miércoles, 9 de septiembre de 2015

NO TAN FANTÁSTICOS

Cuando hablamos de determinados comics de superhéroes es indudable que cada aficionado tendrá en mente una etapa que es su favorita o que considera la mejor de todas. Si pensamos en los comics surgidos de la factoría de las ideas de Marvel Comics casi de inmediato nos remitimos a la Edad de Oro y las obras surgidas de la mente creadora de Stan Lee y el talento artístico de Jack Kirby y Steve Ditko. Juntos no solo crearon algunas de las colecciones y personajes más emblemáticos del mundo de los superhéroes, sino que sentaron las bases de lo que hoy en día se conoce como Universo Marvel. En los 4 Fantásticos Lee y Kirby no solo presentarían a la primera familia Marvel, sino que además crearían los cimientos de todo un universo de ficción en el que se presentaron personajes y conceptos tan atractivos como Galactus, El Doctor Muerte, Pantera Negra, Wakanda, la Zona Negativa, el Microverso, el Vigilante, los Inhumanos, Estela Plateada… En Thor, por otro lado, asentarían las bases de toda una rica cosmogonía que tomaba como referente la mitología nórdica, mientras que Lee junta a Steve Ditko presentaría el universo mágico de Marvel en las páginas de Doctor Extraño al tiempo que otorgarían carta de nobleza al que durante mucho tiempo ha sido el personaje más popular de la editorial, y uno de los más ricos en su elenco de personajes secundarios: nuestro amistoso vecino Spider-man.

Naturalmente no son estas las únicas creaciones destacables de la editorial en aquellos primerizos y gloriosos años 60, y ahí están Hulk, los Vengadores o los X-Men para atestiguarlo, pero en mi opinión son esos los títulos que mejor definen el espíritu creativo de los que sin duda son los 3 creativos más importantes de los inicios del Universo Marvel.

A diferencia de las creaciones de la Distinguida Competencia, que siempre han manifestado un carácter menos cohesionado y más independiente, el Universo Marvel fue creciendo de una forma integrada, cuidando de que la interacción entre personajes permitiese a cada colección mantener su carácter único pero que al mismo tiempo no se perdiese la visión de que todas formaban parte de una misma cosmogonía perfectamente coordinada e integrada. La famosa continuidad.

Si bien es cierto que por un lado dicha continuidad, mantenida de forma férrea por muchos editores de la casa, ha coartado a veces la libertad creativa de algunos guionistas y dibujantes, también es justo reconocer que ha impedido veleidades creativas o salidas de tono, haciendo que los personajes mantuviesen una evolución coherente. O al menos así era hasta hace poco.

He empezado hablando de los inicios del universo Marvel allá por los años 60, la llamada Edad de Oro de los comics (que también incluiría muchas de las creaciones de DC Comics), sin embargo para muchos lectores de mi generación las versiones de muchos de esos personajes que consideramos canónicas surgieron durante finales de los 70 y principios de los 80. Quizás las consideremos canónicas porque son los comics que leímos en nuestra infancia, pero también hay que reconocer que muchos de esos casos se establecieron cambios que redefinieron muchas de las creaciones de Lee/Kirby/Ditko dotándoles de una mayor complejidad, mayor riqueza de matices y mayor madurez. Si hacemos un repaso estoy seguro de que todos acabaremos pensando en los mismos personajes y las mismas etapas:

- Los 4 Fantásticos de John Byrne: Byrne no tuvo necesidad de inventar nada y se limitó a reescribir algunos de los conceptos creados por Lee y Kirby, pero lo hizo de tal forma que sus versiones de Galactus, Sue Storm o el Doctor Muerte son consideradas como canónicas de forma unánime;

- Daredevil de Frank Miller: Miller no solo revolución la forma de narrar en el medio, sino que redefinió el concepto de superhéroe y además sentó las bases de lo que hoy se entiendo como la versión adulta de los superhéroes; el mejor Kingpin de toda la historia, pero sobre todo un personaje destinado a convertirse en leyenda, Elektra, y una saga que figura por derecho propio en los anales del mejor cómic: “Born Again”;

