además Amelia, por mucho que quiera negarlo, en el fondo culpa inconsciente a su hijo de la muerte de su esposo, de ahí que en muchas ocasiones rehúya el contacto físico con Samuel. Éste por su lado es un niño inestable, inquieto y con un exceso de imaginación, que busca desesperadamente un sustitutivo de la figura paterna, e incluso llegará a culpar a su madre de que ella misma le niega la presencia de dicha figura.

Uno de los aspectos más atractivos de este film es la honestidad que la cual su directora, la australiana Jennifer Kent, ha abordado su realización del mismo, primando la creación de una atmosfera malsana y enrarecida por encima de la acumulación de efectismos y sustos gratuitos. Los sustos son más bien pocos y están bien dosificados a lo largo del metraje. La contención de la que hace gala Kent es en este aspecto encomiable, especialmente a la hora de no mostrar más sangre o violencia de la necesaria. En cambio el terror surge aquí del comportamiento de los protagonistas: inquieta y sorprende mucho más la respuesta que da Amelia a su hijo cuando este le dice que tiene hambre, que no la imagen del Babadook achechando en la sombra a una vecina. En este aspecto el monstruo del film no es si no el reflejo físico de lo que su directora entiende que es un hecho traumático, y éste no es otro que la propia maternidad, que Jennifer Kent concibe como un cambio convulso en el seno de una pareja. En este aspecto la puesta en escena es modélica, al prestar más atención al desarrollo de los personajes que no al abuso expositivo de emogoblobina. Incluso el diseño del monstruo, el Babadook del título, es sutil, esquivo, más sugerido que evidente. Kent a aprendido bien la lección de clásicos como "Alien", donde 'menos es más', y al ofrecernos no más que pinceladas fugaces de dicho monstruo hace que este aparecezca aún más terrorífico en la imaginación del espectador. En el fondo el monstruo del film no es sino la encarnación física de los propios miedos personales de su protagonista, en concreto el miedo a no ser capaz de entender a su propio hijo, a no ser capaz de amarlo.

Incluso para reforzar la atmósfera malsana del film, utiliza un recurso que no por fácil resulta menos efectivo, y es el de situar a sus personajes en un decorado aue no resulta tranquilizador. La casa donde viven es fría, poco acogedora, con ausencia de luz en muchas instancias y con predominio de las tonalidades grises. El escenario se convierte así en un reflejo inconsciente de la psique de sus habitantes, pues nada en ellos es enteramente blanco o negro, sino que se mueve en una fragil línea intermedia: podemos empatizar con el sufrimiento de Amelia ante la perdida de su esposo, pero no con el rechazo manifiesto de ésta hacia su hijo; del mismo modo puede resultar simpática la afición de su hijo a construir armas de juguete, pero nos resultan irritantes sus salidas de tono y el desprecio que ha veces exhibe hacia otras personas.

El final del film no puede resulta por ello más crítipo, sin spoilear nada solo diré que la conclusión es francamente atípica. En este tipo de films lo normal es que el mal triunfe (como en el caso de "Pesadilla en Elm Street") o que salga derrotado (como sería el caso de "Poltergeist"), sin embargo la película de Jennifer Kent opta por una conclusión que no es ni una cosa ni otra, y por eso mismo despista y resulta extraña. Haciendo uso del poder de la metáfora podríamos deducir que lo que pretendía explicarnos su directora es que el verdadero triunfo reside en la capacidad para asumir el trauma e incorporarlo a nuestra existencia, en la voluntad de asumir el lado malo/oscuro de cada uno y tratar de extraer una consecuencia positiva de ello. Pero eso no deja de ser más una mera interpretación personal.

No sé si relamente "Babadook" será la gran película de terror del año, como algunos (apresuradamente) se han atrevido a vaticinar, pero sí que puede considerarse una de las propuestas  más originales que ha ofrecido el género en los últimos tiempos.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? Que realmente da miedo. ¿Lo peor? Quizás no sea justo comentarlo, pues en él reside una de las bazas de la originalidad de este film, pero su final resulta desconcertante.

lunes, 19 de enero de 2015

A RITMO DE JAZZ


“Whiplash” nos cuenta la historia de un estudiante de música en un prestigioso conservatorio y su enfrentamiento personal con un profesor no exento de genialidad pero cuyos métodos pedagógicos podrían considerarse como ‘cuestionables.

El cine que nos habla de músicos (no el cine musical entendido como tal), generalmente nos ofrece historias de entrega, sacrificio y superación, historias de intérpretes/músicos/autores que tratan de hacer realidad un sueño y alcanzar algún tipo de triunfo, ya sea personal o artístico. Sin embargo ese no es el enfoque que ofrece este film, el debut en la dirección de Damien Chazelle. “Whiplash” gira en torno a la relación entre un maestro y un alumno, pero no está mostrada esta historia como una clásica relación de aprendizaje, ni siquiera como una historia de rivalidades artísticas, sino que lo en realidad nos muestra este film es un enfrentamiento psicológico de dos personalidades entre las cuales se establecen una serie de dinámicas más propias de un campo de entrenamiento que no de un conservatorio musical.

