lunes, 20 de septiembre de 2021

ANALIZANDO DUNE (2ª parte)

(Continúa de ANALIZANDO DUNE (1ª parte))

En mi entrada anterior del blog empezaba situánndome en contexto antes de hablar del "Dune" (2021) de Denis Villenueve, y lo hacía principalmente haciendo una introducción al libro de Frank Hebert y comentando la anterior adaptación de 1984 dirigida por David Lynch.

Vamos a entrar, pues, en materia para analizar esta nueva adaptación por parte del director canadiense, y me va a resultar imposible no establecer comparaciones con el film de 1984 para hablar de lo que funciona y lo que no (a mi jucio, por supuesto) en esta nueva adaptación.

 

El "Dune" de Villeneuve ha tardado casi un año en llegar a nuestras pantallas, pues inicialmente estaba previsto que se entrenase a finales del 2020. La restricciones debidas al COVID-10, entonces y ahora, han dado lugar a constantes retrasos a la espera de que la situación con el virus estuviese más controlada en aras de pemitir una mayor asistencia de público a salas exhibidoras y traducirse de esta forma en un mayor rendimiento económico de un film que, debido a la considerable inversión realizada, demanda un éxito contundente en taquilla. Y más cuando lo que hemos visto en los cines es tan solo la primera parte de lo que será un díptico cinematográfico, y cuya segunda entrega necesita que este primer film funcione bien para poder materializarse.

Partamos, de entrada, por aclarar que este "Dune" es únicamente la 1ª parte de un film dividido en dos. En su intento por matenerse lo más fiel posible al libro y tratar de abarcar la mayor parte de su contenido, Denis Villeneuve aceptó hacerse cargo del proyecto con la condición de poder dividir la filmación en 2 partes, que inicialmente debían rodarse simultáneamente, y que por motivos no del todo claros ha terminado como dos producciones independientes. la primera de las cuales se estrena ahora con una duración de 2 horas 35 minutos.

Este aspecto juega claramente en contra de uno de los films más esperados del año, porque cuando uno termina su visionado y advierte que la historia queda abierta, la sensación de frustración en el espectador es mayúscula, agrabada aún más por la constatación de que esa 2ª entrega aún no ha empezado a rodarse y que posiblmente no la veamos en pantalla hasta el 2023... eso si la filmación no se encuentra con algún impedimento y acaba por cancelarse.

Así pues la sensación que queda (o al menos ese ha sido mi caso) es la de haber asistido únicamente al prólogo de una historia mayor, porque esta primera parte no acaba de funcionar del todo como una trama autocontenida, y habrá que esperar a ver acabada la 2ª entrega de la saga para poder valorar en conjunto este mastodóntico proyecto de Denis Villeneuve de una forma más completa y más justa. Dicho esto, ¿es el "Dune" de Denis Villeneuve un mal film? En absoluto. ¿Carece de atractivos? Ni mucho menos, y luego desglosaré unos cuantos. ¿Es una buena adaptación del libro de Frank Herbert? Aquí es dónde yo voy a poner sal en la herida.

Pero vayamos por partes.

Hay un aspecto que es incuestionable en este último film de Villeneuve: está rodado con un gusto exquisito y su puesta en escena solo puede describirse como majestuosa. Villeneuve encuadra de una manera precisa, mueve la cámara con elegancia y extrae el máximo partido al formato panorámico. Aunque la película tiene algunas escenas de lucha francamente bien coreografidas y algunas batallas espaciales narradas con eficacia, no es ahí dónde el film demuestra su espectacularidad, sino en escenas aparentemente más inócuas como la llegada de las naves a Arrakis y el despliegue de la tropas de los Atreides, o la diversas panorámicas de los desiertos que pueblan la superficie de Dune. 

 

Hay también momentos francamente brillantes donde Villeuve conjuga de manera magistral es espacio escénico y el trabajo actoral, como la escena de la prueba del gom jabbar o las secuencias en que se presenta la Barón Harkonnen, escenas todas ellas que el director sabe recubrir de una atmósfera misteriosa que presagia una amenaza ulterior.


