viernes, 8 de mayo de 2015

UNA JORNADA PARTICULAR


En 1977 Ettore Scola estrenó una de sus películas más apreciadas, "Una jornada particular" ("Una giornata particolare", interpretada en sus papeles principales por dos monstruos escénicos que no necesitan presentación alguna: Sophia Loren y Marcello Mastroianni. La historia que nos narra está ambientada en mayo de 1930, durante la visita que Adolf Hitler efectuó a Roma para mostrar su apoyo al regimen fascista de Mussolini, visita a la que acudieron los romanos de forma masiva para mostrar a su vez su apoyo incondicional al regimen. La película nos cuenta cómo viven es dia particular dos vecinos que deciden no asistir al desfile y que no se conocian hasta entonces: Antonietta (Sophia Loren) y Gabriele (Mastroianni). La primera una mujer de escasa cultura, esposa y madre de 6 hijos, que vive sometida a su marido y esclava de las tareas domésticas; el segundo un locutor de radio, hombre culto, refinado e instruido. Ambos se encontrarán de manera casual cuando el pájaro que tiene Antonietta como mascota se le escapa y va a para a la ventana del piso de Gabriele. Este encuentro fortuito propiciará el acercamiento entre ambos, pues ella no se siente respetada y él se siente perseguido. La busqueda del cariño que no le profesa su adúltero marido llevará a Antonietta a arrojarse a los brazos de Gabriele para descubir que éste es en realidad homosexual y que ha sido despedido de la radio por antifascista y pervertido.

Uno de los aspectos más destacables del film de Ettore Scole es la claridad en cómo refleja la experiencia personal del fascismo, la interirización de sus valores y fines como propios, pues Antonietta, en su incultura, se siente fascinada por la figura del Duce y la ideologia fascista. En este sentido el film nos muestra el éxito del fascismo a la hora de transformar la vida privada y las prácticas cotidianas de los italianos de aquella época, que abrazaron dicha ideología para sumarlas a un destino común de ámbito nacional. Gabriele por el contrario, por ser hombre instruido rechaza veladamente esa ideología, o cuanto menos no llega a interorizarla, pues va en contra de algunas de sus creencias personales.

La película fué galardonada con el Globo de Oro en 1978 y ganó el César en 1977 a la mejor película extranjera. Recibió también el David di Donatello en 1978 a la mejor dirección y al mejor papel protagonista femenino, recibiendo también una nominación al Oscar para Marcello Mastroianni y otra a la mejor película en lengua extranjera. "Una jornada particular" ha quedado en cualquier caso como una de las películas más estimada de la filmografía tanto de Ettore Scola como de sus dos protagonistas.

Estos dias hemos podido asistir en la Biblioteca de Catalunya a la represtación de la adaptación teatral de esta película de Scola, dirigida por Oriol Broggi bajo producción de la compañía La Perla 29, e intepretada en sus roles principales por Clara Segura y Pablo Derqui en los respectivos papeles de Antonieta y Gabriele.

Resulta curioso comprobar como esta nueva producción teatral, pese a que en ocasiones resulta mimética con su hermana cinematográfica y no oculta en ningún momento su condición de homenaje a la película, mantiene con aquella cierta distancia y muestra algunas diferencias sutiles que la convierten en una producción con entidad propia, más allá de la imitación o el homenaje.

