jueves, 25 de junio de 2015

OTRA VUELTA DE TUERCA



Yo conocía “Otra vuelta de tuerca”, relato de Henry James que publicó en 1898 con el título original de “The turn of the screw” por la sublime adaptación cinematográfica que dirigió Jack Clayton en 1961 con el título de “The innocents”, “Los inocentes”, y que España conocimos bajo la poco ortodoxa traducción y el más enfático título de “¡Suspense!”. Y digo sublime porque ya el film, que contaba con un inteligentísimo y sugerente guion de Truman Capote y William Archibald, una dramática fotografía en blanco y negro de Freddie Francis, y un trabajo detrás de las cámaras que potenciaba el efecto atmosférico del relato, me pareció en su día una auténtica maravilla. Acabado de leer el no menos maravilloso relato original de Henry James, me permito constatar que como adaptación el film de Clayton es, además, modélico.

“Otra vuelta de tuerca” nos narra la historia de una institutriz (excepcionalmente interpretada por Deborah Kerr en el film de Clayton) que es contratada por un aristócrata de Londres para que se haga cargo del cuidado de sus dos sobrinos, Miles y Flora, de 10 y 8 años respectivamente, y que viven con una ama de llaves y otros criatos en una vetusta y algo lóbrega mansión victoriana en la campiña inglesa, alejados de la ciudad. Aparentemente los niños se encuentra bajo la influencia de un pasado inmediato en el que la anterior institutriz, la señorita Jessel, y Peter Quint, el criado y ayudante de cámara del patrón, mantenían una turbia relación. La muerte de la institutriz y el criado en circunstancias nunca aclaradas parecen haber dejado en ellos una huella indeleble. La nueva institutriz comienza a percibir la presencia de lo que podrían ser los fantasmas de Quint y la señorita Jessel, y en la creencia de que tratan de perjudicar a los niños, decide tratar de ayudarlos.

Uno de los aspectos del relato de Henry James que marcan un antes y un después en cuanto a historias de fantasmas, es el hecho de que la novela plantea una doble lectura. La ambivalencia en cómo está narrada permite que pueda ser interpretada de dos formas diferentes: o bien los fantasmas que ve la institutriz existen realmente, o bien son solo producto de su imaginación. La institutriz es la única voz narradora de la historia (obviando un pequeño prólogo al inicio de la misma), y por lo tanto ésta se nos presenta desde su único punto de vista. Es este personaje el que trata de convencernos de la veracidad y las apariciones que ve, y por lo tanto cabe siempre la duda de que las haya creado de la nada, fruto de una fértil imaginación. El relato nunca nos ofrece una conclusión clara, y de esta forma la respuesta a la pregunta de si los fantasmas existen o no fuera de la cabeza de la protagonista, podría ser afirmativa y negativa a la vez.

Si nos guiamos por la única voz narrativa a la cual el lector puede aferrarse, podríamos concluir que los fantasmas existen en sus dos formas, dentro y fuera de ella. Ella está convencida de que sus visiones son reales y del mismo modo trata de convencer al resto de personajes, los niños y el ama de llaves (y por tanto también al lector), que dichos fantasmas existen. Esos otros personajes niegan su existencia, pero la institutriz supone que lo hacen motivados por represiones o trastornos emocionales, y que intentan con su negación disimular su angustia interna. Así pues ella llega a la conclusión, errónea o no, de que tratan de convencerla de que no ven nada.

El título original, si bien en el prólogo se alude a que ‘otra vuelta de tuerca’ alude al echo poco común de que un fantasma trate de aparecerse a unos niños pequeños, en realidad podría interpretarse como que ‘otra vuelta de tuerca’ sería re-interpretar la historia abrazando la idea de que dichos fantasmas no son sino un mero producto de la imaginación de la mujer, pues ella es la única que realmente experimenta dichas apariciones fantasmales, o visto de otro modo: la única que sufre de serias perturbaciones mentales. ¿Qué argumentos servirían para defender esta tesis?

  1. Se alude al hecho de que ella es hija de un pastor anglicano, y por lo tanto podría estar sometida a cierto tipo de represiones;
  2. Ella también muestra tensiones cuando llega a la mansión a causa de la diferencia social:
  3. Cuando conoce al patrón, el tío de los niños, ella queda en cierto modo impresionada, podríamos decir que incluso sufre un enamoramiento;
  4. Ella siente la presión por caer y llevarse bien con los habitantes de la mansión;
  5. Al poco tiempo de llegar a la mansión recibe una carga que habla de la expulsión de Miles del colegio, pero ha recibido instrucciones de no molestar a su tío y debe tomar decisiones al respecto.

Es admirable como Jack Clayton, contando con la complicidad de una soberbia Deborah Kerr, un inspiradísimo Truman Capote adaptando el relato original y un excepcional Freddie Francis en la iluminación, son capaces de transmitir al espectador toda la ambigüedad del relato. En su traslación a la pantalla los fantasma de Quint y la señorita Jessel no se ven más de lo necesario, siempre de manera sesgada, confusa, jugando así con las sensaciones del espectador para tratar de transmitirle la idea de que podrían no ser más que el producto de una imaginación enferma. Ese tipo de ambigüedad que tan hábilmente trabaja Henry James en su novela, es un recurso que es mucho más fácil de trasmitir en un relato escrito que no en una película, pues al trasladar la historia a imágenes, a veces se hace necesario explicitar determinados aspectos de un relato, que inicialmente aparecían solo como sugeridos, para así facilitar la compresión del espectador. Es decir: el escritor, por su lado, cede la voz a su protagonista, de forma que el lector se ve obligado a interpretar su narración; éste podrá concluir, según su apreciación personal, que los fantasmas existen o no. Por el contrario el director de cine se encuentra con un dilema difícil de resolver: si muestra a los fantasmas, hacer reales las visiones y por lo tanto obliga al espectador a concluir que la protagonista los ve porque está ahí; si por el contrario opta por no mostrarlos en absoluto, el espectador carece de un elemento visual al que agarrarse y por fuerza concluirá que no existen en absoluto y son solo producto de la imaginación de la mujer. Hay que decir que Jack Clayton salió bastante airoso del brete, jugando siempre con la ambivalencia del relato, apostando por una fotografía contrastada, casi expresionista, que sugiere más que muestra

Sin embargo no es solo el juego entre lo que es real y lo que es ficticio lo que hace de “Otra vuelta de tuerca” un relato excepcional, pues se trata de una novela con una fuerte carga psicológica y sexual.

