Este blog nació en un momento personal muy determinado y lo hizo simplemente con la intención de poder expresarme, de dar voz a muchos de mis pensamientos y divagaciones de una manera abierta y más o menos pública. Ha querido mi estado de ánimo que mayormente haya hablado en este blog de (algunas) las cosas que más me apasionan en este mundo: el cine, los comics, la literatura de género… No soy muy dado a hacer manifestaciones públicas expresando mis ideas políticas, y nunca ha sido una tendencia autoimpuesta el no hablar de temas más personales o de caracter social o político, pero ahora voy a romper esa tendencia.
Ayer 11 de septiembre del 2014 la gente de Cataluña se lanzó a la calle a celebrar la Diada. Lo hizo de forma pacífica pero también concienciada, lo hizo con espíritu festivo pero sin perder de vista el carácter reivindicativo que siempre tuvo esta festividad. En los últimos años, curiosamente años gobernados en el España por el Partido Popular, la Diada Nacional de Cataluña ha tomado un carácter más vehemente (que no agresivo) y su carácter político (que siempre ha estado presente) se ha puesto más de manifiesto. Yo, como catalán, como hijo de inmigrantes que vinieron a Cataluña buscando mejores oportunidades, como persona que ha nacido, crecido y que vive en Cataluña, he salido a la calle a celebrar la Diada. Y lo he hecho acompañado de familiares y amigos. Y lo he hecho también plenamente consciente de lo que estos últimos años he significado esta celebración para la gente que vivimos en Cataluña. Pero sobretodo lo he hecho con una clara intención: expresar libremente mis ideas. Porque por encima de todo lo que reivindica la Diada Catalana es el derecho a que todos los que vivimos en Cataluña podamos expresar nuestras ideas, en libertad y en democracia, sin vernos coartados por intereses políticos o económicos que tratan de apoyarse en supuestas legalidades peregrinas.
No estoy defendiendo aquí el independentismo, la secesión de Cataluña o la separación del estado español. Tampoco estoy defendiendo el continuismo y la permanencia dentro del reino de España. Lo que estoy defendiendo es que se nos dé a todos los catalanes la oportunidad de decidir si queremos o no ser independientes, si queremos o no continuar formando parte del estado español. Toda ideología, en democracia, es respetable. Respeto tanto aquellos que abogan por la escisión total de Cataluña de España y la creación de una nueva nación, como aquellos que defienden el continuismo y la permanencia dentro del estado, del mismo modo que respeto a aquellos que buscan una solución intermedia y la creación de un estado federal. Yo puedo estar de acuerdo con unas posturas más que con otras, pero creo que todas tienen cabida en una democracia. En una democracia también tiene cabida el poder expresar esas ideas libremente y sin coacción alguna, y una forma de expresarlas es votando en una consulta o un referéndum. Cuando desde ciertos sectores retrógrados, inmovilistas y carcas se aferran a la idea de una supuesta ilegalidad en la convocatoria de una consulta sobre la posible independencia de Cataluña, amparándose en lo que dice la constitución española, hay que recordarles que la Constitución española se votó en 1978, mientras que la idea de democracia, un concepto mucho más antiguo, mucho más grande, mucho más noble, la inventaron los griegos en el siglo V antes de Cristo, y que dicho concepto se basa en otorgar la titularidad del poder al conjunto de la sociedad, o dicho de otra forma: el poder reside en el pueblo, en todos sus miembros, que si bien a través de una elecciones eligen a aquellos que deben representarles, también deben ser consultados en aquellas cuestiones de peso que afectan de manera decisiva al conjunto de la sociedad.
