Se acaba de estrenar "Dune", el último proyecto cinematográfico de Denis Villeneuve, y me ha parecido una excusa tan buena como otra para retormar la actividad de mi últimamente muy olvidado blog... Ya veremos si logro mantener la periodicidad de mis publicaciones.
Empecemos poniendonos en contexto.
Denis Villeneuve es un director que tiene en su filmografía títulos tan interesantes como "Incendies" (2010, a partir de la obra teatra de Wajdi Mouawad), "Prisioneros" (2013), "Enemy" (2013, fascinante ejercicio que se atreve con la dificil adaptación de la novela "El doble" de José Saramago), "Sicario" (2015) o "La llegada" (2016). En 2017 acomete la arriesgada tarea de filmar la secuela de un film mítico e icónico de la ciencia ficción moderna, "Blade Runner", y para quién esto escribe sale airoso de la tarea, pues "Blade Runner 2049" no solo es fascinante en su aspecto visual (grandioso el trabajo de Roger Deakins en tareas de cinematografía) y narrativo, sino que también atesora un buén puñado de ideas sugerentes que la situan a la altura de la película de Ridley Scott.
Sigamos contextualizando.
"Dune", publicada originalmente en 1965, es la obra más famosa del escritor estadounidense Frank Herbert. La novela ganó el prestigioso premio Hugo de ciencia ficción al año siguiente de su publicación, y su éxito propició que Herbert escribiese un total de 6 volúmenes de lo que inicialmente estaba previsto iba a ser una trilogía.
Resumir la trama del libro es complicado debido tanto a su extensión (supera las 700 páginas en la edición de Acervo que yo tengo) como a la riqueza y complejidad de su contexto y la gran cantidad de personajes principales relevantes. De manera muy somera podríamos decir que "Dune" narra el enfrentamiento entre dos grandes casas de un vasto imperio espacial, los nobles Atreides y los viles Harkonnen, por hacerse con el control del planeta Arrakis, también conocido como Dune, el único lugar del universo donde se cultiva la especia Melange, decisiva en muchísimos aspectos del universo conocido, tanto económicos, como políticos, científicos y religiosos. En medio de ese enfrentamiento se nos narrará el ascenso de Paul Atreides, principal protagonista del libro, como decisiva figura mesiánica.
Herbert en su libro no solo describe de manera pormenorizada un rico y complejo entramado sociopolítico, en el conviven tanto las diferentes casas nobles de un sistema pseudo-feudad (los Atreides, los Harkonnen, etc.) como diferentes facciones que juegan un papel decisorio en dicho entramado (la hermanad Bene Geserit, la Cofradia Espacial, los Mentat, la corporación CHOAM, el Landsraad...) sino que además sitúa todos esos agentes en un complejo y detallado entorno que se rige por sus propias reglas económicas, socio-políticas y religiosas. Para facilitar la comprensión al lector de dicho contexto, Herbert recurre al metalenguaje de una manera similar a como hizo J.R.R. Tolkien en "El señor de los anillos" y los diversos libros que conforman la saga de la Tierra Media. Así como Tolkien incorporó en su obra apendices, gráficos, mapas, genealogías, diccionarios y, ya rizando el rizo, un completo lenguaje (las dos formas de élfico: quenya y sindarin) con una grafía, una gramática y una fonética completas, Frank Herbert también completa su obra añadiendo extractos introductorios (supuestamente a partir de escritos de algunos de los personajes), apendices explicativos, glosarios, mapas, etc.
Pero "Dune" es también algo más que una rica e imaginativa obra de ficción, pues en su trama Herbert expone un conjunto de ideas que no solo explican el punto de vista del escritor en temas como la religión, la polítcia o la ecología, sino que pretenden invitar al lector a reflexionar sobre ellas. Así pues "Dune" nos habla de mesianismo en contraposición a las religiones jerarquizadas, nos habla de humanismo en contraposición al capitalismo liberal, nos habla de ecología cultural, de la sobrexplotación de los recursos, de corrupción política, de manipulación religiosa, de eugenesia como sistema de control de natalidad... Temas muchos ellos de relevancia actual, y no cuesta mucho ver paralelismo entre la diezma que sufren los fremen, habitantes originarios de Arrakis, por culpa de las luchas económicas en pos del control de la Especial, con la persecución a la que se ven sometidas las tribus del Amazonas por un gobierno brasileño que pretende sobrexplotar los recursos naturales de la selva movido únicamente por intereses económicos y desyollendo los peligros ecológicos que conlleva dicha sobrexplotación.