Para empezar tenemos a una joven institutriz, hija de un pastor anglicano, y que posiblemente haya recibido en su infancia una educación fuertemente represora. No solo se espera de ella que de muestra de una moral intachable, sino que además las presiones sociales de la época le obligan a mostrar una actitud siempre recatada, discreta. No se le permite mostrar sus sentimientos, sino que debe mantener estos siempre bajo control. Cuando conoce por primera vez al tío de los niños se siente francamente abrumada. Éste es descrito como un individuo aristocrático, de poderosos atractivo y carismática presencia, así que es normal que ella sienta de inmediato una suerte de enamoramiento, aumentado además por la diferencia de clases, pues la riqueza y la posición social de él lo convierten a ojos de ella en un ser inalcanzable. Sin embargo él se muestra seco y tajante con ella, la contrata para hacerse cargo de sus sobrinos en calidad de institutriz y se solicita claramente que no se ponga en contacto con él, que no le moleste bajo ningún concepto y que tome sus propias decisiones en cuanto a la educación de los niños. Así pues él está frenando cualquier posible avance sexual por parte de ella, aumentando así la frustración de la mujer.

Cuando llega a la mansión conocerá primero a la niña, Flora, encantadora e inocente, y poco después conocerá al niño, Miles, que ha sido expulsado del colegio por causas no del todo claras. Ella sabe que no puede molestar al tío y que se ve obligada a tomar decisiones al respecto, lo cual ejercerá una creciente presión sobre ella. Al mismo tiempo conocerá la historia de la anterior institutriz, la señorita Jessel, que aparentemente vivió una turbia relación amorosa con Peter Quint, antiguo ayudante de cámara del tío de los niños. Ambos fallecieron en circunstancias nunca aclaradas, lo que alimentará la idea en la institutriz de que sus fantasmas aún habitan en el lugar y tratan de ejercer su malsana influencia en los dos niños. Todo ello será caldo de cultivo para que la institutriz cree una elaborada fantasía sobre fantasmas con el único fin de tener una excusa para contactar con su tío y así llamar su atención. Nunca llegará a hacerlo porque constantemente se debate entre su sentido del deber (la obligación de hacerse cargo de sus responsabilidades), su necesidad de complacer el tío (éste le pidió expresamente que no le molestase bajo ningún concepto) y su deseo de volverle a ver. La tensión acumulada y la represión fruto de su educación religiosa se conjugarán precisamente para dar lugar a una fantasía paranoide. ¿Realmente ve ella los fantasmas que dice ver?

La institutriz, que ha llegado a idealizar a ambos niños, sabrá que la fallecida señorita Jessel mantenía una profunda amistad con la niña Flora, lo que provoca en ella unos celos irracionales hacia la fallecida, celos que verterá en la niña acusándola de malvada por encontrarse bajo la influencia del espíritu de la muerta. Al mismo tiempo también tendrá conocimiento de la relación entre Quint y el niño Miles, relación que se insinúa malsana por el hecho de que el niño es un aristócrata que se debe a las responsabilidades de su clase, mientras que Quint no es más que un plebeyo. Sabedora que la relación que mantenían Quint y Jessel, relación que se insinúa pasional y sórdida, la institutriz llegará asumir que son seres malvados por el simple hecho de someterse a sus pasiones, algo que ella, moralista y reprimida, interpreta como una bajeza y una inmoralidad.

La historia da a entender, sin nunca aclararlo, que Miles podría haber sido víctima de ciertos abusos por parte de Peter Quint, e incluso se podría entender que Miles estaba al corriente de la naturaleza sexual de la relación que aquel mantenía con la antigua institutriz. De hecho se menciona que el niño ha sido expulsado por haber ‘contado cosas’ a algunos de sus compañeros, cosas que han llegado al oído de sus profesores. El relato nunca explica la naturaleza o contenido de esas conversaciones, dejando que sea el lector en su imaginación el que de forma a dichas conversaciones, pero sí indica que la naturaleza de las mismas era lo suficientemente grave como para provocar la expulsión del colegio. También se hace obvio el carácter precoz del niño, y éste se insinúa de manera equívoca a su nueva institutriz. En más de una ocasión hace referencia a ‘lo que quiere un muchacho’, dando a entender que se siente físicamente atraído por la protagonista, y de esta manera deja plantear la duda de si de igualmente se sintió atraído por la fallecida señorita Jessel, y si Quitn, por diversión o como juego retorcido, favoreció de algún modo la relación entre ambos. Posiblemente sean esos los aspectos que Miles ha revelado a sus compañeros de clase, y su carácter precoz y su naturaleza veladamente lúbrica son los que han dado pie a su expulsión, para no contaminar a otros niños.

En ese contexto, víctima de la frustración por no poder acceder a su tío, la protagonista vuelva su afecto de manera malsana en el niño, al que por un lado idealiza, por ver en él una proyección del tío, el hombre del que se ha enamorado, y al que por otro aborrece y desprecia por interpretar, equivocadamente o no, que es un discípulo de Quint, alguien que representa todo lo que para ella es bajo e inmoral en un hombre. En este sentido Quint representa el fantasma de la liberación sexual del mismo modo que la señorita Jessel es una alegoría de su propia represión: Jessel fue seducida por Quint y sucumbió a él, por ello la protagonista la desprecia, porque ella misma, víctima de su educación represora y las presiones de su clase social, no es capaz de liberarse sexualmente. Así pues proyecta en los niños su propio sentimiento de culpabilidad al sentirse atraída por una forma que ella considera indecente por el tío de ambos. Es esa frustración la que le llevará a ver a esos niños como malvados, pero al mismo tiempo su propia moralidad tratar de justificar dicha maldad impropia en unos niños inocentes, lo cual la llevará a crear la ilusión de que Miles y Flora están bajo el influjo de los malvados Quint y Jessel. Pero, ¿son realmente inocentes los niños? La inteligentísima aproximación que hizo el siempre agudo Truman Capote le llevo a poner de relieve toda la pulsión sexual latente en el relato, especialmente entre la institutriz y el niño Miles. Dicha pulsión adquiere tintes de sordidez porque planea en ella la sombra de la pedofilia, sobra que también se podría intuir en la ambigua relación que mantenía Miles con Quint; pero al mismo tiempo Capote juega maliciosamente con la idea de la presunta inocencia del niño, ¿es realmente tan inocente como se supone o su precocidad le ha llevado a provocar las enfermizas reacciones de su institutriz?

