sábado, 9 de julio de 2016

CORAZÓN GIGANTE


Aunque el escritor gales Roald Dahl escribió un buen número de relatos para adultos (recogidos la mayoría en sus antologías "Historias extraordinarias" y "Relatos de lo inesperado"), es principalmente conocido por sus cuentos para niños, cuentos que a pesar de estar dirigidos a un lector infantil, no eluden cierta carga irónica ni pequeñas dosis de humor negro que, por otro lado, han caracterizado siempre el grueso de su obra. Obra que ha sido adaptada al cine en numerosas ocasiones:

- "James y el melocotón gigante": escrito en 1961 y adaptado al cine por Henry Selick en 1996);
- "Charlie y la fábrica de chocolate": escrtito en 1964 y adaptado primero por Mel Stuart en 1971 y luego por Tim Burton en el 2005;
- "El superzorro": escrito en 1970 y adaptado en el 2009 por Wes Anderson con el título de "Fantástico Sr. Fox";
- "Danny, campeón del mundo": escrito en 1975 y adaptado por Gavin Millar en 1989;
- "El gran gigante bonachón": escrito en 1982 y fue llevada a la pantalla en forma de película de animación en 1989 antes de que Spielberg se hiciese cargo de esta nueva versión.
- "Las brujas": escrito en 1983 y adaptada por Nicholas Roeg en 1990
- "Mathilda": escrito en 1988 y adaptada en 1996 por Danny DeVito

Algunas de las adaptaciones de la obra de Dahl no han escapado a cierta controversia: el propio escritor sieempre odió la película interpretada por Gene Wilder, y este último llego incluso a referirse a la nueva versión dirigida por Tim Burton (más fiel al relato original) como un 'insulto. A Dahl tampoco le gustó de Roeg cambiase el final de "Las brujas" por uno más feliz, y al parecer incluso llegó a presentarse en algunos cines megáfono en mano pidiendo que la gente no entrase a ver la película.

La gestación de esta nueva versión de "El gran gigante bonachón", (estrenada en EEUU con el título "The BFG" y en España como "Mi amigo el gigante") no ha sido precisamente fácil. Steven Spielberg ya se planteó su adaptación a principios de los 80, cuanto estaba rodando "E.T.", pero entonces no contaba con la tecnología necesaria para hacer creíble el personaje del gigante. Añadamosle a la ecuación la dificultad de cuadrar una de las agendas más ocupadas de Hollywood, y eso nos lleva al presente 2016 para poder ver por fin plasmada en imágenes la adaptación que ha hecho Spielberg de la obra de Roald Dahl. Adaptación que parte de un guión de Melissa Mathison, guionista precisamente de la obra más famosa del director de Ohio, "E.T.", única colaboración entre ambos, y que no había vuelto a escribir nada para el cine desde "Kundum" (Martin Scorsese, 1997). Mathison falleció el pasado 2015 tras una larga enfermedad, antes de poder ver el film estrenado, y a ella está dedicada la película.

No son precisamente pocos los puntos de conexión entre este "BFG" y aquel "E.T.". Ambas historias están narradas desde el punto de vista de sus protagonistas infantiles; en ambas el protagonista sufre la ausencia de un progenitor (la Sofia de "BFG" es huérfana, mientras que el Elliott de "E.T." no tenía padre); ambas versan sobre los lazos afectivos, y como la amistad no solo puede reforzar las relaciones familiares, sino que incluso pueden ser un poderoso sustituto en ausencia de aquellas; y en ambas películas el hilo conductor vuelve a ser algo inherente a casi toda la obra de Spielberg: el sense of wonder, el sentido de la maravilla que nos lleva al descubrimiento de algo nuevo, inédito, extraordinario, presente este "BGF", obviamente, pero también en films como "Parque jurásico", "Hook", "E.T." o "Encuentros en la 3a Fase".

