James Bond es un personaje que no necesita demasiadas
presentaciones y que pertenece por derecho propio a la mítica popular
cinematográfica. No en vano la saga Bond es la segunda más rentable de toda la
historia del cine, y asciende a primer puesto si tenemos en cuenta los datos de
inflación. El personaje fue creado por Ian Fleming en 1952, debutando en la
novela “Casino Royale”. Bond es un espía
internacional, un agente secreto bajo las órdenes del servicio de inteligencia
británico, conocido como MI6. Sobradamente conocidas son también las
características principales que le definen: asesino implacable cuando el
trabajo lo demanda, bon vivant y don juan empedernido en sus ‘ratos
libres’, de carácter arrogante, machista e indisimuladamente promiscuo, pero
también de porte sofisticado, actitud fría pero cortés y pose impasible. En
muchos aspectos el personaje es una versión idealizada del propio escritor,
tanto en lo que hace referencia a sus rasgos físicos (alto, delgado, de buena
figura), como en su consabida actitud de amante de la buena vida y las bellas
mujeres.
En el cine el personaje debutó con la película “Doctor No”,
dirigida por Terence Young, el cual repetiría en 2 ocasiones más tras las
cámaras. El actor finalmente escogido para darle vida fue el escocés Sean
Connery (el personaje, según Fleming, aunque inglés de nacimiento, tiene
ascendentes escoceses). Connery compone para la ocasión un personaje ‘de una
pieza’, duro e impasible, que no esconde su carácter machista e incluso
misógino. Con “Doctor No” se asentarán las bases de toda la franquicia, al
menos hasta la entrada en la misma de Timothy Dalton, es decir: escenarios
exóticos, villanos de opereta, chicas florero muy monas, mucha acción, ciertas
gotas de humor muy dosificados, y un cierto devaneo con la fanta-ciencia que
por lo general raya lo kitsch. Añádanosle
al coctel los inspirados (aunque a la larga repetitivos) títulos de crédito de
Maurice Binder, la cancioncita de turno para abrir el film (con interpretes tan
ilustres como Shirley Bassey, Tom Jones, Paul McCartney o Tina Turner) y las
consabidas coletillas para acabar de ‘definir’ el personaje (utiliza un Walter
PPK, siempre toma el Martini sacudido, no agitado, etc.).
Para muchos Sean Connery es el mejor Bond de la historia. Para
mí Connery solo es el primer Bond, y en general me parece uno de los actores más
sobrevalorados de todos los tiempos. No niego ni su carisma (indudable) ni su
calidad de estrella, pero en el ámbito meramente actoral me parece que tiene un
registro interpretativo bastante limitado. Tan solo rescataría dos
interpretaciones de toda su carrera, y ninguna de ellas dando vida al personaje
de Ian Fleming. Destacaría, evidentemente, su Guillermo de Baskerville en el
film “El nombre de la rosa” (1986), posiblemente su mejor trabajo, y en menor
medida el simpático Juan Ramírez Sánchez Villalobos de “Los inmortales” (1986),
por mucho que Connery no se molestase en tratar de disimular su acento escocés
para dar vida a un personaje de ascendencia española. Su trabajo en la saga
Bond es correcto pero no particularmente destacable. Connery interpreta a un
personaje de una pieza sin tratar de incorporar ningún tipo de matices al
mismo. Algunos dirán que el personaje, precisamente por su carácter arquetípico,
no los requería, pero yo pienso que es más bien debido a las limitaciones
interpretativas del actor.
Lo que es innegable es que Connery aporta planta y carisma al
personaje de Bond y eso le permitió interpretarlo en 7 ocasiones, desde 1962
hasta 1971, recuperándolo más tarde en 1983 en el film “Nunca digas nunca jamás”.
Su sustituto en la franquicia sería inicialmente el
australiano George Lazenby en el film “Al servicio secreto de su majestad”
(1969), pero el escaso empaque en la serie no le haría repetir, de modo que el
personaje sería heredado por Roger Moore, que había cosechado un notable éxito
en televisión interpretando a Simon Templar, “El Santo”.
