“Forastero en tierra extraña”, escrita por Robert A. Heinlein, fue publicada por primera vez en 1961 en una versión ‘abreviada’ por el propio autor, y ya en su momento su publicación fue un escándalo debido sobretodo todo al derroche de ideas más o menos controvertidas que Heinlein vertió en su escrito. No obstante eso no impidió que se convirtiese casi de inmediato en un enorme éxito y un referente de la contracultura de la época. A la muerte de Heinlein su mujer tuvo que renovar el copyright de la novela y descubrió la versión íntegra, que se publicó completa en 1991.
En la novela se narra la historia de Valentin Michael Smith, un joven humano, hijo de los primeros exploradores enviados a Marte, y que ha sido educado por una sociedad marciana que difiere en mucho, cultural y filosóficamente, de la humana. A su regreso a la Tierra, el hombre de Marte tratará de hacer valer su punto de vista ‘marciano’ a la vez que tratará de comprender e integrar la visión heredada de su condición de humano. En dicha tarea le ayudará en cierta medida Jubal Harshaw, un escritor de unos 60 años, parcialmente retirado, que no es otro que un alter ego del propio escritor. El carismático Harshaw en el fondo no es más que un hedonista que tiene suficiente dinero para no preocuparse de él, y un individualista convencido.
Michael pretende enseñar a la humanidad que las cosas que él puede hacer no son nada extrañas y que cualquiera puede hacerlas con el adecuado entrenamiento. Pero después de varias vicisitudes descubrirá que la gente no aceptará de buen grado esas enseñanzas, a no ser que las disfrace de algo conocido. A tal efecto creará una religión, la cual no cree en la propiedad personal, sino en la del grupo, y esto se extiende a todo (incluyendo las relaciones sexuales). Esto escandalizará al resto de iglesias del mundo, que tratarán de acabar con él por cualquier método, acusándolo de blasfemo y anticristo.
“Forastero en tierra extraña” es sin duda la novela más reconocida de Heinlein, pero es también un libro que suscita tantos adeptos como detractores. Para muchos parte del problema del libro, aparte de su considerable extensión, radica en que los elementos de ciencia-ficción que posee resultan más bien accesorios. En el fondo lo que encierra este escrito es una reflexión ácida y desencantada sobre la sociedad estadounidense de la época en todos sus ámbitos. Y lo hace ofreciendo puntos de vista a veces sarcásticos, a veces lúcidos y casi siempre disgresores en los que carga contra convencionalismos de todo tipo (como la moral sexual, las religiones organizadas, los políticos o las fuerzas del orden público) al mismo tiempo que propone la creación de una pseudo-utopía basada en el amor libre, el rechazo al dinero y la búsqueda de la realización personal.
Es comprensible pues que la solución que propone el libro fuese adoptada por el movimiento hippie de la época, y que la vida del hombre de Marte fuera imitada por cientos de jóvenes, deseosos de vivir en comuna, practicar el sexo indiscriminado y viajar libres por el mundo, sin trabajar, sin asumir ningún tipo de responsabilidad y abusando del consumo de estupefacciones. Todo ello no deja de ser paradójico en cierta medida, ya que entre las críticas antisistema o la defensa del amor libre, Heinlein cuela algunas ideas contradictorias como la defensa de la pena de muerte o de cierto tipo de darwinismo social.
Fue tal la polémica que suscitó la aceptación del libro por parte de los movimientos contraculturales en Estados Unidos que muchos se apresuraron a tachar a Heinlein como el mentor espiritual de Charles Manson, perpetrador, recordémoslo, de los trágicos asesinatos de Tate-LaBianca. Argumento que resulta tan estúpido en mi opinión como aquel que se barajó para tratar de justificar las motivaciones del asesino de John Lenon en 1980, y que lo atribuían a la lectura de “El guardián en el centeno” de J. P. Salinger.
“Forastero en tierra extraña” en el fondo no es más que una declaración de principios del propio Heinlein, que usa la ciencia-ficción como mera excusa para plantear un escenario social, no tecnológico, separado de la realidad y exponer la sociedad desde el punto de vista de un extraño, un Idiota Superdotado: el hombre de Marte. De esta forma Heinlein nosofrece una crítica feroz de la sociedad de su tiempo a la vez que trata de promover nuevos modelos para la política, la familia (Heinlein aborrece de la monogamia como un modelo caduco y propone otro más abierto y flexible), el sexo (al que trata de despojar de cualquier concepto moral o meramente reproductivo para mostrarlo como una forma de comunicación entre individuos, tan natural como el hablar), la religión (Heinlein propone una religión como herramienta para modelar la sociedad pero sin despojar al ser humano de su carácter individual) o Dios (como concepto pangeista, universal y unificador; “Tú eres Dios” es una de las frases que más se repiten en el libro).
