Antes que nada una advertencia: si eres lector de la saga de
George R. Martin y aún no has terminado de leer los libros publicados, o si
eres seguidor de la serie “Juego de tronos” y aún no has visto todas las
temporadas emitidas, NO CONTINUES LEYENDO. O hazlo por tu propia cuenta y
riesgo, pues ya te adelanto que lo que leerás a continuación está lleno de
SPOILERS sobre la serie.
Cuando comencé a leer “Canción de hielo y fuego”, sin duda
alguna la más famosa obra de George R. Martin y uno de los referentes
principales dentro de la literatura fantástica actual, la amiga que me lo
recomendó me advirtió de que no me encariñase con ningún personaje. Rápidamente comprendí lo
que quería decir cuando, llevando apenas unos pocos días de lectura del primer libro, "Juego de tronos", en uno de los primeros episodios Jaime Lannister arroja a Bran Stark, un niño pequeño, desde una ventana, dejándolo
tullido para siempre. ¡Menudo comienzo!
Cuando se anunció que la productora HBO se haría cargo de la
adaptación televisiva de la saga literaria muchos de los seguidores de la misma dimos saltos
de alegría, no solo porque íbamos a ver plasmadas en imágenes todo el rico imaginario de
los libros escritos por Martin, sino porque los encargados de hacerlo eran sobradamente reconocidos
por su rigor y su valentía a la hora de ofrecer productos televisivos más
arriesgados, tanto estilística como temáticamente, y que además ya nos habían regalado
series tan aclamadas por crítica y público como “Los Soprano”, “Dos metros bajo tierra”, “Hermanos de
sangre”, “Braadwalk empire”, “Mad men”, “Ángeles en América”, “The Wire” o “True
detective”. Cuanto menos la calidad estaba asegurada, y más aun cuando se
confirmaron los altos presupuestos con los que contaría la serie, necesarios
para hacer creíbles los personajes, decorados y situaciones que se describen en
los libros.
La primera temporada arrancaría con el título de “Juego de
tronos”, el correspondiente al primer libro de la saga literaria, y éste se
mantendría en las temporadas siguientes. El título ideado por Martin para
englobar toda su obra, “Canción de hielo y fuego”, es quizás demasiado poético
y largo para una serie de televisión, además de que podría dar lugar a equívoco
sobre el tono de la serie, que en ocasiones es tan crudo y salvaje, sino más, como el descrito en los libros. Así pues se optó por mantener el de “Juego de
tronos”, que resultaba más breve y más directo, y hacía referencia a uno de los
grandes temas de la saga: la lucha entre las diferentes casas reales de
Poniente por hacerse con el trono de los 7 reinos.
Evidentemente las diferencias entre la serie y los libros no
se quedarían ahí. Aunque cada temporada consta de 10 episodios de entre 45 y 50
minutos cada uno (algo superior a la media de una serie televisiva), las casi
10 horas por temporada se quedan en muchas ocasiones cortas para condensar de
manera óptima toda la densidad y riqueza del los libros, lo cual ha obligado a los
guionistas y showrunners de la serie (David Benioff y D. D. Weiss) a hacer una
necesaria e ingente labor de concreción. Se suprimen pasajes literarios que no
son del todo necesarios para la comprensión general de la historia, se
simplifican las subtramas menos relevantes, en ocasiones varios personajes se
fusionan en uno solo para facilitar la compresión del espectador, otros más
episódicos desaparecen por completo mientras que se da mayor relevancia a
algunos en aras de un mayor dramatismo... Las limitaciones presupuestarias (por
cara que sea una serie de televisión no goza de los mismos presupuestos
mastodónticos que algunos largometrajes) llevan a veces a simplificar algunas escenas
particularmente complejas echando a veces mano de determinados recursos narrativos de forma harto
imaginativa (repetición de decorados, uso de la elipsis, elección de encuadres
forzados…), y de esa forma se logra que determinados momentos luzcan, pese a todo,
espectaculares y que no tengan nada que envidiar a cualquier producción
cinematográfica: la batalla del episodio “Aguasnegras”, 9º de la 2ª temporada,
el asalto al Muro que ocupa todo el episodio 9 de la temporada 4ª, la aparición
de los espectros en el episodio 10 de esa misma temporada, la forma en cómo
están descritos los caminantes blancos... son todos ellos mmentos resueltos con una pericia y un sentido del espectáculo que para si quisieran muchas producciones que se estrenan en salas de exhibición cinematográfica. Es obvio que algunos de los cambios
introducidos, gusten o no a los puristas, son y serán necesarios por el simple hecho
de tener que trasladar la letra escrita a imágenes filmadas. Hay sin embargo
otro tipo de cambios que por su naturaleza más controvertida han despertado las iras de los fans más puristas.
