miércoles, 15 de abril de 2015

VAMOS A COLOREAR...

Hay una norma no escrita en las grandes producciones hollywoodenses que indica/sugiere/recomienda/impone una cuota de actores afroamericanos en todo blockbuster que se precie. No es que siempre se siga o respete dicha recomendación, pero sí que en determinado tipo de películas parece de obligado cumplimiento, lo que lleva muchas veces a cambiar la raza de algunos protagonistas por aquello de que la población afroamericana de los Estados Unidos no se sienta discriminada en determinado tipo de films.

Mi nombre es Fury... Nick Fury

Dicha norma no tendría mayor relevancia si no fuese porque a veces el hecho de cambiar la raza de algún protagonista (normalmente de blanco a negro), incurre a veces en errores o inconsistencias de diversa índole. Cierto es que Hollywood ha tenido que recorrer un largo camino para la presencia de personajes de otras razas fuesen algo más que meramente anecdótico en sus producciones, y actualmente actores y actrices de la talla de Denzel Washington, Halle Berry, Samuel L. Jackson, Viola Davis, Octavia Spencer, Woopi Goldberg, Jimmy Fox, Forrest Whitaker, Will Smith o Morgan Freeman ocupan hoy en día posiciones preponderantes dentro del estrellato cinematográfico norteamericano. No es de extrañar, pues, que soliciten papeles a la altura no ya de su talento sino de su condición indiscutibles de estrellas. Probado está, por ejemplo,  que soldados negros tuvieron una participación más o menos decisiva en eventos importantes de la historia americana como la Guerra Civil o la 2ª Guerra Mundial, por mucho que Hollywood no los haya tenido muy en cuenta. Del mismo modo queda fuera de toda discusión la importancia histórica de personajes como Martin Luther King o Muhammad Ali. Papeles protagonistas de peso para actores de color, los hay. También al margen del trabajo de directores más o menos militantes dentro de la comunidad afroamericana como Spike Lee, otros como Steven Spielberg o Quetin Tarantino, por citar dos ejemplos dispares, no han dudado en reflejar la historia o vivencias de la población negra, o incorporar actores de color protagonistas en muchos de sus films. El problema aparece cuando se insiste en colocar actores de color en films cuyo contexto hace que su presencia ‘chirríe’. Por ejemplo, si uno hace un film sobre la antigua Roma resultará poco consistente presentar un personaje negro si éste no es un esclavo, del mismo modo que si se filma una película ambientada en la Francia pre-revolucionaria del Cardenal Richelieu, un personaje de color resultará poco menos que incongruente. ¿Hasta qué punto es permisible saltarse la consistencia histórica en aras de una discutible corrección política?

En una galaxia muy lejana...

Esa misma corrección política fue la que obligó en su día a que Lando Calrisian, al que dio vida  Billy Dee Williams, fuese el primer personaje de raza negra de la saga clásica de “Star Wars”, aunque es justo reconocer que dicha decisión no molestó demasiado en su momento ni lo hace hoy en día, habiéndose incorporado incluso nuevos personajes de color a la saga, como el maestro Jedi Mace Vindu, interpretado por Samuel L. Jackson. Sin embargo esa manía por cambiarles la raza a algunos personajes ha provocado una cierta, y a veces justificada, irritación entre algunos espectadores. Cuando partimos de un argumento completamente original para el cine, guionistas y/o directores se sienten con total libertad de presentar a un personaje como caucásico, negro, oriental o latino, estando la elección de la raza motivada únicamente por el contexto histórico, social, cultural y geográfico en el que se vaya a desarrollar la trama. No ocurre igual cuando se adapta un argumento pre-existente proveniente de la literatura, el comic o la televisión, pues si en su día se determinó la raza de un personaje obedeciendo a unas determinadas premisas, estas se ven adulteradas y traicionadas cuando se cambia la raza de dicho personaje. Habrá quien interprete ese cambio de raza como irrelevante, y la reacción de los fans del libro, comic o serie en que se inspira, es a veces vista como exagerada. Pero no siempre es así y el malestar está muchas veces justificado. Toda esta larga introducción es para contextualizar lo que voy a explicar a continuación, y que versa concretamente sobre el cambio de raza de algunos personajes en las recientes adaptaciones cinematográficas de comics de superhéroes. Vayamos por partes.