Esa pulsión sexual estallará al final del relato de una manera trágica: en su necesidad de reafirmarse en su creencia de que sus visiones fantasmales son reales, la institutriz presionará al niño para que confiese que él también ve a Quint. Sugestionado quizás por ella, y en estado de shock, admitirá la presencia del fallecido y acto seguido morirá en brazos de ella. De una forma inconsciente ella ha conseguido que él admita su relación con Quint, y por lo tanto su influencia malsana; ella sale victoriosa de su combate moral, pero al hacerlo ha provocado la muerte de ¿un inocente?

lunes, 22 de junio de 2015

DE DIOSES Y ALIENS

Cartel promocional de "Prometheus"

Recientemente había subido un post a propósito de “Blade runner” (que podéis leer aquí), obra maestra indiscutible dentro de la filmografía de Ridley Scott. Scott es un director que si bien ha mostrado un cierto eclecticismo en la elección de temas para sus películas ha obtenido sus mejores resultados dentro del cine fantástico. Sin embargo no es éste precisamente el género que más abunda en su cinematografía.

Ridley Scott debutó en el largometraje con “Los duelistas” (1977), una esteticista adaptación de un relato de Joseph Conrad, que tuvo una buena recepción en el festival de Cannes. Sin embargo la fama le llegaría en 1979 con “Alien, el 8º pasajero”, y ésta se consolidaría definitivamente con “Blade runner” en 1982. Poco después Scott se adentraría en el terreno de la fantasía mitológica con “Legend”, estrenada el año 1985, y que obtuvo una muy tibia acogida, tanto comercial como crítica, en el momento de su estreno, si bien hoy en día se la reivindica como uno de los títulos visualmente más hermosos dentro de la trayectoria del director británico.. Para el que escribe estas líneas estas tres últimas continúan siendo lo mejor de toda su filmografía.

El fracaso comercial de “Legend” pareció abocar a Scott a proyectos menos ambiciosos, que saldaron en la mayoría de los casos con resultados bastante irregulares, cuando no discutibles. Así pues Scott nos ofrecería después productos tan banales como “La sombra del testigo” (1987) o “Black rain” (1989), en los que pese a todos continuaba haciendo muestra de su incuestionable elegancia para mover la cámara. A estos seguirían la sobrevaloradísima “Thelma y Louise” (1991, burdo y superficial alegato feminista), la tan ambiciosa como aburrida “1984: la conquista del paraíso” (1992), o las decididamente mediocres y olvidables “Tormenta blanca” (1996) o “La teniente O’Neil” (1997). La fama y el prestigio las recuperaría con la exitosa “Gladiator” (2000), film grandilocuente, pomposo e irregular, con grandes momentos visuales y otros que más bien provocan cierto sonrojo. Yo personalmente considero más logrado “El reino de los cielos” (2005), especialmente en su versión extendida, film injustamente infravalorado que atesora momentos francamente logrados a nivel dramático. Entre ambas Scott se atrevería a filmar una secuela de la exitosa “El silencio de los corderos”, con el título de “Hannibal” (2001), y cuya mayor virtud es haber sabido desvincularse del film de Jonathan Demme para ofrecer al espectador un producto cuanto menos personal, aunque inferior al film precedente. Con resultados más discutibles se saldarían “Black hawk derribado” (2002) o “Los impostores” (2003). Scott se atrevería con la comedia romántica con la insulsa “Un buen año” (2006), pero sorprendería gratamente con la no suficientemente valorada “American gangster” (2007). A ésta seguirían “Red de mentiras” (2008) y su particular revisión del mito de “Robin Hood” (2010), film aburrido con pretensiones pseudo-históricas que tenía su mejor baza en la interpretación de la siempre fascinante Cate Blanchet. Sin embargo en el año 2012 se produciría el largamente esperado regreso de Scott al género de la ciencia-ficción con “Prometheus”, precuela de la saga Alien con la que pese a todo buscaba marcar distancias. Este film se saldó con una desigual acogida por parte de la crítica: hubo quienes alabaron su espectacular y fascinante puesta en escena, y quienes abominaron de sus pretensiones metafísicas y pseudo-filosóficas. Sin embargo, director inquieto y ecléctico como pocos, no permanecería mucho en el género: en el 2013 estrenaría “El consejero” a partir de un elaborado guion de Cormac McCarthy, interesante film que no fue muy bien acogido por el público, y después la horrenda “Exodus” (2014), torpe revisión del clásico de “Los 10 mandamientos” a la que Scott despojó de toda la magia y misticismo al relato bíblico en aras de una pretendida (y equivocada) verosimilitud histórica. Actualmente Scott tiene pendiente de estreno “The martian”, que en España recibirá el estúpido título de “Marte: operación rescate”, basada en una exitosa novela de Andy Weir, y que supone una nueva incursión de Scott en la ciencia ficción.

Recientemente me ha dado por revisar “Prometheus” y debo decir que es un film que tiene más virtudes de las que yo supe (o quise) apreciar en un primer visionado. Pero antes de hablar de este film me gustaría comentar ciertos aspectos sobre la película que dio inicio a esta franquicia: “Alien: el 8º pasajero”.

Cartel de "Alien. El 8º pasajero"

Inicialmente se tenían ciertas dudas sobre la viabilidad comercial de la cinta, y si ésta sería apreciada por el público como algo más que ‘otra cinta de suspense de bajo presupuesto’ (el título original previsto era “Star Beast”). A pesar de ello Scott persuadió al equipo de producción para que aumentara el presupuesto, asegurando que la trama tendría un tono más adulto y sombrío. El guionista Dan O'Bannon eligió el título definitivo, al optar por uno más simple y pegadizo que el anterior: “Alien”. La magistral e innovadora banda sonora corrió a cargo del californiano Jerry Goldsmith, recién salido de otra producción de género: “Star Trek. The motion picture”.

Tras su estreno, obtuvo en general críticas positivas, sobre todo respecto a sus efectos visuales y la música, así como un considerable éxito de taquilla. Recibió un Óscar en la categoría de ‘Mejores efectos visuales’ y tres premios Saturn , uno a la ‘Mejor película de ciencia ficción’, otro a la ‘Mejor dirección’ para Ridley Scott y un tercero a la ‘Mejor actriz de reparto’ para Cartwright.