El primero hace referencia al casting de la serie. La
elección de determinados actores en función de su talento o su adecuación al
personaje hace que a veces su caracterización luzca ligeramente diferente a la
descrita por Martin en los libros. Es algo que no debería preocupar a nadie,
pero inevitablemente suscita las quejas de algunos puristas. El leído algunas
quejas, por ejemplo, de que el Tyrion Lannister televisivo no resulta tan
repulsivo como se le describe en los libros, y que incluso Peter Dinklage, que
da vida al personaje, resulta demasiado guapo; ‘critica’ que a buen seguro será
del agrado del actor. A mí me parece un cmentario simplemente pueril, porque
con él se menosprecia el enorme talento vertido por Peter Dinklage en la serie
en el que es sin duda uno de los personajes más queridos y admirados por los
lectores y los espectadores. Además, ¿Cuántos buenos actores de su tamaño y
condición son capaces de interpretar a Tyrion haciéndolo creíble a la par que
atractivo para la audiencia? Otro ejemplo sería el de Dahario Naharis; si se
hubiese respetado la descripción que Martin hace de él en el libro, el
resultado hubiese sido bastante ridículo (pelo teñido de azul y barba de amarillo), así que, afortunadamente, se ha
optado por una caracterización que funcione en imagen real y que se adecúe a un
actor de fuerte presencia como Michiel Huisman. Yo por mi parte no tengo nada
que objetar. En líneas generales el casting de la serie me parece uno de sus
mayores aciertos. No solo se ha evitado contar con grandes estrellas que a la
postre podrían hacer valer su status para dotar de mayor protagonismo su
personaje en detrimento de lo que es un reparto coral, sino que se ha
contratado a actores más o menos conocidos (en algunos casos) pero de solvencia,
profesionalidad y talento incuestionables. Ahí están para demostrarlo nombres que
ya eran conocidos antes de entrar en la serie y que tienen unos cuantos títulos
relevantes en su curriculum, como sería el caso de Sean Bean (Ned Stark), Lena
Headey (Cersei Lannister), Charles Vance (Twyn Lannister), Nicolaj
Coster-Waldau (Jaime Lannister), Diana Rigg (Olenna Tyrrell), Peter Dinklage
(Tyrion Lannister), Ciaran Hinds (Mance Ryder), Carice Van Houten (Melisandre),
Stepehn Dillane (Stannis Baratheon), Jonathan Prince (‘Gorrión supremo’),… Otros
actores han conseguido la popularidad dando vida a algunos de los personajes de la saga, lo
cual les ha permitido acceder a otros papeles de relieve tanto en cine como en
televisión. Estos serían los casos, por ejemplo, de Emilia Clarke (Daeneris
Targaryen), Kit Harington (John Nieve), Maisie Williams (Arya Stark), Jason
Momoa (Khal Drogo), Gwendoline Christie (Brienne de Tarth), Sophie Turner
(Sansa Stark)... Así pues el buen hacer de todo el reparto ha logrado que
incluso los lectores más irredentos ahora ya no sean capaces de ver a los
personajes de los libros sin otros rostros que los de sus homónimos
televisivos.
Los cambios en cuanto a los personajes, que incluso a veces
incluyen cambios de raza (supongo que por aquello de tratar de ofrecer la mayor
diversidad étnica al universo fantástico ideado por Martin) o de edad (también por necesidades de contar con alguien de experiencia demostrada), también han dado
lugar a otro tipo de cambios, como podrían ser las alteraciones de algunos nombres por razones estrictamente fonéticas. Así por ejemplo Asha Greyjoy se transforma en
Yara para evitar cualquier confusión con Osha, la salvaje que acompaña a Brann
Stark, pues fonéticamente son muy similares. En cualquier caso se trataría de
un cambio menor que debería ser aceptado de buen grado y sin mayor discusión.