Un villano que nos matará... ¿de risa?

Si nos retraemos a las primeras adaptaciones de personajes de comic no vamos a encontrar muchos actores de color en ellas. En el Superman del llorado Christopher Reeve no encontraremos un actor de color en rol protagonista hasta la tercera entrega, con el irritante Richard Pryor en la piel de improbable villano. En el caso del Batman televisivo de los años 70 tuvimos a Eartha Kitt en la piel de la villana Catwoman (interpretada previamente por Julie Newmar y Lee Meriwether). Billy Dee Williams dará vida al fiscal del distrito Harwey Dent (futuro Dos Caras) en el “Batman” de Tim Burton, aunque cuando Joel Schumacher se hizo con la dirección de “Batman Forever” lo sustituyó por un histriónico (y blanco) Tommy Lee Jones. Incluso se habló de incorporar un Robin de raza negra en algún momento, idea que no terminó de cuajar y acabó en el olvido. Cuando las adaptaciones cinematográficas adquirieron carta de nobleza con los “X-Men” de Bryan Singer, no va haber problema alguno, pues una de sus protagonistas, Tormenta, interpretada por Halle Berry, ya era originariamente de raza negra.

Una 'diosa' de ébano

Los problemas comenzarán a evidenciarse con posteriores adaptaciones de comics Marvel. Tomemos por ejemplo el caso de “Daredevil” (Mark Steven Johnson, 2003), en el que el villano Kingpin fue interpretado por el fornido Michael Clarke Ducan. Kingpin, alias de Wilson Fisk, es un jefe criminal mafioso surgido de La Cocina del Infierno, uno de los barrios más sucios, degradados e inseguros de Manhattan. Originalmente Hell’s Kitchen era un barrio poblado fundamentalmente por inmigrantes italianos e irlandeses, y uno de los barrios donde, debido a su alto índice de criminalidad, empezaron a formarse las primeras mafias neoyorkinas de crimen organizado. Conviene señalar que por lo general los grupos criminales funcionan con un alto sentimiento de exclusión racial, y en este sentido los italoamericanos no se mezclaban con los irlandeses y ninguno de ellos con los latinos, los chinos o los afroamericanos. Estos últimos se concentraban fundamentalmente en los guetos de Harlem o el Bronx, mientras que los primeros lo hacían en Hell’s Kitchen, dejando Chinatown para los inmigrantes chinos. En los comics Marvel nunca se ha aclarado demasiado el origen de Kingpin: sabemos, evidentemente, que es blanco, presumimos que de ascendencia norteamericana, y sabemos también que ha escalado posiciones dentro de la mafia empezando desde lo más bajo y utilizando todo tipo de malas artes (asesinato, extorsión, etc.) hasta llegar a convertirse no solo en uno de los principales jefes de los bajos fondos neoyorkinos, sino también en un aparentemente respetable y acaudalado hombre de negocios. Michael Clarke Duncan tiene indudablemente la talla para dar vida al Kingpin del crimen, pero precisamente su raza le resta credibilidad. Si Kingping hubiese sido un mafioso del Bronx, nadie hubiese discutido la elección de Duncan, pero como líder criminal criado en Hell’s Kitchen y que se mueve por los barrios altos de Manhattan Duncan carece de la credibilidad necesaria. Para más inri en el film de Johnson le dotaron de un ‘tic’ que lejos de añadir matices al personaje, resulta un tanto ridículo. El Kingpin del film, tras cometer un asesinato, deja una rosa en el cuerpo de su víctima. Para empezar solo los psicópatas criminales sienten la necesidad de rubricar sus delitos, y Kingpin no solo está muy cuerdo, sino que además de frio, implacable y calculador es lo suficientemente sensato como para no dejar ningún tipo de pistas que puedan alertar a la policía. Kingpin es esencialmente un tipo pragmático y que no se deja dominar nunca por su ego; él es consciente de que permanecer en la sobra le reporta muchos más beneficios que hacerse notar. Escasos méritos son los que aportaban el film de Mark Steven Jhonson interpretado por el soseras de Ben Affleck, con lo cual la nueva serie de televisión producida por el canal Netflix con Daredevil de protagonista parte con claras ventajas para superar el recuerdo de la película. Al menos han corregido el error devolviendo a Kingpin su color de piel original, y eligiendo a un inquietante Vincent D’Onofrio para darle vida. Curiosamente a la hora de recuperar el personaje del periodista Ben Urich en la serie, a éste también lo han vuelto negro, y en cambio esta alteración no resulta tan sangrante, bien sea por la condición de secundario de Urich, bien porque en este caso la raza no es un rasgo definitorio del personaje.

