Si hay una película que en cierta forma justifica la
existencia de una versión extendida y que al mismo tiempo puso de moda este
tipo de ediciones especiales, esa es sin duda “El señor de los anillos. La
comunidad del anillo”.
Cuando Peter Jackson acometió la tarea de llevar a la
pantalla la obra magna de Tokien, se propuso dividir el metraje en tres films
(uno por cada uno de los libros de los que se compone “El señor de los
anillos”) y rodar los tres al mismo tiempo, aprovechando las sinergias y la
logística de lo que iba a ser un rodaje poco menos que arduo. El caso es que
Jackson, en su afán de ser lo más fiel posible a la obra original, rodó una
cantidad ingente de material. Lo de la “fidelidad” es harto discutible, ya que
el equipo de guionistas (Fran Walsh, Pillippa Boyens y el propio Peter Jackson)
no dudaron en eliminar pasajes que la obra que ellos consideraban episódicos o
poco relevantes para la trama mayor (el enfrentamiento con los tumularios, Tom
Bombadil… ) u otros que alargaban demasiado el argumento de forma un tanto
redundante (el episodio del saneamiento de la Comarca); algunos personajes
demasiado secundarios (Glorfindel, Rasdagast) caen en beneficio de otros que
adquieren mayor protagonismo y relevancia (Arwen). La obra original es muy
descriptiva y concede una gran importancia al paisaje, en cambio Jackson opta
por primar la acción para dotar al film de mayor ritmo y fluidez. Algunos de
los cambios introducidos por Jackson y sus guionistas son acertados, otros
necesarios y otros harto discutibles. En cualquier caso, partiendo del hecho de
que libro y film son obras distintas, que utilizan herramientas expresivas
distintas, y que lo que nos ofrece Jackson es a la postre su interpretación
personal de la obra de Tokien, “El señor de los anillos” es una buena
adaptación y una buena película de género fantástico.
Como comentaba más arriba, Jackson tenía una enorme cantidad
de metraje rodado para “La comunidad del anillo”, el primero de los films de la
trilogía, suficiente para montar una película que superase las tres horas de
duración. Pero en aquel entonces la viabilidad comercial del film no era tan
clara, y más teniendo en cuenta la ingente inversión efectuada (tanto en la
producción como en la posterior campaña publicitaria). Los productores no tenían
claro que un film tan extenso fuese a rendir en taquilla, así que Jackson se
vio presionado a reducir su duración a 178 minutos… lo cuan tampoco está nada
mal. Tengamos en cuenta que a menor duración, más sesiones se pueden programar
en un mismo día y mayor es el rendimiento que una película puede generar en
taquilla. “La comunidad del anillo” se estrenó en diciembre del 2001 y el resto,
como se suele decir, es historia. El film competía además con el estreno previo
de “Harry Potter. La piedra filosofal”, según la igualmente popular obra de J. K.
Rowling, y ambos films arrasaron en taquilla.
Personalmente creo que “La comunidad del anillo” es el mejor
de los 3 films que componen la trilogía, y también el que está mejor montado, y
si bien es cierto que escenas cruciales quedaron fuera de la versión estrenada
oficialmente, Peter Jackson tuvo cuidado de que el film funcionase y pudiese
ser entendido por sí solo, al margen de cualquier escena eliminada. En el
momento del estreno aún no se sabía la popularidad y el éxito comercial que el
film podría alcanzar, popularidad y éxito que, una vez confirmados, propiciaron
la aparición de una versión extendida más completa para el mercado viedográfico.
No nos engañemos, esa versión extendida de “La comunidad del anillo”, al margen
de permitir rentabilizar doblemente la película, formaría parte de la hábil
estrategia publicitaria que han acompañado los estrenos cinematográficos de las
3 partes de la trilogía, pues “La comunidad del anillo” en versión extendida se
ponía a la venta un mes escaso antes del estreno mundial de la segunda parte,
“Las dos torres”, en lo que podría entenderse como una estratagema comercial
para ‘ir calentando motores’.
Intereses publicitarios y comerciales al margen, la
aparición de esta versión extendida de la primera entrega de la trilogía de “El
señor de los anillos” es uno de esos raros ejemplos en que su existencia está
plenamente justificada. En este caso la versión extendida no solo amplía y
mejora la versión comercial, sino que estamos ante dos películas completamente
distintas. Son muchos los cambios que aportan los entre 20 y 30 minutos de
metraje adicional añadidos a esta versión. Por un lado el tiempo argumental se
dilata, y no hablo de que se amplía el metraje del film, sino que se añaden
escenas de transición de dilatan el tiempo interno de la aventura de la
comunidad del anillo: si el viaje en la versión cinematográfica transcurre,
aparentemente, en unos pocos días, en esta nueva versión transcurre en más
tiempo al añadir escenas que ilustran mejor el paso de los días. Y con la
dilatación del tiempo también se dilata el espacio físico, pues la Tierra Media
en esta versión extendida es también más extensa, valga la redundancia. Además
se añaden escenas que explican y matizan mejor el carácter de algunos
personajes. Así por ejemplo el personaje de Galadriel, interpretado por algunos
espectadores de manera errónea como malvado por la imagen terrible que muestra
en el momento en que muestra a Frodo las imágenes de su espejo, adquiere un
carácter inequívocamente benefactor en la escena añadida en que otorga sus
regalos a los miembros de la comunidad; además esa misma escena permite mostrar
un aspecto insospechadamente tierno en el personaje de Gimli cuando da a
entender su admiración hacia la reina élfica. Otro personaje, Boromir, se
muestra más frágil, más temeroso y más humano en algunas escenas añadidas, de
tal forma que su traición momentánea al querer arrebatarle el anillo a Frodo se
hace más comprensible (y perdonable) para el espectador; hay otros pasajes que
añaden más información sobre el entorno en el que se desarrolla la trama, como
aquel en que Frodo y Sam ven una compañía élfica durante la noche, y que nos
explica que los elfos están abandonando la Tierra Media, desentendiéndose del
destino de los hombres y abandonándolos a su suerte.
