sábado, 31 de diciembre de 2022

MIS MEJORES DEL 2022

Como cada año me propongo cerrar mi particular ejercicio cinematográfico haciendo un breve resumen del mismo y comentando las que, según mi muy personal punto de vista, han sido las mejores películas del 2022 y algunos de los protagonistas más destacados del año.

Superados ya los rigores de los años más crudos de la pandemia, este 2022 hemos visto como se consolidaba la presencia de las grandes plataformas de streaming (Netflix, HBO, Amazon Prime...) en las salas de exhibición cinematográfica, estrenando de manera minoritaria algunos de sus títulos más emblemáticos con el objetivo de estar presentes en las grandes citas de premios (léase Oscars) que vendrán el próximo año. Quizás este año no hayamos visto títulos tan contundentes como "Roma", "Mank" o "El Irlandes", y también es cierto que algunos directores, en virtud de acuerdos recientes firmados con dichas plataformas, han moderado su discurso contrario a las mismas, como sería el caso de Steven Spielberg.

Otros directores que sí se han lanzado ha hacer ruido lo han hecho no ya contra los gigantes del streaming, sino contra ciertas tendencias de género cinematográfico, como es el caso de Quentin Tarantino arremetiendo contra los productos de Marvel Studios, y que se suma a las voces críticas de Martin Scorsese o Francis Ford Coppola. Y es que razón no le falta: las películas de super-héroes se han convertido en puro cine fast food, en franquicias sin la menor aspiración artística y que solo buscan el rendimiento económico a base de saturar las salas de exhibición con blockbusters carentes de alma a los que es justo reconocer su pericía comercial al saber captar la atención de un público cada vez menos exigente con este tipo de películas. Personalmente cada vez me interesa menos el género de superhéroes en el cine, por rutinario y falto de riesgo, salvo alguna honrosa excepción como es "The Batman" de Matt Reeves, más cerca del thriller y el neo noire que de la aventura colorista de heroes en mallas.

Esta tendencia al espectáculo visual apabullante pero falto de contenido ha encontrado este año su máxima expresión en "Avatar: El camino del agua" de James Cameron, película a la que le sobra como poco una hora de metraje, frágilmente apuntalada en un guión endeble y que confirma el hecho de que a Cameron  le importa un bledo la historia o los personajes, y se limita a construir una trama plana y simplona que únicamente pretende dar contexto a un vistoso despligue visual. ¿Es éste el futuro del cine? Francament, espero que no.

En lo referente a la pequeña pantalla se consolida la tendencia a los repartos inclusivos cuando se trata de adaptar obras populares provenientes del comic o la literatura de género, o en las secuelas de clásicos de cine fantástico, algo que se ha vuelto mandatorio y que hemos podido apreciar recientemente en series como "The Sandman", "El Señor de los Anillos: Los Anillos de Poder" o "Willow". Es algo que ha llegado para quedarse y ponernos a discutir sobre si cambiar de raza, etnia o sexo a un personaje supone una falta de respeto a la obra original, se ha tornado en un discurso vacuo.

Sea como fuere, entre las películas estrenadas este 2022 en España, las que yo destacaría por una razón u otra, serían:

- "Licorice Pizza" de Paul Thomas Anderson, porque siento debilidad por Anderson, pero también por que es un maravilloso y sentido relato sobre el coming of age, servido con una puesta en escena que supura elegancia en cada uno de sus fotogramas sin caer nunca en el preciosismo gratuito;

- "Men" de Alex Garland, porque demuestra que el cine de género no tiene que estar reñido con la crítica social, porque utiliza el género de terror para construir un relato contundente sobre la masculinidad tóxica y por el atrevimiento de servirse de un único actor (magnífico Rory Kinnear) para interpretar todos los roles masculinos del fim, en una decisión que no tiene nada de gratuita y sí muy inteligentemnte meditada;

- "Vortex" de Garpar Noé, por su arriesgada y lúcida puesta en escena, que hace un uso módelico de la cámara partida y adapta modos própios del cine de suspense a un relato esencialmente dramático, pero también por la empatía y la sensibilidad que muestra a la hora de acercarse a temas de indiscutible sesgo trágico;

- "El extraño" de Tom Wright, por la forma en como se aproxima al género del thriller sin caer en lugares cómunes, dejando que sea el propio espectador el que construya el relato según su propia interpretación de una historia servida a través de una narrativa crítpica y que hace de la ambigüedad su mejor baza;

- "Todo a la vez en todas partes" de Los Daniels (Dan Kwan y Daniel Scheinert), por que es una historia loquísima que es capaz de mezclar géneros y estéticas en un cocktail visual y narrativamente estimulante, y que al mismo tiempo atesora un discurso sobre la familia tan enternecedor como sincero;

- "Belle" de Mamoru Hosoda, por la indiscutible belleza de sus imágenes, que además no están reñidas con la crudeza que esconde una historia más rica y compleja de lo que aparenta, y porque demuestra que la animación no es más que un medio, y no un género, para contar historias poderosas e interesantes;

- "Alcarrás" de Carla Simón, porque más allá de haberse convertido en todo un fenómeno a nivel internacional, es cine que respira VERDAD por todos sus costados;

- "El hombre del norte"de Robert Eggers, por su fascinante puesta en escena, por la capacidad que tiene su director de reinventarse estilisticamente en cada nueva película y por su forma de entender el cine como espectáculo, sin renunciar al riesgo tanto en lo formal como en lo argumental;

- "Drive my car" de Ryûsuke Hamaguchi, por atreverse a adaptar en imágenes el particular universo literario de Haruki Murakami, y hacerlo de manera hábil con una sobria y concisa puesta en escena desprovista de artificio, que nos propone un inteligente discurso sobre la alienación y las dificultades de comunicarse del ser humano.

Y en cuanto a mi lista de los protagonistas de este año que se acaba:

¿El actor de año? Brendran Fraser, sin duda. Después de labrarse una carrera en comedias tontorronas como "George de la jungla" (1997) y como héroe de cine de aventuras ("La momia", 1999), para aquellos que seguían dudando de su talento actoral, demostrado en films como "Dioses y monstruos" (1998) o "El americano impasible" (2002), nos regala este 2022 una de las interpretaciones más apabullantes del año en "The Whale", último y esperadísimo film de Darren Aronofsky.

¿La actriz del año? Ana de Armas. La actriz hispano-cubana ya lleva un tiempo abriéndose camino en el mercado anglosajón haciendose notar en títulos como "Blade Runner 2049" (2017), "Cuchillos por la espalda" (2019) o "Sin tiempo para morir" (2021). Pero sin duda este 2022 da la campanada mimetizándose de forma extraordinaria en Marilyn Monroe en "Blonde", el controvertido (y muy interesante) último film de Andrew Donimik.

¿El director del año? Los Daniels, por haber conseguido que una propuesta tan original, extrema y arriesgada como "Todo a la vez en todas partes" haya captado la atenció de público y crítica, esté en todas las apuestas de "lo mejor del año", sea una más que firme candidata a los premios de este 2022 (la veremos casi con toda seguridad en las quinielas de los Oscar o los Globos de Oro) y haya nacido con la etiqueta de film de culto.

¿El compositor del año? John Williams, la última leyenda viva del mundo de las bandas sonoras cinematográficas. Williams ha puesto melodía a algunas de las sagas más icónicas de la historia del cine: "Tiburón", "Star Wars", "Superman", "Indiana Jones", "Jurassic Park", "Harry Potter"... a las que habría que añadir obras maestras del calibre de "E.T.", "Las brujas de Eastwick", "El turista accidental", "Nacido el 4 de Julio", "Hook", "La lista de Schindler", "Salvar al soldado Ryan", "A.I.", "Memorias de una Geisha", "Caballo de batalla"... Williams ha anunciado que se retira este año de la composición cinematográfica y que se dedicará únicamente a la creación de obras para salas de concierto. Pero no solo nos deja un impresionante legado sino que se despide por la puerta grande. Por un lado poniendo música a "The Fabelmans", último trabajo de su amigo Steven Spielberg, para el que ha compuesto una sencilla, breve, pero muy emotiva partitura, y por otro lado recuperando los acordes de una de sus composiciones más famosas en la última etrega del arqueologo aventurero de sombrero y látigo en mano: "Indiana Jones y el Dial del Destino"


¿La canción del año? No he encontrado este año una melodía que francamente me haya llegado al corazón (no volveré a citar las maravillosas canciones de "Belle" porque ya lo hice el año pasado), y desde luego no destacaré las canciones de Lady Gaga para "Top Gun: Maverick" o Rihanna para "Wakanda forever", no por malas, sino por harto convencionales. Así que me voy a quedar con la preciosa "Ciao Papa" con música de Alexandre Desplat para el "Pinocho" de Guillermo del Toro:

¿El personaje del año? Evelyn Quan Wang, de la película "Todo a la vez ent todas partes" maravillosamente interpretada por la no menos extraordinaria Michelle Yeoh, personaje rico, multifacético, divertido y entrañable, pero sobretodo empoderado.  

