¿Cuando fué la primera vez que te conmocionó la muerte de un personaje en un cómic? No, no me vale que me menciones la muerte de alguien en una novela gráfica, en un título concreto, sino la muerte de alguien en una serie de esas que tienen continuidad y que viene publicándose de forma prácticamente ininterrumpida desde hace 10, 20 o 50 años. Pienso concretamente en los cómics de superhéroes.
Los cómics de superhéroes forman parte de mi educación sentimental. Empecé leyendo Mortadelo y Zipi y Zape cuando tenía... que se yo, ¿6 años? Después descubrí a Spiderman, los Vengadores y la Liga de la Justicia y me cautivaron. A los 8 años me sentí fascinado por el Flash Gordon de Alex Raymond... pero Peter Parker y Clark Kent nunca me abandoraron. A los 12 o 13 descubrí a Den, Zhora y Ghita de Alizarr y supusieron una auténtica revolución en más de un sentido (lo atributos del héroe creado por Richard Corben o las poses de la sensual heroina de Frank Thorne eran demasiado para una inocente mente impresionable)... pero Spidey y Batman y la Patrulla-X seguían estando ahí. He crecido con ellos, han formado y siguen formando parte de mi bagage cultural y no tengo intención de desprenderme de su influencia y su recuerdo.
El caso es que lo superhéroes representan el arquetipo idealizado de todo aquello que nos gustaría llegar a ser y no podremos conseguir nunca. Por ello los admiramos. Pueden volar, pueden mover montañas, pueden viajar en el tiempo... y son inmortales. O eso pensábamos. En los comics el tiempo transcurre de manera diferente a la realidad. Franklin Richards continúa siendo un retoño que aún no ha entrado en la pubertad a pesar de que han pasado más de 40 años desde su creación, y Kitty Pryde sigue siendo una adolescente, apenas unos pocos años mayor desde su primera aparición a principios de los 80. El caso es que nunca esperas que un personaje con el que en cierta forma llevas conviviendo desde tu infancia vaya a palmarla algun dia. Pero no es así. A veces los superhéroes también pasan a mejor vida.
Quizás el primer impacto emocional de la muerte de un personaje principal en las páginas de un cómic de superhéroes lo tuvimos con la muerte de Gwen Stacy en las páginas de Spider-man. Inicialmente John Romita Sr. dibujó (magnificamente) a Gwen con unos trazos más própios de una vamp. Pero tras la fulgurante irrupción de la otra eterna novia de Peter Parker, la simpar M. J. Watson, sus rasgos y su caracter se fueron suavizando. M. J. pasó a ser la novia alegre, casquivana, algo rebelde, mientras que Gwen se convirtió en una suerte de contrapartida: la novia dulce e inocente. El caso es que había que resolver el dilema de Peter de alguna manera y una de las dos tenía que desaparecer de la ecuación para que Peter pudiese escoger una novia sin que resultase traumático para nadie, especialmente para los lectores. Así que los editores decidieron matar a Gwen Stacy. Su traumática muerte se convirtió en uno de los momentos claves en la colección del trepamuros, ya que si bién fué su archienemigo, el Duende Verde, el responsable de su muerte, el culpable directo de su fallecimiento fué el propio Spidey que, en un intento de salvarla cuando el Duende la arroja desde lo alto del puente de Brooklyn, le parte el cuello accidentalmente.

La muerte de Gwen supondría en muchos aspectos un punto de inflexión en la carrera de Spider-man (que estaría a punto de tirar la toalla y el disfraz de superhéroe), pero también en el devenir de la colección, que dejaría a un lado su tradicional discurrir desenfadado y aventurero para adquirir progresivamente tintes más maduros y por lo tanto más dramáticos.
Pero Gwen, aunque importante, no dejaba de ser un personaje más dentro del muy amplio elenco de secundarios que rodean la vida del más famoso trepamuros marvelita. A principios de los 80 se iba a producir la muerte de un personaje principal, y posiblemente una de las muertes que más nos impactarían a los lectores de cómic de aquella época: la muerte de Jean Grey, álias Fénix.