El gobierno español no se ha quedado solo a la hora de tachar los intentos democráticos de celebrar la consulta que pretende celebrarse el 9-11 de ilegales, amparándose de una manera cerril en lo que dice una constitución que no ha sido revisada desde 1978. Una constitución, dicen, aprobada por el conjunto de todos los españoles. Una constintución que votaron nuestros padres, pero que yo no he votado, y como yo tampoco la han votado la gente de mi generación y de las generaciones posteriores. Miles, millones de ciudadanos con derecho a voto a los que no se ha consultado sobre la forma y el contenido de una constitución que nos han impuesto y sobre la que nos niegan el derecho a opinar o criticar, una constitución que a la vista de los acontecimientos está demostrado que se ha quedado obsoleta y que necesita ser revisada, actualizada, modernizada y consensuada por una sociedad que está avanzando mientras esa misma constitución permanece anclada en el pasado. Una constitución que, para más inri, tampoco fué aprobada por el partido mayoritario actualmente en el gobierno en el momento en que fue sometida a votación. Resulta paradójico que los mismos que hoy en día se afanan tanto en defenderla y promulgar su legalidad y su involabilidad sean los mismos que en el pasado la rechazaron en la forma en como nos la han hecho llegar a las generaciones actuales. El gobierno de España, y todos los estamentos y partidos políticos que le apoyan en su particular cruzada anti-independentista, lo único que están poniendo de manifiesto es su absoluta carencia de voluntad de servicio al pueblo español, y su nulo talante democrático al oponerse al diálogo, la negociación y la busqueda de soluciones, enrocándose en una postura inmovilista que, de nuevo, no hace sino evidenciar que la palabra 'democrácia' no forma parte de su vocabulario.
No deja de ser lamentable que mientras que en el Reino Unido se ha hecho lo todo lo posible por dar una auténtica lección democrática a la comunidad internacional, y se ha establecido un diálogo constructivo que va a permitir la celebración de un referendum vinculante en el cual el pueblo escocés va a decidir si quiere seguir formando parte o no del Reino Unido, en España, nuestro gobierno, mirando siempre hacia otro lado, ha favorecido el enfrentamiento y la crispación política, y se ha negado a negociar para favorecer un clima en el que se pueda realizar una consulta (una consulta, insisto, no un rerefendum), y lo han hecho aludiendo a argumentos tan pueriles como 'el de España es un caso diferente al del Reino Unido'. Y además el gobierno inglés ha preguntado sobre el deseo de seguir permaneciendo o no dentro del Reino Unido a las únicas partes implicadas: los escoceses. ¿Tienen los ciudadanos de Extremadura, de Castilla, de Valencia o de Andalucía derecho a decidir cuál debe ser el futuro político de Cataluña? El gobierno inglés ha considerado que solo los escoceses pueden pronunciarse por la independencia de Escocia, por mucho que les pueda doler una posible respuesta negativa, y el gobierno español debería tomar ejemplo y aprender una lección de lo que es actuar dentro del ámbito democrático, y permitir que sean los catalanes y solo los catalanes los que decidan si quieren seguir formando parte de España. Pero este gobierno español que tenemos y que sufrimos, y que dice servir a todos los españoles, prefiere hacerse el sordo e ignorar el grito ensordecedor de una parte muy numerosa de los ciudadanos a los que dice representar. Y cuando el señor Rajoy y otros miembros de su gobierno y de su partido aluden a una supuesta 'mayoría silenciosa' a la que dicen que también quieren servir y respresentar, yo les digo que esa mayoría no existe, que quién no expresa su opinión no cuenta, y la única forma de expresar una opinión en democracia es a través del voto y mediante un referendum, un referendum en el que tanto los que están a favor de la independencia como los que están en contra podrán votar y por lo tanto hacer valer su opinión. Precisamente yo espero y deseo que el gobierno español les de a esa 'mayoría silenciosa' también la oportunidad de expresarse mediante el voto, porque en democracia y en política el silencio no cuenta. Por todo esto el señor Rajoy, su partido y su gobierno se podrán en evidencia y quedarán en entredicho, pero eso, amparados como están en una inmerecidad mayoría absoluta, parece no importarles.