Y por no perder las buenas costumbres también voy a comentar algunas de las series que más me han gustado de las estrenadas este año, a falta de ver el "Tokyo Vice" apadrinado por Michael Mann:

- "Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer", producida por el gurú moderno de la televisión Ryan Murphy, que parece no tenerle miedo a ningún género o tema. Afortunadamente aquí nos encontramos con el Murphy más contenido y sobrío, más el de "American Crime Story" y no el excesivo de "Ratched" o "American Horror Story", que nos ofrece una combinación de fascinante retraso psicológico, drama familiar y crudo análisis social;

- "Andor"; tras la decepción de la muy mediocre "Obi-Wan Kenobi", y alejada de todo tipo de fan service, la nueva serie surgida de la franquicia de Star Wars aporta un interesante y novedoso punto de vista a la saga, más maduro, gracias a unos atinados guiones de Tony Gilroy;

- "The Sandman", modélica adaptación de la opus magna de Neil Gaiman, que sortea con inteligencia y acierto las muchas dificultades que suponía su adaptación, sobretodo por las limitaciones de no poder utilizar personajes, nombres y eventos de los cuales Netflix no tenía los derechos;

- "The Bear" la han calificado como la serie más estresante del año, gracias a (o por culpa de) unos diálogos rápidos y ágiles y una puesta en escena frenética, enclaustrada en el microcosmos de la cocina de un bar de barrio de Chicago; pero lo cierto es tan interesante como intensa, y atesora un lúcido discurso sobre la presión que conlleva la fama y las consecuencias que acarrea, así como sobre el espíritu de superación;

- "El pacificador", cuando a James Gunn le das manga ancha, te regala una gamberrada como ésta: macarra, socarrona, irónica y muy, muy divertida, que no solo se burla del género de superhéroes sino también del ese segmento de la sociedad norteamericana más redneck y "trumpista";

- "El club de medianoche", creada por Mike Flanagan, principal referente actual del género de terror en televisión, a partir de la novela homónima de Christopher Pike, tiene entre sus principales virtudes, por un lado el saber tratar con extrema delicadeza y empatía temás realmente crudos (las enfermedades terminales), y por otro, la habilidad de conjugar historias dentro de historias de una manera ágil y comprensible para el espectador;

- "Las de la ultima fila", de Daniel Sanchez Arévalo. Si algo se le da realmente bien al director madrileño es escribir personajes carismáticos, entrañables y ricos en matices, algo que ya demostró en películas como "Azuloscurocasinegro". "Gordos" o "Primos", y ahora lo repite que un grupo de amigas que realizan un viaje de autodescubrimiento tan entrañable como divertido.

Y como siempre quiero cerrar este artículo con un breve recuerdo a algunas de las personalidades cinematrográficas que, tristemente, nos han dejado este año:

- Sidney Poitier: primer actor de color en ganar un Oscar en un rol protagonista por "Los lirios del valle" (1963), e igualmente inolvidable en "Rebelión en las aulas" (1967), "En el calor de la noche" (1967) o "Adivina quién viene a cenar esta noche" (1967);

- Jean-Luc Godard: imposible abarcar la influencia e importancia de uno de los más destacados miembros de la nouvelle vague francesa y uno de los más transgesores e inventivos realizadores de las historia del cine. Quedémonos con títulos como "À bout de souffle" (1960), "Le mépris" (1963), "Bande à part" (1964), "Pierrot le fou" (1965) o "Alphaville" (1965);

- William Hurt: ganó el Oscar al mejor rol secundario por su interpretación en "El beso de la mujer araña" (1985), pero también le recordamos por sus trabajos en "Fuego en el cuerpo" (1981), "Hijos de un Dios menor" (1986), "El turista accidental" (1988), "El bosque" (2004) o "Una historia de violecia" (2005);

- Angela Lansbury: aunque seguramente la mayoría la recuerden por su entrañable Jessica Fletcher en la serie "Se ha escrito un crimen", su no menos carismático papel en "La bruja novata" (1971) o, como no, por prestar su inconfundible voz a Mrs. Potts en "La bella y la bestia" (1991), también es justo reconocerle su talento dramático mostrado en títulos como "Luz que agoniza" (1944), "El retrato de Dorian Gray" (1945), "El largo y cálido verano" (1958), "Muerte en el Nilo" (1978) o "En compañía de lobos" (1984). Talento que además Lansbury desplegó en una dilatada carrera teatral en la que cabría destacar su interpretación de Mrs. Lovett en el clásico musical "Sweeney Todd" de Stephen Sondheim.

Pero también quiero citar al crítico y cineasta Peter Bogdanovich, los actores James Caan, Ray Liotta, Juan Diego o Robbie Coltrane (entrañable Hadrig en la saga de Harry Potter), así como las actrices Mónica Viti (musa de Anonioni en "La aventura" -1960- o "El eclipse" -1962-), Louise Fletcher (inolvidable enfermera Ratched en "Alguien voló sobre el nido del cuco", 1975),  Olivia Newton-John o Kirstey Alley.


domingo, 6 de noviembre de 2022

SOBRE LOS ANILLOS DE PODER (Parte III)

 (continua de ...)

En la anterior entrega de este largo artículo dedicado a analizar la adaptación de la obra de Tolkien al cine y ls televisión acababa concluyendo que, siempre bajo mi humilde punto de vista, la trilogía cinematográfica dirigida por Peter Jackson dista mucho de ser una obra maestra del 7º arte, pero son grandes películas de entretenimiento. ¿Puede decirse lo mismo de "Los Anillos dee Poder"?

ANALISIS II: IDEOLOGIA WOKE

Es obvio que los showrunners de "Los Anillos de Poder" (Patrick McKay y J.D. Payne)  parten con una clara desventaja con respecto a Peter Jackson. El director australiano tenía en sus manos un material ingente sobre el cual comenzar a construir su adaptación: las más de 1.000 páginas que suman las tres partes de "El Señor de los Anillos", si bien es cierto que en el caso de "El Hobbit" no solo estiró en exceso el argumento para poder cubrir la extensión de 3 películas de más de 2 horas de duración cada una, sinó que al hacerlo decidió incluir varias tramas inventadas sobre las que Tokien apenas había esbozado unas pocas líneas en sus libros, siendo la más destacaba todo lo que concierne a la captura de Gandalf en Dol Guldur y el posterior enfrentamiento del Concilio Blanco contra el Nigromante.

Dejando a un lado la discusión sobre si Peter Jackson hizo buen o mal uso del extenso material del que disponía, los showrunners de "Los anillos del Poder" solo podían recurrir a la información vertida en los Apéndices de "El señor de los anillos". Eso les proporcinaba excasos puntos de apoyo al no existir la narración de un relato propiamente dicho, pero al mismo tiempo les daba un amplio margen de maniobra y la posibilidad de inventar tramas y personajes a partir de los datos extraídos de dichos apéndices, cosa que enfureció sobremanera al fandom incluso antes de estrenarse el primer episodio en Amazon Prime.

El otro aspecto que tambíen suscitó un agrio debate fueron las libertades que se tomaron a la hora de dibujar algunos personajes de la trama, libertades fundamentadas en una supuesta ideología woke por parte de la productora del show. Si bien antaño el término woke se utilizaba para identificar a quienes se mantienen alerta ante actitudes discriminatorias hacia colectivos en riesgo de desigualdad social por razones de raza, género u orientación sexual, hoy en día woke se utiliza de manera despectiva hacia aquellos "concienciados" que promueven de manera demasiado entusiasta, ingénua o insincera la inclusividad para las mujeras, la comunidad negra o el colectivo LGBTIQ+.

Hace ya un tiempo en Estados Unidos en el que la comunidad afroamericana viene reclamando una mayor visibilidad y reconocimiento en el mundo del espectáculo, llegando a promover algunos movimientos de protesta en ceremonias como los Oscar o similares. La comunidad afoamericana supone un nada despreciable nicho de audiencia en el mercado cinematográfico y televisivo, y de esa forma productoras, distribuidoras y plataformas televisivas se han afanado a que tanto dicha comunidad como otras (latinos, asíaticos, el colectivo LGBTIQ+...) tengan una mayor visibilidad en sus productos. Estoy totalmente a favor de que dichos colectivos estén presentes en el mundo del espectáculo (cine, televisión, teatro), que tengan una mayor representación que no sea meramente anécdótica, que se creen personajes específicamente para actores dentro de dichos colectivos (a los que podríamos añadir también los discapacitados sensoriales o funcionales) y que se escriban historias que hablen de temas y problemáticas que les atañen a ellos particularmente. Pero no nos engañemos, las intenciones de productoras y plataformas están impulsadas por motivaciones puramente económicas y no altruistas, de ahí que el término woke haya adquirido cada vez más un matiz despectivo.

Así pues, las primeras críticas a "Los Anillos de Poder" surgieron por el hecho de utilizar a actores negros para representar a elfos, hobbits o enanos. Es cierto que muchos de esos comentarios tienen un cariz claramente racista sobre el que no merece la pena extenderse, pero otras críticas se basaban en el hecho de que Tolkien nunca habló de elfos o enanos negros. Esa misma falta de definición en los textos tolkianos es la que han utilizado otros grupos para defender la inclusión de actores de color. Personalmente creo que ni unos ni otros tienen razón y conviene matizarlo.