Conviene hacer un repaso a la historia de este personaje, que no había tenido una trayectoria particularmente destacada en los episodios de la Patrulla-X original escritos por Stan Lee o posteriormente por Roy Thomas. Cuando tras la famosa "Segunda Génesis" Chris Claremont se hace con las riendas de la colección y por lo tanto de la nueva formación del grupo, Jean Grey no formaba parte de la misma. Poco después Claremont la recuperaria para reformar por completo el personaje, y así en la aventura del grupo a bordo de la estación espacial Starcore, en su enfrentamiento con Steve Lang, Claremont la "mataría"... para resucitarla de inmediato. No se trataría, evidentemente, de una muerte real. Jean se sacrificaría para salvar la vida de sus compañeros mutantes y al hacerlo se veria expuesta a una dosis letal de radiación cósmica que la transformarían, incrementando sus poderes de forma exponencial y aun nivel que la situaban muy por encima de sus compañeros. En ese momento, con una frase mítica ("Soy Fuego. Soy Vida Encarnada. Soy Fénix"), Jean Grey resurgiría de sus cenizas como el ave mítica, convertida en un ser de inconmensurable poder. Se iniciaba así el primer acto de lo que a mí me gusta llamar "Vida y Pasión de Jean Grey", acto que se cerraría con la aventura espacial del cristal M'Krann en la que Jean, literalmente, salvaría todo el universo, poniendo de manifiesto el alcance de su condición cuasi-divina.
El 2º acto de la vida y pasión de Jean comenzaría tras su regreso de la galaxia Shiar, cuando de nuevo Jean aparentaba morir enterrada en las instalaciones antarticas del archienemigo de la Patrulla-X, Magneto. O asi lo creyeron sus compañeros. Mientras ellos iniciaban un largo y tedioso camino de regreso a casa que les llevaría a través de la Tierra Salvaje, Japón y Canadá, Jean iniciba un viaje más personal y (solo aparentemente) tranquilo para recomponer los pedazos de su maltrecha existencia. Este segundo acto termirá con la aventura en que los mutantes se enfrentan a Proteo, y que supondrá el reencuentro con los compañeros que la tenían por muerta, y por lo tanto la 2ª "resurrección" de Jean. Durante este periplo se evidenciarán las pautas de lo que será el 3ª acto de su gran aventura, la que tradicionalmente será conocida como "La saga de Fenix Oscura", en la cual Jean Grey, bajo la influencia maligna de Mente Maestra, no solo sacará a relucir todo su potencial mutante, sino que experimentará un dramático giro hacia su lado oscuro.
"El poder corrompe. El poder absoluto corrompe absolutamente". Es una frase que de buena manera ilustrará el devenir de esta saga, este último acto. Jean Grey, en la cuspide de su poder y su potencial mutante, evolucionará hasta convertirse en un ser cuyo poder rivalizaría con el de un Dios. Jean Grey se enfrentará a sus compañeros y, en un acto que solo puede ser considerado como de predación, destruirá y consumirá todo un sistema solar habitado. Jean cometerá un genocidio en toda regla motivada únicamente por el hambre y por la necesidad de exprerimentar el pleno alcance de su poder. El capítulo final de la saga, espectacular y emotivo a partes iguales, quedará en la memoria de los lectores como uno de los mejores y más impactantes tebeos del triunvirato formado por Claremont-Byrne-Austin. Jean Grey aparentemente había conseguido revertir a un estado anterior a su transformación en Fenix, y por lo tanto humano. Pero esa regresión era solo aparente. Jean pierde el control y se trasnforma de nuevo en Fenix y luego en Fenix Oscura, un ser cuya hambre de poder podría llevar a consumir la vida en todo el universo. Comprendiendo que su progresión es inevitable y que ello pone en riesgo la vida no solo en la Tierra sino en todo el universo conocido, Jean realizará un sacrificio final y se suicidará para protejer a la humanidad. Claremont escribió entonces uno de los diálogos más intensos y emotivos de toda su carrera y lo puso en boca de El Vigilante: "La Patrulla-X no se dá cuenta ni se dará nunca de que han obtenido el mayor triunfo de sus vidas, pues Jean Grey pudo haber vivido para convertirse en una diosa, pero prefirió morir como humana". Aún se me escapa alguna lágrima cada vez que lo vuelvo a leer...