Frente al Bond duro e impasible de Connery, Moore contrapone
un Bond más satírico, caracterizado por una irónica comicidad aunque igualmente
resolutivo en el cumplimiento de su deber. Con Moore es cuando la sería toma
visos más fantasiosos si cabe, permaneciendo en la franquicia por 7
largometrajes, desde 1973 hasta 1985. Moore se hizo enormemente popular
interpretando al personaje, pero sus limitaciones interpretativas son, si cabe,
aún más evidentes que las de Connery, aunque hay que reconocerle que las
salvaba con considerables dosis de humor y autosuficiencia.
Si a Moore se le podría acusar de tomarse el personaje a
guasa, a su sustituto, el galés Timothy Dalton, se le podría reprochar
tomárselo demasiado en serio. Muy a menudo se refiere a él como el ‘Bond
shakesperiano’, y es que con la entrada del galés la serie trato de dar un giro
hacia temáticas y argumentos más realistas, de forma que Dalton compuso un
personaje más frío y agresivo. Aunque se esperaba que su permanencia en la
serie fuese más prolongada, Dalton solo interpretó al personaje en 2 ocasiones,
en 1987 y 1989. Creo que Timothy Dalton es un gran actor, pero su trabajo en la
saga se vio algo encorsetado, en parte por tener que lidiar con el recuerdo
dejado por sus predecesores en el imaginario popular, y en parte por sentirse
obligado a tratar de ir más allá y aportar algo novedoso al personaje. Su
calidad interpretativa es indiscutible, pero es evidente que Dalton nunca se
sintió demasiado cómodo con el personaje.
Al igual que Roger Moore, el sustituto de Timothy Dalton
también debutó en la serie arrastrando un considerable éxito en una serie
televisiva, Remington Steel. Me estoy refiriendo naturalmente Pierce Brosnan,
irlandés de nacimiento, que debutó interpretando al personaje en el film “Goldeneye”
(Martin Campbell, 1995). La entrada de Brosnan supondrá una serie de cambios en
la franquicia. Para empezar por primera vez el personaje de M, el superior de
Bond en el servicio secreto, sería interpretado por una mujer, la siempre
espléndida Judi Dench (anteriormente lo habían interpretado Bernard Lee –desde el
inicio de la saga hasta “Moonraker”- y después Robert Brown). En mi modesta
opinión Brosnan es el mejor Bond antes de la entrada de Daniel Graig. La suya
es quizás la versión más insolente y sarcástica del personaje, aunando muchas
de las virtudes de sus predecesores, siendo a la vez un perfecto gentleman
británico y un implacable agente secreto. Brosnan resulta creíble en las
escenas de acción sin perder nunca su compostura, resumiendo en un el carácter seductor
de Connery, la ironía de Moore y la resolución de Dalton. Personalmente creo
que Pierce Brosnan es mejor actor que Connery y sobretodo que Roger Moore, y
supo cogerle el pulso al personaje para hacernos olvidar a sus predecesores.
Pierce Brosnan permaneció en la franquicia durante 4
largometrajes, entre 1995 y el año 2002. Lo cierto es que los últimos films en
los que participó, “El mundo nunca es suficiente” (Michael Apted, 1999) y “Muere
otro día” (Lee Tamahori, 2002) ya comenzaban a dar signos de agotamiento en una
saga que parecía eternizarse en la repetición de clichés cada vez más
exagerados: villanos megalómanos que rozan el ridículo, gadgets que oscilan
entre lo kitsch y lo absurdo, chicas bond tan estupendas como cortas de
entendederas, secuencias de acción tan exageradas que provocan cierto sonrojo…
Son todos esos elementos, además del carácter invariablemente sexista de toda
la saga, los que motivaron mi desapego y mi aburrimiento hacia una saga que
será todo lo rentable y exitosa que sea, pero que a mí nunca me llamó demasiado
la atención… hasta que llegó Daniel Craig.
Daniel Craig irrumpe en la franquicia Bond con el film “Casino
Royale”, para el cual repitió Martin Campbell tras las cámaras y que se estrenó
en el año 2006. Con Craig se pretendía renovar por completo los fundamentos de
la franquicia. Conviene señalar que “Casino Royale” fue la primera novela
escrita por Ian Fleming sobre el personaje de James Bond, y que sus derechos
cinematográficos sufrieron una azarosa andadura, no siendo pues adquiridos inicialmente
por Eon Productions (que produjo los primeros films interpretados por Connery),
y ‘gozando’ de una muy libre adaptación cinematográfica en el año 1967 en clave
de parodia descarnada, en la cual David Niven daba vida al agente 007, Woody
Allen era su hijo ilegítimo y Orson Welles el villano Le Chiffre. Es en cierto modo
irónico a la vez que visionario que se utilizase este título para forzar un reboot de la saga, siendo, esta vez sí,
lo más fiel posible al original literario.