Un aspecto que sin embargo si ensancha el abismo que, cada
vez en mayor grado, separa la serie del original literario, hace referencia a la estructura
narrativa. Es evidente que literatura y televisión (o cine) utilizan
herramientas expresivas diferentes. Lo que funciona en un medio no tiene porqué
funcionar necesariamente en otro. Para lograr el tono y el ritmo adecuados,
cuando se adapta un libro a la pantalla se hace muchas veces inevitable y
necesario introducir cambios de todo tipo, en especial en lo que se refiere al
tempo o ritmo narrativo, a la secuenciación de capítulos o a la construcción de
las escenas. Quizás uno de los ejemplos más claros esté en el caso de los
libros 4º y 5º, titulados respectivamente “Festín de cuervos” y “Danza de
dragones”. Mientras que los tres primeros libros de la saga (“Juego de Tronos”,
“Choque de reyes” y “Tormenta de espadas”) seguían una narración secuencial
lineal, debido a la extensión de los mismos George R. Martin decidió que los
libros 4 y 5 se estructurasen de forma paralela, centrándose cada uno en un
escenario y unos personajes concretos. Así por ejemplo mientras que “Festín de
cuervos” se desarrolla primordialmente en Desembarco del Rey y sigue los pasos
de Cersei por un lado y de los Greyjoy por otro, “Danza de dragones” opta por
prestar más atención a John Nieve en El Muro y a Daenerys en Mereen.
Naturalmente esa forma de proceder no tenía cabida en la traslación televisiva
de la obra, pues los espectadores no hubiesen perdonado no saber nada de John Nieve
o Daenerys durante la 4ª temporada, del mismo modo que hubiesen echado en falta
a Cersei o Arya en la 5ª. En este sentido, de manera tan hábil como
inteligente, los guionistas han optado por mezclar los acontecimientos de
varios libros para mantener la narración lineal y al mismo tiempo no dejar a
ningún espectador sin su dosis anual de sus personajes favoritos. Al menos así ha
sido hasta la 4ª temporada, pues en la 5ª nos quedaremos sin saber cuál será el destino
de Brann, Hodor y Meera Reed, y que resultará de su encuentro con el ‘cuervo de tres ojos’, trama que, se
supone, se desarrollará de nuevo en la 6ª temporada que se emitirá en el 2016.
En este sentido si bien las 2 primeras temporadas adaptan de
forma más o menos fiel los dos primeros libros de “Canción de hielo y fuego”,
la 3ª temporada adapta tan solo la primera mitad del 3er. libro, “Tormenta de
espadas”, mientras que la 4ª adapta la segunda mitad de dicho libro y toma elementos
del 4º, “Festín de cuervos”, de forma que la quinta temporada recoge elementos
tanto del 4º como del 5º libro. Yo personalmente me quito el sombrero ante la
forma en como los guionistas han conjugado todos los elementos dispersos de los
5 libros publicados hasta la fecha para configurarlos como un conjunto dotado
de la coherencia interna que demanda una serie televisiva estructurada en
temporadas de cadencia anual.
Y llegamos pues al elemento más controvertido de los cambios
introducidos por los diversos guionistas que han participado en la serie, todos
bajo el auspicio de los dos showrunners citados (Benioff y Weiss): las
variaciones con respecto a las tramas descritas por Martin en sus libros. Aquí
es donde los puristas no perdonan ni una sola alteración, pese a que el autor de los
libros los entiende, los comprende, e incluso defiende algunos de ellos. Las
pequeñas variaciones introducidas en los primeros capítulos han derivado,
debido al efecto mariposa, en cambios mayores, de tal forma que a medida que
avanza la serie y se suceden las nuevas temporadas, estas se alejan cada vez más de los
libros. Así pues la serie ha desarrollado su propia personalidad y ha tomado su
propio rumbo. Se podría decir que se ha independizado de los libros para
adquirir entidad propia… cosa que yo aplaudo. Sé que los lectores más puristas
abominan de muchos de los cambios introducidos, pero al margen de aquellos que
por necesidades de ritmo o concreción se hacen necesarios, ¿realmente podemos
decir que la saga no necesita de otros cambios que resuelvan algunas decisiones
argumentales equivocadas tomadas por George R. Martin?