El caso es que Claremont le había cogido cariño a su personaje y se resistía a matarlo. Su intención inicial era que Jean fuese derrotada en la batalla con la Guardia Imperial Shiar y le fuesen extirpados los poderes de Fenix de forma definitiva. Jean Grey volvería a la Tierra como humana, sin poderes, fragil e indefensa, y Scott Summers abandonaría la Patrulla-X para ayudarle a reconstruir su mente y su vida y vivir felices juntos, alejados ambos de la vida aventurera. Pero el editor de Marvel Jim Shooter estaba completamente en desacuerdo con ese planteamiento. Jean Grey no solo se había corrompido, no solo se había enfrentado a sus compañeros de grupo, sino que había exterminado toda vida en un sistema planetario, vida inteligente. Según Shooter no había redención posible a un crimen tan abyecto, a un genocido en toda regla, y dicho crimen debía ser castigado. Scott Summers en un momento del cómic dice "si debe haber un castigo, que quede en manos de Dios. Yo prefiero el perdón". Y pronuncia esas palabras guiado por el amor incondicional que siente hacia Jean. Así pues Shooter se apropió del papel de Dios y obligó a Claremont a reescribir el guión original y matar a Jean Grey; Shooter impuso su decisión no basándose en cifras de venta o criterios comerciales, sino aplicando la lógica, la coherencia y, porque no, la moral. Jean Grey DEBÍA morir. Con el tiempo Claremont y Byrne admitieron que la idea de Shooter era la correcta, y que su injerencia, inicialmente mal recibida, redundó en beneficio de la historia. "La muerte de Fénix" sigue estando entre lo mejor que ha escrito nunca Chris Claremont.
Pero (¡ay!) Claremont seguía sin perdornar las intromisiones del tiránico director editorial y con paciencia tramó su particular venganza: resucitar a Jean Grey. Y lo hizo de la forma más elegante y sutil posible, sin trampa alguna. Claremont trajo de nuevo a Jean Grey entre los vivos... solo que la llamó Madelyne Pryor.

Claremont enontraba así la manera de salirse con la suya por encima de las imposiciones editoriales. Madelyne Pryor era la viva imagen de la fallecida Jean Grey, solo que sin poderes. Claremont planteó que Madelyne había sobrevivido a un accidente de aviación en el mismo instante en que Jean Grey moría en la Luna, y durante varios episodios jugó con la idea de que Madelyne podría ser la reencanación de aquella. Finalmente despejó cualquier duda en otra saga memorable, "Desde las cenizas", que suponía el regreso a escena de Mente Maestra y que resolvería cualquier duda respecto al personaje: Madelyne NO era la reencarnación de Jean. ¿Entonces porqué se parecía a ella de forma tan extraordinaría? Un misterio. Un misterio que Claremont no tuvo nunca intención de resolver y que no había necesidad de contestar. Un misterio sin respuesta como puede ser el monstruo del Lago Ness o el Yeti o la vida extratereste. Un misterio que resulta mucho más atractivo por el echo de no tener respuesta.
De esta manera Scott Summers reencontraría a su amor perdido en esta Madelyne/Jean sin poderes y sin pasado aventurero, con la que finalmente se casaría y se retiraría de su vida de superhéroe para vivir felices juntos e incluso tener un hijo. Claremont cumplía así los planes que inicialmente tenía previstos para ambos personajes.
Lamentablemente no todos iban a tener la misma visión que el patriarca mutante, y vista la rentabilidad comercial de la franquicia mutante, algunos editores no iban a dejar pasar la oportunidad de seguir aumentando la familia y obtener mayores beneficios económicos por ello. Alguién tuvo la "feliz" idea de recuperar a los antiguos componentes de los X-Men originales, ahora todos retirados, y lanzar al mercado una nueva colección X. Pero había un problema: Jean Grey estaba muerta. Por un tiempo se planteó la idea de que la mutante luminosa Dazzler fuese su sustituta, pero esos no iban a ser los X-Men originales. ¿Cómo resolverlo? Fácil: resucitando a la Jean Grey original. Y así nacieron los X-Factor.