- Thor de Walter Simonson: Simonson aportó considerables dosis de humor, aventura y fantasía, apartándose de los convencionalismos superheroicos del género para volver a los orígenes mitológicos del personaje; y entre sus creaciones una que es mítica: Billy Rayos Beta;

- X-Men de Chris Claremont: siendo justos hay que decir que no todo el monte es orégano, y la larga permanencia de Claremont en la colección le hizo caer en el tedio, la redundancia e incluso la mediocridad, pero los episodios entre el Giant-Size nº 1 (que continuó en el nº 91 de l serie regular) y el 175 de la colección (además de la  primera miniserie de Lobezno) son lo mejor que ha escrito nunca. Buena parte de culpa la tienen 3 dibujantes en estado de gracia: Dave Cockrum, John Byrne y Paul Smith. Y entre las creaciones de esa etapa: Fénix, los Shiar, los Saqueadores Estelares, la Guardia Imperial, Alpha Flight, Mistica, el Club Fuego Infernal, el Nido, los Morlocks, Kitty Pryde, Pícara… ¿Alguien da más? Si, dos sagas para la historia: “La Saga de Fénix Oscura” y “Días del Futuro Pasado”;

- Nuevos Titanes de Marv Wolfman y George Pérez: no podemos olvidarnos de la distinguida competencia y de un talento inconmensurable como el de Pérez; su etapa supuso la puesta de largo del grupo, ya nunca más veríamos como una versión infantil de la Liga de la justicia; y otra creación memorable: Raven;

- Wonder Woman de George Pérez: Pérez en solitario llevo a cabo una labor de remozado del personaje similar a la efectuada por Simonson con Thor, pero con la vista puesta en esta ocasión en la mitología griega;

- Hulk de Bill Mantlo y Sal Buscema, con permiso de Peter David; David sin duda llevó al personaje a un nuevo estado, realmente interesante, y lo hizo contando con la complicidad de algunos buenos dibujantes como Gary Frank; pero Mantlo fue quien quizás haya aportado mayores dosis de fantasía a la colección y el primero en apostar por hacer evolucionar al personaje; una saga memorable: “La Encrucijada”;

- Batman de Denny O’Neal y Marshall Rogers: quizás algunos prefieran la etapa dibujada por Neal Adams por su mayor carga dramática, y es cierto que tendría que pasar mucho tiempo para leer las mejores historias de Batman jamás escritas (El “Dark Knight” o el “Año Uno” de Frank Miller, “La broma asesina” de Alan Moore y Brian Bolland, “Arkham Asylum” de Grant Morrison y Dave McKean…), pero O’Neal y Rogers firmaron juntos algunas de las mejores páginas del personaje;

- Spider-man de Roger Stern y John Romita Jr.: Stern y Romita Jr. no lo tenían nada fácil para hacernos olvidar el trabajo de Stan Lee junto a los maestros de la narración como Steve Ditko y John Romita Sr. Pero Stern se sacó un as de la manga en la creación de un personaje tan memorable como El Duende;

- Doctor Extraño de Roger Stern: pero muy particularmente las etapas dibujadas por 2 virtuosos de los lápices como Marshall Rogers y Paul Smith: el primero dibujaría un magistral y memorable periplo que llevaría al Doctor Extraño a través de dimensionas para enfrentarse a villanos de la talla del Barón Mordo, Dormanmú o Pesadilla; el segundo, recién salido de su etapa en los X-Men, pondría toda la carne en el asador para firma la mítica “Saga de la dimensión oscura”;

- La tumba de Drácula de Marv Wolfman y Gene Colan: Wolfman y Colan lograron algo que parecía imposible: mantener la fidelidad al original literario de Bram Stoker, llevarlo más allá e integrarlo de forma coherente en el universo superheroico de Marvel Comics; un logro comparable al de Roy Thomas, junto a Barry Smith primero y John Buscema después, en la adaptación del Conan el bárbaro de Robert E. Howard;