Son varios los aspectos con los cuales este film busca
desmarcarse de todas las películas precedentes. Se mantiene a Judi Dench como
M, pero se prescinde de Q, de Miss Moneypenny, de los gadgets fantasiosos y de
los villanos de opereta. Muchos acusaron a este film de traicionar las bases
esenciales de la serie para subirse al carro de la nueva moda en agentes
secretos iniciada por la saga de Jason Bourne, esto es: un mayor realismo tanto
en la filmación de las escenas de acción (dinámicas, ágiles y al mismo tiempo
brutales), como en el desarrollo de las tramas (nada de megalómanos que quieren
conquistar el mundo o malosos similares) y la descripción de los personajes
(las mujeres, por fin, demuestran que además de bellas pueden ser inteligentes
en la saga Bond).
Empezaba este artículo diciendo que nunca he sido fan de la
saga de James Bond, y ahora debo matizarlo: nunca he sido fan de la saga… hasta
“Casino Royale”. Aún a riesgo de ganarme los varapalos de los puristas diré que
“Casino Royale” (versión 2006) me parece el mejor film con diferencia de toda
la franquicia, y que Daniel Graig me parece el mejor Bond de todos los tiempos.
Se merienda sin problemas a Sean Connery, a Roger Moore, a Timothy Dalton y a
Pierce Brosnan (obviemos al pobre George Lazeby). El suyo es un Bond tosco,
duro, agresivo, perfectamente creíble como agente secreto en pleno siglo XXI.
Graig no resulta ni tan serio (y aburrido) como Timothy Dalton, ni tan paródico
como Roger Moore, es capaz de añadir más matices a su personaje que Sean
Connery y resulta más verosímil que Pierce Brosnan. Prescinde del ‘toque
gentleman’ de éste último para dar lugar a un personaje más pragmático y
resolutivo. Impecable vistiendo un esmoquin, irreprochable luciendo palmito en
bañador, arrollador como pocos en las secuencias de acción, ágil e ingenioso
con las réplicas verbales y capaz de exhibir todo un rango de emociones como no
ha hecho ninguno de sus predecesores, y esto último es algo que puede
permitirse Daniel Graig gracias a la incorporación de otra importante novedad
en la franquicia: la continuidad.
“Casino Royale” se abre con una ilustrativa secuencia en
blanco y negro que es en sí misma toda una declaración de principios, pues en
ella se nos explica como Bond consiguió su licencia de agente 00, y con ella
los guionistas se sienten con total libertad de reescribir la mitología
inherente al personaje. No faltan ciertas alusiones humorísticas a dicha
mitología pues en el film, por ejemplo, cuando Bond pide un Martini según su
particular gusto (‘tres medidas de Gordon's, una de vodka, media de Kina Lillet. Agítelo bien
hasta que esté helado; entonces añada una peladura de limón’ (sic)),
después de probarlo añade la observación de que se lo acaba de inventar; cuando
más tarde un camarero le pregunta si prefiere el Martina agitado o removido, un
Bond irritado le responde ‘¿Hago cara de que me importe?’. La primera queja por
parte de los puristas, y la más estúpida, venía por el hecho de que Daniel
Craig era rubio (¡Sacrilegio! ¡Un Bond rubio!); las otras vendrían por lo que
comentaba más arriba a propósito de la ‘bournización’ de la saga… a lo cual yo
añado: ¡bienvenida sea! (¿Hace falta añadir que soy fan de la saga de Jason
Bourne interpretada por Matt Damon?). También hubo que se quejó de que no
habían gadgets, ni Q, ni Moneypenny… y de nuevo yo añadiría: ni falta que
hacen. “Casino Royale” supuso una muy necesaria modernización y puesta al día
de la franquicia, haciéndola más dinámica, más agresiva si cabe, y dotándola de
mayor credibilidad y realismo, y a ello contribuyó un entregadísimo Daniel
Graig que no solo se cree el personaje, sino que a muchos espectadores (entre
los que me incluyo) nos hizo olvidar a todos los actores que habían encarnado
al personaje hasta la fecha… sí: Sean Connery incluido.