Sigourney Weaver da vida a la Teniente Ripley

El éxito de “Alien” dio pie a toda una franquicia de novelas, cómics, videojuegos y juguetes, así como tres secuelas y una especie de precuela ambientada en el mismo universo temático:  “Prometheus”. No son pocos los que han encontrado ciertos aspectos filosóficos y psicológicos dentro de la atmósfera que presenta la cinta que son dignos de estudio; uno de los cuales radica en el trato humano respecto a otros seres ajenos a su entorno natural, como los androides o los alienígenas; otro de los aspectos más controvertidos haría referencia a su inequívoco contenido sexual, que según algunos responsables del film, la alusión provocativa en diversas escenas fue ‘hecha a propósito [...] porque queríamos irritar al público’ (sic).

Dan O’Banon y Ronald Shusett redactaron la trama original de tal manera que todos los papeles fueran interpretados por hombres, pero a la vez quisieron dejar constancia de que ‘la tripulación fuese unisex y todos sus roles resultaran intercambiables entre hombres y mujeres’ (sic). Esto dio vía libre al director de interpretar a los personajes como quisiera, y así conformaran el reparto acorde a ello. Su intención era que la tripulación de la Nostromo, la nave donde transcurre buena parte de la acción, estuviese compuesta de astronautas que colaboraran en un ambiente realista, un concepto conocido como ‘camioneros espaciales’.

La tripulación del Nostromo

Mientras estudiaba cine en la Universidad del Sur de California, Dan O'Bannon participó en un largometraje que mezclaba ciencia ficción y comedia, junto al director John Carpenter y el artista conceptual Ron Cobb, titulado “Dark Star”. Esta experiencia hizo que O'Bannon quisiera  hacer un extraterrestre que sí luciera ‘realista’, y así un par de años más tarde comenzó a trabajar en una historia similar pero con un mayor enfoque en el terror y suspense: ‘Sabía que quería hacer una película de miedo acerca de una nave espacial con un pequeño número de astronautas’ (sic). Ronald Shusett, mientras tanto, estaba trabajando en una versión que en lo sucesivo se convertiría en un primer guion para “Desafío Total”. Impresionado por “Dark Star” Shusett contactó con O'Bannon y ambos comenzaron a trabajar en sus respectivos proyectos, dando prioridad al argumento de este último, pues creían que podría ser el menos costoso para producir. O'Bannon escribió veintinueve páginas de un guion llamado “Memory”, en donde resumía lo que serían las primeras escenas del filme: un grupo de astronautas despiertan al saber que su viaje ha sido interrumpido debido a una señal proveniente de un misterioso planeta. Investigan lo sucedido y deciden aterrizar en su superficie. Sin embargo, el guionista aún no tenía una idea clara del rol que asumiría el alienígena dentro de la historia.

Diseños de Moebius de inspiración japonesa

En 1975 Alejandro Jodorowsky viaja a California y contacta con Dan O'Bannon al que recluta como responsable de efectos especiales de su nuevo proyecto: una adaptación cinematográfica del "Dune" de Frank Herbert. O’Bannon acepta de inmediato y se muda a París donde vive seis meses entregado en cuerpo y alma a su nueva tarea. Finalmente, pese al impecable trabajo de preproducción que incluía el storyboard de Moebius y la participación en el proyecto de artistas como Salvador Dalí, Orson Welles o Mick Jagger, la película no encuentra financiación en Hollywood y proyecto cae en el abandono, siendo más tarde retomado por el productor Dino de Laurentis y con la dirección de David Lynch. Pese al abandono del proyecto O'Bannon tuvo la oportunidad de conocer a un gran número de artistas que le dieron ideas nuevas para su historia de ciencia ficción, tales como los ilustradores Chris Foss, H. R. Giger, y Moebius. O’Banno se mostró impresionado por los diseños de Foss y consideraba el trabajo de Giger como ‘perturbador’: ‘Sus pinturas tuvieron un profundo impacto en mí. Nunca había visto nada tan horrible y al mismo tiempo tan hermoso como sus trabajos. Y acabé escribiendo un guion acerca del monstruo de Giger’ (sic). Después regresaría  a Los Ángeles y retomaría el guion que había empezado a escribir con Ronald Shusett, el cual le sugirió que usara alguna de las ideas que sus otros filmes ofrecían, como la infiltración de una especie de ‘gremlins’ a un bombardero B-17 durante la Segunda Guerra Mundial, y que lo mezclara con la idea de la nave espacial en la segunda mitad del argumento.

El título provisional del proyecto era “Star Beast”, pero a O'Bannon no le convencía, así que lo cambió por “Alien” tras percatarse que esa palabra tendía a repetirse muchas veces en el guion. A ambos les gustó la sencillez del título y la connotación que implicaba, al poder usarse como sustantivo y como adjetivo. A Shusett se le ocurrió la idea de que uno de los tripulantes tuviera implantado un embrión alienígena en su estómago, el cual cuando estuviera maduro saldría violentamente al exterior, al sentir que sería un interesante hilo argumental, por medio del cual se explicaría cómo la criatura extraterrestre se infiltra en la nave.

¿Nave espacial o dispositivo intrauterino?

Mientras escribía el libreto, O'Bannon se inspiró en anteriores trabajos de ciencia ficción y terror. En alguna ocasión mencionó: ‘Yo no le robé Alien a nadie. ¡Yo se lo robé a todos!’. Así pues de “The Thing from Another World” (1951) toma la idea de un hombre perseguido por un monstruo alienígena asesino a través de un entorno claustrofóbico. “Forbiden Planet” (1956) le hizo pensar en una nave a la que se le advierte de no aterrizar sobre un planeta, y debido a la negligencia de los tripulantes, estos son asesinados uno por uno por un extraño ser, tras hacer caso omiso del mensaje recibido. De “Terror en el espacio” (1965) toma prestada una escena en la que los héroes encuentran un singular esqueleto perteneciente a un alienígena gigante, lo cual ayudó a vislumbrar la secuencia donde los pasajeros del Nostromo encuentran un cadáver extraterrestre dentro de una nave estrellada. O'Bannon también mencionó la influencia de “Junkyard”, una historia corta escrita por Clifford D. Simak, en donde el personal de la nave aterriza en un asteroide y en él se encuentran con una cámara llena de huevos. E igualmente cita a “Strange Relations”, escrito por Philip José Farmer, como fuente de inspiración, ya que en dicha obra se alude el ciclo reproductivo de los alien, aparte de varias historietas de la editorial especializada en el género de terror EC Comics.

