¿Qué parte, de todas las que integran un film, es la más importante? Algunos dirán que el guion, otros que el trabajo actoral, los más posiblemente destaquen la realización o quizás el montaje… Yo personalmente creo que TODAS y cada una de ellas son igual de importantes, porque todas en conjunto son las que configuran un film y todas juegan un papel en el mismo. El hecho de que una de ellas no funcione correctamente en dicho conjunto puede hacer desequilibrar el mismo e influir en el resultado final. Billie Wilder siempre decía que la parte más importante de una película era el guion, pues son los cimientos del mismo; pero Wilder, aun no poseyendo un estilo visual muy personal, también era un contumaz director de actores. Hitchock, por otro lado, siempre defendía que un film se decide en la sala de montaje, y aun así concedía una importancia vital al guion y colaborada de forma muy estrecha con el compositor encargado de la banda sonora. Sin un buen guion difícilmente se podrá levantar una gran película, pero un cuidado o ingenioso trabajo de edición podrá salvar los papales. En cambio una buena historia y un guion bien escrito puede irse al garete por culpa de un casting equivocado o un director falto de imaginación. Quizás el trabajo del director, los guionistas, los actores y el montador sean los más destacados en el conjunto de un film, los que tienen más peso o más influencia en el resultado final. Sin duda son los más obvios a la hora de valorar la calidad de una película. Pero también la música, la fotografía, el vestuario, el diseño de producción o los efectos especiales juegan un papel igualmente importante, y el hecho de que alguno de estos elementos (o todos) no funcionen en el conjunto del producto final, pueden quizás no invalidar dicho resultado, pero sí hacer que no se tan bueno o tan logrado como cabría esperar.
Voy a hablaros de música. Y voy a hacerlo a raíz de un film que se estrenó el verano pasado pero que he visto recientemente: el remake de “Poltergeist” dirigido por Gil Kenan a partir del clásico realizado por Tobe Hopper y producido por Steven Spielberg que se estrenó en 1982.
En más de una ocasión he hablado de remakes innecesarios refiriéndome a títulos como “Robocop”, “Desafío total”, “Karate Kid” o “Ultimátum a la Tierra”. Parece que existe una irrefrenable tendencia a ‘remakear’ ahora los clásicos de los 80, films que permanecen indelebles en el imaginario colectivo de todo aficionado al cine de mi generación (los que ya hemos superado los 40) como clásicos indiscutibles. Films que si bien es cierto que pueden ser muy mejorables en el aspecto técnico, siguen conservando un encanto perenne al paso de los años. Por eso nos resistimos a que dichos clásicos sean reversionados, y por eso preferimos rescatarlos por enésima vez de nuestras videotecas para volver a disfrutar de ellos como ya hicimos en nuestra adolescencia. Lamentablemente los productores cinematográficos no opinan igual y creen que dichos films, que en su momento gozaron de una innegablemente buena acogida en taquilla, pueden y deben ser puestos al día. Así pues ya nos amenazan con una secuela o reboot de “Los Cazafantasmas” en clave femenina o con el regreso de “Los Goonies”. Joe Dante incluso se muestra optimista con un posible remake de “Gremlins”. Afortunadamente Robert Zemeckis ha asegurado que mientras él viva no se hará un remake de “Regreso al futuro”, por lo cual le deseamos todos una vida muy muy larga.