Todo este conjunto de ideas radicales y tan "antisistema" hizo que "Dune" fuese adoptado por la contracultura y los movimientos hippies en los 70 como uno de sus libros de cabecera, al igual que lo fueron "El señor de los anillos" de Tokien, "Forastero en tierra extraña" de Robert Heinlein o toda la obra de la generación beatnik.
No dejamos de contextualizar.
"Dune" ha tenido varios intentos de ser plasmada en pantalla grande. El primero vino de la mano del iluminado escritor, guionista, dramaturgo, poeta y director chileno Alejandro Jorodowsky, que tuvo la idea de sugerir a Orson Welles como Barón Harkonnen y Salvador Dalí como Emperador Shadam IV, además de proponer a Pink Floyd para componer la banda sonora y contactar con H.R. Giger (el creador de Alien y toda la imaginería alienígena de la película de Ridley Scott) que llegó a realizar parte del arte conceptual del film. Y para muestra:
(NOTA: todas las imágenes están sujetas al copyright de su autor)
Huelga decir que esta proyecto no encontró ni el apoyo ni la finaciación necesarias para llegar a buén puerto. Lástima, hubiese sido curioso ver como Jorodowsky plasmaba toda esta locura en imágenes.
Seguimos repasando la historia de "Dune".
Sale Jorodowsky del proyecto y entra el legendario productor italiano Dino De Laurentiis, que se hace con los derechos cinematográficos y le encarga la realización a David Lynch.
Lynch acababa de filmar "El hombre elefante" (1980), película que le valió el reconocimiento unánime de crítica y público (sigue siendo su film más taquillero) y saldó su exito con varias nominaciones a los Oscar y los Globos de Oro, entre ellas la de mejor película y mejor director. Lynch afronta la dirección del que iba a ser su primer (y único) blockbuster después de ser despedido por George Lucas de su participación en "El retorno del Jedi". El fácil presuponer que la presumible aportación al universo de Star Wars de Lynch chocó frontalmente con la visión más blanca e inócua de Lucas, con lo que el director/productor californiando acabaría contratando al más "dócil" Richard Marquand para dirigir la tercera y (entonces) última parte de su trilogía espacial.
La producción de "Dune" (1984) no fué ni mucho menos un camino de rosas para David Lynch, y aunque De Laurentiis otorgó cierta libertad creativa al director, de sobra es conocido tanto su costumbre de injerir en la producción de sus películas, tratando de imponer a veces su criterio por encima del de los directores con los que ha trabajado, como su probervial tacañería que se traducía en un obsesivo contro sobre el presupuesto del film.
En el caso de "Dune" dicho ajuste presupuetario incidió negativamente en algunos aspectos técnicos y de diseño, especialmente en los efectos especiales, que no solo han envejecido bastante mal, sino que ya en su época se notaban pobres en comparación con otras películas contemporáneas o incluso anteriores como "Blade Runner", "El imperio contrataca", "Alien" o "Encuentros en la 3ª fase". Para colmo a David Lynch se le negó la decisión sobre el final cut del film, que Lynch había previsto estrenar con una duración cercana a las 5 horas (!!!) y además en blanco y negro. De Laurentiis no solo le obligó a rodarla en color sino que además exigió cortar drásicamente la duración de la película que acabó estrenándose con una duración de 137 minutos. La versión de Lynch de 5 horas nunca se ha estrenado oficialmente, peró si que circula una adaptación televisiva en formado widescreen que añade unos 35 minutos adicionales de metraje pero que, sinceramente, no mejora mucho lo ya visto en salas cinematográficas.
El "Dune" de David Lynch se saldó con un estrepitoso fracaso en taquilla y con una muy tíbia recepción crítica. Lo cierto es que revisada hoy en día hay que admitir que no aguanta bien el paso del tiempo y que se nota como una rara avis en la filmografía de su director, por ser la menos lynchiana de sus películas. La expericiencia de dirigir este proyecto fué tan frustrante para Lynch que se prometió (y lo ha cumplido hasta la fecha) no volver a participar nunca más en un film de gran presupuesto y trabjar solo en proyectos que le asegurasen el control creativo de sus obras y final cut de sus películas. Los espectadores salimos ganando, pués David Lynch nos ha regalado proyectos tan inclasificables y fascinantes como "Blue Velvet" (1986), "Twin Peaks" (1989-1991), "Carretera perdida" (1997) o "Mulholand Drive" (2001).
Pero al margen de todos los aspectos que conciernen a la producción y filmación de "Dune", ¿es ésta una mala película? Pese a su mala recepción en taquilla, el tiempo la ha convertido en un film de culto para algunos cinéfilos y en mi modesta opinión debo reconocer que atesora algunas ideas visuales y argumentales no carentes de atractivo.