El nacimiento de esta nueva colección no tuvo nada de artistico sino que respondía meramente a criterios comerciales. Jean Grey no resucitó porque fuese necesario o conveniente, resucitó por lo que podría aportar a las arcas de Marvel. La forma en cómo iba a resucitar fué idea del otrora dibujante de los X-Men, John Byrne, y la plasmó en las páginas de la colección que entonces estaba guionizando: los 4 Fantásticos. Personalmente esa historia siempre me pareció un error, ya que si bien es cierto que separaba los personajes de Jean y Fenix de tal forma que no había conflicto moral en su resurección (la auténtica Jean había permanecido en un estado letargico y por lo tanto no era culpable de genocidio alguno), al mismo tiempo minimizaba el drama y el impacto de su muerte: las memorables frases de Claremont "prefirió morir como humana" carecían ahora de sentido pues Fenix nunca había sido humana, sino una suerte de ente cósmico. Ni que decir tiene que Claremont cogería un cabreo también cosmico ante la decisión de resucitar a Jean Grey sin haber sido consultado.
La resurección de Jean Grey traería también otras consecuencias desastrosas. Por aquel entonces Scott Summers, alias Cíclope y lider retirado de la Patrulla-X, no solo estaba casado con Madelyne Pryor sino que habían tenido un hijo juntos. Así pues para poder liderar estos nuevos X-Factor y volver a los brazos de su amada de toda la vida, Scott tubo que abandonar a Madelyne y a su hijo. Sin comerlo ni beberlo los guionistas convirtieron al intrépido lider mutante en un adultero y un mal padre. Ahí queda eso. La actitud de Scott era moralmente reprochale y sin poder evitarlo los editores hicieron de él un personaje francamente antipático a ojos de los lectores. La forma de resolver dicho conflicto moral fué de todo menos sutil: primero, haciendo gala de una total falta de imaginación, conviertieron a Madelyne Pryor en un vulgar clon de Jean Grey; luego la volvieron malvada para así poder justificar el abandono, el adulterio y que Scott volviese con Jean. El caso es que por (incoherentemente) malvada que se hubiese vuelto Madelyne, seguía siendo la esposa de Scott. ¿Solución? La matamos. A fin de cuentas es malvada y nadie llorará su muerte. Dicho y hecho: en la conclusión de la saga "Inferno" una vil Madelyne Pryor, transformada por decisión editorial en la infame Reina Duende, moriría dejando vía libre a Scott para volver con Jean sin remordimiento alguno y recuperando así al hijo que sin ningún tipo de cargo de conciencia había abandonado.

Todas y cada una de las decisiones que llevaron a la resurección de Jean Grey, la formación de X-Facto y la posterior muerte de Madelyne Pryor fueron tomadas bajo criterios estrictamente comerciales, faltos de coherencia y moralmente discutibles. En ningún caso obedecían a la evolución de los personajes y trataban únicamente de preservar el status de un personaje (Scott Summers) que de cara a los lectores debía conservar un comportamiento intachable desde el punto de vista de la tradicional (y discutible) moralidad católica de la sociedad bienpensante. Pero por encima de todo la forma y los motivos en como se resucitó el personaje de Jean Grey trivializaban un hecho tan dramático como es la muerte de una persona. La resurección de Jean Grey habría la caja de Pandora y daba rienda suelta a guionistas y editores a matar impunentemente a cualquier personaje y de cualquier manera, buscando únicamente su impacto comercial en las cifras de ventas, sabedores que, en cualquier momento, podrían traer de vuelta a la vida a dicho personaje haciendo uso de cualquier escusa barata y sin molestarse en trabajar los argumentos y buscar una razón que justificase tanto su muerte como su resurección.
(continuará...)