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| El cast norteño visto por la cámara de Annie Leibovitz |
Aquí me veo obligado hacer un inciso para aclarar una cosa: la saga literaria, los libros escritos por George R. Martin, me parecen una de las obras de la literatura fantástica más sobrevaloradas de los últimos tiempos. Aciertos tiene muchos, y no seré yo quien niegue la enorme influencia que ha ejercido la obra en el mundo de la fantasía literaria moderna. George R. Martin sabe escribir, de eso que no quepa duda, y tiene imaginación; pero dejando a un lado las influencias de las que el escritor tira para desarrollar su saga (que bebe de otras obras fantásticas, pero sobre todo de referentes históricos como la Guerra de las Dos Rosas), si hay algo que se le puede achacar a su creación literaria es la falta de control que el escritor ejerce sobre ella. Martin ha permitido que la saga crezca de manera descontrolada y se le vaya de las manos, permitiendo la entrada de nuevos personajes y la creación de nuevas subtramas que, lejos de aportar información o riqueza a las tramas principales, no hacen sino crear una cada vez mayor sensación de dispersión y descontrol. Martin parece ignorar los deseos y preferencias de sus lectores y muchas veces divaga dando un protagonismo a determinados personajes mayor del que merecen. Si atendemos a cuales son los personajes favoritos de los lectores y los espectadores estos se concentrarían en 5 nombres: John Nieve, Arya Stark, Daenerys Targaryen, Tyrion Lannister y Jaime Lannister. En una selección muy personal, y atendiendo a su tratamiento televisiva, yo añadiría a Petyr “Meñique” Baelish y a Varys “la araña”, porque junto con Tyrion suelen recitar las mejores frases de la serie; y en otro rango situaría también a Catelyn Stark y Cersei Lannister, porque son dos de los personajes femeninos más fuertes y porque ambas en su condición de ‘madre coraje’ aportan dos visiones muy diferentes y contrastadas de la maternidad, la primera desde el sacrificio abnegado, la segunda desde la maldad más primaria.
En este sentido, aunque a Martin se le nota que le gusta
jugar con sus personajes y llevarlos a situaciones límite para desespero de los
lectores (particularmente evidente en el caso de las hermanas Stark, Sansa y
muy especialmente Arya), a veces también se vuelve disperso y pone en exceso el
acento sobre personajes que no despiertan tantas pasiones, por mucho que el
escritor pueda sentir cariño por ellos. Así pues Davos Seaworth es un personaje
que no carece de interés, pero Martin le concede un protagonismo excesivo en el
4º libro; Davos es un personaje que funciona muy bien como secundario ligado a
Stannis y como contraposición a Melisandre, pues Davos y la Sacerdotisa Roja
parecen funcionar como consciencias opuestas del adusto aspirante a rey. Sin embargo
los capítulos centrados en él acaban por resultar un tanto aburridos. ¿Por qué?
En parte porque Martin no sabe hacerlo más atractivo para los lectores, pero
sobretodo porque éstos lo que quieren saber es que va a pasar con John Nieve,
con Arya o con Daenerys. Más sangrante resulta el caso de todos los capítulos que
Martin dedica a los Greyjoy en las Islas del Hierro, que a mí me resultan
francamente tediosos. La evolución de Theon Greyjoy resulta francamente
interesante, en especial su caída en desgracia cuando se convierte en una
mascota de Ramsey Bolton con el apodo de ‘Hediondo’, pero el exceso de interés
que Martin muestra en el resto de su familia y en las trifulcas dinásticas en
las Islas del Hierro no es compartido por muchos de sus lectores, entre los que
me encuentro.