El Kingpin del crimen

Las películas de la franquicia de los Vengadores, al igual que la de los X-Men, lo han tenido en general más fácil. Para empezar, si bien es cierto que también le han cambiado la raza a Nick Fury, no está demás puntualizar que el Nick Fury que aparece en los films no se basa en el del universo Marvel tradicional, sino en su versión remozada y modernizada del universo Ultimate, que ya nació siendo negro y al que el dibujante Brian Hitch dibujó desde el inicio con los inequívocos rasgos de Samuel L. Jackson. La elección del actor para darle vida en la gran pantalla era tan evidente como obligada. Fury debutó en el primer film de la saga de Iron Man, y en la misma saga también haría su debut Máquina de Guerra, personaje de color al que interpretó inicialmente Cuba Gooding Jr.,  siendo sustituido después por Don Cheadle. El personaje del Halcón, por otro lado, haría su debut en la saga del Capitán América, interpretado por Anthony Mackie. La polémica saltaría con la primera película basada en el personaje de Thor, en la cual Idris Elba interpretaría a Heimdall, guardián del Bifrost, el puente arco-iris que une Asgard con Midgard (la Tierra). Idris Elba es un actor de talento y tiene una presencia imponente, adecuada para interpretar a un dios (Elba, inglés de  nacimiento, se ha postulado en varias ocasiones para ser el primer James Bond de raza negra), el problema es que Heimdall es un dios NÓRDICO. La mitología nórdica siempre describe a su panteón como hombres y mujeres altos, de constitución fuerte y de cabellos preferentemente rubios o pelirrojos. En los comics Marvel rubios son Thor (aunque en la mitología sus cabellos son rojizos), Fandrall, Freya, Amora u Odín; pelirrojos son Volstagg o Lorelei; y de un negro profundo son los cabellos de Sif, Loki, Hogun o Karnilla. Rara vez se presenta algún personaje con cabellos castaños. En el film dirigido por Kenneth Branagh tenemos a un oriental (Hogun) y a un negro (el citado Heimdall), lo cual resulta visualmente chocante si tenemos en cuenta que ambos interpretan a personajes del panteón nórdico. La presencia de Idris Elba en el film obedece en buena medida a su talento interpretativo, de acuerdo, pero sobre todo a la necesidad de cubrir la cuota que se ha impuesto en este tipo de blockbusters cinematográficos. Personalmente la concesión a lo políticamente correcto me parece algo absurdo si con ello incurrimos en este tipo de inconsistencias.

Un dios ¿nórdico???

Esta tendencia es algo que parece no importarle demasiado a directores como Sam Raimi (que no sintió la necesidad de cambiar de raza a ninguno de sus protagonistas principales en la trilogía original de Spider-man) o Christoper Nolan (que tampoco alteró el color de piel de ningún personaje destacado en su saga del hombre murciélago), aunque en ambos casos tenían la ventaja de contar con secundarios que ya en los comics eran de raza negra: el redactor del Daily Buggle Robbie Robertson en “Spider-man”, y el director ejecutivo Lucius Fox en las películas de Batman. Cuando Marc Webb tomó las riendas de la dirección de la saga del hombre araña, el villano Electro pasó a ser de raza negra e interpretado por Jimmy Fox, aunque en este caso el cambio de raza no deja de ser anecdótico, pues esta nunca fue un rasgo definitorio del villano. E igualmente anecdótico aunque no exento de ironía fue el cambio del redactor jefe del Daily Planet en el “Man of Steel” de Zack Snyder, al que dio vida Laurence Fishburne, irónico por el hecho de que responde al nombre de Perry White (‘blanco’ en español.