- Los Vengadores de David Micheline: es difícil decidir cuál es la mejor etapa en la colección de los héroes más poderosos de la Tierra; unos preferirán los episodios guionizados por Roger Stern y dibujados por John Buscema; otros la etapa de Kurt Busiek y George Pérez; aunque solo sea por la memorable saga “Noches de Wundagore” yo prefiero los episodios de Micheline dibujados primero por el mejor John Byrne y posteriormente por George Pérez;

Y a mí personalmente me gusta incluir también títulos por los que siento una debilidad especial:

- Alpha Flight de John Byrne: Byrne dejó la colección y todo lo que vino después es perfectamente olvidable; con eso queda dicho todo;

- Los Micronautas de Bill Mantlo y Michael Golden: una pequeña debilidad mía que aunaba con ingenio superhéroes y ciencia ficción, y primorosamente dibujada por un Michael Golden que es una lástima que no se prodigue más en el medio;

- Capa y Puñal de Bill Mantlo y Rick Leonardi: una forma distinta de enfocar el mundo superheroico añadiendo no pocas dosis de conciencia social;

- Atari Foce de Gerry Conway y José Luís García López: un dibujante nunca lo suficientemente bien ponderado dando lo mejor de si mismo;

- Adam Warlock de Jim Starlin: casi cualquier Proyecto que pasase por las manos de Jim Starlin tenía fecha de caducidad, conocida su tendencia a acabar matando a sus personajes (el Capitán Marvel, el propio Warlock…), pero sería Starlin el que aportaría misticismo cósmico y metafísica a las colecciones MArvel;

- Marvel Two-in-One, “Proyecto Pegaso”: guionizó Mark Gruenwald, comenzó a dibujarla John Byrne (con tintas del mítico Joe Sinnot) y la terminó George Pérez. ¡Ahí es nada!

En la actualidad no son pocos los guionistas que han tratado de emular las intenciones ‘autorales’ de tan ilustres precedentes: Matt Fraction, Geof Johns, Jonathan Hickman, Mark Millar, Dan Slott o, como no, Brian Michael Bendis. En la mayoría de casos estos autores han traicionado, pervertido, prostituido o bastardizado la esencia de los personajes con los que han trabajado, todo en un intento de imponer un sello autoral sin importarles lo más mínimo una continuidad establecida a lo largo de las décadas por otros autores que les han precedido. Y no solo han mostrado un nulo interés hacia esa continuidad, sino, lo que es aún peor, hacia los lectores veteranos que han crecido con esos personajes. La excusa es siempre la misma: se debe evolucionar, cambiar, sorprender al lector… Estoy de acuerdo con esa postura, pero también digo que puede hacerse sin traicionar la esencia del personaje y sin faltar al respeto o tomarle el pelo a los lectores, algo que gente como Slott o Bendis parecen no entender.

Excepciones las hay, algunas dignas de loa. Peter David, ha sabido, no sin hacer a veces malabarismos argumentales, mantenerse al margen de las corrientes imperantes en la industria y ofrecer así una visión personal de personajes como Hulk o Factor-X. Michael Strazynski, por otro lado, lo intentó, pero a pesar del interesante rumbo que logró imprimir a personajes como Spider-man, primero, y Thor, después, acabo cediendo a las presiones editoriales que terminaron por dar al traste con sus planes y a la postre provocó el abandono de sus colecciones: primero en Spider-man, al mostrar su disconformidad con el infame “Brand new day” escrito por Joe Quesada (conocido popularmente como ‘mefistazo’); después en Thor, cuando Bendis acabó por imponer su “Asedio” pese a la oposición frontal de Strazynski.