Las siguientes entregas de la trilogía seguirían la misma
estrategia: estrenar la versión cinematográfica y un año después la versión
ampliada para el mercado doméstico. Pero tanto en “Las dos torres” y muy
especialmente en “El retorno del rey”, Jackson tendría menos cuidado en el
montaje oficial, sabedor entonces de que debía reservar escenas exclusivas para
poder dar razones de peso a los consumidores de que debían comprar por segunda
vez un film que seguramente ya tenían es su videoteca particular. “Las dos
torres” en su versión extendida, por ejemplo, nos regalaría una emotiva y
espectacular nueva escena que relaciona a Boromir, su hermano Faramir y el
padre de ambos, Denethor, más impactante si cabe atendiendo al hecho de que
Boromir había fallecido en la película precedente y que Denethor no aparecería
‘oficialmente’ hasta la tercera entrega: “El retorno del rey”. Y es
precisamente en la película que cierra la trilogía, a mi juicio la peor editada
de las tres (atendiendo siempre al montaje cinematográfico), donde Peter
Jackson pone menos cuidado en el producto final, llegando incluso a incurrir en
fallos de racord (en un momento de la
película Gandalf pierde su vara sin que sepamos porqué). El montaje final de la
3ª entrega de la trilogía de la Tierra Media acabará siendo la más extensa de
las 3 películas, superando con creces las tres horas de duración, algo que sin
duda alguna no molestará a ningún fan de la obra de Tolkien al incluir escenas
cruciales como el destino final de Saruman (escatimado en la versión
cinematográfica para enfado mayúsculo –y plenamente justificado- de su
interprete, Christopher Lee), la explicación de dónde y porqué Gandalf pierde
su vara, la escena con la Palantir (que aclara algunos aspectos de la trama) o
la aparición de un personaje de cierta relevancia como Boca de Sauron, ausente
en la versión oficial.
En cualquiera de las tres películas con las versiones
extendidas nos encontramos no solo con versiones más largas, sino se podría
decir que con películas completamente distintas, hasta el punto de que ciertos
personajes que sobreviven en una versión fallecen en la otra, por no mencionar
el hecho de que se nos proporciona a través de esas escenas adicionales
información que enriquece y complementa la versión oficial de manera
insospechada. Y aun así no deja de ser curioso que Peter Jackson se haya
reservado escenas que no aparecen en ninguno de los montajes conocidos y que
quizás recupere en una hace tiempo rumoreada edición mega-extendida. Así pues
se podrían recuperar escenas que sabemos confirmadas por fotografías de rodaje
o incluso momentos filtrados en alguno de los trailers previos, como la matanza
de los goblins a la entrada del bosque de Lorien, el momento en que Eowyn se
enfrenta a un grupo de orcos que ha logrado infiltrarse en la fortaleza durante
la batalla del abismo de Helm, o ese curioso momento en que Faramir tiene una
visión momentánea de Frodo completamente consumido por el anillo al igual que
el pobre Gollum.
El éxito de estas versiones extendidas de “El señor de los
anillos” contribuirá a que proliferen en el mercado ediciones más completas que
rara vez van a aportar elementos significativos a la versión que ya hemos visto
en las salas comerciales, más allá de incluir nuevas escenas que como mucho van
a resultar vistosas y resultonas, pero poco más. Así pues a esta nueva moda se
van a añadir películas como “Troya”, “Alexander”, “Las crónicas de Narnia”,
“Harry Potter”, “Hellboy”, “El código Da Vinci”, “300” o “Shucker Punch” entre
otras. El propio Peter Jackson repetirá la jugada con “King Kong” en una
versión mastodóntica que lo único que aporta son más escenas espectaculares con
dinosaurios. Por otro lado esta misma tendencia servirá también para recuperar
clásicos como “El Exorcista” de William Friedkin o el “Drácula” de Francis Ford
Coppola en nuevas versiones que tratarán de sacar a la luz escenas perdidas que
por motivos de censura o de extensión de metraje no vieron la luz en el momento
de su estreno. En el caso de la película de Friedkin, por ejemplo, veremos la
famosa escena en la que Reagan baja las escaleras haciendo el puente u otras
escenas en las que vemos a la misma niña sometida a diversas pruebas por parte
de los psicólogos que tratan de discernir la naturaleza real de su posesión.
¿Realmente cuándo podemos decir que una versión extendida o
ampliada está justificada? Difícil responder, y más cuando consumidores completistas
se lanzan ávidos (NOS lanzamos ávidos, lo admito) a los puntos de venta con la necesidad
de adquirir esos minutos de más que quizás no aporten nada significativo a la
película, pero que no por ello podemos dejar de visionar.
(continuará…)
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