Me entristece enormemente comprobar como muchos sectores de nuestra sociedad cierran los ojos ante lo que es una reivindicación legítima de un pueblo y que debería ser respaldada por el conjunto de TODOS los españoles: el derecho a votar. Ayer mismo una amiga (a la que aprecio sinceramente) me comentaba en un chat: "me perdonáis pero con estas tonterias os estáis cargando una fiesta como era la Diada, porque los que nos consideramos catalanes pero también españoles hoy no hemos podido salir por Barcelona como hacíamos antes en este día". Esas palabras duelen y entristecen porque encierran una comprensión equivocada y errónea de lo que es y lo que siempre ha sido la Diada de Cataluya, y lo que significa participar en la cadena del 2013 o en la V de este 2014:
a) para empezar la Diada de Catalunya no es ni ha sido nunca la Verbena de San Joan o el Dia del Padre; SIEMPRE ha sido una festividad de reivindicación política. En los últimos años ha tomado un caracter mucho más explícito, pero es es debido simplemente a que desde el gobierno central se han adoptado posturas cada vez más retrógradas, que atacan de manera nada disimulada a Cataluña y a los catalanes; comparar catalanismo y nazismo (algo que hizo la portavoz del gobierno no hace tanto) es un insulto intolerable, y por lo tanto los catalanes nos defendemos. ¿Cómo? Saliendo masivamente a la calle como hemos hecho este 11 de septiembre;
b) tachar de "tonterias" el acto de manifestarse masivamente reclamando no ya la independencia, que se logrará o no según dicten las urnas llegado el momento, sino el derecho a decidir por esa independencia es otro insulto. Un insulto a 1,8 millones de catalanes (según la guardia urbana) que se han manifestado por las calles de Barcelona de manera pacífica, festiva, concienciada y democrática, expresando sus convicciones con total libertad y con la voz bien alta;
c) dar a entender que los que se sienten 'catalanes pero también españoles' no han podido salir por Barcelona como lo hacían antes es algo que realmente me entristece, porque en cierta forma se nos demoniza a los que como catalanes hemos salido a la calle a expresarnos libremente, a reclamar nuestro derecho democrático a expresar nuestras opiniones a través de las urnas y que nuestros representante legales acaten lo que dicta la voz de la mayoría, la voz del pueblo; a esta amiga le respondí irónicamente que hasta ahora no se ha dado ningún caso en que un catalanista haya matado ningún españolista en una manifestación de la Diada, dándode a entender que puede salir por las calles de Barcelona sin miedo a que su vida peligre. ¿Han habido actos en los que personas contrarias a los movimientos independentistas han sido agredidas por grupos separatistas? Si, pero son casos aislados, mínimos y en absolutos representativos del sentir de la mayoría de los catalanes que hemos salido a la calle este 11-9.
1,8 millones de catalanes no pueden, no deben ser ignorados. La delegación del gobierno cifra el conjunto de los manifestantes en poco más de medio millón, pero todos sabemos que dicha organización no es precisamente sospechosa de ser objetiva y desinteresada, y el interesado baile de cifras era algo que ya se veía venir. La caverna mediática ha preferido hacerse eco de los movimientos minoritarios que se han manifestado apoyando el continuismo y la adhesión al estado, pero esos 7-8 mil manifestantes no son más que una lágrima frente al torrente arrollador que suponen los 1,8 millones de catalanes que nos juntamos ayer en las calles de Barcelona. La lectura del gobierno, minimizando el efecto de la manifestación y quitándo importancia al ingente volumen de catalanes que salieron a la calle, era previsible y no por ello entristece menos. A los comentarios retrógrados, falaces y manipuladores de la caverna mediática mejor ignorarlos y no hacerles casos. El que la portavoz del gobierno insista en comparaciones insultantes entre los movimientos independentistas y el nazismo debería ser motivo de querella en cualquier tribunal español o europeo.
Los próximos meses van a ser interesantes. Interesantes e inquietantes a un mismo tiempo. Porque el Govern de Catalunya no puede desoir las demandas de una mayoría de catalanes que piden soluciones; porque el gobierno de España no puede continuar haciendo oidos sordos, continuar con amenazas que sacan a la luz un peligroso talante antidemocrático y quedar en evidencia ante toda la comunidad internacional. ¿Que ocurrirá el 9-11? Yo no lo sé. Hoy por hoy nadie puede saberlo. Solo espero que el señor Mas, la Generalitat, el señor Rajoy, el Parlamento de España, el PP y todas las fuerzas políticas y estamentos de Catalunya y España estén a la altura de las circunstancias, comprendan lo que es AUTÉNTICO ESPÍRITU DEMOCRÁTICO, algo que está por encima de cualquier ley y cualquier constitución concebida por partidos políticos, y actúen en consecuencia, escuchando al pueblo.
Ayer, 11 de septiembre del 2014, lo que salió ganando no fué el independentismo, ni los partidos políticos, ni los gobiernos, sino la DEMOCRÁCIA, donde tienen cabida todas las ideas expresadas con libertad, educación, respeto, coherencia y conciencia humanitaria.
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