Es cierto que Tolkien no se refieren nunca a que los elfos sean blancos o caucásicos de manera explícita, pero ¿necesita hacerlo? La principal fuente de inspiración de Tokien para constuir su legendarium son los mitos y leyendas nórdicas, y en dichos mitos NO hay presencia de otras razas o etnias, y por lo tanto Tolkien no tiene necesidad de hacer explícito el color de piel de los elfos, pues en el imaginario colectivo estos son siempre de piel clara o pálida. Es cierto que en la mitología nordica se habla de "elfos oscuros" y se los describe a veces con la piel negra, pero se trata de una raza más próxima a los enanos, que evitan la luz y son de naturaleza amenazadora. En el legendarium tolkiano los elfos oscuros son aquellos que no vieron la luz de los árboles de Valinor, pero fisiológicamente no se diferencian de los elfos de la luz como los Noldor o los Sindar, y por lo tanto también tienen la tez clara al igual que aquellos.

El caso de los "Pelosos", presentados en "Los Anillos de Poder" como ancestros de los Hobbits de La Comarca, aunque en los libros se alude a ellos como una sub-rama de los mismos, es más ambiguo, pues Tolkien si que los describe con la piel más oscura, aunque posiblemente se refiera a que son más morenos que los Albos (que son más pálidos y rubios) o los Fuertes (más corpulentos). Conviene recordar que Frodo o Bilbo pertenecen a a raza de los Pelosos, aunque Frodo tiene ascendencia Alba y por lo tanto la piel algo más clara que sus congéneres. En todo caso todos los Pelosos, en la mitología tolkiana, comparten rasgos y por lo tanto color de piel, por lo que no tiene sentido que algunos sean interpretados por actores de color y otros no.

Hay pocas referencias raciales en la obra tolkiana más allá de mencionar que los Pelosos tienen la piel "más oscura" o los comentarios sobre los Haradrim, de los que se comenta que tienen la piel morena y los ojos y cabellos oscuros, o los Hombres del Este, Rhûn y Khand, a los que se conoce como hombres cetrinos. Respecto al resto de razas, hobbits, enanos, elfos y los hombres del Oeste (Numenoreanos, Dunedain, hombres de Rohan y Gondor), Tolkien no aclara siempre que sean caucásicos, pero yo creo que es simplemenete porque no siente la necesidad de expresarlo de manera explícita aludiendo a que en el imaginario colectivo esas razas y pueblos, que tienen su fuente de inspiración en los mitos nórdicos, son de raza blanca.

¿Significa eso que un elfo o un enano o un hobbit no pueden ser interpretados nunca por un actor de color? En absoluto. Si Denzel Washington puede interpretar a Macbeth, Rey de Esocia, o al Don Pedro, principe de Aragón, de "Mucho Ruído y Pocas Nueces", ¿porque Ismael Cruz Córdova no puede interpretar al elfo Arondir o Sophia Nomvete no puede interpretar a la princesa Disa de los enanos? Yo personalmente veo todo eso más como una licencia artística y no como una traición al canon tolkiano. Nos guste o no, sea woke o no, vivimos en unos tiempos en que las políticas de inclusividad prevalecen sobre la fidelidad a la obra original en terminos puramente estéticos, y por lo tanto vamos a ver a actores de color interpretando a personajes concebidos originalmente de raza blanca, o a mujeres interpreando a personajes que en su origen eran hombres. Es algo que no vamos a cambiar y que debemos aceptar y no creo que merezca la pena rasgarse las vestiduras por ello. Todo ello no tiene porqué suponer una traición a la obra original y por ejemplo me remito a la adaptación modélica y ejemplar que ha hecho Netflix del "Sandman" de Neil Gaiman, en la cual se ha cambiado el sexo o la etnia de algunos personajes sin que ello altere la esencia de los mismos o de la propia historia.

ANALISIS III:  LA SERIE

Dejando a un lado, pués, cualquier polémica surgida a raíz de la política de inclusión promovida por los creadores de la serie, ¿qué podemos decir de la misma en cuanto a adaptación del legendarium tolkiano? 

Siendo estrictos podemos decir que en realidad la serie no adapta nada, pués no se basa en ningún relato concreto escrito por Tolkien sino que es una elucubración, una invención, a partir de un conjunto de datos expuestos por el escritor en forma de apéndices. Dicho de otra forma: en el fondo la serie do dista de ser un fanfic. La práctica del fanfic (o fan fiction) es algo que el fandom viene prácticando desde hace mucho tiempo. Un fanfic no es más que un relato inventado por un aficionado a partir de a obra original de un escritor o un autor de cómic, y que es compartido con otros fans de la obra originial. Como tal un fanfic está sujeto a la reinterpretación que hace el autor mismo de los personajes y hechos de la obra original, y dicha reinterpretación no puede ser más que subjetiva. Un fanfic no tiene que suponer una traición a la obra original sino que más bien es una, llamemosle, "declaración de amor" a la misma. Naturalmente esa reinterpreación subjetiva, personal, puede ser compartida o no por el resto de los seguidores de la obra en la que se inspira.

Así pues "Es Señor de los Anillos: Los Anillos de Poder" no es más que eso: un fanfic surgido de la imaginación de los showrunners. Por el hecho de ser un relato inventado no es ni bueno ni malo, y por eso mismo no entiendo (ni comparto) las críticas furibundas, a veces despiadas y casi siempre groseras, que se han vertido contra la serie por parte del fandom. No estoy diciendo, ni mucho menos, que no tengan derecho a criticarla, pero en mi opinión lo están haciendo por los motivos equivocados.

Tampoco pretendo decir que aún en calidad de fanfic "Los Anillos de Poder" sea un acierto, al contrario. Al igual que pasa con "El Señor de los Anillos" de Peter Jackson, como adaptación de la obra de J.R.R. Tolkien la serie también es un fracaso. Dejando a un lado los errores a la hora de reproducir símbolos, heráldicas, paisajes y demás detalles de la obra tolkiana, dejando de lado el hecho de la necesaria compresión de la cronología expuesta en los apéndices, y obviando el cambio de raza de algunos personajes por las razones antes expuestas, la serie comparte con la trilogía cinematográfica la misma falta de valores a la hora de captar la profundidad teológica y mitopoética de la obra tolkiana.

Hay aspectos que chirrían en esta adaptación y que se alejan sobremanera de la obra original, y hay otros que, pese a no formar parte del canon, aportan ideas interesantes pero que no acaban de cuajar del todo. Los relatos de Tolkien que narran la historia de la Tierra Media son, por encima de todo, ÉPICOS. Esa misma épica y la necesidad de tratar de temas "elevados" hace que el autor tome siempre como protagonistas a los miembros más nobles, más preemientes, de las diferentes casas de elfos, hombres y enanos que aparecen en sus historias. Por decirlo de una manera más clara: el pueblo llano no existe en sus relatos. Tokien nos habla siempre de grandes acontecimientos historicos y para ellos tiene que servirse siempre de los grandes personajes (nobles, caballeros, reyes, generales...) que ponen en marcha dichos acontecimientos. Tolkien no muestra interés por el dia a dia de la gente sencilla, por quienes son los receptores de las consecuencias que desatan los grandes actores de su relato. Tan solo los hobbits, que en el fondo no son más que un trasunto del propio Tolkien, ejemplifican la gente sencilla que disfruta de una vida sin complicaciones. Pero ya sabemos que la presencia de los hobbits en "El Señor de los Anillos" fué, de inicio, una imposición editorial.

La serie, por el contrario, sí que intenta fijarse en ese pueblo llano, al cual pertenecen personajes como Arondir, Bronwyn, Theo o algunos de los protagonistas que deambulan por las calles de Numenor. Es un punto de vista interesante, pero la serie se queda a medio camino y nunca llega a desarrollarlo en profundidad, e incluso llega vanalizar el retrato de esos personajes recurriendo, por ejemplo, al uso de diminutivos cuando hablan entre ellos, algo que Tokien nunca hizo en sus libros.

Muchas críticas pretenden hacer incapié en el hecho de que, visualmente, la serie es espectacular pero los guiones son "malos". Estamos de acuerdo en que no es una buena adaptación de Tolkien, pero ¿quiere decir esos que los guiones son nefastos? En mi opinión no. Se puede argumentar que las tramas son simples, pero las historias están bien desarrolladas y los personajes, aunque sin un trasforndo profundo, están bien descritos. No nos engañemos, no estamos ante un guión escrito por Aaron Sorkin, y además icurren en no pocas inconsistentencias, trampas y tópicos, pero también introducen algunos elementos novedosos que no carecen de interés. Una de cal y una de arena.

