martes, 24 de diciembre de 2013

DE HOBBITS, ELFOS Y OTRO TIPO DE GENTES


Aclaremos antes algunos puntos: primero fué "El Hobbit".

Originalmente "El Hobbit" no fué más que un cuento infantil, escrito por partes entre principios de los años 20 y finales de los 30, que no tenía mayor objetivo que divertir y entretener a los hijos de Tolkien. Tolkien leyó partes de la obra al grupo literario "The Inklings", del que formaba parte junto a, entre otros, C. S. Lewis, autor de "Las Crónicas de Narnia". Fueron éstos los que primero animaron a Tokien a publicar el relato, y el manuscrito acabó en manos de los editores George Allen & Unwin. La anecdota cuenta que el editor dió a leer una primera versión del manuscrito a su hijo de 10 años a fin de valorar su posible acogida comercial, y fué el niño quién, tras una lectura entusiasta, le animó precisamente a publicarlo. El libro vió su primera edición oficial en 1937, y se convirtió en un éxito tanto de público como de ventas. La buena acogida comercial fué la que impulsó a los editores a solicitar a Tokien una continuación de la obra. Por aquel entonces Tokien estaba inmerso en la escritura del núcleo central de las leyendas de la Tierra Media que acabarían formando el relato épico de "El Silmarilión", pero accedió a la petición un tanto a regañadientes. Sin embargo, lo que debía ser la continuación de una narración infantil, se acabó convirtiendo en algo más complejo, más rico y más maduro. Tokien integraría la continuación de "El Hobbit" dentro de la continuidad de la Tierra Media, y así nació "El Señor de los Anillos", en la que invertiría casi 10 años de escritura y que se publicaría en tres partes entre 1954 y 1955. "El Señor de los Anillos", pese a gozar de una recepción crítica mucho más fría que su precedesora, siendo acusada de ser demasiado larga y oscura, se convirtió en un éxito mayúsculo y aún hoy en día es aclamada como la opus magna de Tolkien y uno de los más influyentes relatos de la literatura fantástica de todos los tiempos. De hecho la obra fué adoptada como libro de cabecera por algunos de los movimientos hippies y contraculturales del momento, especialmente en Estados Unidos, que comprendiendieron el caracter ecologista de la obra, que denunciaba los efectos colaterales de la industrialización excesiva, y adoptaron a Frodo, su protagonista, como representante de todo un movimiento pacifista que se oponía al uso de la fuerza y de las armas.

Así pués "El Señor de los Anillos" no solo es una secuela de "El Hobbit", sino también una obra de encargo. Curiosamente el hecho de integrar la narración de ésta dentro del marco de leyendas de la Tierra Media, llevaría también a Tolkien a revisar y reescribir "El Hobbit" a fin de integrarlo también en dicho marco. Lo que inicialmente era una obra pequeña al margen de la narración épica de las leyendas de Arda, acabaría formando parte integral de la misma.

La popularidad de ambas obras fué creciendo con los años y la idea de convertirlas en un film planeó por las oficinas de muchos productores cinematográficos. Tokien no erá reació a una adaptación cinematográfica, si bien solo veía posible hacerlo en forma de film de animación. El primer intento de adaptación, que contaba con unos diseños que inicialmente agradaron a Tokien, pues reuían el estilo Disney (que Tokien despreciaba) y se inclinaban más hacia las ilustraciones de Arthur Rackham, finalmente no llegó a buen puerto pues incluían numerosos cambios argumentales que traicionaban la obra original y que no fueron aceptados en modo alguno por el escritor. No sería más tarde, tras un intento frustrado de adaptación en imagen real por parte de John Boorman, que los derechos cinematograficos serían adquiridos por Saul Zaentz y en 1979 se estrenaría una versión animada dirigida por el visionario Ralph Bakshi, versión injustamente menospreciada en la actualidad pero que cuenta con un buen diseño de personajes y una magnífica banda sonora de Leornard Rosenman.

