Hay veces que, no obstante, este tipo de ediciones especiales
nos puede deparar alguna agradable sorpresa, y uno de esos casos es
precisamente el “Superman II” de Richard Donner. Oficialmente deberíamos decir
el “Superman II” de Richard Lester, pues es este último quién aparece en los
créditos de la película, pero la historia de la producción de la secuela de
Superman es bien curiosa y conviene recordarla. Donner comenzó el rodaje de
“Superman” teniendo en mente la secuela, y de hecho casi simultaneó el rodaje
de ambos (jugada que repetiría Peter Jackson rodando casi al mismo tiempo las 3
entregas de la mastodóntica trilogía de “El señor de los anillos”). Pero cuando
ya pudo centrarse en el rodaje de la segunda entrega tras estrenar la primera
en las salas comerciales, diferencias con los productores del film, Alexander e
Ilya Salkind, propiciaron su salida del proyecto y la entrada de Richard Lester,
que también actuaba en calidad de productor ejecutivo y despreciaba el trabajo
que estaba realizando Donner. Lester aprovechó parte de lo rodado por Donner,
pero desechó muchas otras escenas y apostó por potenciar el sentido del humor camp del film, resultando al final una
película con una clara intención desmitificadora, y por lo tanto completamente
alejada de la visión mítica y cuasi-mesiánica del primer film. El caso es que
con el tiempo hemos podido ver un montaje aproximado lo que Donner pretendía
rodar, y digo aproximado porque si bien se recuperaron parte de las escenas
rodadas originalmente por Donner y desechadas del montaje final, otras de las
que se incluirían en ese director’s cut
provenían de ensayos grabados o secuencias reconstruidas y no de escenas
finales. En esa versión alternativa se incluirían detalles realmente curiosos,
como una escena en la que se sugiere una escena de sexo entre Superman y Lois
Lane (idea que utilizaría posteriormente Bryan Singer para su ‘secuela
apócrifa’ de “Superman Returns”), o el momento en que Lois Lane descubre la
identidad secreta de su compañero Clark Kent, más divertida e ingeniosa (a mi
modo de ver) en la versión de Donner.
Pero si bien en casos como éste o similares es de agradecer
que nos regalen con una versión ampliada del film original, en otros uno casi
lamenta que no existan precisamente una versión extendida o revisada de
determinadas películas. No deja de ser un deseo personal pero a mí me hubiese
gustado ver una versión más larga de “Harry Potter y el prisionero de Azkaban”,
por ejemplo, en la que poder disfrutar más tiempo de la presencia de Julie
Christie, cuya mayoría de escenas, pese a ser un personaje episódico, intuyo
acabaron en el suelo de la sala de montaje. Y es que no perdonaré a Alfonso
Cuarón que haya filmado todas las secuencias en las que ella aparece con un
velo tapandole la cámara.
Otro ejemplo sería el “X-Men. La decisión final” de Brett
Ratner. Y es que viendo las secuencias alternativas descartadas no puedo sino
concluir que son muy superiores a las incorporadas en el montaje final
estrenado en las salas comerciales, como aquella en que Magneto amenaza a Jean
Grey con la pistola que contiene el suero de la “cura”; la escena inicialmente
prevista mostraba a Magneto manipulando una taza de café metálica y después
Jean Grey la manipula a nivel molecular liberando tal cantidad energía que
hacía estremecer el campamento donde se refugian los mutantes. Ratner, en una
decisión torpe y totalmente equivocada, consideró que ‘una taza de café no era
suficientemente amenazadora’, cuando aquí lo que se trataba era poner de
manifiesto que la auténtica amenaza era la propia Jean. Otro ejemplo de mala
decisión lo vemos en la escena en que Lobezno permite que el Iceman y el resto
de alumnos adolescentes de la escuela Xavier se unan a la batalla arengándoles
en la línea de ‘en una guerra todos tienen que luchar’; en la escena
alternativa inicialmente prevista, Lobezno se negaba a que los adolescentes se
uniesen a la lucha porque consideraban que aún no estaban preparados para la
batalla y es precisamente Iceman quién le convence de lo contrario arguyendo
que todos, sin importar la edad, deben participar en la lucha, pues el destino
de los mutantes les afecta a todos; la escena la remataba La Bestia citando a
Shakespeare. Cualquiera que conozca el personaje de Lobezno (y de La Bestia) y
haya seguido su evolución tanto en los comics como en los films precedentes de
Bryan Singer, comprenderá que precisamente la escena descartada es más
coherente. Lamentablemente Ratner prefirió potenciar el (excesivo) protagonismo
de Hugh Jackman “Lobezno” en perjuicio del resto de personajes.
Pero posiblemente si hay un film cuyo montaje extendido
justifica por sí mismo la existencia de este tipo de versiones especiales, ese
es (con permiso de Peter Jackson) el “Watchmen” de Zack Snyder.
Vilipendiada injustamente en el momento de su estreno por
fans cerriles y críticos con escasa visión, Snyder hizo un esfuerzo titánico
por mantenerse lo más fiel posible a la obra original de Alan Moore. Muchos
fans argumentaron que en el film se potencia la acción por encima de la trama y
se incorporan escenas de acción que no están en el comic. Eso no es cierto. Sí
que es cierto que las escenas de acción (que si uno se molesta en medir tiempos
se da cuenta de que no ocupan tanto porcentaje del metraje) resultan más
“contundentes” y largas que en el cómic, pero ninguna de esas escenas es
inventada y todas están en el cómic original, si bien sí que es cierto que se
les concede más importancia que la que se les da en la obra original. A fin de
cuentas es un film de acción.
Pero al margen de esta absurda polémica en torno a los
momentos de acción del film, conviene poner de manifiesto las escasas licencias
que Snyder se ha tomado con respecto a la obra magna de Alan Moore, y eso es
especialmente evidente precisamente en el montaje definitivo del film (el 3º de
los tres existentes) que incluso integra los “Relatos del navío negro” rodados
en versión animada y que, admitámoslo, no se incluyeron en la versión
cinematográfica con buen tino, temerosos de que no fuesen comprendidos ni
aceptados por aquellos espectadores desconocedores de la obra de Alan Moore. El
caso es que este tercer y definitivo montaje, aun siendo menos comercial que la
obra estrenada oficialmente, es el más fiel a la obra original, el más rico en
lecturas y el más complejo estilísticamente.
(continuará...)
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