  • Galadriel se vertebrea con el personajes conductor del relato, y es una buena idea. Y aunque es un personaje potente de la trama, a la hora de retratarla como mujer empoderada se cae en el tópico de hacerlo como mujer guerrera constantemente airada;

 

  • Adar es uno de los hallazgos más interesantes de la serie, pues recupera la idea expuesta por Tokien de que los Orcos fueron originalmente elfos pervertidos y corrompidos por Morgoth, el Gran Enemigo anterior a Sauron. Además hay un aspecto interesante en la manera de retratarlo, pues se intenta humanizar al personajes. En el imaginario Tolkiano abundan las verdades absolutas, casi todo es blanco o negro y apenas hay personajes grises. Esa intencionada tendencia a al maniqueismo proviene, en mi opinión, de su marcada educiación católica. Así pues en dicho imaginario los Orcos son los seres más viles que existen, no solo por malvados sino por faltos de inteligencia. Con Adar, sin embargo, se nos recuerda que en origen fué un elfo, y por lo tanto aún conserva rasgos de cierta "nobleza", lo que le lleva a manifestar un sentimiento casi paternal hacia sus congéneres, haciendo de él un personaje mucho más ambiguo y por lo tanto francamente interesante; 
     
     
  • Los Pelosos son presentados en la serie como los ancestros de los hobbits de las películas y se hace de manera bastante inteligente, pues no hay registros de los hobbits en los anales de la 1ª y 2ª edad según el canon tolkiano, y estos no hacen su aparición "pública" hasta la 3ª edad. Pero su aparición en la serie no supone una contradicción, pues los vemos como una raza nómada que aún no se ha asentado en un lugar geográfico concreto, y que además se ocultan de la "gente grande" para pasar desapercibidos (la forma en cómo se camuflan con la naturaleza, visualmente es realmente ingeniosa);
  • La trama de amor interracial entre Arondir y Bronwyn es innecesaria y reiterativa pues no hace más que repetir el esquema ya presentado por Jackson tanto en "El Señor de los Anillos" como en "El hobbit"; si acaso aquí tiene un cierto punto de interés por tratarse de miembros de lo que antes describía como "pueblo llano";
  • Con el personaje de Bronwyn y Theo se cae de nuevo en el tópico de presentar ciertos arquetipos que nada tienen que ver con el legendarium tolkiano. Ella, de nuevo, es el topico de mujer empoderada, en este caso el de madre soltera; él es el tópico de adolescente rebelde. Estos personajes arquetípicos están ahí simplemente para conectar con ciertos sectores de la audiencia, pero no podemos dejar de observar que Tolkien nunca habla del núcleo familiar en sus libros. Habla de linajes, sí, y da importancia a las relaciones de parantesco para resaltar la el origen de sus personajes, la línea de su descendencia y por lo tanto las cargas que colleva el ser "hijo de" o "hermando de". Pero Tolkien nunca se interesa por hablar de los lazos familiares en terminos más convencionales, de ahí que la presencia de persnajes como Bronwyn o Theo resulta algo forzada en mi opinión;
  • Aunque no se ha revelado oficialmente la identidad del personaje como "el extranjero" es obvio que es un Istari (mago) y todo apunta a que podría ser el propio Gandalf. Aunque es cierto que la forma de presentarlo entra en clara contradicción con el canon Tolkiano (Gandalf llegó a la Tiera Media en barco, acampoñadado de Saruman y Radagast, y fué recibido por Cirdan en los Puertos Grises) su tratamiento en la serie no carece de atractivo. El llegar en un meteorito alude a la importancia de su origen y función en la Tierra Media (los Istari y los Maia se situan por encima aún de las casas más antiguas y poderosas de los elfos), y además es el primero y hasta ahora único en contactar con los hobbits (o "Pelosos") lo cual explica su cercanía y preocupación hacia dicha raza. De momento "el extranjero" es aún un personaje en desarrollo, en estado embrionario, así que habrá que esperar qué tratamiento recibe en próximas temporadas;

  • Las tramas políticas que concierten a los personajes de la reina regente Miriel y el senescal Ar-Pharazôn por un lado, así como las que describen la relación de amistad entre el elfo Elrond y el enano Durin IV son de largo la más interesantes de esta primera temporada. Por contra, todo lo que afecta a algunos personajes inventados como Eàrien o Kemen, o lo que gira alrededor un Isildur adolescente y sus compañero de "correrias juveniles", carecen por completo de interés;

  • Es el personaje de Halbrand el que me genera un mayor conflicto. Uno de los aspectos que ha dado pié a numerosas teorías en la red giraba en torno a la presencia de Sauron en la serie. Sauron es el GRAN ENEMIGO en "El Señor de los Anillos", es la misma encarnación del mal, el ser más malvado, peligroso y poderoso que existe. En los relatos de Tolkien Sauron, durante la 2ª Edad, se ocultó entre los elfos adoptando un aspecto atractivo y zalamero, e intercambió con ellos el conocimiento que posteriormente daría lugar a la forja de los Anillos de Poder, incluído el Anillo Único. Sabemos ahora que Sauron se ocultaba bajo el aspecto de Halbrand, un supuesto rey de la Tierras del Sur, pero la forma en como la serie a tratado tanto la ocultación como la revelación de su identidad es tan torpe como tramposa. Para empezar, la cadena de acontecimientos que se inician desde el encuentro de Halbrand y Galadriel en una balsa a la deriva en mar abierto, hasta su revelación final en Eregion, es un cúmulo de casualidades increíbles y difíciles de aceptar. Por otro lado por tratarse de un personaje de la alcurnia y el poder de un maia, resulta poco convincente que se rebaje a actuar como un mero "hombre de a pié". Aún así, también cnviene resaltar que en el 8º y último episodio de esta 1ª temporada se nos regala uno de los mejores momentos sobre el personaje: la batalla de voluntades entre él y Galadriel. Según los libros Sauron volverá a Numenor para convencer a Ar-Pharazon, una vez este usurpe el trono numenoreano, para dar la espalda a los elfos y los Valar y enfrentase a ellos, lo que provocará el undimiento de la isla (adelantado ya en la serie por medio de las visiones proféticas de la reina regente Miriel), así que de nuevo nos encontramos con un personaje al que le queda aún un largo camino para evolucionar.

Si dejamos a un lado todas estas inconsistencias, trampas de guión, o falta de interés de algunas sub-tramas, "Los Anillos de Poder" es, eso sí, un GRAN espectáculo televisivo. Es la serie más cara de la historia de la televisión y de verdad que se nota cada dolar invertido en la misma. De nuevo, todo el diseño de producción es fastuoso, la partitura de Bear McCreary es soberbia y francamente inspirada (es excepcional que un banda sonora para una temporada televisiva contenga hasta 8 leiv motivs diferenciados y tenga la extensión de la obra compuesta por McCreary) y la puesta en escena ralla la excepcionalidad en algunos momentos, especialmente en los 2 primeros episodios dirigidos por Juan Antonio Bayona, que son un prodigio de planificación, encuadre y montaje por parte del director barcelonés.


A MODO DE RESUMEN:

Personalmente he disfrutado de "El Señor de los Anillos: Los Anillos del Poder" como una muy buena serie de fantasía épica, de igual modo que disfruté en su dia de las películas de "El Señor de los Anillos" e incluso las de "El Hobbit". El tiempo y la reflexión me dan la suficiente perspectiva para apreciar estas últimas con sentido crítico, y he tratado de aplicar el mismo para valorar "Los Anillos de Poder". No comparto en absoluto las críticas intransigentes y groseras, ni las valoraciones intolerantes vertidas hacia la serie de Amazon Prime, y no comulgo con la actitud arrogante exhibida por muchos supuestos "expertos" en Tokien que pueblan las redes. El fandom puede ser a veces muy taliban a la hora de expresar su opinión, pero esos mismos olvidan que J.R.R. Tokien, como devoto cristiano, era una persona tolerante, y como buen caballero inglés, sumamente educada.

Sus libros están ahí, inalterados y para el disfrute de todos, y ninguna película ni ninguna serie les hará nunca verdadera justicia. 




viernes, 4 de noviembre de 2022

SOBRE LOS ANILLOS DE PODER (Parte II)

 (continúa de ...)

Empezaba este artículo/ensayo lamentando el hecho de que las valoraciones negativas vertidas contra la serie de Amazon Prime "El Señor de los Anillos: Los Anillos de Poder" se centraban casi exclusivamente en el distanciamiento de dicha serie respecto al canon establecido por Tokien en su legendarium. Muchos de los que intepelaban a boicotear la serie y respetar la memoria del escritor, proclamaban al mismo revisitar la adaptación cinematográfica de Peter Jackson como ejemplo de buena adaptación literaria.

Es innegable de la trilogía dirigida por Peter Jackson es un espectáculo cinematográfico de primer orden y un hito del séptimo arte, pero ¿es realmente una buena adaptación? En mi opinión, rotundamente NO, y voy a tratar de explicar el porqué de mi postura.