Para lograr ese tono majestuoso, casi solemne, que impregna casi todo el metraje de "Dune", Villeneuve ha sabido rodarse de colaboradores de primer orden como Greig Fraser en la cinematografía, que sabe jugar muy bien con los tonos ocres, terrosos y apagados de todas las secuencias de Arrakis, los más fríos de Caladan, o los tonos acerados, casi monocromáticos, de Giedi Prime y el resto de escenas que involucran a la casa Harkonnen; o Bob Morgan y Jaqueline West en las tareas de diseño de vestuario (particularmente sugerentes son las inquietantes vestimentas neo-goticas de la hermandad Bene Geserit, o las vestimentas de reminiscencias árabes que luce la Dama Jessica en alguna secuencia del film y que recuerda a un traje de odalisca); o, muy especialmente, Patrice Vemette encargado del diseño de producción del film.

Quiero ver en su diseño de producción, particularmente en lo que respecta al diseño de interiores, la influencia del racionalismo arquitectónico o la arquitectura orgánica de Frank Lloyd Wright. Frente al barroquismo retrofuturista que veíamos en muchos interiores de la versión de David Lynch, Vermette opta por la simplicidad y las líneas geométricas, sin apenas detalles decorativos. Algo lógico si tenemos en cuenta que el mensaje ecologista de la obra de Frank Herbert casa muy bien con esa tendencia arquitectónica que busca integrar de manera orgánica la vivienda en el paisaje que le rodea, aprovechando la máximo tanto el espacio como la luz natural. De hecho Vermette opta en muchas ocasiones por reducir el decorado a su mínina expresión, en un ejercicio de minimalismo extremo, como muchas de las secuencias que transcurren en Caladan, planeta natal de la casa Atreides, en las que se juega simplemente con la luz y el espacio vacío dejando el decorado en completa oscuridad.

 

Por contra, y de nuevo apelando al mensaje ecologista del libro, se opta por dar mayor protagonismo a los paisajes naturales, como en Caladan (véase por ejemplo la escena en la que el Duque Leto y su hijo conversan en lo que parece ser un cementerio y rodada en Stad, Noruega) y sobretodo en Arrakis, donde Villeneuve saca el máximo partido a los bellísimos paisajes deserticos del Wadi Rum jordano (localización mítica donde se rodó el "Laurence de Arabia" de David Lean) o el Rub 'al Khali de los Emiratos Árabes.

 

Sin abandonar los aspectos digamos "artísticos" del film, más cuestionable me parece el empleo de la música por parte de Hans Zimmer. Zimmer opta aquí por la atonalidad y los golpes de efectos, con una música atronadora y que en ocasiones se suerpone al diálogo e incluso llega a resultar molesta. No puede achacarse sino falta de original al compositor aleman desde el momento en que utiliza de manera demasiado obvia la música de inspiración árabe, por aquello de que la película está ambientada mayormente en paisajes deserticos. Zimmer construye una música que es efectiva y efectista a partes iguales, en la que renuncia a la construcción melódica (ya sabemos que Zimmer es poco amigo de componer leiv-motivs fácilmente identificables) en favor de la atmósfera y la búsqueda de sensaciones auditivas.


(Nota: la música aquí insertada está sujeta al copyright de su autor)

Y por último no puedo dejar de comentar el aspecto interpretativo del film, con un elenco francamente solvente y que cumple con creces: el guatemalteco Oscar Isaac ejemplifica a la perfección los nobles ideales del duque Leto; Jason Momoa derrocha carisma como Ducan Idaho; Dave Bautista aporta su impresionante presencia física para dar vida a la "bestia" Rabban; Charlotte Rampling solo necesita su voz y su gesto para imponer como la Madre Gaius Helen Mohian; nuestro Javier Barden hace lo propio con su mirada y su actitud; Estellan Skarsgârd es capaz de construir un personaje inquietante como el Barón Harkonnen haciendo uso de una encomiable economía de medios; Josh Brolin resulta convincente e implicado en la piel de Gurney Halleck. Teniendo en cuenta que los fremen tendrán un mayor protagonismo en la 2ª parte del díptico era previsible que los personajes de Stilgar y Chani, interpretados por Javier Bardem y Zendaya rspectivamente, tuviesen poco recorrido en este film, quedado limitados a una mera presentación y poco lucimiento para sus actores (aunque, insisto, a Bardem le basta con atravesar una puerta, quitarse la capucha y escupir sobre una mesa, para captar toda nuestra atención).