Ojos que no ven...

Posiblemente los casos más chocantes en lo que se refiere al cambio de raza de un personaje los vamos a encontrar en la franquicia de los 4 Fantásticos. El primero lo encontraremos en el primer film dirigido por Tim Story, en el cual la escultora ciega Alicia Masters, pareja romántica de Ben Grimm, alias La Cosa, pasa a ser de raza negra y tener los rasgos de Kerry Washington. A priori el cambio no dejaría de tener mayor relevancia si no fuese porque analizando el carácter trágico en el que se fundamenta la relación entre ambos personajes, añade matices peculiares al mismo. La Cosa es, no lo olvidemos,  un monstruo. De buen corazón, pero monstruo al fin y al cabo, al cual su piel pétrea le aparta del resto de la humanidad y le impide tener relaciones carnales con ninguna mujer. Su relación, pues, es casta y virginal. Alicia, por su parte, es ciega, así que ella no es capaz de percibir la condición monstruosa de Ben. Si le ama, y lo hace sinceramente, es porque se siente atraída por la bondad de su corazón, su valentía y su sentido del humor. Pero, ¿le amaría igualmente si no fuese ciega y le viese como lo hacen el resto de seres humanos? John Byrne es un permanencia en la serie de comics de los 4 Fantásticos insistió sobre el tema, recalcando que el amor de Alicia es honesto y sincero, y que seguiría amando a Ben Grimm fuese cual fuese su aspecto. Pero el hecho de que la Alicia cinematográfica sea de color añade una relectura en clave racial de la relación entre ella y Ben, relectura que podría dar pie a interpretaciones prejuiciosas. Pensemos que en este film, Alicia, de condición invidente, solo puede aspirar a emparejarse con un monstruo; del mismo modo Ben, de aspecto rocoso, es rechazado por su antigua novia (blanca) y solo puede aspirar a ser aceptado por una mujer de raza negra. No dudo que tan maliciosa relectura no estuvo nunca en la mente de los guionistas, pero éstos, en su afán de abrazar lo políticamente correcto, han promovido involuntariamente una interpetación prejuiciosa y de tintes ligeramente racistas en la relación entre ambos personajes.

¡Oops! Parece que papá tuvo una aventura


Sin embargo el cambio más polémico en cuanto a alteración de raza lo veremos en el próximo reboot de los 4 Fantásticos, dirigido por Josh Trank y de inminente estreno. Los 4 Fantásticos son la primera familia Marvel por antonomasia: Red Richards (marido y padre), Sue Richards (esposa, madre y hermana), Johnny Storm (cuñado, hermano y tío) y Ben Grimm (amigo del alma y tío putativo), a los que habría que añadir al pequeño Franklin Richards (hijo y sobrino), conforman un núcleo familiar totalmente funcional y de lo más clásico. Esa es precisamente la característica que mejor define al grupo y lo diferencia de otros como la Patrulla-X (a los que une su condición de marginados y su pertenencia a una escuela de talentos), los Vengadores (que está bajo la nómina del gobierno americano) o los Defensores (el no-grupo por excelencia, que se juntan de forma caprichosa y solo cuando el azar lo decide).  Stan Lee ya puso de relieve esa condición de grupo familiar en su larga permanencia en la colección, y John Byrne, en su no menos memorable etapa, la potenció aún más si cabe. La versión cinematográfica de Tim Story quizás modernizó alguno de sus integrantes, ofreciendo una imagen más acorde con los tiempos actuales, de manera que Sue Storm en el film no es una esposa supeditada a su marido, sino una mujer completamente emancipada. Pero aun así los lazos familiares se mantenían (Sue acabaría contrayendo igualmente matrimonio con Red Richards en la secuela del film). ¿Y qué es lo que ha hecho Josh Trank en este reboot? Pues precisamente dar al traste con una de las principales características que lo definen. Y para ello le ha bastado con cambiar la raza de uno de sus miembros, en concreto la Antorcha Humana, que ahora tendrá los rasgos del actor Michael B. Jordan. Este reboot rejuvenece considerablemente los miembros del cuarteto (en clara referencia a la más moderna versión del universo Ultimate), pero la visión familiar del grupo desparece por completo. Sue y Johnny Storm continúan siendo hermanos… presumiblemente. Al menos conservan el mismo apellido, aunque ella es blanca y él es negro, igual que el padre de ambos, con lo cual se deduce que Sue pasa a ser adoptada… o (¡oops!) papá Storm tuvo una aventura extramatrimonial.