La película tan solo adaptaba la mitad aproximada de la trilogía, pero su escasamente entusiasta recepción comercial no favoreció la filmación de una secuela. No obstante era cuestión de tiempo que otro visionario retomase la idea de llevar la obra completa de Tolkien a la pantalla, y finalmente en el 2001, el director Neozelandes Peter Jackson estrenaría "El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo", estrenando sus dos continuaciones en el 2002 y el 2003 respectivamente. El resto, como se suele decir, es historia.


El exito masivo de la trilogía en todo el mundo renovaría el interés por la obra de Tokien, interés que se ha materializado en la reedición de sus obras y en la comercialización del más variado merchandising inspirado tanto en las obras literarias como en sus adaptaciones cinematográficas, así que no podía pasar mucho tiempo antes de que alguien hiciese caso de la demanda popular de adaptar también "El Hobbit" a la gran pantalla. Y tras superar una serie de visicitudes con los derechos cinematográficos del libro y tras la marcha del director inicialmente previsto, Guillermo del Toro, Peter Jackson se pondría de nuevo tras las cámras y en el 2012 estrenaría "El Hobbit. Un viaje inesperado".

Y he aquí que nos encontramos con la primera gran diferencia conceptual entre película y libro: Tolkien concibió "El Señor de los Anillos" como una secuela de "El Hobbit", mientras que Jackson concibe "El Hobbit" como una precuela de "El Señor de los anillos". Es decir, mientras que el escritor recibió el encargo de continuar las aventuras de la parentela de Bilbo Bolson, algo a lo que incialmente accedió sin estar plenamente convencido, Jackson a tratado de adaptar el tono y enfoque de lo que era una narración infantil a la visión más oscura y madura de lo que, a la postre, sigue siendo la obra más popular de Tokien. Y si en "El Señor de los Anillos" Jackson, pese a tomarse más de una licencia respecto a la obra original (algunas más comprensibles o necesarias que otras), se mantuvo razonablemente fiel al libro, tanto en tono como en argumento, en "El Hobbit", por el contrario, traiciona intencionadamente la obra escrita a fin de llevarla a su propio terreno e integrarla en lo que, a fin de cuentas, es su visión muy personal de las leyendas que configuran la mitología de la Tierra Media ideadas por Tolkien. Hay otro aspecto que diferencia ambas adaptaciones: mientras que en "El Señor de los Anillos" Jackson realiza una necesaria labor de compresión al tener que manejar un relato que supera las 1.000 páginas, en "El Hobbit" adopta una postura contraria e infla y estira del relato a veces de manera innecesaria. La labor de concreción llevada a caba en "ESDLA" lleva a Jackson a tomar decisiones controvertidas pero necesarias, eliminando episodios que no tienen una incidencia directa en el relato (el de los Tumularios), finales que podrían resultar redundantes desde un punto de vista cinematográficos (el saneamiento de la Comarca), eliminar personajes que no aportan nada sustancial a la narración principal (Tom Bombadil) o fusionar otros que, pese a llevar a cabo acciones decisivas, resultan demasiado episódicos (como Glorfindel) en beneficio de otros que en la obra aparecen un tanto desdibujados pero que en el film adquieren mayor relevancia (es el caso de Arwen). Ya comenté en un artículo anterior que incluso las versiones extendidas de estos films complementan, amplian y enriquecen las visiones que nos ofrecían los films originalmente estrenados en las salas comerciales.

No ocurre los mismo con "El Hobbit". En una decisión que solo puede ser entendida desde un punto de vista estrictamente comercial, Jackon ha convertido un relato de apenas 200 páginas en tres films que superan las 2 horas de duración cada uno. El episodio del encuentro de Bilbo con los enanos, por ejemplo, es alargado innecesariamente en el film hasta consumir casi un tercio del metraje, y el resultado es que el ritmo de la película decae y ésta no arranca hasta bien entrada la narración. Por si fuera poco, y al contrario que ocurría con las 3 partes de "ESDLA", la versión extendida de "El Hobbit. Un viaje inesperado" no añade mayor interés sino que, al contrario, se recrea en escenas constumbristas de escaso interés o añade más chistes a propósito de los enanos. Tan solo dos momentos añadidos en esa versión extendida serían dignos de ser rescatados: uno es una secuencia ampliada en el prólogo, que si bien es muy breve, ilustra perfectamente el rencor existente entre elfos y enanos, y es el momento en que Thror, abuelo de Thorin Escudo de Roble, muestra un cofre de gemas a Thranduil, rey de los elfos del Bosque Negro... para depués arrebatarselo; la otra secuencia, también muy breve, es aquella en que Bilbo, paseándose por las estancias de Rivendel, ve los fragmentos de Narsil y el lienzo que ilustra la caida de Isildur; en ese momento ve por primera vez una representación del anillo único (subrayada por las notas inquitantes de la partitura de Howard Shore) y ese momento conecta la narración de "El Hobbit" con la de "El Señor de los Anillos", de ahí su importancia.


