lunes, 20 de septiembre de 2021

ANALIZANDO DUNE (2ª parte)

(Continúa de ANALIZANDO DUNE (1ª parte))

En mi entrada anterior del blog empezaba situánndome en contexto antes de hablar del "Dune" (2021) de Denis Villenueve, y lo hacía principalmente haciendo una introducción al libro de Frank Hebert y comentando la anterior adaptación de 1984 dirigida por David Lynch.

Vamos a entrar, pues, en materia para analizar esta nueva adaptación por parte del director canadiense, y me va a resultar imposible no establecer comparaciones con el film de 1984 para hablar de lo que funciona y lo que no (a mi jucio, por supuesto) en esta nueva adaptación.

 

El "Dune" de Villeneuve ha tardado casi un año en llegar a nuestras pantallas, pues inicialmente estaba previsto que se entrenase a finales del 2020. La restricciones debidas al COVID-10, entonces y ahora, han dado lugar a constantes retrasos a la espera de que la situación con el virus estuviese más controlada en aras de pemitir una mayor asistencia de público a salas exhibidoras y traducirse de esta forma en un mayor rendimiento económico de un film que, debido a la considerable inversión realizada, demanda un éxito contundente en taquilla. Y más cuando lo que hemos visto en los cines es tan solo la primera parte de lo que será un díptico cinematográfico, y cuya segunda entrega necesita que este primer film funcione bien para poder materializarse.

Partamos, de entrada, por aclarar que este "Dune" es únicamente la 1ª parte de un film dividido en dos. En su intento por matenerse lo más fiel posible al libro y tratar de abarcar la mayor parte de su contenido, Denis Villeneuve aceptó hacerse cargo del proyecto con la condición de poder dividir la filmación en 2 partes, que inicialmente debían rodarse simultáneamente, y que por motivos no del todo claros ha terminado como dos producciones independientes. la primera de las cuales se estrena ahora con una duración de 2 horas 35 minutos.

Este aspecto juega claramente en contra de uno de los films más esperados del año, porque cuando uno termina su visionado y advierte que la historia queda abierta, la sensación de frustración en el espectador es mayúscula, agrabada aún más por la constatación de que esa 2ª entrega aún no ha empezado a rodarse y que posiblmente no la veamos en pantalla hasta el 2023... eso si la filmación no se encuentra con algún impedimento y acaba por cancelarse.

Así pues la sensación que queda (o al menos ese ha sido mi caso) es la de haber asistido únicamente al prólogo de una historia mayor, porque esta primera parte no acaba de funcionar del todo como una trama autocontenida, y habrá que esperar a ver acabada la 2ª entrega de la saga para poder valorar en conjunto este mastodóntico proyecto de Denis Villeneuve de una forma más completa y más justa. Dicho esto, ¿es el "Dune" de Denis Villeneuve un mal film? En absoluto. ¿Carece de atractivos? Ni mucho menos, y luego desglosaré unos cuantos. ¿Es una buena adaptación del libro de Frank Herbert? Aquí es dónde yo voy a poner sal en la herida.

Pero vayamos por partes.

Hay un aspecto que es incuestionable en este último film de Villeneuve: está rodado con un gusto exquisito y su puesta en escena solo puede describirse como majestuosa. Villeneuve encuadra de una manera precisa, mueve la cámara con elegancia y extrae el máximo partido al formato panorámico. Aunque la película tiene algunas escenas de lucha francamente bien coreografidas y algunas batallas espaciales narradas con eficacia, no es ahí dónde el film demuestra su espectacularidad, sino en escenas aparentemente más inócuas como la llegada de las naves a Arrakis y el despliegue de la tropas de los Atreides, o la diversas panorámicas de los desiertos que pueblan la superficie de Dune. 

 

Hay también momentos francamente brillantes donde Villeuve conjuga de manera magistral es espacio escénico y el trabajo actoral, como la escena de la prueba del gom jabbar o las secuencias en que se presenta la Barón Harkonnen, escenas todas ellas que el director sabe recubrir de una atmósfera misteriosa que presagia una amenaza ulterior.


Para lograr ese tono majestuoso, casi solemne, que impregna casi todo el metraje de "Dune", Villeneuve ha sabido rodarse de colaboradores de primer orden como Greig Fraser en la cinematografía, que sabe jugar muy bien con los tonos ocres, terrosos y apagados de todas las secuencias de Arrakis, los más fríos de Caladan, o los tonos acerados, casi monocromáticos, de Giedi Prime y el resto de escenas que involucran a la casa Harkonnen; o Bob Morgan y Jaqueline West en las tareas de diseño de vestuario (particularmente sugerentes son las inquietantes vestimentas neo-goticas de la hermandad Bene Geserit, o las vestimentas de reminiscencias árabes que luce la Dama Jessica en alguna secuencia del film y que recuerda a un traje de odalisca); o, muy especialmente, Patrice Vemette encargado del diseño de producción del film.

Quiero ver en su diseño de producción, particularmente en lo que respecta al diseño de interiores, la influencia del racionalismo arquitectónico o la arquitectura orgánica de Frank Lloyd Wright. Frente al barroquismo retrofuturista que veíamos en muchos interiores de la versión de David Lynch, Vermette opta por la simplicidad y las líneas geométricas, sin apenas detalles decorativos. Algo lógico si tenemos en cuenta que el mensaje ecologista de la obra de Frank Herbert casa muy bien con esa tendencia arquitectónica que busca integrar de manera orgánica la vivienda en el paisaje que le rodea, aprovechando la máximo tanto el espacio como la luz natural. De hecho Vermette opta en muchas ocasiones por reducir el decorado a su mínina expresión, en un ejercicio de minimalismo extremo, como muchas de las secuencias que transcurren en Caladan, planeta natal de la casa Atreides, en las que se juega simplemente con la luz y el espacio vacío dejando el decorado en completa oscuridad.