ANALISIS I: LA TRILOGIA CINEMATOGRÁFICA

Vaya por adelantado que pienso que cualquier adaptación, cinematográfica o televisiva, de una obra literaria o un comic, es en cierta manera una transgresión, simplemente por el hecho de que cine, televisión, literatura y comic utilizan recursos expresivos y narrativos completamente diferentes, propios del medio en el que nació la obra orignal, y por lo tanto completamente alienos a cualquier otro medio expresivo. Y eso hace que, inevitablemente, algo, parte de la esencia de la obra original, se pierda por el mero hecho de adaptarla, lo cual no impide que se pueda hacer un adaptación inteligente, modélica y lúcida de un libro a la pantalla si se hace de forma adecuada.

Pongamos por ejemplo el "Watchmen" de Alan Moore y Dave Gibbons. Cierto es que Moore siempre ha expresado su descontento hacia la forma en cómo sus obras han sido adaptadas a la gran pantalla, dando como resultado subproductos que llegan incluso a provocar vergüenza ajena (¿Alguien ha mencionado "La liga de los caballeros extraordinarios"?). Pero en el caso de "Watchmen" del desinterés de su autor hacia la adaptación cinematográfica fué mayúsculo ya desde mucho antes que arrancase su producción. ¿Porqué? "Wachmen" es sin duda una obra seminal no ya del género superherorico, sino de la historia del cómic. Al margen de explorar la figura del superhéroe desde una optica psicológica y sociopolítica, Moore planteó su obra con la intención de explorar las posibilidades narrativas del medio, elevándolo a cotas nunca vistas hasta entonces. Así pués Moore defendia, no sin razón, que una adaptación cinematográfica de "Watchmen" carece por completo de sentido. El film de Zack Snyder es extremadamente fiel al argumento del comic original, especialmente en el corte conocido como "Ultimate Cut", el cual integra en la trama los relatos del navio negro. Snyder planifica, encuadra y monta muchas de las escenas del film reproduciendo casi de forma obsesiva las viñetas de Dave Gibbons, y el guión de la película transcribe palabra por palabra muchos de los diálogos escritos por Moore. Pero más allá de que Snyder no haya sabido captar la esencia misma del cómic original, la intención primera de Moore al escribir "Watchmen" simplemente se pierde por el mero hecho de ser imposible de trasladar a la pantalla. Se puede adaptar con mayor o menor acierto la historia, pero eso es todo.

Algo parecido ocurre con "El Señor de los Anillos" de Peter Jackson.

"El Señor de los Anillos" es la primera obra que explora más allá de la mera narración escrita la creación de un universo singular. Trataré de explicarme. Para narrar la historia del Anillo Único o, previamente, la historia de la Primera Edad de la Tierra Media, Tolkien edifica un contexto rico, detallado y pormenorizado sobre el cual va a narrar sus relatos. Ese contexto le va a servir de punto de apoyo para la narración, pero al mismo tiempo la enriquece, la expande y la complementa. Tolkien, para su universo de la Tierra Media, crea una mitologia y una religión propias, crea un lenguaje y una escritura (varios, de hecho), crea una heráldica y una semiótica, crea un paisaje detallado plasmado a través de numerosos mapas, crea genealogías, ejes cronológicos, notas sobre escritura y pronunciación, runas, gráficos, diccionarios... Toda esa información la vierte el escritor en los numerosos apéndices que se incluyen en obras como "El Silmarilion" o "El Señor de los Anillos", y esos apendices se convierte en los fundamentos sobre los cuales va a construir su legendarium. Por ello mismo J.R.R. Tokien se erige no ya en narrador/inventor del relato sino en cronista del mismo, como si realidad no fuese más que el trasmisor una historia que ya existía antes que él, y por lo tanto su postura con respecto a su propia obra es en cierta forma más próxima a la de un historiador que a la de un escritor propiamente dicho, por mucho que esa Historia surja de su propia imaginación y sea por lo tanto una invención.

"El Silmarilion", los "Cuentos inconclusos" o "El Señor de los Anillos" son algo más que novelas de Fantasia, no solo por todo el ideario teológico, mitopoético o filosófico que subyacen en sus textos, sino por ser las primeras obras en explorar las posibilidades narrativas del género fantástico en un contexto más amplio que el circunscrito al mero relato. Todo el conocimiento lateral vertido en esos apendices forman parte indosoluble de la narración misma, pero son imposibles de trasladar al medio cinematográfico, y por eso mismo "El Señor de los Anillos" se ha considerado durante mucho tiempo una obra inadaptable. "El Señor de los Anillos" es una historia que se concibió para ser leída, no para ser filmada.

Así pues, en mi opinión, la trilogía de Peter Jackson, por éste y otros motivos que trataré de exponer más adelanate, no es sino una adaptación muy superficial de la obra tolkiana, pues se limita a trasladar tan solo el argumento principal de la misma ante la imposibilidad de verter en imágenes todo aquello que lo complementa.

Partiendo de la premisa de la "inadaptabilidad" de la obra escrita, ¿puede decirse que Peter Jackson y su equipo de guionistas, Fran Walsh y Philippa Boyens, han hecho un mal trabajo adaptando "El Señor de los Anillos" a la gran pantalla? Sí y no. Y aquí necesito explicarme de nuevo, pues aunque considero que la trilogía de director de Wellington es un GRAN espectáculo cinematográfico, es un film fallido en términos de adaptación.

Debo comentar que consiero que la trilogía de Peter Jackson es, a grandes rasgos, realmente fiel al argumento del libro, lo cual no debe impedirnos constatar que los guionistas han hecho no pocos cambios con respecto a la obra original, motivados algunos por la necesidad de adaptar el ritmo del libro a las necesidades de una películo, y otros por la necesidad de hacer ciertas concesiones a una audiencia mucho más amplia, buena parte del cual posiblemente no había leido las novelas o incluso oído hablar de las mismas antes del estreno de las películas. Veamos algunos ejemplos: 

  • El episodio de los tumularios desaparece por completo en la adapatación cinematográfica por tratarse de una trama demasiado episódica y que no aporta nada al relato general, lo cual es un acierto desde un punto de vista cinematográfico y favorece a la película; 
  • El personaje de Glorfindel, quién rescata a Frodo en el Vado de Sarn, también desaparece y es sustituido por Arwen, lo cual de nuevo es un acierto. Glorfindel apenas interviene en un par de párrafos en el libro y no vuelve a aparecer en el relato; al sustituirlo por Arwen no solo se elimina un personaje muy secundario sino que a la vez se potencia otro, la propia Arwen, que en la obra original tiene una participación más marginal; con ello, además, el romance entre Arwen y Aragorn cobra mayor protagonismo, lo cual, de nuevo, favorece al film; 
  • Más polémico es el episodio de Tom Bombadil. Su presencia en la obra siempre ha generado un encendido debate, y aunque su sub-trama funciona muy bien en la estructura capitular de la obra, su inclusión en la película hubiese supuesto un coitus interrumptus en el desarrollo de la trama principal. Dejando a un lado el debate sobre su origien y verdadera función, el escritor siempre defendió su inclusión por dos motivos: a) Tom Bombadil era el nombre de un muñeco de la infancia del escritor, de manera que el hecho de incorporarlo al relato supone en cierta manera un guiño a su pasado; b) Tolkien defendía que en toda edad mitológica debe haber siempre algunos enigmas y Tom Bombadil era, intencionadamente, uno de ellos. Además uno de los grandes debates del libro es acerca de la utilización o no del Anillo Único (volveremos sobre ello) y Tolkien quería introducir un punto de vista completamente ajeno a dicho debate y por lo tanto neutral. Así pués la exclusión del personaje en la adaptación cinematográfica favorece el ritmo de la película, sí, pero al mismo tiempo nos sustrae un punto de vista ideológico que podría enriquecer el debate en torno al relato;
  • El otro capitulo cuya eliminación también suscitó no poca controversia es "El saneamiento de la Comarca". Cierto sector del público se quejó de que "El retorno del Rey" tenía "demasiados finales". Si recapitulamos como se suceden éstos en la adpatación cinematográfica tendríamos: la destrucción del Anillo Único en el Monte del Destino, la posterior coronación de Aragorn, el posterior regreso de los 4 hobbits a la Comarca, la posterior despedida de Frodo en los Puertos Grises, y, finalmente, el regreso de Sam a casa. ¿Como hubiese reaccionado ese mismo público ante la inclusión de un largo epílogo posterior al destrucción del anillo y la coronación del rey? "El saneamiento de la comarca" funciona perfectamente en la estructura por capítulos del libro y además tiene una profunda razón de ser, pero, de nuevo, su eliminación favorece el ritmo cinematográfico y evita un final en exceso alargado hasta la extenuación. Aún así su eliminación nos priva de nuevo de un aspecto fundamental del relato. Ya habíamos comentado previamente que Tolkien negaba cualquier intención alegórica en su obra, pero algunos estudiosos relacionan "El saneamiento de la Comarca" con la situación vivida en Inglaterra al finalizar la 3ª Guerra Mundial. Es cierto que los Aliados ganaron la guerra y derrotaron al 3er Reich, pero tras ganar la Guerra Inglaterra vivió un duro, largo y penoso proceso de reconstrucción del país. Y eso mismo es lo que refleja "El Saneamiento de la Comarca": Barar-Dûr ha caído, Sauron ha sido vencido, pero aún quedan heridas profundas que restañar. No es suficiente con ganar una guerra y derrotar al enemigo, el proceso posterior de reconstrucción y saneamiento no puede ser obviado;  
  • Y por último comentaré la presencia de elfos en el Abismo de Helm, que sí, que quedan muy chulos y son muy vistosos, pero demuestra que Peter Jackson no ha entendido buena parte del libro y s ha quedado solo en la superficie. "El Señor de los Anillos" pues interpretarse como una revisión del mito arquetípico del Viaje del Héroe, pero también es una historia que nos habla del final de una era. La 3ª edad de la Tierra Media está llegando a su fin, y los elfos entienden que su época ya ha pasado y deben regresar a su hogar ancestral. Jacson de hecho rodó escenas para "La Comunidad del Anillo" donde mostraba a elfos encaminándose a los Puertos Grises para abandodar la Tierra Media, así pues resulta simplemente absurdo que Elrond decida enviar elfos a combatir en el Abismo de Helm a sabiendas que solo les espera una muerte segura. 