Leí por primera vez “Forastero en tierra extraña” siendo adolescente, y debo reconocer que en su momento su lectura me impactó y se convirtió de inmediato en uno de mis libros de cabecera, supongo que porque lo leí en un momento de inmadurez, cuando yo era mucho más impresionable. Creo que en ningún momento debe perderse de vista la intención satírica de la obra y que ésta debe ser leída con una mentalidad muy abierta si uno no quiere acabar bastante confundido, pues contiene aspectos que a más de uno le pueden chocar o incluso resultar ofensivos, particularmente en cuanto a su laxa moralidad respecto al sexo, su crítica nada velada a la sociedad de consumo, y muy particularmente por su paralelismos con ciertas partes de la Biblia (no en vano “forastero en tierra extraña” es una frase tomada del libro del Éxodo).
Uno de los elementos más destacados de la novela es el propio personaje del Michael, el hombre de Marte, no tanto por los dones supra-humanos que acaba desarrollando, sino sobre todo su inocencia e ingenuidad absolutas, que le hacen observar el mundo que le rodea con la pureza propia de un niño, despojado por completo de interés personales o condicionamientos sociales. Michael es incapaz de entender conceptos como el dinero, la propiedad personal, cubrirse la desnudez, los celos, la envidia… Y por el contrario da como verdades irrefutable cosas como la vida después de la muerte o la existencia de Dios (pese a que la forma que él atribuye a Dios puede considerarse una herejía en muchas religiones actuales). Todo ello hace de él un personaje muy especial pero al mismo tiempo de difícil empatía con cualquier posible lector. En la novela Michael realiza un considerable esfuerzo por entender la sociedad moderna y los vicios y debilidades del ser humano, tratando de cambiar a la gente que le rodea simplemente haciendo las preguntas adecuadas, consiguiendo poco a poco que otros personajes cambien su forma de ver el mundo y atrayéndolos hacia su peculiar filosofía de amor absoluto, familias no convencionales, sexo sin carga de culpa ni vergüenza, relaciones sin celos y otros conceptos morales o filosóficos más complejos.
Teniendo en cuenta que el libro fue escrito a principios de los años 60 puede sorprender que en algunos aspectos continúe resultando escandaloso en la actualidad, no ya tanto en lo que se refiere a su explícito tratamiento del sexo o la desnudez física (idea que creo que en pleno siglo XIX ya tenemos superada), como por su atrevido concepto de la familia ‘múltiple’ o comunitaria, que rompe por completo con unos convencionalismos sociales y morales que hoy día siguen imperando en los sectores más conservadores de nuestra sociedad.
Hoy en día el mensaje del libro quizás ya no resulta tan chocante, y sí bastante contradictorio. “Forastero en tierra extraña” no propone alternativas viables, tan sólo denuncia hipocresías (algunas de ellas tan locales que poseen poca relevancia extirpadas de su contexto social y temporal, otras, por supuesto, de plena actualidad medio siglo después). En la actualidad continúa siendo una novela que despierta tantas pasiones como rechazos. Para mí, desde un punto de vista estrictamente literario, sigue siendo un libro extraordinario, bien escrito y repleto de diálogos ágiles e ingeniosos, pese a que adolece de cierta falta de ritmo, fruto (en mi opinión) de la declarada intención de su autor de exponer su personal filosofía a través de los largos (excesivamente, a veces) monólogos de muchos de sus personajes.
Sin embargo en esta segunda relectura del libro debo admitir que me encontrado con algunas ideas que me hacen pensar que Heinlein no era tan liberal ni de mente tan abierta como nos hizo creer en su momento. Me han sorprendido (negativamente) algunos pasajes en los que Heilein expone su visión del sexo homosexual como algo equivocado y retorcido, al tiempo que otros pasajes deja entrever cierta moralidad claramente machista cuando no veladamente misógina. Acusarlo de fascista (como se ha hecho en alguna ocasión) me parece excesivo en cuanto a que algunas de las ideas que expone el libro (como una confusa defensa de la pena de muerte), si bien podrían subscribirlas algunos sectores más conservadores, están planteadas desde una óptica más bien sarcástica. En este aspecto el propio personaje del hombre de Marte, pese a su carácter inequívocamente mesiánico y con claros paralelismos con la figura de Jesucristo, también puede interpretarse de forma claramente reaccionaria por cuanto en muchos momentos se erige en juez, jurado y verdugo de la humanidad que le rodea, pretendidamente poseedor de una verdad supuestamente superior que le sitúa por encima del resto de los seres humanos.
En todo caso el mayor valor de “Forastero en tierra extraña” reside en que es una obra que invita a la reflexión, a plantearse preguntas, a rechazar aquellas ideas que se nos trata de imponer a la fuerza, a buscar nuevos modelos éticos, sociales, morales, culturales que nos permitan seguir creciendo como sociedad y como individuo. “Tú eres Dios” es una frase del libro que en el fondo encierra la idea de que todos somos seres únicos, individuos con un carácter propio, pero que al mismo tiempo formamos parte de un todo que es mayor que la suma de las partes, pero dentro del cual cualquiera puede alcanzar la realización personal. Quizás ese tipo de misticismo new age pueda resultar un tanto naive, pero la idea de que todos podríamos convivir en armonía basándonos en el amor al prójimo y el respeto mutuo continúa siendo alentadora. Tristemente no todo el mundo lo entiende así.
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