Lamentablemente las maniobras arteras de las que hacen uso las nuevas generaciones de guionistas, con nombres como los de Bendis o Millar a la cabeza, venden, y mucho, entre las nuevas generaciones de lectores, con lo cual los veteranos tenemos poco que decir. Matas un personaje para luego resucitarlo, lo rejuveneces para que los lectores más jóvenes se fijen en él, cambias las alineaciones de grupos veteranos a capricho, enlazas un evento detrás de otro, re-escribes la continuidad con efecto retroactivo sin prestar atención a las inconsistencias, cambias el aspecto de los personajes para que se parezcan lo más posible a sus émulos cinematográficos… Todo vale. Todo vale si se traduce en incremento de las cifras de ventas. Y si tenemos en cuenta que los espectadores potenciales de un film basados en un comic de superhéroes son muchos más que los lectores habituales de dicho cómic, lo que se impone por encima de todo es la visión de los grandes estudios cinematográficos. Da lo mismo que tomemos a Batman, Spider-man, los X-Men o la Liga de la Justicia, al final será el comic el que terminará por adaptarse a las premisas establecidas en la adaptación cinematográfica, sobre todo si esta tiene un triunfo aclaparador en taquilla. Por eso mismo a veces uno se alegra de que determinadas películas fracasen en la pantalla grande. Por eso mismo yo me alegro de que “Los 4 Fantásticos” de Josh Trank haya pinchado estrepitosamente en taquilla.

Llegados a este punto alguno dirá (no sin razón) ‘larga exposición para acabar despotricando de un film’. Pero necesitaba establecer el contexto en el cual quiero argumenta que el último film de Josh Trank no solo me ha aburrido soberanamente, sino que además me ha molestado. Más arriba comentaba que los 4 Fantásticos es una de las colecciones más emblemáticas del Universo Marvel, es más: es uno de los pilares fundamentales sobre los que se sustenta dicho universo. En parte por ser una de las creaciones más felices e inspiradas del dúo formado por Stan Lee y Jack Kirby en calidad de guionista y dibujante respectivamente, pero también porque en dicha colección se han gestado personajes, eventos y conceptos que han acabado teniendo una importancia fundamental dentro del Universo Marvel. Hay toda una serie de rasgos que definen al supergrupo formado por Reed, Sue, Johnny y Ben, el primero de los cuales es la razón de su unión: los 4 Fantásticos son, en esencia, una familia, y una además de carácter bastante tradicional: marido/padre (Reed), esposa/madre (Sue), hermano/cuñado (Johnny) y amigo/colega (Ben). E incluso podríamos añadir al pequeño Franklin Richards a la ecuación en su papel de hijo/sobrino. A diferencia de la mayoría de los grupos superheroicos de la DC, que asumen la responsabilidad de actuar como paladines de la justicia y defensores de la humanidad (la Liga de la Justicia, los Nuevos Titanes…), las circunstancias que favorecen la unión de muchos personajes Marvel suelen ser mucho más prosaicas: los 4 Fantásticos, como decía, son familia; la Patrulla-X son todos alumnos del instituto Xavier; los Vengadores son asalariados del gobierno norteamericano; los Defensores se reúnen por circunstancias meramente accidentales… Es cierto que en DC tenemos al Escuadrón Suicida, un grupo de exconvictos que actual como grupo secreto de fuerzas especiales bajo las órdenes del gobierno con el objetivo de obtener algún tipo de indulto, pero casi se podría decir que son una excepción. En cualquier caso los 4 Fantásticos han sido y han actuado siempre como una familia. Colorista, extravagante, un punto bizarra, pero familia. Y muy funcional.