Si la narración de "Un viaje inesperado" es por momentos morosa y algo tediosa, esos problemas de ritmo han sido corregidos en "La desolación de Smaug", que resulta mucho más dinámica... lo que no evita que Jackson, con su tendencia habitual al exceso y la hiperbole, se recree innecesariamente en algunas secuencias, particularmente en los momentos de acción. Toda la persecución en los barriles en el rio resulta extenuante y excesivamente larga, y más aún con un irritante Legolas haciendo cabriolas exageradas a diestro y siniestro. En su afán por alargar la narración y hacerla partícipe de lo narrado en la trilogía previa, Jackson no muestra rubor alguno en traicionar la obra escrita por Tolkien: introduce un personaje inexistente, la elfa Tauriel, con el único objetivo de buscar la adhesión del público femenido (hay que decir también que dicho personaje no chirria demasiado en el conjunto); añade un interés romántico entre el enano Kili y Tauriel (algo que resulta demasiado forzado por no decir ridículo); añade algo de intrigas palaciegas en la ciudad lacustre de Esgaroth (quizás para justificar la presencia del actor Stephen Fry en el film); expande e inventa toda la confrontación entre Gandalf y el Nigromante de Dol Guldur (narrada en elipsis en "El Hobbit" y explicada brevemente en "ESDLA"); desaprovecha un personaje como Beorn (el único momento del film donde Jackson decide aplicar una labor de compresión, desestimando por completo la divertida presentación que en el libro hace Gandalf a Beorn de cada uno de los enanos); concede mayor presencia a un antipático Thranduil (espléndido Lee Pace), alejado de la visión más amable de los elfos que hasta ahora nos habían ofrecido Elrond o Galadriel... Con todo la autentica set piece del film, al igual que ocurria en "Un viaje inesperado", tiene como protagonista a un personaje enteramente digital. Si en aquella el momento culminante de la película es el episodio "acertijos en las tinieblas" en el que Bilbo y Gollum se enfrentan en un duelo de ingenio, y que de nuevo pone de manifiesto las maravillosas cualidades vocales-interpretativas de Andy Sherkis, en "La desolación de Smaug" es el dragón que da titulo al film, fastuosa y espectacular creación digital de los  talleres de Weta Workshop a la que pone voz, y de una forma no menos maravillosa, Benedicth Cumberbach, el que protagoniza la mejor secuencia de la película. Y aunque habría que criticar de nuevo a Jackson por su tendencia al exceso, que le lleva a alargar en demasía la persecución a la que Smaug somete a los enanos dentro de las estancias de la montaña solitaria, visualmente toda esa (larga) secuencia tiene momentos tan arrebatadores que se le perdona, particulamente al inicio, cuando Smaug pone a prueba el ingenio y los modales de Bilbo, en un diálogo francamente memorable.


"La desolación de Smaug" termina de forma intencionadamente abrupta, con una frase ("Yo soy el fuego. Yo soy la muerte") que eleva exponencialmente la expectativas puestas en la tercera entrega que se estrenará a finales del 2014 (antes veremos, evidentemente, la versión estendida de este segundo film con más enanos, más elfos, más Beorn, y quizás ese encuentro entre Gandalf y Thrain que ya atisbamos brevemente en los primeros trailers de "Un viaje inesperado"). Aún nos queda por ver la huida de Gandalf de Dol Guldur, el Concilio Blanco, la derrota de Smaug, la Piedra del Arca y, por supuesto, la Batalla de los Cinco Ejercitos. Aún queda un año por delante... Habrá que esperar...

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