Los tres primeros libros de la saga me fascinaron, y he de
admitir que los leí de un tirón, uno detrás de otro, más rápidamente de lo que
suelo hacer con otro tipo de similares tochos literarios. Sin embargo “Festín
de cuervos” se me hizo francamente pesado, y he de admitir que aun conteniendo
algunos momento realmente interesantes desde un punto de vista dramático
(quizás el mejor momento sea el ‘paseo de la vergüenza’ de Cersei), por primera
vez tuve la sensación de que a Martin la obra se le iba de las manos y empezaba
a rellenarla con más paja de la que le convenía. Además Martin nos escatimó a
mí y a muchos lectores la presencia de algunos de nuestros personajes
favoritos, especialmente John Nieve y Daenerys. La publicación del 5º libro, “Danza
de dragones”, se hizo esperar… y la decepción fue aún mayor. Por fín teníamos de vuelta
a Daenerys, pero Martin alarga su historia hasta el tedio y solo al final del
libro, con la irrupción de Drogrón en las arenas de Meeren volvemos a disfrutar
de un momento de verdadera emoción en la historia de la madre de dragones. El
resto, de nuevo, es en su mayor parte paja. Para colmo Martin se saca de la
manga nuevos personajes que no solo distraen e irritan, sino que además ponen
de manifiesto el carácter manipulador de su escritor. Me refiero naturalmente
al heredero Targaryen que todos creíamos muerto, Aegon, hijo de Rhaegar y Elia Martell. ¿A santo de qué viene
resucitarlo de forma gratuita como si se tratase de un personaje de la Marvel?
Para empezar, ¿es necesario un nuevo Targaryen? Desde mi punto de vista: un
rontundo NO. Ya tenemos a Daenerys, QUEREMOS a Daenerys, queremos que ella
cumpla su destino y montada a los lomos de Drogón cruce el mar angosto e
irrumpa en Desembarco del Rey para reclamar lo que es suyo por derecho: el
Trono de Hierro. Queremos además que lo haga acompañada de John Nieve, porque
son un pareja perfecta, porque ella es fuego y él es hielo y porque juntos componen
un canción destinada a ser leyenda. Además casi todo el mundo conoce ya la
teoría más difundida en Internet y no confirmada (aun) por el autor del libro: que John Nieve no es un
bastardo de Ned Stark sino hijo de Rhaegar (hermano mayor de Danerys)
y Lyanna Stark (hermana de Ned), con lo cual es mitad Targaryen mitad Stark, o
lo que es lo mismo: mitad fuego y mitad hielo. Así pues la irrupción de Aegon Targaryen, hijo de Rhaegar y sobrino, pues, de
Daenerys y hermanastro de John, en cierta manera desvirtúa las aspiraciones de
Daenerys al Trono de Hierro, y añade un innecesario y torpe elemento de
culebrón familiar. No olvidemos que los Martell claman venganza contra los
Lannister por permitir que Gregor Clegane violara y asesinara a Elia, esposa de Rhaegar, y acabase también con la vida de los hijos de ésta.
Sacarse de la manga ahora que uno de los hijos sobrevivió en cierta manera
resta fuerza a las reivindicaciones de la casa Martell. Martin tiene dos
opciones: o desarrollar este nuevo personaje para que adquiera mayor
importancia, restándosela pues a Daenerys y John, lo cual sería un torpeza y
alimentaría aún más la sensación de dispersión y descontrol de la saga, o bien
eliminarlo a la primera de cambio para que John y Daenerys mantengan su
importancia predominante, lo cual sería igualmente torpe por introducir un
personaje, pretender dotarlo de importancia y después eliminarlo de una
forma caprichosa.
A George R. Martin se le tacha a veces, y son sin cierta,
razón, de sádico, por su manía de llevar a los personajes al límite, haciéndoles
sufrir lo indecible. Ningún lector ni espectador esperaba la muerte de Ned
Stark al final de “Juego de tronos”, siendo como era uno de los personajes
principales, además de uno de los más nobles. De igual forma eran inesperadas las muertes de Robb y Catelyn
Stark durante la boda roja, habida cuenta de que se trataba de dos de los
personajes más positivos de la saga, mientras que otros más siniestros o
despreciables (Joffrey Baratheon, Cersei, Walter Frey, Theon Greyjoy, Ramsay
Bolton…) parecían irse de rositas. No hablemos ya de las dificultades y
vejaciones a las que el escritor somete a Arya o Sansa. Él mismo es consciente
de que debe compensar la balanza de alguna manera, así que los lectores no
sufrieron mucho con las humillaciones de Theon en manos de
Ramsay (que incluso le llega a castrar), o con el degradante ‘paseo de la
vergüenza’ al que es sometida Cersei, e incluso aplaudieron (yo el primero) la esperada y deseada muerte de
Joffrey Baratheon. Justicia divina, dirían algunos. Más bien necesidad y necesidad de equilibrar la
balanza y ofrecer al lector/espectador un amarre al que continuar enganchado a
la serie con la esperanza de que sus personajes favoritos de alguna manera
saldrán a flote tarde o temprano y verán recompensados su tesón, su valor o su
sacrificio. Al menos algunos de ellos. En algunas declaraciones en internet
Martin se comprometía (de forma más o menos tácita) a que al menos 5 personajes
llegarían al final de la saga: John Nieve, Daenerys, Tyrion, Arya y Brann.