El film está concebido como una narración circular. Depués de un larga exposición de imágenes documentales que sireven para contextualizar el espacio histórico de la narración, la película arranca con una escena cotidiana, en la que la cámara se mueve por el interior de un patio vecinal hasta entrar por la ventana en la vivienda de Antonietta. Entonces la camara la sigue en un largo travelling por el interior de la casa, mientras ella va encendiendo las luces y despertando a cada uno de sus hijos. El film se cerrará con una escena inversa, en la que veremos a Antonietta moverse de nuevo por la casa, apagando cada una de la luces hasta dirigirse a su dormitorio; la cámara aquí la seguirá apenas un instante para después mantener una distancia prudencial; un último plano de detalle nos muestra como ella apagará la luz de su mesita de noche. Nos encontramos pues que Scola utiliza herramientas de expresión netamente cinematográficas y que por lo tanto no son traducibles al escenario teatral. La producción de La Perla 29 rinde un claro homenaje al film exhibiendo la secuencia de apertura del mismo. Es un movimiento francamente arriesgado, ya que si bien la primera parte nos servirá para establecer el contexto histórico y físico de la narración (mayo de 1938, el patio interior de una comunidad de vecinos), desde el momento en que nos muestra las primeras imágenes con Sophia Loren ya está invitando al espectador, voluntaria o involuntariamente, a establecer comparaciones entr la representación teatral y el original filmico. En este aspecto hay que decir que tanto Clara Segura como Pablo Derqui bregan con el peso de los mitos cinematográficos de gran calibre y dos interpretaciones antológicas. En su defensa hay que reconocer que no solo salen bien parados de tal brete, sino que es de agradecer su esfuerzo por huir de las imitaciones y hacer suyos los personajes. Hay que decir que ambos pasan la prueba con nota sobresaliente, y que sus interpretaciones son sencillamente sobrecogedoras. Segura ya había demostrado en su interpretación de Serafina Delle Rose de "La rosa tatuada" de Tennessee Williams que le sientan muy bien los papeles de maggioratta (y en aquella ocasión tenía que lidiar con la presión de la mítica interpretación de Anna Magnani), y aquí logra componer una Antonietta sensible, patética, que evita el estereotipo italiano interpretado por la Loren para componer un personaje si cabe más universal. Un entregadísimo Pablo Derqui por su lado nos regala un Gabriele más visceral que el interpretado por Mastroianni, lleno de matices, sensible y enérgico al mismo tiempo; son conmovedoras sus conversaciones al teléfono por lo que leemos entre líneas, del mismo modo que el momento en que le revela su condición homosexual a Antonietta está repleto de patetismo y fiereza.

Hay otros detalles sutiles que establecen claras diferencias entre ambas obras. El recinto de la Biblioteca de Catalunya no fué pensado para representar obras de teatro, pero hay que decir que la producción salva con imaginación las limitaciones escénicas, si bien hay que ponerle un pero al deficiente sonido de la obra. Algunos aspectos me han llamado la atención poderosamente. Broggi parece querer emular a veces la narración fílmica simulando el tiempo real en el que transcurriría esta jornada particular, y eso lo hace silenciando algunas conversaciones y sobreponiendo canciones sobre las mismas, limitando la interpretación de Segura y Derqui a los gestos y la expresión facial, lo que obliga a los actores a poner a prueba su capacidad para el lenguaje no verbal. Lo que se pretende es dilatar el tiempo, dar la impresión de que las conversaciones entre Antonietta y Gabriele han sido más larga y con con mayor contenido. Pero el efecto es extraño, un tanto impostado, algo que quizás hubiese funcionado mejor en una película, porque restar protagonismo a la palabra en una represantación teatral es algo que resulta un tanto incongruente.