“Poltergeist” es uno de esos films que no se han librado de la fiebre del remake. El film original estrenado en 1982 no estuvo exento de polémica. Producido y escrito por Steven Spielberg, que rechazó dirigirlo por verse inmerso en la realización de “E.T.”, delegó las labores de dirección en un Tobe Hooper recién salido de “La matanza de Texas”. Es obvio que la visión de uno y otro eran antitéticas y se produjeron no pocas fricciones durante la producción del film. Las malas lenguas cuentan que finalmente Hooper se desentendió de la dirección hacia el final del rodaje, y fue el propio Spielberg quien terminó de filmarla. Ni uno ni otro han corroborado dicho rumor y el propio Spielberg siempre ha afirmado que el film pertenece a Tobe Hooper. Todo un gesto de caballerosidad que le honra. En cualquier difícil discernir donde empieza y donde termina la implicación de uno y otro en la producción del film, pues es obvia la influencia de ambos en el resultado final. Hooper aporta las notas de humor negro y las notas de casquería en el aspecto visual del film, perceptibles por ejemplo en la escena en que uno de los personajes comienza a rascarse un granito en el rostro frente a un espejo y termina de forma bastante sanguinolenta; o los momentos finales del film cuando los cadáveres putrefactos comienzan a salir de sus tumbas. Spielberg por su lado aporta un humor más blanco y a la vez una clara defensa de los valores familiares tradicionales. Si Spielberg aporta luces, Hooper aporta sombras. En cualquier caso “Poltergeist” es un claro producto del cine de los 80 definido su ingenuo optimismo, su logrado equilibrio entre géneros (humor, fantasía y terror), su acertado retrato de personajes, su vocación claramente familiar y su innegable ‘sense of worder’, característica ésta última que también podemos encontrar bajo otros aspectos en películas como “Los Goonies”, “Encuentros en la 3ª fase”, “Regreso al futuro”, “Starfighter”…
¿Qué aporta pues de novedoso esta nueva versión dirigida por Gil Kenan? En mi opinión nada. El sentido del humor presente en el film clásico ha desaparecido casi por completo en esta nueva versión, y cuando hace acto de presencia es más bien torpe y reiterativo. Los personajes carecen por completo de encanto: la Kennedi Clements de esta nueva versión no despierta ni de lejos la ternura que desprendía la llorada Heather O’Rourke de la versión clásica, e incluso uno lamenta que se le haya cambiado el nombre y ahora sea un insulso Maddy en vez de mucho más sonoro Carol-Anne; me gusta Sam Rockwell como actor pero en esta ocasión da la impresión de estar un tanto desubicado, y en ningún momento logra hacernos olvidar al mucho más carismático Craig T. Nelson del film precedente, quien además desprendía una mayor química con su partener, JoBeth Williams, de la que muestra Sam Rockwell con la insulsa Rosemayr DeWitt. Pero sin duda el personaje que más se echa en falta es a la médium Tangina, magistralmente interpretada por la inimitable Zelda Rubinstein; en esta ocasión el personaje ha sido sustituido por una especie de medium mediático y estrella de televisión al que Jared Harris trata de aportar algo de simpatía, pero que carece del carisma y del encanto del personaje interpretado por la Rubinstein. Los efectos especiales sí, son mejores en esta ocasión (¡faltaría más! Han pasado más de 30 años desde el estreno del film de Tobe Hooper), y es de agradecer que en su intento de desmarcarse del film original no se haga un excesivo abuso de ellos, aunque quizás se les va un poco la mano en las escenas que transcurren en el más allá: Hooper tenía muy claro que el no mostrar ese otro mundo lo hacía más terrorífico en la imaginación del espectador (lecciones aprendidas del Sam Raimi de “Posesión infernal” o el Ridley Scott de “Alien”), en cambio Kenan comete el error de mostrarlo de manera demasiado explícita con lo que por muy lograda que esté esa escena a nivel técnico, le resta fuerza.
Pero hay otro elemento que contribuyó a hacer del “Poltergeist” de Hooper un clásico indiscutible e incluso me atrevería a decir que contribuyó también a sus buenos resultados en taquilla, y es un elemento prácticamente imposible de superar en cualquier remake, como ha puesto de manifiesto esta nueva versión de Kenan. Me estoy refiriendo por supuesto a la partitura de Jerry Goldsmith, obra maestra absoluta que compitió en los Oscars de 1983 a la mejor banda sonora y que fue derrotada por la también excepcional música de John Williams para “E.T.”
Comentaba más arriba que son muchos los elementos que contribuyen al éxito (tanto comercial como crítico) de un film. Uno de ellos es la banda sonora. Muchos espectadores apenas se fijan en ella, o no le dan la importancia que merece, pero reconozco que suelo prestar mucha atención a la música de un film y que ésta puede influenciarme en la valoración final que haga del mismo.