Habrá que ver si cumple su palabra, porque los que hayan leído el 5º libro
habrán comprobado como uno de ellos recibe un golpe aparentemente mortal. Me estoy refiriendo
naturalmente a John, aunque también estoy convencido de que el próximo libro
que nos entregue Martin, de título “Vientos de invierno” arrancará con una
declaraciones suyas del tipo ‘me meto que las noticias sobre mi muerte fueron
exageradas’. Martin es hábil manipulando a los lectores, jugando con sus
expectativas y ofreciéndonos golpes de efecto de indudable carga dramática. También
hay que admitir que como escritor es bastante tramposo, y prueba de ello están
el Targaryen que se saca de la manga en “Danza de dragones” (al que he mencionado más
arriba) o la inesperada resurrección de Catelyn Stark convertida en Lady
Corazón de Piedra, golpe de efecto este último del que los showrunners de “Juego
de tronos” han decidido prescindir... de momento.
![]() |
| Ned Stark: mano del rey |
Así pues queda dicho que no considero “Canción de hielo y
fuego” la maravilla literaria que es para algunos, y que creo que tiene
notables altibajos de calidad, especialmente en los dos últimos libros escritos
hasta la fecha. Curiosamente muchos (no todos) de los (en mi opinión) errores
que contienen los libros son enmendados en su adaptación televisiva, por mucho
que ésta última incurra en otros de diferente naturaleza que habían sido sorteados
en el original literario. La serie ha recibido tantos halagos como críticas.
Los primeros normalmente van dirigidos al ajustado trabajo actoral o a su
elaborado diseño de producción, mientras que las segundas van lanzadas mayormente
contra las licencias que se toma la serie respecto a los libros. Personalmente
creo que hay cosas que la serie mejora y otra que no. Son muchos los cambios
que se han introducido y que además van creciendo, debido a que cada vez es
mayor la distancia que separa la serie de los libros. A ello hay que añadir que
el ritmo del desarrollo de la primera (a temporada por año) le ha llevado a alcanzar al de las
publicaciones literarias. A día de hoy George R. Martin no tiene aún una fecha concretada
para la publicación del 6º libro, mientras que la emisión de la 6ª temporada
está asegurada para mediados del 2016. ¿Logrará Martin sacar su libro antes
de la emisión de la 6ª temporada para evitar que ésta pueda spoilear su
contenido? De no ser así, ¿podrán los guionistas y showrunners continuar el
desarrollo de la saga televisiva con el desconocimiento del camino argumental
que está desarrollando Martin? ¿Cómo reaccionarán los lectores y los
espectadores ante todo esto? La cadena HBO es consciente de que no puede
esperar a que Martin saque su próximo libro por temor a impacientar a sus
espectadores o hacer que incluso decaiga el interés de los mismos hacia la que
es ahora mismo una de sus producciones más exitosas. La sería podría optar por
desvincularse por completo de los libros y tomar su propio camino ya
completamente al margen de aquellos, pero eso no evitaría que se adelantasen
acontecimientos que Martin tiene previsto desarrollar de una manera u otra. No podemos
perder de vista el hecho de que Martin comunicó a Benioff y Weiss cuál iba a ser a grandes rasgos el final al que
va encaminada la saga, de manera que aunque tomen caminos distintos, tanto los
libros como la serie van a converger en el mismo punto. Habrá que esperar,
pues, al próximo año para ver qué pasa.
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| George R. Martin fotografiado por Leibovitz |
(continuará...)













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