Algunas de esas tramas y partes de la historia son eliminadas por Peter Jackson para favorecer el ritmo y la fluidez del relato cinematográfico. Podemos concluir que son cambios necesarios y por ello los aceptamos, pero aquí volvemos a hacernos la misma pregunta: ¿es "El señor de los anillos" una buena adaptación de la obra de Tolkien? Es innegable que a grandes rasgos la trilogía se mantiene fiel a las diversas tramas y personajes del relato escrito, pero, ¿ha sabido Peter Jackson captar la verdadera esencia del mismo? Personalmente creo que no, y aquí me gustaría hacer un inciso: en una era que todo el mundo tiene acceso a las redes sociales y se le brinda la oportunidad de expresar su opinión, Internet se llena de supuestos "expertos" en Tolkien. 

Para empezar Tokien es más que "El Silmarilion", "El Hobbit" y "El Señor de los Anillos". Para entender a Tolkien de una manera profunda hay que leer "El herrero de Wooton Mayor", "Hoja, de Niggle" y "Mitopoeia", y también "Roverandom", "El señor Bliss" y "Egidio, el granjero de Ham". Para entender a Tolkien en toda su extensión no basta con leerlo, hay que estudiarlo. Muchos supuestos expertos en Tolkien exhiben en canales de Youtube su conocimiento enciclopédico de las diversas genealogías, cronologías y heráldicas que pueblan su obra, conocimiento al que cualquiera puede acceder simplemente a través de la wikipedia. Hay que leer a Tokien, sí, y además de una manera crítica, pero también hay que leer SOBRE Tolkien, y hay que hacerlo a través auténticos estudiosos de su obra como Tom Shippey o Eduardo Segura, y hacerlo siempre con amplitud de miras y al mismo tiempo con sentido critico. No creo que haga falta reseñar aquí que yo NO soy ni me considereo ni mucho menos un experto o estudioso en Tolkien y su obra, por mucho que haya leído la mayoría de la mismas y algunas más de una vez.

¿Donde falla pués la adaptación llevada a cabo por Peter Jackson? Para mí el aspecto más fallido reside en el hecho de que Jackson no entendió nunca la esencia verdadera del relato: la construcción de una nueva mitología no ya para Inglaterra (como declaró en alguna ocasión el propio Tolkien) sino para toda la Humanidad (como ampliaba acertadamente Pedro Angosto en su blog "The Man of Bronze"), una mitología basada en unos profundos valores humanistas y filosóficos fundamentados en las fuertes creencias cristianas del autor. Todos esos valores simplemente están ausentes en esta trilogía cinematográfica.

Tolkien, por ejemplo, era un pacifista convencido, y su participación en la 2ª Guerra Mundial acrecentó su sentimiento antibelicista. En "El Señor de los Anillos" Tolkien aboga siempre por la destrucción del Anillo Único, al arma más poderosa concebida, y su no utilización ni aún movido por los más nobles fines. Y sin embargo Peter Jackson contracide ese sentimiento antibelicista dedicando largas, larguísimas secuencias de batallas en el Abismo de Helm o la batalla de los Campos de Pelennor, por ejemplo, mientras que Tolkien las despacha siempre de manera mucho más concisa, dedicándoles a lo sumo un breve capítulo; Tolkien entiende que la violencia forma parte de un relato épico pero nunca se recrea en ella.

Otro aspecto de su estilo de escritura que es que Tolkien siempre fué parco en la descripción física de sus personajes más allá de algunos pocos detalles definitorios y que casi siempre expresados en forma de metáforas ("un rostro que no era ni joven ni viejo aunque uno podía ver en el el recuerdo de muchas cosas, felices y tristes"), por el contrario su amor por la naturaleza le llevaba a escribir largas y detalladas descripciones de los paisajes en sus obras. Ese sentimiento conservacionista, precursor en cierta forma del ecologismo moderno, de nuevo está ausente en la trilogía cinematográfica. 

Como ya comenté en la primera parte de este artículo, Tolkien no era contrario a una adaptación cinematográfica de su obra y aceptaba la necesidad de cambios menores en la trama, pero no toleraba que se alterase el caracter esencial de los personajes. Peter Jackson, sin enbargo, no duda en ridiculizar a un personaje como el enano Gimli y reducirlo a mero recurso cómico, o exagerar las habilidades acrobáticas del elfo Legolas conviertiéndolo a veces en un vulgar action man, o incluso alterar en ocasiones el caracter de un personaje como Gandalf haciendole adoptar actitudes casi macarra (véase el momento en "El retorno del Rey" en que el mago golpea a Denethor) algo que entra totalmente en contradicción con la forma en que el escritor describió al personaje. Es evidente que Jackson y sus guionistas hacen todos estos cambios no pensando en el respeto que le deben al autor y su obra, sino en satisfacer las expectativas de un amplio y variado sector de la audiencia, desconocedor en su mayoría de la obra tolkiana. Las películas tienen que tener humor, por mucho que éste apenas esté presente en los libros y solo de manera muy sutil, y ese humor no importa que sea vulgar y chusquero si con ello se accede a un público más amplio. Las películas tienen que tener romance, por mucho que ese no vertebre el relato y reciba un tratamiento más marginal en el mismo. Las películas tienen que tener secuencias de acción y cuanto más exageradas, mejor, por mucho que esa acción sea tratada en los libros de manera más breve y escueta. Y por supuesto todos los personajes tienen que derrochar carisma, por mucho que a veces ello entre en contradicción con la forma en cómo son retratados en los libros.


No quiero que mis palabras lleven a equívoco. Me gustan las péliculas de Peter Jackson y creo que la trilogía en conjunto es un espectáculo MAYUSCULO en terminos cinematográficos. Son sumamente entretenidas y en muchas ocasiones francamente emotivas. Pero todo ello no me impide reconocer que en terminos de adaptación literaria al cine, la trilogía de "El Señor de los Anillos" es simplemente fallida. Y si entramos a valorarla desde un punto de vista puramente cinematográfco, hay ciertos aspectos que deben ser comentados: Peter Jackson es un director que carece de sutileza y tiende al exceso; en algunas ocasiones abusa de ciertos recursos como los ralentís o los travellings aéreos y en otras manifiesta cierta desidia en escenas carentes de ritmo. En la trilogía podemos encontrar algunos fallos de racord sonrojantes (como la "desaparición" de la vara de Gandalf en "El retorno del rey"), fruto la mayoría de descartar algunas escenas clave para ser mostradas en una posterior versión extendida, concebida esta última en terminos púramente mercantilistas.

No todo es negativo, ni mucho menos. Entre los aspectos positivos tenemos un ajustadísimo y acertado elenco actoral, un diseño de producción (vestuario, maquillaje, decorados...) soberbio y una magistral banda sonora a cargo de Howard Shore que se muestra mucho más cercana a la esencia de la obra tolkiana (épica, solemne, emocional) que, a veces, las propias imágenes.

Pero si la trilogía cinematográfica de "El Señor del los Anillos" es discutible en terminos de adaptación, la de "El Hobbit" lo es aún más. Tolkien concibe esta última como una precuela de la primera, cuando en realidad "El Señor de los Anillos" es una secuela de "El Hobbit". Y convien destacar este punto, porque lo que hace Peter Jackson es adaptar el tono, tanto a nivel narrativo como estético, de la nueva trilogía al ya mostrado en "El Señor de los anillos", desponjando pués a "El Hobbit" de toda personalidad propia (es un libro mucho más ligero, menos oscuro y dirigido a un lector más joven) e incluso repitiendo aquellos esquemas que le habian funcionado bien en las películas precentes. Y hay dos ejemplos muy claros. El primero el de Legolas, que repite en "El Hobbit" cuando es un personaje ausente en el libro, y lo hace solo para continuar exhibiendo sus habilidades acrobáticas, de manera aún más exagerada, cuando no ridícula, a la mostrada en "El Señor de los Anillos". El otro ejemplo recae en el personaje de Tauriel: Jackson no solo se invente un personaje femenino para un relato que carece de ellos, sino que además vuelve a repetir el argumento del romance interracial que no existe en el libro, sustituyendo el enlace hombre-elfa por un elfa-enano, todo ello con la única intención de captar el interés (entiendase "más entradas vendidas") de público femenino.

