En una entrada anterior de este blog ya comentaba como el cine de superhéroes se está convirtiendo en un sub-género cinematográfico por derecho propio. También analizaba como el cine había enfocado la definición del mito superheroico desde diferentes ángulos: psicológicos, sociopolíticos, éticos, mitológicos... así que no me extenderé más en ese tema.
Visto hoy en día, de las dos grandes editoriales americanas en lo que a producción superheroica se refiere, Marvel y DC, la que se está llevando el gato al agua es sin duda la primera, pues, dejando a un lado logros artísticos, es Marvel quién está consiguiendo situar el grueso de su producción comiquera en la gran pantalla, mientras que de momento DC solo lo ha logrado con sus dos máximos iconos: Superman y Batman (obviemos por favor aquella tontería de Green Lantern interpretada por Ryan Reynolds). Muchos de los personajes del Universo Marvel han aterrizado ya en la gran pantalla, y en un futuro no muy lejano la familia superheroica marvelita se irá incrementando. Hasta la fecha, apartanto pon un momento a la primera familia marvelita, es decir: los 4 Fantásticos, son 3 las franquicias sobre la que se sustenta la invasión cinematográfica de los comics Marvel: Los Vengadores, producida desde Marvel Studios (o sea: Disney), los X-Men, auspiciada por la Fox, y Spider-man, en manos de Columbia (entiéndase: Sony).
Cuando saltó la noticia (bomba) de la compra de Marvel Comics por parte de la Diseny Company, todos los aficinados esperaban que se harían ciertas concesiones y se suavizaría el contenido de sus productos para llegar a un público mucho más amplio (es decir: un público esencialmente familiar). Afortunadamente no ha sido así y curiosamente las adaptaciones cinematográficas de los Vengadores son las que mejor han captado el espíritu de los comics originales y las que artísticamente han alcanzado cotas más altas. Por mucho Bryan Singer que estuviese detrás de la direción y/o la producción de los films inspirados en los X-Men, solo 2, la secuela de primer (y muy sobrevalorado) "X-Men", dirigido por el propio Synger, y los "X-Men: Primera generación" puestos en escena por Matthew Vaughn, son dignos de mención. En el caso de los Vengadores la estrategia comercial seguida por Marvel Studios no puede calificarse sino de ejemplar, pues, de nuevo al margen de los logros artísticos de cada uno de los films que componen la franquicia, han sabido entretejer un universo cohesionado y coherente a imagen del de los cómics en que se inspiran, y todo ello gracias a inteligente y hábil uso de numeros cameos, guiños y referencias que se hacen unos films a otros, permitiendo a la vez el trasvase de algunos personajes entre los diferentes film. Así pues la Viuda Negra (a la que da vida Scarlet Johanson) que debutó en "Iron Man 2" se convierte en la partenaire de Steve Rogers en "Capitán América. El soldado de invierno", de la misma manera que Nick Fury (aka Samuel L. Jackson) aparece en casi todos los films de la franquicia actuando de nexo de unión.
CAPITAN AMÉRICA. EL SOLDADO DE INVIERNO
El primer Capitán America dirigido por un artesano competente como es Joe Johnston era un film correcto y bien acabado que narraba el origen del personaje y que ponía el acento en el tono aventurero, muy en la línea de los clásicos films bélicos que producía Hollywood en los años 50 o 60. En esta secuela dirigida por los hemanos Russo se da un paso adelante en cuanto al tratamiento del personaje. Un tipo que viste la bandera americana y que posee una innegable carga simbólica da pié a numerosas lecturas políticas, y más en el actual clima de paranoia antiterrorista que se vive en los Estados Unidos. "Capitán América. El soldado de invierno", siendo un film espectacular y sumamente entretenido, en el que además hay un buen desarrollo de los personajes (se nota que Chris Evans disfruta interpretando al Capitán, y Scarlet Johanson goza en esta ocasión de un más complejo desarrollo de su Viuda Negra), se hace una inesperada reflexión acerca del uso de la fuerza bélica como elemento de agresión preventivo y se establece un jugoso paralelismo entre el grupo terrorista Hydra y los fundamentalismos políticos (no hablo de fundamentalismo religioso) que tratan de imponernos la ola de conservadurismo sociopolítico que cada vez está ganando mayor auge en Estados Unidos y en Europa. Toda esa carga política está muy bién ejemplificada en el film en el ambiguo y taimado personaje que interpreta un espléndido Rober Redford. A la postre lo que tenemos es un film que entretiene (y mucho) al mismo tiempo que invita a la reflexión.
En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? Su ritmo incesante, y su enérgica puesta en escena. ¿Lo peor? Ya puestos a poner el acento en el entramado político de su argumento, ¿porqué no arriesgarse e intentar ir un poco más lejos?
SPIDERMAN. EL PODER DE ELECTRO
Pero sin bien esta secuela del Capitán América logra superar los modestos logros de su predecesora, la secuela del reboot de Spider-man, "Amazing Spider-man 2. El poder de Electro", dirigida igual que la anterior por Marc Webb, repite e incluso incrementa los errores del film precedente. No negaré que Andrew Garfield compone un Peter Parker perfecto (mucho más entonado que el de Tobey Maguire... por más que algunos mohínes de Garfield resultan harto irritantes), ni tampoco la química existente entre él y Emma Stone, que además da vida a una Gwen Stacy más cercana a su imagen en los comics de lo que lo fué la muy sosa Mary Jane Watson de Kirsten Dunst. Pero ahí se acaban los aciertos del film.
Si bien éste posee algunos momentos realmente espectaculares para el lucimiento del departamento de efectos especiales (la escena en Times Square o muy especialmente la batalla en la central eléctrica), el guión adolece de demasiadas lagunas y carga las tintas en exceso en el personaje de Peter Parker/Spider-man, dejando al resto bastante desdibujados. Añadámosle a este guión fallido el hecho de que la relación entre Peter y Harry Osborne no resulta en ningún modo creíble, que el descenso al lado oscuro de este último y su conversión en el ¿Duende Verde? (nunca llega a mencionarse su nombre) resulta ridícula, que la caracterización de James Fox como el excesivamente nerd Max Dillon es irritante, del mismo modo que sus motivaciones para convertirse en el villano Electro son pueriles y absurdas, que la desaprovechada presencia de Norman Osborne (el original Duende Verde) acaba siendo decepcionante, que la evolución del personaje de Gwen, que lo mismo en una biologa molecular que una experta en electricidad, es completamente inverosimil, que los constantes vaivenes en la relación amorosa entre Peter y Gwen terminan por resultar cargantes, que la presencia de Paul Giamatti como el villano Rhino es tan anecdótica como innecesaria, como innecesaria es la presencia del Duende Verde en un intento de alargar aún más el film... Así podríamos continuar buscando inconsistencias, incoherencias o fallos en un film que está repleto de ellos, que carece de ritmo, de un argumento sólido y de un desarrollo coherente de sus personajes. Tan solo el inesperado destino de uno de los personajes principales (elemento que está presente en los cómics clásicos de Spider-man pero que nadie se esperaba que su director se atreviese a trasladar a la pantalla grande) aporta la necesaria carga dramática que el film está pidiendo a gritos prácticamente desde su inicio.
En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? Los efectos especiales, para que negarlo. ¿Lo peor? Todo lo demás.
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