Con más de un 85% del argumento terminado, Shusett y O'Bannon presentaron su trabajo inicial a diversos estudios de grabación, promocionándolo como una especie de ‘Tiburón en el espacio’. Estaban a punto de firmar un acuerdo con el estudio de Roger Corman, cuando un amigo de ellos les ofreció buscar un contrato mejor. Enviaron el guion a Walter Hill, David Giler y Gordon Carroll, quienes habían formado una compañía de producción llamada Brandywine, la cual tenía contactos con Fox. O'Bannon y Shusett firmaron entonces un acuerdo con Brandywine, pero Hill y Giler no estaban de acuerdo con el tratamiento original del guión e introdujeron numerosos cambios y revisiones. Esto causó una cierta tensión con O'Bannon y Shusett, pues Hill y Giler tenían muy poca experiencia con la ciencia ficción, y de acuerdo con Shusett: ‘No fueron buenos al tratar de mejorarlo, o al menos de hacerlo aún más peor’ (sic). O'Bannon creyó que estaban intentando arreglarlo de tal modo que quitaran su nombre del guion con el fin de declararlo como propiedad de ellos. Hill y Giler, sin embargo, añadieron ciertos elementos importantes a la historia, como la inclusión del androide Ash, a pesar de que O'Bannon sentía que era una subtrama innecesaria, mientras que para Shusett  ‘una de las mejores cosas de la película’ (sic). Hill y Giler escribieron ocho diferentes esbozos del guion, la mayoría enfocados en la trama de Ash, y añadieron un diálogo más natural, además de enfatizar ciertos segmentos de las escenas relacionadas con el planeta alienígena.

El 'facehugger'

A pesar de la cantidad de revisiones hechas, Fox no estaba del todo convencida de financiar una película de ciencia ficción. Sin embargo, después del éxito de “Star Wars” en 1977, el interés del estudio por dicho género aumentó considerablemente. “Alien” arrancó su producción con un presupuesto inicial de 4,2 millones de dólares.

O'Bannon le mostró a Scott algunos trabajos artísticos del suizo H. R. Giger, y ambos coincidieron que era el tipo de representación visual que deseaban incluir en la película, así que convencieron al estudio para contratarlo como diseñador, pese a que la Fox consideró en un inició que su trabajo era demasiado tétrico para la audiencia en general. Scott voló hasta Zurich para conocer a Giger y pedirle que trabajara en todos los aspectos del Alien y los escenarios, incluidos la superficie del planetoide, la nave abandonada y las cuatro formas del ciclo vital del Alien, desde su forma embrionaria hasta su etapa adulta.

Inquietantes diseños de H. R. Giger

O'Bannon trajo a los artistas Ron Cobb y Chris Foss (con quienes había colaborado en “Dark Star” y “Dune” respectivamente) para que trabajaran en los diseños de los dispositivos humanos, como la nave y los trajes espaciales. Cobb creó cientos de visualizaciones sobre el exterior e interior de la nave, con lo que podía adaptar muchos conceptos y usar nombres distintos como Leviathan o Snark mientras el guion continuaba en desarrollo. El nombre definitivo de la nave derivó de una novela escrita por Joseph Conrad en 1904 y titulada “Nostromo”, mientras que la lanzadera de escape, llamada Narcissus en el guion, se nombró por otra obra de Conrad escrita en 1897 y titulada “El Negro del Narciso”. El equipo de producción elogió especialmente la técnica de Cobb para describir y presentar el escenario junto con los interiores de la nave de una manera realista y creíble. Cobb también creó algunos dibujos conceptuales sobre el Alien que nunca llegaron a ser usados, mientras que a Moebius lo contrataron para el proyecto sólo por unos días, lo que permitió que sus esbozos sobre los trajes espaciales, que evocaban a las armaduras medievales japonesas, sirvieran como base para el diseño final de los mismos por parte del diseñador John Mollo.

Giger diseñó y trabajó en todos los aspectos alienígenas de la película, como la apariencia orgánica y biomecánica de la nave abandonada; esto último lo hizo así para que contrastara con el aspecto industrial de la Nostromo y sus tripulantes humanos. Para el interior de la nave alienígena y la cámara de los huevos se emplearon huesos secos y yeso para esculpir la mayor parte del escenario. Verónica Cartwright describió los sets de Giger como ‘tan eróticos... Son grandes vaginas y penes... en su integridad es como si te adentraras en un enorme útero o algo parecido... Tiene algo de visceral’ (sic). El set con el piloto alienígena muerto, que el equipo de rodaje apodó como ‘Ingeniero’, resultó ser problemático, ya que Fox no quería gastar dinero en sets caros que solo serían usados durante una escena. Scott describió el set como la cubierta o la cabina de un barco misterioso. El equipo de producción logró convencer al estudio de que la escena era importante para impresionar a la audiencia y hacerles comprender que esto no era una película de bajo presupuesto. Para ahorrar dinero, crearon una sola pared del set, mientras que el Ingeniero estaba sentado encima de un disco que giraba, con tal de facilitar las tomas desde distintos ángulos acorde a la posición de los actores. Giger aerografió al set entero y al Ingeniero a mano.

Dibujo de Giger para el 'Space jockey'

El origen del Ingeniero no es explicado en la película, aunque el director mencionó luego que pudo haber sido el piloto de la nave, y que esta podría haber sido un carguero capaz de arrojar los huevos sobre un planeta en el que los alienígenas emplearían las formas de vida existentes como recipientes para los aliens contenidos en dichos huevos. En las primeras versiones del guion los huevos estarían localizados en una pirámide, que sería hallada más tarde por la tripulación del Nostromo; en su interior, existiría una atmósfera respirable, estatuas y jeroglíficos que mostrarían el ciclo reproductivo de dichas criaturas, y mostraría las diferencias entre este y el de los humanos y los Ingenieros. Cobb, Foss y Giger elaboraron por separado diseños conceptuales para estas secuencias, aunque al final sus trabajos no se incluyeron en la cinta debido a cuestiones relacionadas con el presupuesto, así como con la duración del metraje. En su lugar, situaron la cámara de los huevos en la bodega de la nave estrellada, y la filmaron en el mismo set donde habían grabado la escena del Ingeniero; quitaron el disco donde estaba situado el Ingeniero, así como su silla, y remodelaron el set para crear el escenario de la cámara de los huevos.