 

Dejo para el final expresamente los que sin duda son los personajes más interesantes del film. Por un lado Paul Atreides, al que da vida es ascendente Timothée Chalamet, un personaje mucho más complejo y  matizado en esta versión que en la precendente de David Lynch. También es cierto que en aquella ocasión era un actor debutante, un por entonces escasamente carismático Kile Maclachlan, el que lo interpretaba con escasa convicción, mientras que aquí un mucho más talentoso Chalamet pone toda la carne en el asador consciente de la importancia de su personaje en la trama. Por otro lado tenemos a una Rebecca Ferguson en la piel de la Dama Jessica, en un rol mucho más agradecido (de nuevo) que en la versión de David Lynch. En el film de 1984 Francesca Annis aportaba belleza y elegancia, pero poco más. Por contra, en esta ocasión Rebecca Ferguson realiza un trabajo francamente intenso, rico en matices, en una interpretación que pone de manifiesto el conclicto existente entre las diversas sensibilidades y lealtades del personaje: su condición de Bene Geserit, de concubina del duque Leto, de guerrera y, sobretodo, de madre. Es de esperar que este personaje siga creciendo en la próxima entrega del diptico.


 

Y hasta aquí hemos desgranado los diferentes aspectos de este "Dune" de Denis Villeneuve en cuanto a espectáculo cinematográfico, con más alabanzas que críticas. Pero ahora pasaré a analizarlo en cuanto adaptación del libro de Frank Herbert, y aquí ya adelanto que no voy a ser tan benévolo.

Comentaba en mi anterior entrada del blog que abarcar la riqueza y complejidad del universo descrito por Herbert en us libro era una tarea poco menos que imposible. De hecho Lynch fracasa en su cometido pese a su loable intento de introducir la mayor cantidad posible de elmentos presentes en el libro, pero Denis Villeneuve no sale mucho más airoso de la tarea. En conjunto la versión del canadiense se me antoja mucho más acertada que la de Lynch, porque Villeuve, con acierto, opta por desmarcarse estilisticamente y narrativamente del libro y construir un espectáculo netamente cinematográfico, aún a costa de sacrificar mucha información.

Lynch, por el contrario, utiliza recursos que son claramente literarios y perjudican el ritmo de su película por mucho que aporten más información. Ya comentaba que el recurso constante de la voz en off, de la que inteligentemente prescinde Villeneuve, resultaba excesivamente forzado, y que además enel film de Lynch los diversos insertos que intentan acercar el universo de Herbert al espectador acaban siendo en exceso sobreexplicativos, como ese prólogo en clave pseudo-documental que pretende ser didáctico y acaba por ser tedioso. Se agradece el esfuerzo divulgador por parte de su director, pero hay que reconocer que David Lynch no acierta en la formas.

Villeneuve en cambio se vale de recusos estilisicos y narrativos puramente cinematográficos: no hay explicaciones redundantes, no hay voz en off, no hay escenas pseudo-documentales... Todo se narra a través de las imágenes, con una planificación y un montaje modélicos, y una acertada dirección de actores. En este aspecto el film de Villeneuve, obviando las siempre odiosas comparaciones entre los recursos técnicos empleados, supera con creces la versión de Lynch.

Sin embargo, en su esfuerzo por ofrecer un espectáculo cinematográfico de primer orden, Villeneuve deja por el camino muchos elementos del libro que sí estaban presentes en la película de David Lynch: la función de los Mentat, la historia política del imperio, las diversas utilidades de la Especia, el intrincado funcionamiento de la Cofradía Espacial, el entrenamiento Prana-Bindu, el significado del Condicionamiento Imperial... La mayoría de estos elementos, si no han sido ya expuestos en esta primera entrega, que ejerce de presentación de los personajes y del entrono que conformarán el díptico de "Dune", dificilmente serán explicados en una eventual secuela.

Llama también la atención que Villeneuve, aún contando con la posibilidad de contar su historia en los films de larga duración (este primero ya supera las 2 horas y media) haya optado por prescindir de personajes importantes de libros o reducirlos a su mínima expresión; personajes que sin embargo Lynch sí había logrado introducir en su más comprimida versión. Así pués el locuaz e impertinente Piter de Vries al que daba vida un muy expresivo Brad Dourif en la película de David Lynch, aquí acaba teniendo una presencia meramente testimonial por parte de un desaprovechado David Dastmalchian. Más sangrante aún es el caso de Feyd Rautha, personaje clave en al trama y recordado en la versión de 1984 por haber sido interpretado por el cantante Sting, y desaparecido por completo en la versión de Villeneuve.