El otro punto que diferencia a los 4F como grupo es su actitud. Como ya comentaba más arriba la Liga de la Justicia actúa de forma heroica porque tienen el convencimiento de que tienen que actuar así. A los Vengadores les pagan por hacerlo, por defender la Tierra de cualquier amenaza poderosa que la ponga en peligro. La Patrulla-X se mete en berenjenales muy a pesar suyo: a ellos les gustaría limitarse a entrenar y vivir una existencia lo más pacífica posible, pero su condición de mutantes, “odiados y perseguidos por una humanidad a la que han jurado proteger”, les pone muchas veces en el punto de mira no ya de algunos villanos, sino incluso de instituciones gubernamentales o incluso la propia sociedad. Los 4F también se meten en unos cuantos altercados, pero no porque los busquen sino porque se topan con ellos accidentalmente: si viajas al espacio exterior corres el riesgo de sufrir un bombardeo de rayos cósmicos; si exploras la zona negativa es fácil que te des de bruces con un sádico como Anihilus; si haces experimentos con las placas tectónicos probablemente acabarás irritando al hombre topo; si lanzas una sonda espacial quizás acabes incordiando a una patrulla skrull o cualquier otra amenaza alienígena. Resumiendo: los 4 Fantásticos además de familia son un grupo de exploradores de lo desconocido, y es ese el otro rasgo primordial que les define. Esa es la razón por la que también son conocidos como los ‘imaginautas’, y esa condición de aventureros y exploradores la que siempre ha dotado sus aventuras de un inconfundible sense of wonder. Lamentablemente Josh Trank y su equipo de guionistas han optado por obviar los 2 rasgos más definitorios del grupo en su traslación a la pantalla grande: su condición familiar y su sentido de la maravilla. Ahora su director reniega del producto final. Demasiado tarde. El daño ya está hecho, y por mucho que ahora Trank quiera justificarse que el film que acabó dirigiendo no respeta la visión original del primer guion con el que comenzó a trabajar, Trank tiene mucho de culpa en que este nuevo reboot cinematográfico de los 4F sea un film torpe, aburrido, mediocre, irritante y mal acabado, hasta tal punto que hace que por comparación las insulsas versiones de Tim Story parezcan buenas películas.

Josh Trank parecía apuntar buenas maneras con su film debut, “Chronicle”, una especie de versión apócrifa de los superhéroes Marvel que encerraba una interesante disquisición sobre la corrupción del poder. A priori podría resultar una elección bastante arriesgada para tratar unos personajes que en entrada demandaban un enfoque más festivo, pero al mismo tiempo Trank podría garantizar una visión más arriesgada, más madura, no necesariamente oscura, pero quizás si más compleja, algo quizás en la línea de los primeros X-Men de Brian Singer o del injustamente denostado (por cierto sector del fandom) Batman de Christopher Nolan. Para ello, y quizás con el objetivo de distanciarse de las versiones más ‘blancas’ y ‘blandas’ del grupo ofrecidas por Tim Story en los films precedentes, Trank prefirió fijarse en la versión que del grupo ofreció Brian Michael Bendis para el universo Ultimate. En dicha versión Bendis optó por rejuvenecer por completo al grupo, transformándolos en adolescentes superdotados (intelectualmente hablando) que eran fichados por el profesor Storm (padre de Sue y Johnny) para trabajar en proyectos científicos de la fundación Baxter. Bendis, no obstante, trató de conservar algunos de los rasgos definitorios del grupo original, establecidos por Stan Lee y potenciados más tarde por John Byrne; básicamente su condición de exploradores de lo desconocido, pues al rejuvenecer a sus miembros se diluían algunos de los lazos familiares que les unían (Reed y Sue ya no están casados). Pero ese sentido de la maravilla que Bendis al menos trató de conservar y solo lo logró parcialmente, está completamente ausente en la esta nueva versión cinematográfica. Si hemos de hacer caso a los rumores de la red, el guion original sobre el que iba a trabajar Trank presentaba al Hombre Topo, y también a Galactus como origen de los dones del cuarteto fantástico y también de su archinémeis, el Doctor muerte, que acaba actuando como una suerte de heraldo forzoso del devorador de mundos. ¿Dónde han quedado, pues, todas esas ideas? ¿Por qué continúo Trank en el proyecto ante una reescritura tan radical del mismo? El propio Trank es culpable de algunas malas decisiones, algunas de tan controvertidas como dar el papel de la Antorcha Humana a su amigo Michael B. Jordan.