El trabajo de Goldsmith para “Poltergeist” es tan sublime como complejo. Golsdmith rehúye el camino fácil y hace un apuesta clara por la atonalidad, componiendo una partitura en al que domina la música incidental, de marcado carácter descriptivo y definida por su carácter agresivo, violento, en los momentos de acción en que irrumpen los visitantes del más allá, música ésta en la que predomina el uso de los metales y los efectos sonoros, como en los temas "Twisted abduction" o "The night of the beast". La partitura se relaja en los momentos en los que describe la vida familiar, es entonces cuando Goldsmith apuesta por el lirismo y cede el protagonismo a la melodía, destacando por encima de todos el tema de Carol-Ann, bellísimo y delicado, que identifica a la pequeña protagonista del film. El tema refleja la inocencia y candidez de la niña con un arpa solista que precede un coro infantil de voces blancas que entona una deliciosa nana realzada por los violines. Algunos comentaristas han querido ver en las risas infantiles que cierran el tema un presagio de los terrores provenientes del más allá que aparecen en el film, pero no se dan cuenta que la versión en que dichas voces al final son distorsionadas por un eco extraño (que sí podría ser una referencia al mal o a lo diabólico) solo aparece en la primera edición en LP de la banda sonora. En el film ese eco distorsionador no está presente, y los créditos finales se cierra con la risas infantiles, alegres e inocentes, cuando el mal ya ha sido derrotado. Así pues esas risas son en realidad una coda optimista y sin sombra alguna. La partitura arranca con un tema, "The Calling", del que Goldsmith se sirve para crear una atmosfera ominosa; el tema arranca con una melodía sutil pero extraña enfatizada por los instrumentos de viento, que el autor rompe al final introduciendo un tema festivo que ilustra la alegre vida vecinal. En otras cortes del banda sonora, como el el tema "Night visitor", Goldsmit hace un uso intenso de los coros para crear precisamente esa sensación de inquietud de desasosiego, pero se vale para ello de voces adultas, no infantiles. El uso de la voz alcanza su cénit en esta banda sonora con tema "Rebirth", donde las voces femeninas adquieren una calidad angélica, y que ilustra el triunfo definitivo del bien, o más concretamente de la familia, sobre el mal.
Lo repito una vez más: una obra maestra sin discusión alguna, una partitura emocionante, rica, compleja y hermosa. En cambio en la versión de la partitura compuesta por Marc Streitenfelf para la película de Gil Kenanes más bien anodina cuando no vulgar, particularmente en los momentos en que resulta más enfática, subrayando la acción a base de vulgares golpes de efecto. Nada que ver con la sutileza y la elegancia empleadas por Jerry Goldsmith, que se sustenta sobre la eficacia y el buen gusto, y sabe cuando la música debe subrayar la acción, cuando debe crear atmósfera y cuando debe apelar a la emoción del espectador.
En resumidas cuentas (hablando de la versión del 2015): ¿Lo mejor? Los efectos especiales, menos aparatosos de lo que podrían haber resultado en manos de un director o productor con menos escrúpulos. ¿Lo peor? La desgana a la hora de distanciarse del film original y tratar de ofrecer un nuevo film novedoso; cuando copia lo hace mal, y cuando no, lo hace peor.
En resumidas cuentas (hablando del la versión de 1982): ¿Lo mejor? La excelsa banda sonora de Jerry Goldsmith, los apuntes de humor negro que cuela Tobe Hooper, Zelda Rubinstein en el papel más recordado de su carrera, el innegable 'toque Spielberg' del conjunto, su clasicismo formal, su espíritu ochentero, su ajustado equilibro entre terror, humor, melodrama y película familiar. ¿Lo peor? Como muchas películas de su época: que muchos productores continúen viéndolas únicamente como 'carne de remake'.


No hay comentarios:
Publicar un comentario