Y si Daniel Craig es el mejor James Bond que ha dado la
saga, Eva Green en la piel de Vesper Lynd es la mejor chica Bond de toda la
historia sin discusión alguna. Es bella, sofisticada, peligrosa, y lo que la
diferencia de todas las chicas Bond precedentes es que además es inteligente y
posee un agudo sentido del humor. En uno de los brillantes diálogos del film,
cuando Bond le dice que no es su tipo, Vesper le responde: ‘¿Qué soy?
¿Inteligente?’. La réplica del agente 007 no es menos ingeniosa: ‘No, soltera’.
Eva Green es una actriz simplemente fascinante, posee una amplio registro
interpretativo, sabe moverse con sensualidad delante de la cámara y destila
carisma y capacidad de seducción a partes iguales. Olvidémonos de Honey Rider
(Ursula Andres), de Pussy Galore (Honor Blackman), de Jinx Johnson (Halle
Berry) o tantas otras chicas florero que se han paseado por la saga, ni
siquiera la Teresa di Vincenzo interpretada por
Diana Rigg es capaz de hacerle sombra a una Vesper Lynd cuya sensualidad
y agudeza son capaces de enamorar al mismísimo Bond y hacerle bajar sus
defensas, hasta el punto de cuestionarse su soltería.
Agentes secretos, mujeres peligrosas y, por supuesto,
villanos carismáticos, otro de los elementos imprescindibles en la franquicia
Bond. También “Casino Royale” supone un avance en este sentido, pues el
personaje magistralmente interpretado por Mads Mikkelsen (Le Chiffre), un banquero
frio, flemático y calculador que financia criminales, terroristas o militares
golpistas para su propio enriquecimiento, se aleja por completo de los a veces involuntariamente
caricaturescos megalómanos de tebeo como el Dr. No, Golfinger o Blofeld. Le
Chiffre no deja de ser un villano pragmático que busca su enriquecimiento
personal con el cual financiar su ostentoso estilo de vida.
“Casino Royale” también dará una mayor entidad al personaje
de M (de nuevo la simpar Judi Dench) y plantará la semilla para la futura
aparición de Spectra mediante la presencia de un enigmático Mr. White. El
siguiente film de esta saga renovada, “Quatum of Solace”, dirigido por Marc
Foster en el 2008, arrancará inmediatamente después del final de “Casino Royale”,
recuperando el personaje de Mr. White para indicarnos que trabaja para una misteriosa
y poderosa organización criminal de la que aún no sabemos el nombre. La introducción
de la continuidad nos permite observar una evolución en el personaje de Bond.
En “Casino Royale”, Bond solo seduce una mujer en la escena de las Bahamas,
pero lo hace únicamente con el objetivo de conseguir información; más tarde
cederá a los encantos de Vesper Lynd, enamorándose de ella de forma sincera. El
descubrimiento de la traición de Vesper y su consecuente muerte ejercerán sobre
Bond un efecto nocivo, y el personaje menos experimentado de “Casino Royale”
dará pie a una versión más amarga y desencantada del mismo en “Quantum of
Solace”, que se acerca a las mujeres con cierta actitud despechada (¿para
olvidar quizás a Vesper?) al tiempo que se ve movido por un fuerte sentimiento
de venganza.
Dejando a un lado la tonta polémica por la elección del
título, que algunos consideraron demasiado rebuscado y altisonante pese a estar
sacado de uno de los cuentos cortos del propio Ian Fleming, la cinta se beneficia
del pulso ágil de Marc Foster en las vibrantes secuencias de acción, pese a que
adolece de cierta falta de profundidad en la descripción de algunos personajes
secundarios, en particular la chica Bond de turno, una inexperta Olga Kurylenko
proveniente del mundo de la moda y que no logra dar la suficiente entidad al
personaje de Camile, y un villano de escaso empaque, Dominic Green,
interpretado por el habitualmente eficaz Mathieu Amalric.
Es evidente que este reinicio de la saga Bond busca
recuperar el prestigio perdido, y una de las formas de lograrlo es contratar a
directores de calidad contrastada. Así que tras el artesano Martin Campbell de “Casino
Royale” y el un tanto desubicado Marc Foster de “Quantum of Solace”, el testigo
se lo pasarán al siempre interesante Sam Mendes, que se hará con la dirección
de “Skyfall” en el 2012.