Hagamos un pequeño repaso de quienes son los 4 Fantásticos:


- Reed Richards, el líder, capaz de estirar su cuerpo como si fuese de goma, y poseedor de un intelecto que le convierten en una de las mentes más privilegiadas del universo Marvel; antes que un superhéroe Reed es un científico, incluso antes que esposo o padre Reed es un científico. Su insaciable curiosidad intelectual es la que le lleva siempre a explorar otros mundos y otras realidades, y antes que son sus poderes casi siempre resuelve la mayoría de conflictos haciendo uso de su intelecto, su ingenio y sus dotes de inventor;

- Susan Richards, esposa de Reed, puede hacerse invisible y proyectar campos de fuerza invisibles; potencialmente es el miembro más poderoso del grupo; la diferencia de edad que le separa de su marido es algo a tener en cuenta, pues ya se enamoró de él cuando ella era una adolescente y él un estudiante universitario; ella misma se define como mujer, esposa, madre y superheroina a partes iguales; en los comics ha evolucionado de la típica damisela en apuros a ser una mujer de carácter, resolutiva y capaz, que muchas veces ha ejercido de líder del grupo en ausencia de Reed;

- Johnny Storm, hermano de Susan, puede inflamarse como una antorcha humana, volar y lanzar bolas de fuego; durante mucho tiempo Johnny ha sido el clásico joven con síndrome de Peter Pan que se niega a crecer, jovial, despreocupado, infantil, fanático de la velocidad, los coches de carrera y las chicas guapas, amontonando novias como trofeos; pero con el tiempo acabará sentando la cabeza y tendrá una novia formal;

- Ben Grimm, la adorable cosa de ojos azules, compañero en la universidad y mejor amigo de Reed, posee una fuerza inconmensurable y su cuerpo de aspecto rocoso le hace casi invulnerable; es un personaje trágico, pues su naturaleza monstruosa le aparta del resto de la humanidad, pero ha sido capaz de sobreponerse a la tragedia gracias a un inquebrantable sentido del humor que le han convertido en uno de los personajes más carismáticos del universo Marvel;

- Victor von Doom, conocido como el Doctor Muerte, soberano de la región balcánica de Latveria; su intelecto rivaliza con el de Reed, pero su ego no tiene límites; megalómano, arrogante, orgulloso, irascible, condescendiente con cuantos le rodean; puede ser indeciblemente cruel pero al mismo tiempo está gobernado por peculiar e inquebrantable código de honor; su odio hacia Reed Richards viene motivado esencialmente porque no soporta verse superado intelectualmente por él; no posee ningún poder especial y viste una armadura cargada de armas y todo tipo de gadgets electrónicos.

¿Cuánto de todo esto ha sobrevivido en la versión de Josh Trank? Más bien poco. La primera decisión controvertida fue dar el papel de Johnny Storm a un actor de raza negra, sobretodo porque Sue sigue siendo blanca. En el film se da por entendido que ella es adoptada, pero en ningún momento se muestran los lazos fraternales entre Sue y Johnny, lo cual es un error, pues el amor mutuo que se profesan es la base de su relación. Otra decisión controvertida: rejuvenecer al personaje de Reed Richards; al margen de la insulsa interpretación de Miles Teller en ningún momento el espectador tiene la sensación de que es el genio científico que dice ser.

