lunes, 27 de junio de 2016

REINAS Y REINONAS


No hace mucho hablaba en este blog sobre el último film de Robert Eggers, "La bruja", y lo hacía para alabar lo que considero es una propuesta necesariamente renovadora en cuanto al género de terror.

Precisamente abría ese mismo post quejándome de lo que yo considero una alarmante falta de ideas en el género fantástico. "El cazador y la reina del hielo", secuela de "Blancanieves y la leyenda del cazador" (Rubert Sanders, 2012) dirigida por el debutante Cedric Nicholas-Troyan, no hace sino reafirmarme en dicha preocupación.

En el año 2012 coincidían en pantalla dos películas que recuperaban el cuento de Blancanieves: el citado film de Saunders y "Mirror, Mirror", dirigida por Tarsem Singh, aunque ambas lo hacían desde perspectivas muy diferenciadas. El film de Saunders se distanciaba del cuento clásico y apostaba por la épica Tolkiana con resultados desiguales, mientras que la película de Tarsem prefería optar por un enfoque más cómico y no exento de una cierta mirada irónica. La taquilla dió la espalda a ésta última en beneficio de la primera, aunque yo debo confesar que me decanto sin duda alguna por las virtudes del film del director indio. Si bien Saunders (que debutaba en el largometraje) demostraba tener buena mano para las secuencias de acción, en su película se echaba en falta ciertas dosis de humor y le sobraba protagonismo al departamento de efectos especiales. Me reconozco fan del género fantástico, pero me aburre cuando los efectos especiales tratan de imponerse al relato y cobrar más importancia que la historia. El film de Saunders no carece de hallazgos visuales (sobretodo en la original concepción visual del espejo mágico), pero se ve lastrado en buena medida por la inexperiencia del director y por un casting no equivocado pero sí insulso: los mohines de Kristen Stewart, sacados de su personaje en la saga "Crespúsculo", me resultant irritantes; Chris Hemsworth es un actor de registro muy limitado al que solo se le da bien lucir palmito; y Charlize Theron es una buena actriz, pero en esta ocasión se tomaba demasiado en serio su papel hasta rozar el histroinismo más exasperante. También estaban por allí un grupo de actores solventes como Ian McShane, Toby Jones, Ray Winstone, Nick Frost o Bob Hoskins, pero su trabajo quedaba bastante diluido en el conjunto del film (yo, lo confieso, no recuerdo sus interpretaciones).

Por el contrario el film de Tarsem, "Mirror, Mirror", en su apuesta por la comicidad y buscando la complicidad del público más adulto pese a tratarse de un argumento con vocación familiar, salía ganando (en mi modesta opinión) del enfrentamiento. La puesta en escena de Tarsem es siempre preciosista y de indudable belleza, y más si busca colaboradores como la trístemente fallecida diseñadora de vestuario Eiko Ishioka, que ya había colaborado con Tarsem en los anteriores films de éste: "La celda" (2000), "El sueño de Alexandria" (2006, el mejor y más bello film de Tarsem) e "Inmortales" (2011), ganadora además del Oscar al mejor vestuario por "Drácula de Bram Stoker" (1992). Pero no es solo en la cinematografía o el vestuario en donde "Mirror, Mirror" le ganaba la batalla a "La leyenda del cazador": Lily Collins posee el encanto del que carece Kristen Stewart, Armie Hammer es mejor actor y tiene más sentido del humor y presencia filmica que Chris Hemsworth, y la descacharrante y deliciosamente malvada madrastra interpretada por Julia Roberts le pasa la mano por la cara a la muy seria y aburrida Ravenna de Charlize Theron. Lamentablemente el público no supo apreciar el sentido lúdico y los duelos interpretativos entre la Roberts y Nathan Lane del film de Tarsem y optó por darle la espalda en taquilla.

La que sí funcionó bien en cuanto a recaudación fué "La leyenda del cazador", de ahí que los productores se apresuraron a promover una muy innecesaria secuela que llega ahora a nuestras pantallas. A ver, si los cuentos tradicionales acaban con el consabido "y vivieron felices...", ¿que sentido tiene hacer una secuela de uno de ellos? El único objetivo, obviamente, es repetir el éxito en taquilla. En esta ocasión la dirección de la secuela, de título "El cazador y la reina de hielo" ("Winter's War" en el orginal) ha recaido en un técnico de efectos especiales sin experiencia en el largometraje y que había participado en films como "The Ring" o "Piratas del Caribe". Precisamente su origen le delata, porque Nicolas-Troyan, lamentablemente, prefiere conceder más importancia a los efectos especiales o al diseño de producción que al relato (muy endeble) o a los personajes (descritos de manera muy esquemática). Y por bien acabados que estén los efectos especiales de este film, agotan y exasperan precisamente por su excesiva presencia en pantalla. Y por eso mismo ni siquiera son un elemento defendible de esta película. ¿El resto? Una historia endeble, un guión mediocre, una dirección torpe y unos actores hastiados. Kristen Stewart se bajó del carro (e hizo muy bien), de manera que el protagonismo recae en esta ocasión sobre un Chris Hemsworth que es muy bueno poniendo cara de anuncio de dentifrico y poco más. Repite de nuevo Charlize Theron, que se pasea por pantalla como si estuviese rodando un anuncio de "J'adore" de Dior, y que comente el error (de nuevo) de tomarse demasiado en serio su papel. Y tenemos dos nuevas incorporaciones femeninas: una Jessica Chastain que se cree que está en un capítulo de "Xena. La princesa guerrera", y una despistadísima Emily Blunt dando vida a un aburrido y tópicamente malvado sucedaneo de la Elsa de "Frozen" (tal fué el éxito del film de la Disney que ahora hay que poner una sosias de Elsa en cualquier película que adapte un cuento de princesas). El resultado es un film torpe, feo y, lo que es peor, muy aburrido.

Pero si el film ya de por si carece de elementos de interés, roza el ridículo más sonrojante en las escenas que comparten Emily Blunt y Charlize Theron, que interpretan a las 2 brujas hermanísimas y malvadísimas (el conflicto que las enfrenta es própio de un argumento de "Física y Química"). Sus escenas conjuntas más bien parecen una batalla de drag-queens sacada del carnaval de Tenerife. Su vestuario y su maquillaje es tan exagerado que resulta risible, y si para colmo las dos actrices lo aderezan con gestos afectados y poses de creerse que estan interpretando algo importante, el resultado más bien provoca vergüenza ajena.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? ... estoooo, corramos un tupido velo... ¿Lo peor? Que a nadie se le haya ocurrido poner Abba como música de fondo cada vez que Blunt y Theron aparecen juntas en pantalla; eso al menos habría aportado algo de humor a la película.

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