En cierto aspecto “Whiplash” nos habla de la esclavitud del arte. El profesor Terence Fletcher (interpretado por J. K. Simmons), perfeccionista hasta la exasperación busca aquel alumno que pueda convertir en el próximo Charlie Bird; el alumno Andrew Neyman (Milles Teller)

En el apartado interpretativo el peso de la función lo llevan Simmons y Teller, y el resto de reparto son meros accesorios que tan solo sirven de apoyo para comprender determinados rasgos del carácter de ambos. Y hay que decir que ambos cumplen sobradamente con su comentido. El joven Milles Teller refleja perfectamente la angustia de Neyman y su obsesión por convertirse en un genio incontestable de la batería. Y J. K. Simmons aporta auténtica presencia a un personaje que, se mire como se miré, no deja de ser un cliché. Y es aquí donde yo pondría la única pega al film, no al trabajo de Simmons, que es sobervio, sino a la propia descripción de su personaje, que abunda en tópicos cinematográficos y que nos recuerda irremediablemente al sádico sargento Hartman de “La chaqueta metálica”. Este Terrence Fletcher no es tan diferente de aquel: sádico, arrogante, malhablado, violento… Con la diferencia de que el tipo de violencia física y verbal de la que hace gala resulta creíble en el contexto de un campamento de entrenamiento militar, pero en cambio resulta demasiado forzada en el ámbito de lo que se supone es una escuela de arte. Sí, es cierto que hay músicos y maestros con fama de irascibles e intratables, pero ¿hasta qué punto esos maestros son capaces de alienar a todos sus alumnos hasta lograr la total sumisión de estos, como da a entender en algún momento el film de Chazelle? ¿Qué lleva a un alumno a sustituir admiración por miedo de tal forma que su voluntad o personalidad queda anulada? No es ese el caso del protagonista del film, pero sí que se nos da a entender que esa conducta es aplicable al resto de compañeros de Neyman. La película habla sobretodo de la volutad de sacrificarlo todo en nombre del ARTE, y esa es la postura que adopta Neyman (que pone en riesgo su propia integridad física), o incluso Fletcher (que ha dejado al lado su propia humanida), pero ¿que justificación tienen el resto de estudiantes al someterse a las vejaciones a las que les somete su profesor? Dicho en plata: una persona 'normal' lo habría mandado a paseo hace mucho.

Para mí el problema de “Whiplash” es que al llevar al extremo el personaje de Fletcher, lo que hace es restarle credibilidad. Lo convierte por completo en un ogro, y al hacerlo, lejos de humanizarlo y así lograr la comprensión del espectador, lo que logra en realidad es caricaturizarlo.
Sin embargo, dejando a un lado las pegas al tratamiento de sus personajes, hay un par de elementos que hacen de este film de Damien Chazelle un film no solo dignísimo, sino a ratos también brillante. Por un lado su puesta en escena, directa, seca, pero hilvanada en un montaje realmente dinámico, sincopado, casi a ritmo de jazz (como no podría ser de otra manera). En algunas escenas los cambios de plano se suceden rápidamente, yendo de lo general al detalle, de la sala de ensayos a la gota de sudor sobre la baqueta, del rostro congestionado de Neyman al gesto de Fletcher parando el ensayo. Pero Chazelle tiene muy claro el tipo de producto que tiene entre manos: es cine, no un video-clip, y habla de jazz, no de rock o música pop. El resultado pues es siempre elegante, pero nunca pausado, y culmina en una escena final con Neyman tocando la batería y logrando una verdadera comunión artística con Fletcher, el único momento del film en que maestro y alumno de verdad se encuentran. Un momento final cargado de tensión, en el que actuación, montaje, fotografía y música se anuman en una simbiosis perfecta, y que justifica por si mismo la existencia del film.

El otro aspecto destacable es el tono general del film, que no es nunca triunfalista. Ni Fletcher ni Neyman buscan el triunfo por el triunfo, ninguno de los dos buscan la celebridad o el éxito. Lo que buscan es la certeza de haber alcanzado una suerte de perfección en la ejecución de su arte. En un momento del film Fletcher confiesa que siempre empuja a sus alumnos hasta el límite a la esperar de descubrir un nuevo genio musical que sea capaz de conmoverle, por eso ansia lograr la perfección absoluta en las ejecuciones de la orquesta que dirige. Neyman, por su parte, está dispuesto a sacrificarlo todo, incluso el amor, por lograr el reconocimiento, pero no el reconocimiento general del público o crítica, pues él no busca el aplauso, sino el reconocimiento de saberse el MEJOR en lo que hace, reconocimiento que en su escala de valores solo Fletcher puede certificarle.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? El ritmo trepidante, ritmo de jazz, que Chazelle impreime a todo el metraje. ¿Lo peor? Lo maniqueo y tópico que resulta el personaje del profesor al que da vida J. K. Simmons.