Y digo que éste es una ausencia particularmente sangrate porque Feyd Rautha es el enemigo natural del protagonista Paul Atreides. Ambos son adolescentes, ambos son los herederos naturales de sus casas, los Harkonnen y los Atreides, y ambos representan las 2 caras opuestas de una misma moneda: la nobleza de Paul frente a la vileza de Feyd, el meditado autocontrol del primero frente a la pasión desmedida del segundo. Mientras que Paul deberá luchar en su camino por transformarse en un mesías y ganarse el favor, el amor y la confianza de los suyos, Feyd impone su condición aristócrata heredada sin haber hecho méritos por ganarse su posición.

 

Es previsible que Feyd Rautha aparezca en la 2ª entrega (si llega a filmarse), pero de momento ni siquera se ha designado un posible candidato a interpretarlo. Personalmete creo que es un error que Villeneuve no lo haya presentado en esta primera parte (en el libro Feyd Rautha ya es presentado en el 2º capítulo), pues de haberlo hecho ya se hubiese establecido la némesis natural de Paul desde el inicio, y se hubiesen creado mayores espectativas de cara a su futuro enfrentamiento en el film que vendrá.

Otro de los aspectos en los que Villeuve se distancia de Lynch es en la descripción de la casa de los Harkonnen. Lynch los identificó de una manera clara como el enemigo, el antagonista, el villano del film, y lo hizo de una manera gráfica y francamente explícita: por un lado nos presenta al barón Vladimir, jefe de la casa de los Harkonnen como un individuo repulsivo, con la piel repleta de pústulas supurantes y que exhibe un comportamiento depravado y libidinoso, inequívocamente homosexual. Sus sobrinos no salen mejor parados, con un tosco y grosero Gossu Rabban y un Feyd Rautha de gesto autosuficiente y mirada enloquecida. Lynch se toma ciertas libertades amparándose en la descripción más vaga que hace Herbert en su libro, pero su retrato de los Harkonnen, pese a ser excesivo y grotesto, funciona perfectamente en el contexto del film, y de hecho es en algunas de las escenas más sordidas que protagonizan, donde Lynch ha gozado de mayor libertad creativa a la hora de realizar un trabajo más personal.

Villeneuve ha preferido no cargar las tintas en exceso y ofrecer una versión más sutil de los Harkonnen, más inquietante que sórdida, más amenazadora que depravada. Aún frente a la ausencia (repito, inexcusable) de Feyd Rautha, Gossu Rabban es el exponente más físico del clan, si bién Villeneuve se muestra excesivamente cauto en mostrar su lado violento, que casi siempre ocurre fuera de plano. Por contra, la presentación del barón Vladimir es modelíca: primero como una figura difusa rodeada de niebla, después como una inquietante y colosal mole que flota en la oscuridad. La representación de la amenaza que representan los Harkonnen también es más sutil en el film de Villeneuve, pues mientras que Lynch exponía dicha amenaza de una manera clara (las maquinaciones del emperador Sadham IV no se sienten como tales en su versión), Villeneuve prefiere jugar con la ambigüedad, poniendo de relieve el poco claro y confiable papel de la Bene Geserit en todo este entramado como posible aliado de los Harkonnen. Así pues la amenaza que la versión de 1984 estaba concentrada en un único clan, aquí se diluyen entre los Harkonnen, la Bene Geseerit y un emperador no presente pero que se siente maquiavélico en la distancia.

¿Es mejor el retrato que ofrece Villeneuve que el que hizó Lynch en su día? Personalmente el de este último me parece más arriesgado y divertido.

Y ya para acabar, en mi anterior entrada hablaba de las múltiples lecturas que ofrece el libro de Frank Herbert (en clave socio-política, religiosa, humanista, ecológica...) y como David Lynch, ante la imposibilidad de exponerlas todas en su película, opta simplemente por trasladar la trama concerciente a la caída de la casa Atreides y el ascenso de Paul como mesías de Dune. Denis Villeneuve ha emprendido también una camino similar: despoja su film de cualquier intención alegórica para centrarse en la evolución y crecimiento del personaje de Paul Atreides, al menos en lo visto hasta la fecha; habrá que esperar a la 2º para ver si renueva sus ambiciones. En este sentido hay que reconocer que el film funciona a la perfección, pero también hay que lamentar que haya dejado por el camino muchas de sus atractivas posibilidades.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? La majestuosidad de la puesta en escena de Denis Villeneuve. ¿Lo peor? La imposibilidad de abarcar en su totalidad el rico univeso literario de Frank Herbert, y la condición de "film-prologo" de esta primera entrega, que acaba con un coitus interuptus.

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