Otra diferencia notoria: las conversaciones entre Antonietta y Gabriele en el film están presididas todo el rato por la omnipresente voz radiofónica que se escucha de fondo por el patio de vecinos, y que retransmite en directo la visita de Hitler a Roma y su encuentro con Musolini. En la versión española un discutible doblaje dotaba de un exceso de protagonismos dicha voz de fondo, haciendola por ratos irritante, pero sin embargo su presencia está justificada y es incluso necesaria, pues ejerce de una suerte de 'gran hermano', una abstracción sonora del fascismo que irrumpe en la vida cotidiana para manipularla, manejarla, distorsionarla. Para la pobre e inculta Antonietta, seducida por los fastos más evidente del fascismo, esa voz de fondo es reconfortante, protectora. En cambio para Gabriele resulta amenazadora e invasiva. Dicho discurso radiofónico de fondo ha sido eliminado en esta adaptación teatral, supongo que en parte debido a la dificultad de integrarlo en la narración escéncia sin que interrumpiese la declamación de los actores ni ejerciese de elemento de distracción. Sin embargo la necesidad quizás técnica de eliminarlo hace que desaparezca un elemento determinante de la historia que aportaba una segunda lectura a la película, la de la influencia del fascismo en la sociedad italianaa de la época. Con la ausencia de dicha voz de fondo los encuentros entre Antonietta y Gabriele en la versión teatral devienen más intimos, y por lo tanto más próximos al espectador. Lo que se pierde en discuros o análisis socio-político se gana en proximidad emocional. En parte para suplir su falta en esta representación escénica se han incorporado canciones de la época, para ayudar a contextualizar el relato por un lado, y quizás para aportar ciertas notas de lirismo. Sin embargo en esta adaptación teatral el lirismo no lo aporta la múscia sino la luz, y aquí hay que subrayar el espléndio trabajo de iluminación llevado a cabo.

Dos detalles más para seguir jugando al juego de las diferencias: la escena de sexo entre Antonietta y Gabriele en la obra es más clara, más explícita. Ambos se han acercado el uno al otro buscando un cariño ausente: Antonietta el de un marido que no la respecta, que le es infiel, no solo con prostitutas sino con mujeres instruidas (una maestra de escuela), que es lo que más duele a Antonietta, pues le hace sentirse inferior; Gabriele el de un supuesto amante/compañero/amigo con el que solo puede hablar desde la distancia, por teléfono y al que confiesa que lo que más le duele es no poder verle. Sin embargo lo que finalmente les lleva a ceder al instinto sexual es algo diferente: Antonietta sabe que Gabriele es homosexual, pero aún así se siente atraída por él, por su galantería, por su educación, por su gentileza, rasgos todos ellos ausentes en su marido. "Lo hago por mí" confiesa ella cuando al final le seduce. Esa frase no está presente en la versión fílmica y por ello este momento sexual adquiere matices más ricos y más complejos en esta versión teatral. Gabriele cede a los embates de Antonietta, ¿por cariño? ¿por compasión? Curiosamente en este aspecto es la versión cinematográfica la que gana puntos, pues al centrase la cámara en la expresión de Mastroiani podemos observar como su gesto no es nada complaciente, es incómodo y triste al mismo tiempo, expresa un cierto deje de asco pero al mismo tiempo de anhelo.

En el film de Etore Scola al principio asistimos a una escena con cientos de extras, que salen en masa del bloque de edificios para asistir al desfile en honor del visitante germano. Es una escena que equívocamente y de manera intencionada nos remite un cierto sentido épico, precisamente para recalcar aún más la soledad de estos dos personajes, Antonietta y Gabriele, que en su soledad encontrarán solaz el uno en el otro. Así pues la película adquiere el tono buscado por el realizador italiano, intimista y triste. Ese mismo tono es recreado en esta adaptación teatral de Oriol Broggi. Curiosamente en el film, cuando Antonietta ve partir a Gabriele escoltado por dos presuntos miembros del partido que le conducen a un probable exilio, lo ve partir con tristeza pero con resignación. Entonces se refugia en la lectura del libro que le ha legado, el único recuerdo que le quedará en él. La Antonietta teatra tiene un último gesto desesperado, cuando grita su nombre al verle partir desde su ventana. El suyo, contrariamente al de la Antonietta fílmica, no es un gesto resignado sino un grito furioso, fruto del dolor de sentir la perdida de la única persona que quizás le haya comprendido y aceptado de una manera sincera.

Una historia y dos formas de verla e interpretarla. Muy similares y al mismo tiempo muy diferentes. Mimética la adaptación teatral en cuanto a los diálogos y los gestos, pero matizada en cuanto a la interpretación de los mismos. Emocionantes y conmovedoras ambas.

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