El encuentro con el 'space jockey'

En un principio, la historia terminaría con la destrucción de la Nostromo, mientras Ripley escapa en la lanzadera Narcissus. Sin embargo, Scott ideó un ‘cuarto acto’ en el que el Alien aparecía en la lanzadera y Ripley debía confrontarlo. Le informó de su idea a Fox y negoció incrementar el presupuesto para filmar la escena, durante varios días más. Quería que al final la criatura le arrancara la cabeza a la protagonista de un mordisco, y luego entrara en la bitácora de la nave con su voz. Sin embargo, los productores rechazaron este último concepto, ya que creían que era más adecuado que el Alien muriera al final del filme.

El 'chestburster'

Para rodar la escena del 'chestburster' los miembros del reparto sabían de antemano que la criatura iba a ser expulsada violentamente del estómago de John Hurt, y habían visto una marioneta de la misma. Sin embargo no estaban enterados de que la producción había colocado bombas de alta presión y pequeños explosivos para hacer que chorreara sangre falsa de forma abrupta. Se grabó una única toma de este segmento y usaron un torso artificial lleno de sangre y vísceras para representar el del personaje interpretado por Hurt, mientras la cabeza y brazos del actor emergían de abajo de la mesa en la que está el cuerpo falso. El ‘chestburster’ a su vez era controlado a través del torso por un integrante de la producción que lo sostenía con un palo. Cuando el ser alienígena sale del cuerpo, le cayó un chorro de sangre a Veronica Cartwright, y esto la horrorizó hasta tal punto que se puso histérica y se desmayó. Tom Skerritt comentó al respecto: ‘lo que ves en la película fue la reacción natural [de ella]. Ella no sabía qué demonios era lo que estaba pasando. Toda esta cosa improvisada vino por sí sola’.

Fálico diseño de Giger para el álien

Giger realizó varias ilustraciones conceptuales de la etapa adulta del alien o xenomorfo, antes de poder definir la versión final. Moldeó su cuerpo con plastilina y le añadió elementos como la vértebra de una serpiente y algunos tubos del sistema de enfriamiento que usaban los Rolls-Royce. Carlo Rambaldi, que había trabajado en el film “Encuentros en la 3ª fase” (1977) y que más tarde sería el creador de extraterrestre “E.T.”, creó la cabeza de manera independiente al resto del cuerpo. Siguió con detalle los conceptos de Giger, aunque hizo algunas modificaciones con el fin de incluir piezas movibles que permitirían animar la mandíbula y la boca interna de la criatura. Para operar la lengua rígida entada del Alien usaron un sistema de bisagras y cables. La cabeza definitiva tenía alrededor de novecientas partes articuladas junto con varios puntos de flexión. También utilizaron una parte de un cráneo humano como la ‘cara’ del monstruo, la cual ocultaron debajo del revestimiento brillante y traslúcido de la cabeza. Usaron enormes cantidades de crema lubricante K-Y (utilizada frecuentemente en el acto sexual) para darle un aspecto baboso y pegajoso al xenomorfo. El doblador Percy Edwards (conocido por proveer sonidos de aves en varios documentales británicos de las décadas de 1960 y 1970 y los sonidos de la ballena en “Orca, la ballena asesina” (1977), grabó los sonidos del alien.

La creación final por Carlo Rambaldi

Scott inteligentemente consideró oportuno no mostrar nunca el cuerpo completo del xenomorfo durante la cinta, de manera que sólo se observan ciertas partes mientras que el resto está cubierto entre sombras, para así mantener a la audiencia en un estado de alerta y expectación. La intención del director era que el público proyectara sus miedos para imaginarse al resto de la criatura: ‘Cada movimiento debía ser lento, pero muy sutil a la vez y después el Alien se movía bruscamente de tal manera que nunca supieras cómo luce en realidad’ (sic). La crítica especializada alabó la caracterización del alien por su aspecto biomecánico y los matices sexuales inherentes. El crítico de cine Ebert, subrayó: ‘La cinta utiliza un mecanismo engañoso que logra mantener fresca la originalidad del Alien a lo largo de la película: esta muestra la evolución que sufre la criatura, de tal forma que te impide saber cómo es o qué puede llegar a hacer [...] La primera vez que logramos ver bien al alienígena es cuando perfora el pecho del desdichado Kane. Tiene una forma fálica inconfundible, tanto así que el crítico Tim Dirks la compara con una "goteante boca vaginal"’ (sic).

Las 'vajinales' escotillas de la nave alienígena

El crítico Andrew O'Hehir, notó que ‘contiene un profundo sentido existencialista que hace que se sienta como si fuese un film noire’ y comentó que era mejor en comparación a sus continuaciones ‘cada vez más barrocas’ ya que ‘es una película sobre la soledad humana en medio de la amoralidad y sentimiento de vacío que implica la creación de la vida. Es una perspectiva izquierdista de los años 70 en la que ninguno de los problemas que aquejan a la Tierra durante el siglo XX  -la división de clases, la explotación capitalista, la esclavitud tecnológica de la humanidad- se han solventado en lo más mínimo gracias a las incursiones de la humanidad en el espacio exterior’ (sic). Después terminó comentando que ‘casi todos las películas de terror desde Alien se han torcido en cierta manera, aunque la mayoría de sus imitaciones se han enfocado más que nada en sus detalles -en un monstruo mecánico asesino que tiene una apariencia tanto vaginal como fálica; los goteantes y recónditos pasadizos de la Nostromo; los impactantes diseños biomecánicos de Giger- y se han olvidado de ese zeitgeist homogéneo que presenta la película’.