Desde cierto sector de la crítica cinematográfica se sigue denostando a Spielberg como un simple mercader, como un manipulador de la audiencia, como un mero prestidigitador encañoso. Y yo no me cansaré de defenderle como un verdadero autor, como un director que tiene muy claro el tipo de cine que quiere hacer y a quién va dirigido, que es lo suficientemente hábil para ofrecer al público lo que quiere sin tener por ello que renunciar a su propio sello autoral. Spielber es un director poseedor de una sensibilidad especial a la hora de plasmar en imágenes ideas o emociones. Sabe encuadrar y mover la cámara como pocos, su puesta en escena es elegante y al mismo tiempo precisa, sabe como situar a los personajes en el cuadro y como iluminar una escena para, precisamente, arrancar una emoción al espectador a partir de una mera imagen. Para mi, digan lo que digan críticos cargados de prejuicios, eso es una muestra de genialidad. Genialidad que muestra en todas y cada una de sus películas, incluso en las más irregulares, aunque sea solo a través de destellos.

Y es que este "BFG" es precisamente una película irregular. Tiene un arranque prodigioso, que va directo al grano, con leves apuntes de cine de terror a los que no es ajeno el trabajo de iluminación del siempre excepcional Janusz Kamiski. Las escenas del 'secuestro' de Sofia y la posterior huida del gigante, el cual se va camuflando en el paisaje de la ciudad de Londres de maneras harto imaginativas, están filmadas de manera extraordinariamente ágil. Sin embargo después el ritmo del film decae. Spielberg se toma su tiempo en la exposición de los personajes, y el ritmo adolece de cierta morosidad narrativa. Morosidad que, en parte, está atemperada por el prodigioso y bellísimo diseño digital del film, en el cual el director se recrea a veces en exceso. En su último tercio la película recupera el tono, particularmente en las escenas en Buckingham Palace, embebidas de un delicioso sentido del humor añejo que evoca en cierta forma a las viejas películas de imagen real de la Disney, como "Mary Poppins" o "La bruja novata". Quizás es exceso de celo por parte del director de permanecer lo más fiel y respetuoso posible a la obra original del escritor, es lo que le ha llevado a caer en ciertas faltas donde lo literario prima sobre lo cinematográfico.

A pesar de los altibajos en su ritmo narrativo, "The BFG" no carece de otros atractivos que redimen el film, aunque su excelencia no suponga ninguna sorpresa: ahí están la maravillosa partitura de John Williams, la fotografía luminosa y colorista de Janusz Kaminski, el precioso diseño de producción de Rick Carter, con imágenes para el recuerdo como el arbol de los sueños o la cámara donde BFG atesora los sueños capturados, los esplendidos efectos especiales, siempre al servicio de la historia pero nunca como objetivo de la misma (algo de lo que podrían aprender gente como James Cameron, Roland Emmerich o las hermanas Wachowski), o el extraordinario montaje de Michael Kahn, también colaborador habitual de Spielberg, que hace que la virguerías en las transiciones entre escenas fluyan de forma natural, nunca forzada.

Pero por encima de todo destaca ese sentido de la maravilla que Spielberg sabe imprimir en la narración de forma prodigiosa, haciendo que el espectador descubra ese mundo fantástico al mismo tiempo que sus protagonistas. La experiencia de ver "The BFG" es como leer un libro en voz alta.

Y no puedo cerrar el comentario sin mencionar al trabajo llevado a cabo por los actores, con dos menciones especiales: por una lado la encantadora Ruby Barnhill, que da vida a Sofia, la niña protagonista, y que es un prodigio de naturalidad; y por otro, como no, un prodigioso Mark Rylance, que presta su voz, su gestualidad y su rostro al gigante bonachón del título, un trabajo interpretativo que bien podría arrebatarle el título a Andy Serkis como rey del 'capture motion'.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? La siempre elegante puesta en escena del señor Spielberg, y suinquebrantable sentido de la maravilla. ¿Lo peor? La falta de ritmo en su tercio medio: la película arranca de manera prodigiosa, pero luego se recrea en exceso en la exposición de personajes y la descripción de escenarios, para, en su parte final, precipitarse en su resolución.

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