El film contaba con un atractivo reparto internacional, en el que junto a unos debutantes Kyle Maclachlan o Virginia Madsen, y además de algunos "sospechosos habituales" en la filmografía de David Lynch como Jack Nance, Freddie Jones o Dean Stockwell, nos encontramos con nombres ilustres como Francesca Annis (elegantísima), José Ferrer, Jürgen Prochnow, Patrick Stewart, Brad Dourif, Max Von Sydow, Sean Young, Richard Jordan, Linda Hunt, Sting e incluso una fugaz e inédita Silvana Mangano.
Reparto aparte el film se beneficia del metirorio trabajo de Freddie Frances en la cinematografía, Carlo Rambaldi (creador del "E.T." de Spielberg) en la "creación de criaturas", Bob Ringwood en el diseño de vesturario o Anthony Masters en el diseño de producción. Precisamente es en el diseño retro-futurista que luce el film o la imaginería gotico-industrial de lo Harkonnen donde residen algunos de los mayores atractivos de esta versión.
He resaltado positivamente algunos de los valores artísticos del film, pero ¿qué podemos decir de él en cuanto a adaptación de la obra de Frank Herbert? No dudo que David Lynch, que además firma la escritura en solitario del guión, haya intentando ser lo más fiel posible a la obra del escritor, pero aquí es justo reconocer que fracasa en el intento. El complejo entramado de la obra de Herbert es prácticamente imposible de trasladar a imagen en movimiento, por mucho que Lynch se esfuerza en introducir escenas explicativas (que acaban siendo excesivamente discursivas) para facilitar la compresión al espectador. Esa búsqueda de la fidelidad a la obra escrita lleva a Lynch a plasmar en imágenes escenas que son prácticamente calcadas a las que hay en el libro, diálogos incluidos, como la famosa escena de la prueba del gom jabbar. También Lynch se vale en muchas ocasiones de la voz en off para que el espectador "oiga" los pensamientos de los protagonistas, trasladando así al film algunos de los recursos literarios que emplea Herbert en su libro, aunque el resultado acaba siendo algo forzado y crea una sensación "anti-cinematográfica".
Es loable el esfuerzo de Lynch por introducir muchos elementos que aparecen en el libro: las motivaciones de las Bene Geserit, la función de los Mentat, el significado del Condicionamiento Imperial, el contexto geopolítco del Imperio mediante ese prólogo narrado por la Princesa Irulan... Pero la vastedad y riqueza del libro resulta inabarcable para una película estándar y aquí es donde Lynch altera o simplifica de forma discutible algunos elementos presentes en la obra de Frank Herbet. Un claro ejemplo es el adiestramiento físico-mental Prana-bindu del libro, que es sustituido en la película por la presencia de una armas que convierten la voz humana en proyectiles, y que acaba resultando algo ridículo.
Sin embargo, en otras ocasiones David Lynch introduce con acierto elementos de cosechar propia, mucho más próximos a su propia imaginería que a la de Herbert, como es el aspecto bizarro y el lenguaje corporal de los Mentat (mención especial al magnífico Piter de Vries que interpreta el siempre inquietante Brad Dourif, recordado por su Grima Wormtongue de "El señor de los anillos" de Peter Jackson) o todo en entorno malsano y enfermizo que rodea a los Harkonnen, en el que sobresale un francamente desagradable Barón, al que Lynch retrata de manera repulsiva tanto en su aspecto físico como en sus inclinaciones sexuales. Es en esos breves momentos, cuando Lynch se permite ser más transgesor y aportar una visión más personal, cuando más brilla el film, muy por encima de las batallas espaciales (torpemente narradas) o las escenas con los mastodónticos gusanos de arena.
En ultima instancia hay que decir que David Lynch se ve superado a la hora de abarcar todo el ideario social, político, religioso y ecológico del libro, y por ello se centra en narrar, de una maner un tanto simplista, el ascenso de Paul Atreides como lider mesiánico
En todo caso también sería justo reconocer que este "Dune" de 1984 es una versión sesgada y mutilada de lo que originalmente tenía David Lynch en mente. Quizás algúna vez lleguemos a ver la originalmente prevista versión de 3 horas, o inicluso el hipotetico director's cut con las 5 horas originales. De momento nos tendremos que conformar con el recuerdo de un film fallido, que brilla en contadas ocasiones, y que se quedó simplemente en la promesa de lo que podía haber sido.
(continúa en ANALIZANDO DUNE (2ª parte))













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