Llegados a este punto solo me queda concluir que la trilogía de "El Señor de los Anillos" es un muy disfrutable espectáculo cinematográfico pero una, cuanto menos, discutible adaptación de la obra de J.R.R. Tolkien. Ahora bien, ¿que podemos decir a propósito de "El Señor de los Anillos: Los Anillos de Poder"? Eso lo dejo para la siguiente y última parte de este artículo.

(continua en ...)

domingo, 30 de octubre de 2022

SOBRE LOS ANILLOS DEL PODER (Parte I)

Pocas producciones televisivas han generado recientemente tanta controversia como "El Señor de los Anillos: Los Anillos de Poder" de Amazon Prime. La serie ha creado una fuerte división entre crítica y fandom, y si bien la primera se ha mostrado ampliamente favorable a la serie, el fandom ha vertido críticas furibundas hacia la misma llegando incluso al protagonizar un fenómeno de review bombing (bombardeo intencionado de críticas negativas) que yo considero francamente despreciable.

Pero, ¿hay realmente para tanto? El 99% de las críticas negativas que yo he leído o escuchado se basan únicamente en reseñar la falta de respeto de la serie respecto al canon literario establecido por el autor de "El señor de los anillos", J.R.R. Tolkien. Yo, por el contrario, voy a situarme entre los pocos que defienden esta producción televisiva, y voy a tratar de explicar el porqué, pero para ello primero voy a tratar de establecer un debido cotexto para matizar mis opiniones.

CONTEXTO I: EL LEGENDARIUM

"El Hobbit" fué la primera obra publicada de Tolkien en vida, allá por el 1937. Si bien mucho antes Tolkien ya llevaba tiempo trabajando en una obra que iba a ser el corpus literario de su legendarium y que inicialmente era conocida como "El libro de los cuentos perdidos". Tolkien tenía entonces la intención de crear lo que el concibió como una "mitología propia para Inglaterra", y que tenía su principal inspiración en las leyendas nórdicas. Esa inspiración surgía en parte de la devoción que Tokien sentía por las leyendas y los cuentos de hadas tradicionales centroeuropeos y en parte por la admiración hacia las lenguas nórdicas y en particular el finés, que a la larga se acabó convirtiendo en la base sobre las que el escritor creó las lenguas élficas: el quenya y el sindarin. Tolkien no ocultó un cierto menosprecio hacia la mitología clásica grecoromana, y es en parte comprensible, pues mientras que en llos mitos nórdicos predominan temas más "elevados" (el honor, la venganza, la redención...), salvo las grandes excepciones de algunos héroes clásicos (Ulises, Aquiles, Jasón, Perseo...), las principales motivaciones de la mayoría de los personajes de la mitología clásica suelen ser más prosaicas: el deseo, la lujuria, la envidia..., sobretodo cuando hacemos referencia a los dioses olímpicos. El legendarium que pretendia construir Tolkien tenía que estar fundamentado sobre ideales mucho más nobles, idea que surge del fuerte convencimiento católico del autor.

Tolkien no vería acabada en vida la construcción de dicho legendarium, debido principalmente a las contínuas revisiones y reescrituras de los diferentes cuentos y relatos que formaban parte del mismo. Dicha obra inacabada sería recopilada y reestructurada por su hijo Christopher tras la muerte de su padre, dando pié, primero, a "El Silmarilion" (relato fundacional de toda la obra de Tokien basada en Arda y la Tierra Media) y posteriormente a las obras que estudian la concepción de los relatos perdidos como "Los hijos de Húrin", "Beren y Luthien" o "La Caída de Gondolin". Pero mientras trabajaba en dicha obra mitológica, frente a la cual Tolkien optó por adoptar la postura no de creador sino más bien de cronista, Tokien escribió "El hobbit".


"El Hobbit", obra que surgió de manera casi accidental a partir de una frase casual escrita en el margen de una hoja ("En un agujero en el suelo vivia un hobbit"), incialmente no era más que un relato que Tolkien concibío para entretener a sus propios hijos. Tolkien leyó algunos fragmentos de este relato a algunos de sus colegas del grupo literario "The Inklings" (del que también formaba parte C.S. Lewis, autor de "Las crónicas de Narnia"), y fueron estos los que le animaron a publicarlo. Tokien presentó el texto a los editores Allen & Unwin, que le animaron a finalizarla y la publicaron en 1937. La obra se convirtió en un inmediato éxito de crítica y ventas.

Tal fué el éxito de la obra que los editores convencieron al escritor para escribir una secuela, y es aquí donde surgieron ciertos problemas. "El hobbit" era un relato concebido totalmente al margen del legedarium que estaba construyendo Tolkien y del cual no quería distanciarse. Así pués dicha secuela sufrió no pocas reescrituras para acabar integrándose en el corpus de la mitología de la Tierra Media, y por ello algunos de los hechos narrados en "El hobbit" fueron reintepretados tras la escritura de "El Señor de los Anillos", que es cómo acabó titulándose dicha secuela.

No cabe duda que "El Señor de los Anillos" es la obra más famosa, apreciada y valorada por el fandom por más que a) era una obra de encargo que Tokien nunca tuvo intención de escribir, y b) es una secuela de una obra previa que surgió de manera casi accidental. Los editores demandaban a Tolkien un nuevo relato de y sobre hobbits, cuando en realidad lo que él quería escribir era una relato más épico, más maduro, más "elevado". Tolkien acabó encontrando el equilibrio entre lo que él queria narrar y lo que le pedian editores y lectores, dando como resultado una obra que fué cambiando de tono, más solemne y más oscuro que "El Hobbit", que a la postre no deja de ser un relato de aventuras fantásticas orientado a un lector juvenil. Es interesante seguir el proceso de revisión y rescritura contínuos a los que el escritor sometió a esta obra (lease la "Historia de la Tierra Media" recopilada por su hijo Christopher), y como al final el autor encontró a manera de integrar dicha historia de una manera orgánica dentro de la gran obra mitológica que iba a narrar la Historia de Arda y la Tierra Media. Tokien querría narrar historias de elfos y hombres; lectores y editores le pedía más aventuras con hobbits como protagonistas; en la versión final de la obra todos ellos tiene voz propia en el gran relato de la Guerra del Anillo.

Me gustaría aquí hacer un inciso aquí para hablar del conflicto que tenía el autor entre dar rienda suelta a sus deseos personales como narrador y la deuda que el sentía que había contraído con los lectores que había contribuido a popularizar sus libros, pues el estudioso Tom Shippey define a Tokien (creo yo que acertadamente) como un escritor "no profesional", en el sentido que él escribe lo que él, como lector, le gustaría leer, y no duda en utilizar a veces de manera una tanto burda alguos recursos literarios como la elipsis siin preocuparse realmente que ello pueda frustar las expectativas de los lectores. Es particularmente sangrante el pasaje omitido de "El Hobbit" que hace referencia a la batalla de Concilio Blanco contra el Nigromante: Tokien siente que necesita sacar temporalmente a Gandalf del relato, y cuando más tarde lo recupera en la narración no es sino hacia el final del libro que despacha en apenás un par de frases que Gandaf ha ayudado en la batalla con el Nigromante. Es una elipsis brusca y forzada que Tokien no siente necesario explicar en detalle por mucho que los lectores quieran saber más al respecto. Cuando Tolkien escribe "El Señor de los Anillos" y tiene que dar una nueva interpretación a los hechos narrados en "El Hobbit", recupera dicho episodio pero solo de manera sucinta, frustrando de nuevo los anhelos del lector de más información al respecto. Así pués Tolkien se hallaria pues en las antípodas de un escritor como George R. Martin, autor de "La Canción de Fuego y Hielo", quien conocedor de todas las terorias vertidas por sus lectores en internet, gusta de jugar con las expectativas de los mismos para frustarlas o satisfacerlas a conveniencia.

Conviene decir aquí que aunque se ha covertido con el tiempo en una de las obras de referencia de lo que se denomina "Alta Fantasia", y que ha ejercido una influencia indiscutible en obras y autores posteriores (Ursula K. Leguin y sus "Libros de Terramar", George R. Martin, Robert Jordan y un larguísimo etc.), en el momento de su publicación (entre 1954 y 1955) la critíca especializada dispensó a "El Señor de los Anillos" una recepción más bién fría y poco alagüeña. Sin embargo ello no impidió que el libro tuviese una enorme acogida popular, siendo adoptada, por ejemplo, como uno de los textos de referencia de la contracultura y el movimiento hippie americano por su caracter anti-belicista (volveremos sobre ello), y convirtiendose con el tiempo en uno de los libros más leídos de la historia de la literatura.

