viernes, 20 de diciembre de 2013

MAS ALLA DEL ESTRENO... (3ª PARTE)



Hay veces que, no obstante, este tipo de ediciones especiales nos puede deparar alguna agradable sorpresa, y uno de esos casos es precisamente el “Superman II” de Richard Donner. Oficialmente deberíamos decir el “Superman II” de Richard Lester, pues es este último quién aparece en los créditos de la película, pero la historia de la producción de la secuela de Superman es bien curiosa y conviene recordarla. Donner comenzó el rodaje de “Superman” teniendo en mente la secuela, y de hecho casi simultaneó el rodaje de ambos (jugada que repetiría Peter Jackson rodando casi al mismo tiempo las 3 entregas de la mastodóntica trilogía de “El señor de los anillos”). Pero cuando ya pudo centrarse en el rodaje de la segunda entrega tras estrenar la primera en las salas comerciales, diferencias con los productores del film, Alexander e Ilya Salkind, propiciaron su salida del proyecto y la entrada de Richard Lester, que también actuaba en calidad de productor ejecutivo y despreciaba el trabajo que estaba realizando Donner. Lester aprovechó parte de lo rodado por Donner, pero desechó muchas otras escenas y apostó por potenciar el sentido del humor camp del film, resultando al final una película con una clara intención desmitificadora, y por lo tanto completamente alejada de la visión mítica y cuasi-mesiánica del primer film. El caso es que con el tiempo hemos podido ver un montaje aproximado lo que Donner pretendía rodar, y digo aproximado porque si bien se recuperaron parte de las escenas rodadas originalmente por Donner y desechadas del montaje final, otras de las que se incluirían en ese director’s cut provenían de ensayos grabados o secuencias reconstruidas y no de escenas finales. En esa versión alternativa se incluirían detalles realmente curiosos, como una escena en la que se sugiere una escena de sexo entre Superman y Lois Lane (idea que utilizaría posteriormente Bryan Singer para su ‘secuela apócrifa’ de “Superman Returns”), o el momento en que Lois Lane descubre la identidad secreta de su compañero Clark Kent, más divertida e ingeniosa (a mi modo de ver) en la versión de Donner. 

Pero si bien en casos como éste o similares es de agradecer que nos regalen con una versión ampliada del film original, en otros uno casi lamenta que no existan precisamente una versión extendida o revisada de determinadas películas. No deja de ser un deseo personal pero a mí me hubiese gustado ver una versión más larga de “Harry Potter y el prisionero de Azkaban”, por ejemplo, en la que poder disfrutar más tiempo de la presencia de Julie Christie, cuya mayoría de escenas, pese a ser un personaje episódico, intuyo acabaron en el suelo de la sala de montaje. Y es que no perdonaré a Alfonso Cuarón que haya filmado todas las secuencias en las que ella aparece con un velo tapandole la cámara. 

Otro ejemplo sería el “X-Men. La decisión final” de Brett Ratner. Y es que viendo las secuencias alternativas descartadas no puedo sino concluir que son muy superiores a las incorporadas en el montaje final estrenado en las salas comerciales, como aquella en que Magneto amenaza a Jean Grey con la pistola que contiene el suero de la “cura”; la escena inicialmente prevista mostraba a Magneto manipulando una taza de café metálica y después Jean Grey la manipula a nivel molecular liberando tal cantidad energía que hacía estremecer el campamento donde se refugian los mutantes. Ratner, en una decisión torpe y totalmente equivocada, consideró que ‘una taza de café no era suficientemente amenazadora’, cuando aquí lo que se trataba era poner de manifiesto que la auténtica amenaza era la propia Jean. Otro ejemplo de mala decisión lo vemos en la escena en que Lobezno permite que el Iceman y el resto de alumnos adolescentes de la escuela Xavier se unan a la batalla arengándoles en la línea de ‘en una guerra todos tienen que luchar’; en la escena alternativa inicialmente prevista, Lobezno se negaba a que los adolescentes se uniesen a la lucha porque consideraban que aún no estaban preparados para la batalla y es precisamente Iceman quién le convence de lo contrario arguyendo que todos, sin importar la edad, deben participar en la lucha, pues el destino de los mutantes les afecta a todos; la escena la remataba La Bestia citando a Shakespeare. Cualquiera que conozca el personaje de Lobezno (y de La Bestia) y haya seguido su evolución tanto en los comics como en los films precedentes de Bryan Singer, comprenderá que precisamente la escena descartada es más coherente. Lamentablemente Ratner prefirió potenciar el (excesivo) protagonismo de Hugh Jackman “Lobezno” en perjuicio del resto de personajes.

Pero posiblemente si hay un film cuyo montaje extendido justifica por sí mismo la existencia de este tipo de versiones especiales, ese es (con permiso de Peter Jackson) el “Watchmen” de Zack Snyder.
Vilipendiada injustamente en el momento de su estreno por fans cerriles y críticos con escasa visión, Snyder hizo un esfuerzo titánico por mantenerse lo más fiel posible a la obra original de Alan Moore. Muchos fans argumentaron que en el film se potencia la acción por encima de la trama y se incorporan escenas de acción que no están en el comic. Eso no es cierto. Sí que es cierto que las escenas de acción (que si uno se molesta en medir tiempos se da cuenta de que no ocupan tanto porcentaje del metraje) resultan más “contundentes” y largas que en el cómic, pero ninguna de esas escenas es inventada y todas están en el cómic original, si bien sí que es cierto que se les concede más importancia que la que se les da en la obra original. A fin de cuentas es un film de acción.


Pero al margen de esta absurda polémica en torno a los momentos de acción del film, conviene poner de manifiesto las escasas licencias que Snyder se ha tomado con respecto a la obra magna de Alan Moore, y eso es especialmente evidente precisamente en el montaje definitivo del film (el 3º de los tres existentes) que incluso integra los “Relatos del navío negro” rodados en versión animada y que, admitámoslo, no se incluyeron en la versión cinematográfica con buen tino, temerosos de que no fuesen comprendidos ni aceptados por aquellos espectadores desconocedores de la obra de Alan Moore. El caso es que este tercer y definitivo montaje, aun siendo menos comercial que la obra estrenada oficialmente, es el más fiel a la obra original, el más rico en lecturas y el más complejo estilísticamente.



(continuará...)

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