Un aspecto que muchos analistas cinematográficos resaltaron es el contenido sexual implícito es un concepto que está fuertemente presente en la trama. Adrian Mackinder comparó al ataque del ‘facehugger’ contra Kane con una violación masculina, y a la escena del ‘chestburster’ con un parto violento, mientras que la forma fálica de la cabeza del Alien y la manera en que asesina a los miembros de la tripulación son entendidos como una alusión alegórica de la violación. O'Bannon mencionó que la escena del ‘facehugger’ es una metáfora sobre el miedo viril a la penetración, y que ese ‘abuso oral’ recibido por Kane actúa como una ‘compensación’ para todas esas películas de terror en la que las mujeres sexualmente vulnerables son atacadas por monstruos masculinos. McIntee subrayó que ‘”Alien” es una película sobre violación, como lo es “Perros de paja” (1971), “Escupiré sobre tu tumba” (1978), o “Acusados” (1988). En un nivel explícito trata sobre una amenaza alienígena. En otro más subliminal, sobre el parasitismo y las enfermedades. Pero el nivel que pasó a ser más importante para los guionistas y el director fue el concerniente al sexo y la reproducción a través de medios poco ortodoxos. Y trata de cómo es que le pasa todo esto a un hombre’. Adicionalmente señaló que la película fantasea sobre los miedos masculinos y sobre la falta de comprensión sobre el embarazo y el parto, a la vez que le muestra a las mujeres esta perspectiva. La analista de cine Lina Badley detalló que el diseño del Alien, que contiene fuertes atributos freudianos, diversas alegorías fálicas y numerosas imágenes femeninas, fomenta la noción arquetípica y demás parafernalia implícita, y acaba por redefinir el concepto del género. O'Bannon describió que el contenido sexual en Alien es evidente y deliberado, puesto que ‘una de las cosas por las que la gente se preocupa es el sexo [...] Me dije: Así es como voy a arremeter contra el público; los voy a agredir sexualmente. No voy a ir detrás de las mujeres, voy a atacar a los hombres. Voy a poner cada alusión que se me ocurra para que todos los hombres se crucen de piernas. Violación oral/homosexual, parto. Esto les pondrá los testículos en la garganta, a todos ellos’ (sic),

Diseño de Giger para la nave alienígena

Curiosamente el ordenador de la nave Nostromo recibe el nombre de ‘madre’ y aunque no posee una conciencia propia ni libre albedrío, actúa en el film como un elemento protector. Ripley se refugia en la cápsula donde está ubicado el acceso al ordenador, de reminiscencias uterinas, cuando busca información o quiere sentirse protegida. En oposición a madre el otro personaje artificial, el androide Ash, adopta una actitud paternalista con el resto de tripulantes, a los que ve como seres imperfectos, patéticos y completamente imprescindibles. Su prioridad es proteger lo que él entiende como una forma de vida más pura, el alien, alguien a quien, que según sus propias palabras, admira. De una  manera más o menos intencionada el film encierra una atrevido discurso sobre la maternidad disfuncional, que en la película es ejercida por su ser artificial, un ordenador, mientras que el rol paterno lo asumiría aquí la corporación empresarial que ha financiado la expedición, y que estaría encarnado en la figura del androide Ash, que actua de brazo ejecutor de dicha corporación/padre. Para quienes lo recuerden, si bien James Cameron optó por obviar cualquier lectura adicional en la secuela de "Alien", introdujo un nuevo personaje, el de la huerfana Newt, única superviviente humana de la colonia; el personaje de Ripley, en ausencia del ordenador 'madre', asume pues su condición materna y se hace cargo de la niña, adoptándola y poniéndola bajo su protección; al final del film Ripley deberá enfrentarse al reina Alien, matriarca absoluta de su raza al modo de un gigantesca y fecunda abeja reina, cuyo abdomen inchado y repleto de huevos fecundados remite al de las reinas de la colonias de termitas.

La reina Alien de la sequela

El enorme éxito del film, convertido hoy día en película de culto dentro del género, propició, como decía más arriba, la aparición de varias secuelas. La primera “Aliens. El regreso”, dirigida por James Cameron en 1986, apostaba más por la acción y la estética militarista tan cara al director, obviando de esa manera toda alusión ginecológica/psicológica al origen de los aliens, aunque si se molestó en explicar el origen de los huevos encontrados en el interior de la nave alienígena y nos presentó una espectacular reina alien. En 1992 David Fincher nos presentó “Alien 3”, una visión nihilista de la historia que se desarrollaba en el interior de una prisión espacial y que merece una justa revisión. La muerte de Ripley al final de la película no impidió que fuese rescatada, clonación mediante, para protagonizar “Alien: resurrección”, estrambótica y a ratos ridícula continuación dirigida con su habitual barroquismo por Jean-Pierre Jeunet en 1997. Si obviamos los 2 films que tratan de unir esta franquicia a la de Predator, y que no son más que descaradas operaciones de mercadotecnia cinematográfica, la siguiente incursión en el universo de Alien vendría precisamente de la mano del director que dio inicio a la saga, Ridley Scott, que más de 30 años más tardes regresaría al género de ciencia-ficción y a la historia que le impulsó a la fama. Y lo haría con un film, “Prometheus” (2012), que en parte es una precuela del film original y en parte un reboot de toda la saga. Este film nace con la intención no ya de seguir explotando el ya agotado concepto de los aliens enfrentándose a los humanos, sino con la idea de explorar la naturaleza y el origen de la raza que pilotaba la nave que albergaba los huevos alienígenas, y de la que era representante el ‘space jockey’ o ‘ingeniero’ cuyo cadáver fosilizado veíamos en una de las secuencias más impactantes del film. “Prometheus”, nombre que recibe la nave en la que viajan los protagonistas del film y que alude al carácter mesiánico del titán mítico, analiza el papel antropogenético de dichos seres en los orígenes de la humanidad en la Tierra, ideas inspiradas parcialmente en los escritos de Erich Von Däniken sobre el papel de antiguos astronautas extraterrestres en la evolución de la raza y la civilización humanas.