Si hacemos un repaso breve a los directores de la saga
observamos que unos pocos han repetido en más de una ocasión. Terence Young
dirigió 3 films, abriendo la franquicia con “Doctor No” y dirigiendo además el
que para muchos es el mejor film clásico de la saga Bond: “Desde Rusia con amor”;
Guy Hamilton dirigió 4 films, siendo el más popular “Golfinger”; Lewis Gilbert
dirigiría 3 películas y John Gleen se haría con la dirección de 5 de ellas,
siendo hasta la fecha el realizado que ha participado en mayor número de
películas de la saga. Todos ellos directores artesanos más o menos eficaces
pero no particularmente dotados de un modo personal de hacer cine. Martin Campbell
se estrenó con el primer film de la etapa Brosnan, “Goldeneye”, y ha vuelto a
la saga para el reinicio que supuso “Casino Royale”, y tras Marc Foster Sam
Mendes repetirá este año 2015 con “Spectre”, visto los buenos resultados, tanto
críticos como de taquilla, de su film “Skyfall”.
“Skyfall” es posiblemente el film más oscuro de la saga
hasta la fecha. En él su director se propuso indagar en el pasado del personaje
para tratar de comprender y explicar sus motivaciones, aspecto que de nuevo le
brinda la oportunidad al actor Daniel Craig que continuar haciendo evolucionar
al personaje. Al final de “Quantum of Solace” Bond tenía su oportunidad de
culminar su venganza contra aquellos que habían provocado la muerte de su amada
Vesper Lynd, pero en vez de ello logra redimirse en parte y encontrar una
suerte de paz consigo mismo y su condición de espía/asesino. Sin embargo “Skyfall”
se abre con una tensa escena que culminará con la aparente muerte de Bond a
manos de un agente de su misma organización. Son varios los aspectos con los
que Mendes ha buscado distanciarse un poco de los dos films precedentes. El
primero, como comentaba, más arriba, el tono más oscuro y dramático del film,
en el cual veremos a un Bond quebrado y más vulnerable que nunca, que tendrá
que re-andar el camino para convertirse en el mejor agente secreto del mundo.
Segundo la importancia capital dada al personaje de M, magistral Judi Dench,
profundizando en su relación materno-filial con Bond sin por ello dejar de
ejercer de jefa resolutiva y a veces implacable (es ella la que al principio del
film ordena el disparo que accidentalmente casi acaba con la vida del agente
007). Mendes no solo el brindará al personaje los mejores momentos de toda las
películas que componen la franquicia, sino que le proporcionará un final tan
digno como emotivo. Y por último hay que destacar que “Skyfall” ejerce en
muchos aspectos como film-puente entre este reinicio de la etapa Craig y la
concepción clásica de la franquicia. Es decir: recuperaremos a Q, a Moneypenny,
al clásico Aston Martin, la Valter PPK e incluso el despacho con sabor clásico
de M, aunque no sin cierta sorna (impagable el chiste que hace M a propósito
del Aston Martin indicando que no es precisamente discreto si uno quiere pasar
desapercibido). Eso sí, Mendes va a recuperar algunos de esos elementos
clásicos pero convenientemente adaptados a los nuevos tiempos que corren.
Empezando por una Monepenny interpretada por la guapa Naomi
Harris, aunque no descubriremos que es ella hasta el final del film. Esta
Moneypenny no es la simple secretaria enamoradiza que previamente habían
interpretado Lois Maxwell (hasta “Panorama para matar”), Caroline Bliss (en la
etapa interpretada por Timothy Dalton) y Samantha Bond (en los films de Pierce
Brosnan). Naomi Harris interpreta a una agente que además de guapa es aguerrida
y resolutiva, y aunque al final decide dejar de ejercer como agente de campo
porque no está hecha para ello, no por ello deja de ser menos eficaz sentada
tras la mesa de un despacho.
El otro cambio importante lo tenemos en el recuperado Q, al
que da vida en esta ocasión Ben Wishaw. Sin duda el actor más recordado por
interpretar al armero e inventor del MI6 es Desmond Llewelyn, que lo interpretó
hasta el año 1999 en “El mundo nunca es suficiente”. Llewelyn creó un personaje
entrañable y decididamente paternalista con Bond. Después sería sustituido por
John Cleese, la que inicialmente conocimos como R antes de ser promovido al
nuevo Q. Cleese echó mano de su vis cómica para dar vida a un personaje que
inicialmente era algo torpe pero que poco a poco va ganando en seguridad. Q
siempre ha aportado una cierta comicidad a la saga en virtud de los gadgets a
veces un tanto absurdos que inventa (bolígrafos láser, coches submarinos, etc.).