No fué hasta 1977, años después del fallecimiento de su padre, que Christopher Tokien publica "El Silmarilion". El libro en realidad recopila varios relatos: el "Ainulindale" que narra el orignen del mundo, el "Valaquenta" que habla de los poderes y funciones de los Valar, el "Quenta Silmarillion" propiamente dicho, que narra la saga de la creación, búsqueda y perdida de los Silmarilii, el "Akallabeth" que narra la caída de Numenor, y el epílogo "De los anillos de poder y la tercera edad". El "Quenta Silmarllion" a su vez engloba en una única narración algunas de las leyendas que inicialmente formaban parte del "Libro de los cuentos perdidos" como son "La balada de Beren y Luthien", "Los hijos de Hurín" o la "La Caída de Gondolin". Todos estos relatos, que arrancan con la creación de Arda (el Mundo), los ubicó Tolkien en la 1º edad ("Ainulindale", "Valaquenta" y "Quenta Silmarillion") y la 2ª edad ("Akallabeth") del mundo, y por ese motivo decidió entonces ubicar las narraciones de "El hobbit" y "El señor de los anillos" en la 3ª edad.


CONTEXTO II: IDEOLOGIA

"El Señor de los Anillos" ha sido analizado e interpretado desde muy diversas perspectivas, no solo literarias, sino también mitológicas, filosóficas, teológicas e incluso políticas, y aún así Tokien siembre negó cualquier intención alegórica en su obra, lo cual no significa que el autor, de una manera más o menos consciente, vertiese buena parte de su pensamiento filosófico y teológico en sus escritos, así como su visión personal del mundo y la sociedad que le tocó vivir. Tokeien prefería hablar de "aplicabilidad" antes que de alegoría. Al respecto conviene señalar que Tokien era un devoto católico, y que su pensamiento cristiano se haya presente en buena parte de su obra. Como devoto cristiano Tokien aborrecía cualquier forma de violencia o discriminación hacia otras razas o pueblos, y manifestó públicamente su rechazo al nazismo del Tercer Reich, el comunismo stalinista de la antigua Unión Soviética o los movimientos apartheid de su Sudáfrica natal, de ahí que cualquier interpretación de su obra en clave racista, xenófoba o misógina carezca de fundamento.

Otro de los grandes pilares ideológicos de su obra se basa en su profundo convencimiento pacifista y antibelicista, que surge de su contemplación de los horrores de la guerra durante la 2ª Guerra Mundial, en la cual participó activamente como parte del ejercito inglés. Y aunque de nuevo Tokien niega una intención alegórica, no son pocos los que ven en el anillo único de "El Señor de los Anillos" una parábola de la bomba atómica de Hiroshima-Nagasaki. Tolkien manifestó su repugnancia ante la utilización de la bomba al final de la Gran Guerra, de ahí que en su obra aboga siempre por la destrucción del anillo y nunca de su utilización, ni aunque fuese para los más nobles fines.

Por último conviene resaltar su postura conservacionista en terminos de ecologismo. Tolkien no se oponía al progreso, pero si al crecimiento desmesurado y descontrolado de una industrializacón que estaba acabando con el tradicional paisaje rural inglés, aspectos que fueron plasmados en varios paisajes de "El Señor de los Anillos", obra en la que Tokien vuelca de manera profusa su amor por los árboles y los bosques de Inglaterra.

CONTEXTO III: LA CUESTIÓN DE LOS DERECHOS

Es necesario señalar que Tokien no se oponía a una adaptación cinematográfica de su obra, si bien es cierto que el únicamente la veía posible como film animado debido a las limitaciones y la complejidad de una eventual adaptación en imagen real. Conviene señalar que "El Silmarilion" no se publicaría hasta 1977, años después del fallecimiento del autor en 1973, y que Tolkien entabló conversaciones sobre los derechos cinematográficos de us obra a finales de los 60. El autor vendió en vida los derechos sobre "El hobbit" y "El Silmarilion" en 1969 a la United Artist. Por aquel entonces Tolkien puso de manifiesto la condición que de dichos derechos no debían caer en manos de Walt Disney, al que despreciaba por la forma en como había infantilizado y pervertido la esencia de los cuentos tradicionales centroeuropeos, incluidas las adaptaciones de otras obras de Perrault, Carlo Collodi, Lewis Carroll o Rudyard Kipling. Tokien, asimismo, no objetaba que una adaptación pudiese aportar cambios respecto a la obra original, pues entendía que cine y literatura son medios de expresión que utilizan recursos narrativos distintos, pero no admitía que una adaptación alterase el caracter de los personajes o adulterase el sentido y esencia de la obra original.

En 1976 el productor Saul Santz compraría los derechos cinematográficos a la United Artist y produciría una adaptación en formato animado de "El Señor de los Anillos", dirigida por el visionario Ralph Bakshi y estrenada en 1978. Dicha obra tan solo adaptaba de forma parcial los 2 primeros libros de la trilogía, "La comunidad del anillo" y "Las dos torres", y concluía con la batalla en el Abismo de Helm, quedando por tanto inconclusa. Aunque con el tiempo se ha convertido en un film de culto, la acogida comercial en el momento de su estreno fué más bien tíbia. Previamente en 1977 el tamdem Arthur Rankin y Jules Bass había producido una adaptación animada de "El hobbit", y ya en 1980 acometerion la tarea de concluir la adapatación inacabada de Bakshi en un telefilm titulado "El retorno del Rey". 

Los derechos cinematográficos de la obra de Tolkien siguieron un tortuoso camino primero a través de la Miramax de Harvey Wenstein hasta acabar finalmente en las manos de New Line Cinema, lo que permitió a Peter Jackson llevar a buen puerto su sueño de rodar una trilogía basada en "El Señor de los anillos" que se estrenaría durante el 2001 ("La comunidad del anillo"), el 2002 ("Las dos torres") y el 2003 ("El retorno del rey"). Los derechos de "El hobbit" los retendría Tolkien Enterprises, compañia fundada por Saul Saentz para explotar los derechos cinematográficos de la obra de Tolkien, auqnue finalmente se llegaría a un acuerdo con Warner Pictures y New Line Cinema para producir una nueva trilogía basada en "El Hobbit" que se estrenaría, de nuevo bajo la dirección de Peter Jackson, en 2012 ("Un viaje inesperado"), 2013 ("La desolación de Smaug") y 2014 ("La batalla de los cinco ejercitos").

En 2017 Amazon Prime anuncia que ha adquirido los derechos de "El señor de los anillos", y aquí conviene aclarar un par de detalles: los derechos de "El hobbit" y "El señor de los anillos" como tal los conserva Warner, mientras que los derechos de "El Silmarilion" y los "Cuentos inconclusos" obran en poder de la Tolkien State. Christopher Tolkien, último propietario de los derechos de estas 2 últimas, cedió los mismos a la Tolkien State con la condición expresa de que nunca diesen su consentimiento para una adaptación cinematográfica o televisiva. Así que, hoy por hoy, no hay posibilidad alguna de ver en pantalla grande o pequeña una adaptación de la obra de Tokien que narre la guerra de los Silmarilii, la historia de Beren y Luthien o la Caída de Gondolin.

Así pués, ¿cual es el contexto del que parte Amazon Prime para hacer su adaptación televisiva? Dado que no puede utilizar de manera explícita material extraído directamente de "El Silmarilion" o los "Cuentos inconclusos", ni tampoco utilizar el material ya tratado por Peter Jackson en los dos trilogias cinematográficas, la compañía de Jeff Bezos ha utilizado el material sobre el cual tiene derechos de explotación y sobre el cual a su vez aún no se ha hecho ninguna adaptación: los Apendices incluídos en "El señor de los Anillos". No hablamos, pues, de un relato propiamiente dicho, sino más bien de una recopilación de datos: genealogías, mapas, notas sobre escritura y pronunciación del lenguage élfico, ejes cronológicos... Como punto de partida es vago y da pie a muchas especulaciones, además de ofrecer un amplio margen de libertad (quizás demasiado) para construir un relato totalmente nuevo e inventado. Pero ese mismo material, por vago que sea, está repleto de nombres (en las genealogías) y hechos (la cuenta de los años) ubicados en la 2ª y 3ª edad del Mundo previos a los hechos narrados en "El hobbit" y "El señor de los anillos". Así pues los guionistas y show runners de "Los Anillos del Poder" pueden utilizar esos datos y elucubrar tramas inventadas a partir de los mismos siempre que a) no hagan referencias explícitas a personajes o hechos presentes en las obras sobre las cuales no tienen los derechos, y b) no contradigan ninguno de los hechos narrados en las obras escritas por J.R.R. Tolkien. 

Tom Shipey, uno de los máximos expertos mundiales en la obra de Tolkien, y que ha supervisado el desarrollo inicial de la serie, afirma que la Tokien State tan solo ha dado su permiso para ambientar la serie en la 2ª edad de la Tierra Media, y ha definido el trato al que ha llegado Amazon Prime con los diferentes actores implicados como un "auténtico campo de minas". Y no puedo menos que darle la razón.

(continua en ...)