No quiero pecar de pacato ante el hecho de que esta nueva versión quiera ofrecernos una imagen menos convencional de las relaciones familiares, pero la gracia precisamente de los 4 Fantásticos originales era/es precisamente esa: su condición de familia CLÁSICA. La película de Josh Trank a lo mejor incluso acabará estando muy bien, pero sus personajes NO son los 4 Fantásticos de Marvel, sino que son un grupo de adolescentes que se han apropiado de los nombres y los poderes de unos personajes de cómic. Hasta los “Los increíbles” de Pixar (Brad Bird, 2004) eran mucho más fieles a la versión canónica de Stan Lee y Jack Kirby, por mucho que sus poderes y sus roles fuesen ligeramente (solo ligeramente) distintos. A fin de cuentas tenemos una chica invisible, un forzudo, una chica elástica, y un velocista a cambio de un flamígero. Es cierto que los cambios en esta nueva versión de los 4F son más radicales que el simple cambio de raza de uno de sus miembros (¡Por Dios! ¡Si hasta se han atrevido a convertir al monarca de Latveria en un hacker informático apodado ‘Doom’!!!!!!!!), por lo que en esta nueva propuesta del director de “Chronicle” el que Johnny Storm sea negro acaba resultando algo meramente anecdótico.

¿El futuro mentor del Dr. Extraño?

No serán estos los primeros ni los últimos cambios de raza que vamos a poder observar en cuanto a adaptaciones de comics de superhéroes. En la adaptación de "Doctor Extraño", cuyo estreno está previsto para el 2016, ya se han postulado varios aspirantes a interpretar el papel del Anciano, que recordemos es un viejo místico de ascendencia oriental y edad indeterminada (aunque muy longevo), que vive retirado en un monasterio del Tibet y que ejerce de maestro y mentor de Stephen Strange. Uno de los aspirantes es el japonés Ken Watanabe, que pos sus rasgos orientales, y pese a su mayor corpulencia (recordemos que el Anciano es precisamente eso: un anciano), podría hacer un buen papel. El otro es... Morgan Freeman. De nuevo por aquello de querer cumplir las cuotas reservadas a las participación de actores de color en películas destinadas al gran público, se cambia caprichosamente la raza de un personaje determinante. Uno podría decir que el que el maestro del Doctor Extraño fuese blanco, negro, oriental o extremeño no debería tener mayor importancia. Pero el hecho es que la filosofia que alimenta a Extraño bebe primordialemente de fuentes orientales (algo que de manera velada se puede leer entre líneas en el propio comic del Doctor Extraño), de ahí que resulte adecuado que su mentor sea oriental, y que sin embargo resulte poco creíble si éste es afroamericano, como es el caso de Morgan Freeman.

En fin, que por mucho que los lectores veteranos protestemos y pataleemos, no nos van a hacer caso. A fin de cuentas este tipo de films se hacen para arrasar en taquilla, no para contentar a un reducido grupo de 'frikis' lectores de cómics. Si valiendose de estrategias comerciales com diversificar la raza de los protagonistas logran atraer a otro tipo de audiéncias (y el sector demográfico afroamericano en EEUU no es tan trivial como para ignorarlo), pues no nos va a quedar más remedio que irnos a acostumbrarnos a este tipo de alteraciones en aquellas historias que hemos mamado desde nuestra más tierna infancia.

Nuff said!

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