La entrada de Ben Wishaw, el actor más joven en interpretar al personaje,
supone todo un soplo de aire fresco. El suyo es un Q muy diferente, seguro de sí
mismo, condescendiente, un punto arrogante en el aspecto intelectual e incluso
a veces algo desdeñoso. Desde el momento que se conocen entabla una suerte de
rivalidad con Bond, un enfrentamiento de egos, dejando bien claro que él es el
cerebro y Bond el músculo. Un Q para los nuevos tiempos que antes que una
amable parodia de mad doctor es un
genio informático.
La salida de Judi Dench propiciará la entrada de un nuevo M,
en esta ocasión interpretado de nuevo por un actor Ralph Fiennes, aunque el
director Sam Mendes dejará bien claro que es algo más que un mero burócrata
parapetado tras una mesa de despacho. En un momento del film M, o mejor dicho:
Mallory (pues aún no se ha ganado el título), llegará incluso a recibir un
balazo en una escena de acción en la que demuestra que también puede llegar a
ser resolutivo llegado el caso.
Pero donde Mendes pone toda la carne en el asador es en la
descripción del villano, Raoul Silva, sin duda uno de los más intensos y
carismáticos de toda la saga. Si Le Chiffre era frío y pragmático, y Dominic
Greene resultaba algo anodino, Silva es un sociópata en toda regla movido únicamente
por una irrefrenable sed de venganza. El actor que lo interpreta, nuestro
patrio Javier Bardem, es consciente del bombón que supone dar vida a un
personaje como Silva, sexualmente ambiguo, caprichoso, irónico y vengativo. Es
sobradamente conocida la intensidad con la que Bardem aborda habitualmente
todas sus interpretaciones y su trabajo en “Skyfall” está a la altura de las
expectativas.
Aunque “Skyfall” sea posiblemente el film más ambicioso de
la etapa iniciada por Daniel Craig, quizás no resulte tan redondo como “Casino
Royale”, posiblemente porque Sam Mendes aún esté tomándole la medida al
personaje y su entorno. Mendes no escatima las referencias a los films clásicos
y los chistes a costa de ellas, se mueve con solvencia en las secuencias de
acción y sabe sacarle partido a todos y cada uno de sus actores,
particularmente Craig, Dench y Bardem, auténticos protagonistas del fim, entre
los cuales establece una curiosa relación triangular, con M ejerciendo de madre
putativa de Bond y Silva, siendo primero el hijo predilecto y el segundo el
hermano celoso. Pero quizás se le pueda achacar una cierta indefinición a la
hora de dotar de un tono concreto al film, cuya mirada oscila entre el
clasicismo de los primeros films (algo que se evidencia en el tono un tanto
exagerado de la secuencia en el casino de Macao, por ejemplo, o en la presencia
del personaje de Severine, que remite de nuevo a las chicas florero de la saga,
y al que le falta dimensión trágica) y las nuevas tendencias marcadas por “Casino
Royale” y la más o menos influencia de la saga de Jason Bourne. Eso sí, no
puede discutírsele que atesora algunos de los mejores momentos de la
franquicia, como la secuencia de apertura, el enfrentamiento en el rascacielos
en Shanghái o el final en las highlands escocesas.
Mendes repetirá en un nuevo film Bond, “Spectre”, que se
estrenará en este 2015 y cuyo título remite inequívocamente a la infame organización
criminal presente desde “Doctor No”. Mendes continúa en su empeño de querer
recuperar los elementos clásicos de la franquicia. Habrá que ver cómo
evolucionan M, Q o Moneypenny, que repiten en este film, y como progresará el
propio personaje de Bond ante el descubrimiento de un secreto oculto de su
pasado. ¿Veremos un hermano secreto de Bond? ¿Será ese el nuevo villano al que
dará vida el actor Christoph Waltz? ¿Estará su hermano al servicio de Espectra?
El primer teaser tráiler que hemos podido ver resulta de lo más sugerente. Para
descubrir si estará a la altura de las expectativas que está creando tendremos
que esperar aún unos meses.


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