Rediseño del xenomorfo para "Alien 3"

Así pues este nuevo film de Ridley Scott, aunque está inmerso en el mismo universo que “Alien” y alude claramente a muchos aspectos presentes en aquel, no está concebido tanto como una precuela al uso y no tiene miedo de incurrir en ciertas inconsistencias. Muchos de los decorados presentes son extraídos del film de 1979, y en éste se intenta explicar por qué la nave alienígena se encontraba en el planetoide y cuál será su propósito. Sin embargo también vemos que el ‘space jockey’ fosilizado del primer film, en lo que podría ser una especie de cabina de mando, sufre un final en “Prometheus” muy diferente. También el film ha querido marcar distancias en su aspecto visual, y así la imagen que nos ofrece del ‘facehugger’ o del xenoformo son muy diferentes de las que ya conocíamos. Damon Lindelof, guionista del film y uno de los artífices de la serie “Perdidos” (“Lost”) declaró que la película tiene lugar en el mismo universo que Alien, pero no es una historia sobre los acontecimientos que condujeron a esa película, diciendo que ‘una verdadera precuela debe proceder esencialmente de los acontecimientos de la película original, pero ser sobre algo completamente diferente, contar con diferentes personajes, tener un tema totalmente diferente, a pesar de tener lugar en ese mismo mundo’ (sic). Así pues este nuevo film no nos va a presentar un tratado psicosexual sobre los miedos del ser humano y su relación con el ciclo vital, sino que adquirirá una dimensión más teológica al tratar de explorar la relación del hombre con su creador, algo que Scott ya había analizado en su film “Blade runner”. Esencialmente “Prometheus” se plantea una de las preguntas clásicas de la ciencia y la literatura de género: ¿cuál es el verdadero origen de la humanidad? De ahí que preste más interés a los ‘ingenieros’ que no a los xenomorfos. Sin embargo Lindelof y Scott son conscientes de que por mucha distancia que quieran marcar, los espectadores esperan ver ciertas cosas en un film que se les ha vendido como adscrito a la saga de “Alien”, y de este forma también se plantearán ciertas cuestiones interesantes en cuanto al origen y el propósito de los aliens: ¿fueron estos diseñados como una forma de arma biológica por los ingenieros? ¿Con qué propósito? ¿Cómo arma de conquista o como herramienta para ‘limpiar’ un planeta?

Los ingenieros de "Prometheus"

Esta nueva precuela retomará algunos de los elementos que ya estaban presentes en el film original: la heroína aguerrida, el androide que adopta una actitud ambigua, la corporación industrial como elemento amenazador… Pero introduce un nuevo discurso a través del personaje del director de dicha compañía: Weyland. Mientras que la protagonista del film, que no oculta sus creencias religiosas de raíz católica, se embarca en la aventura del Prometheus buscando respuestas al origen de la humanidad, el hombre que financia dicha expedición tiene como único objetivo contactar con los ‘ingenieros’, sus supuestos creadores, solo para conseguir la inmortalidad. Se establece pues un paralelismo entre el Peter Weyland de este film y el Roy Batty de ”Blade Runner”. Ninguno de los dos conseguirá su ansiada recompensa, pero mientras que Batty asesinará a su creador, alzándose pues sobre el resto de la humanidad y alcanzando su condición divina, aunque sea solo por un breve espacio de tiempo, Weyland será castigado por su temeridad de pretender dirigirse a sus creadores, y se encontrará con una muerte prematura antes de tiempo. Es curioso que si bien estilística y argumentalmente “Prometheus” se adscribe al universo de “Alien”, su discurso filosófico está más próximo al del 3er. largometraje de Ridley Scott. No alcanza, en cualquier caso, la dimensión teológica de aquel, pues “Prometheus” no trata tanto de la relación entre el hombre y su creador desde una perspectiva humanista, como de la búsqueda de respuestas desde una óptima netamente científica.

Impactante arranque del film en tierras islandesas

En el momento de su estreno “Prometheus” fue recibida de manera desigual. Si bien en un sentido mayoritario nadie cuestionó la fuerza de sus imágenes y la elegancia de su puesta en escena, buena parte del fandom lamentó que Ridley Scott se hubiese ‘salido por la tangente, vendiéndonos una historia de Aliens para al final ofrecernos algo muy distinto. Siendo honestos hay que admitir que algunos de los defectos de “Prometheus” ya estaban presentes en el 2º largometraje de su director. Bien es cierto que hay algunos aspectos del guion que flojean, sobretodo en la descripción de algunos personajes: la supuesta villana encarnada por Charlize Theron está un tanto desdibujada, igual que su ambicioso progenitor, Peter Weyland; mientras que el carismático piloto al que da vida el actor Idris Elba pedía más metraje del que finalmente se le concede. Las motivaciones de algunos integrantes del grupo de científicos no están bien explicadas, y algunas reacciones acaban resultando absurdas; en este sentido es harto criticable el uso que se hace de los dos científicos que (tontamente) se pierden en el laberinto de la nave, momento totalmente irrelevante que solo está presente para justificar la aparición de algunos bichitos alienígenas. En su día también se criticó el uso del gato Yonsi en el film “Alien”, elemento tramposo que servía para que algunos integrantes del Nostromo actuasen torpemente y cayesen victimas del xenomorfo, pero también hay que decir que el recurso del gato, aunque tramposo, estaba tratado de manera mucho más hábil de lo que se hace en “Prometheus” con los científicos. Algunos de los momentos más poderosos de “Prometheus” son precisamente aquellos que involucran a los ingenieros, especialmente el espectacular prólogo rodado en paisajes islandeses y que, lamentablemente, sufrió serios recortes en la sala de montaje. Es notorio comprobar como Ridley Scott, que nunca ha destacado precisamente como director de actores, saca mayor partido (al menos visual) de estos personajes ficticios que no de buena parte de su elenco que, con la salvedad de un mayúsculo (como de costumbre) Michael Fassbender, se muestra un tanto despistado.

En cuanto a la apuesta temática de este film, pese a las iras que despertó en buena parte de los aficionados, yo personalmente agradezco que Scott se desmarcarse de la obra original y optase por no repetir el mismo discurso sino ofrecer algo totalmente nuevo. Bien es cierto que podría haber cuidado más algunos aspectos de la trama y tratar de lograr una mayor consistencia con el resto de la franquicia; incluso podría haber respetado el insuperable diseño original del alien creado por Giger en vez de ofrecernos uno nuevo ligeramente remozado. El discurso antropológico presente en este “Prometheus” resulta a todas luces más convencional que la interpretación psico-sexual que nos ofrecía “Alien”, e incluso está a años luz que del discurso teológico-filosófico de “Blade runner”, pero aun así es de agradecer los esfuerzos de Ridley Scott por desmarcarse de la superficialidad imperante en buena parte del cine fantástico actual e intentar ofrecer un producto maduro, sobrio, que no se contenta con ser un mero entretenimiento y se atreve con una invitación a la reflexión, por tímida que sea.

¿Un nuevo diseño para una nueva saga?