- Michael B. Jordan vs. Chris Evans: gana Evans por goleada, en parte por su mayor parecido con el personaje, pero sobretodo porque aporta la jovialidad y el carácter superficial que requiere el personaje;

- Kate Mara vs. Jessica Alba: ninguna de las dos; Kate Mara es demasiado fría, incapaz de otorgar calidez a su Susan Storm; pero Jessica Alba resulta sexi en exceso para representar a alguien que acabará convirtiendo en cierta forma en la ‘esposa de América’ de los comics Marvel;
Miles Teller vs. Ioan Gruffudd: la interprtación de Gruffudd es algo errática y su personaje un tanto desdibujado, pero aun así resulta más convincente que un despistadísimo Miles Teller, quizás el mayor error de casting del film;

- Jamie Bell vs. Michael Chiklis: antes de su transformación en La Cosa, ninguno de los dos resulta demasiado convincente: a Chiklis le falta empaque y altura (se supone que era jugador de rugby en la universidad), y a Jamie Bell se falta edad… y altura (es un error que nadie haya reparado en que es más bajito que Teller; en los comics Reed es siempre el cerebro y Ben el músculo, y al ser Teller más alta esa condición pierde fuerza); después de la transformación hay que reconocer que la versión CGI de esta cosa resulta más impactante (y creíble) que el maquillaje que exhibe Chiklis, pero en cualquier caso ninguna de las dos versiones ha sabido captar el espíritu a la vez trágico y jocoso del Ben Grimm de los comics;

- Toby Kebell vs. Julian McMahon: ninguno de los dos; McMahon trata de convertir a su Victor von Doom de una especie de dandy caprichoso que se siente atraído por Susan; Kebell, en los escasos minutos que interpreta a Doom antes de convertirse el Doctor Muerte, poco puede hacer por dotar a su personaje de algo de entidad; en cualquier caso estamos hablando del villano por antonomasia del universo Marvel, el mayor de todos, el más peligroso y mortífero (ríete tú de Kingpin, Magneto o el Doctor Octopus), pero ni en la versión de Tim Story ni en esta nueva adaptación de Josh Trank se refleja toda la grandeza (y malevolencia) del personaje. Para colmo el diseño del personaje en la versión de Story era feo, pero en esta versión de Josh Trank es un auténtico atentado al buén gusto.


La versión de Story era blanda e infantil. La de Trank es directamente un despropósito. El film arranca con una secuencia tan larga como innecesaria sobre la infancia de Reed Richards, y se diluye en un argumento incoherente y absolutamente falto de interés. Se suponen que los 4 Fantásticos son un grupo, el primer grupo de superhéroes Marvel, pero en el film apenas interactúan entre ellos. Sus caracteres están completamente desdibujados, sus motivaciones pueriles cuando no inexistentes y las relaciones entre ellos (en los escasos momentos en que se dirigen la palabra uno a otros) son completamente forzadas. Los personajes se pasean por pantalla haciendo una exhibición ocasional de sus poderes (ni siquiera el departamento de efectos especiales se ha lucido) pero su tanto su comportamiento como las decisiones que toman a lo largo de la trama en la mayoría de los casos resultan incomprensibles cuando no directamente absurdas: ¿por qué aceptan Ben, Sue y Johnny convertirse en armas al servicio del gobierno? ¿Por qué quiere Victor destruir la Tierra? ¿Victor en un momento demuestra sentirse atraído por Sue y luego no tiene el menor reparo en tratar de asesinarla? Estos 4 Fantásticos no actúan como familía y tampoco lo parecen, y el film a la postre carece por completo del sentido de la maravilla que debería tener un film dedicado a la primera familia Marvel. Es obvio que a la Fox, la productora, le corría prisa por sacar un nuevo film de los 4F y así poder renovar automáticamente los derechos que tenía sobre los personajes y no tener que devolverlos a Marvel Studios. El resultado es un producto improvisado, precipitado, torpe y ridículo. Hubiese sido preferible que se hubiesen abstenido de hacerlo.

No hace mucho Steven Spielberg certificaba el género de superhéroes en el cine acabará pasando de moda y no se producirán más películas de este tipo. Si todo lo que puede ofrecernos el género son sub-productos como éste, uno casi desea que ese fin llegue cuanto antes, mejor.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? ... pasapalabra... ¿Lo peor? Si no te ha quedado claro, vuelve a leer el artículo: demasiadas cosas para resumirlas en una frase.

No hay comentarios:

Publicar un comentario