 

Por contra, y de nuevo apelando al mensaje ecologista del libro, se opta por dar mayor protagonismo a los paisajes naturales, como en Caladan (véase por ejemplo la escena en la que el Duque Leto y su hijo conversan en lo que parece ser un cementerio y rodada en Stad, Noruega) y sobretodo en Arrakis, donde Villeneuve saca el máximo partido a los bellísimos paisajes deserticos del Wadi Rum jordano (localización mítica donde se rodó el "Laurence de Arabia" de David Lean) o el Rub 'al Khali de los Emiratos Árabes.

 

Sin abandonar los aspectos digamos "artísticos" del film, más cuestionable me parece el empleo de la música por parte de Hans Zimmer. Zimmer opta aquí por la atonalidad y los golpes de efectos, con una música atronadora y que en ocasiones se suerpone al diálogo e incluso llega a resultar molesta. No puede achacarse sino falta de original al compositor aleman desde el momento en que utiliza de manera demasiado obvia la música de inspiración árabe, por aquello de que la película está ambientada mayormente en paisajes deserticos. Zimmer construye una música que es efectiva y efectista a partes iguales, en la que renuncia a la construcción melódica (ya sabemos que Zimmer es poco amigo de componer leiv-motivs fácilmente identificables) en favor de la atmósfera y la búsqueda de sensaciones auditivas.


(Nota: la música aquí insertada está sujeta al copyright de su autor)

Y por último no puedo dejar de comentar el aspecto interpretativo del film, con un elenco francamente solvente y que cumple con creces: el guatemalteco Oscar Isaac ejemplifica a la perfección los nobles ideales del duque Leto; Jason Momoa derrocha carisma como Ducan Idaho; Dave Bautista aporta su impresionante presencia física para dar vida a la "bestia" Rabban; Charlotte Rampling solo necesita su voz y su gesto para imponer como la Madre Gaius Helen Mohian; nuestro Javier Barden hace lo propio con su mirada y su actitud; Estellan Skarsgârd es capaz de construir un personaje inquietante como el Barón Harkonnen haciendo uso de una encomiable economía de medios; Josh Brolin resulta convincente e implicado en la piel de Gurney Halleck. Teniendo en cuenta que los fremen tendrán un mayor protagonismo en la 2ª parte del díptico era previsible que los personajes de Stilgar y Chani, interpretados por Javier Bardem y Zendaya rspectivamente, tuviesen poco recorrido en este film, quedado limitados a una mera presentación y poco lucimiento para sus actores (aunque, insisto, a Bardem le basta con atravesar una puerta, quitarse la capucha y escupir sobre una mesa, para captar toda nuestra atención).


 

Dejo para el final expresamente los que sin duda son los personajes más interesantes del film. Por un lado Paul Atreides, al que da vida es ascendente Timothée Chalamet, un personaje mucho más complejo y  matizado en esta versión que en la precendente de David Lynch. También es cierto que en aquella ocasión era un actor debutante, un por entonces escasamente carismático Kile Maclachlan, el que lo interpretaba con escasa convicción, mientras que aquí un mucho más talentoso Chalamet pone toda la carne en el asador consciente de la importancia de su personaje en la trama. Por otro lado tenemos a una Rebecca Ferguson en la piel de la Dama Jessica, en un rol mucho más agradecido (de nuevo) que en la versión de David Lynch. En el film de 1984 Francesca Annis aportaba belleza y elegancia, pero poco más. Por contra, en esta ocasión Rebecca Ferguson realiza un trabajo francamente intenso, rico en matices, en una interpretación que pone de manifiesto el conclicto existente entre las diversas sensibilidades y lealtades del personaje: su condición de Bene Geserit, de concubina del duque Leto, de guerrera y, sobretodo, de madre. Es de esperar que este personaje siga creciendo en la próxima entrega del diptico.


 

Y hasta aquí hemos desgranado los diferentes aspectos de este "Dune" de Denis Villeneuve en cuanto a espectáculo cinematográfico, con más alabanzas que críticas. Pero ahora pasaré a analizarlo en cuanto adaptación del libro de Frank Herbert, y aquí ya adelanto que no voy a ser tan benévolo.

Comentaba en mi anterior entrada del blog que abarcar la riqueza y complejidad del universo descrito por Herbert en us libro era una tarea poco menos que imposible. De hecho Lynch fracasa en su cometido pese a su loable intento de introducir la mayor cantidad posible de elmentos presentes en el libro, pero Denis Villeneuve no sale mucho más airoso de la tarea. En conjunto la versión del canadiense se me antoja mucho más acertada que la de Lynch, porque Villeuve, con acierto, opta por desmarcarse estilisticamente y narrativamente del libro y construir un espectáculo netamente cinematográfico, aún a costa de sacrificar mucha información.

Lynch, por el contrario, utiliza recursos que son claramente literarios y perjudican el ritmo de su película por mucho que aporten más información. Ya comentaba que el recurso constante de la voz en off, de la que inteligentemente prescinde Villeneuve, resultaba excesivamente forzado, y que además enel film de Lynch los diversos insertos que intentan acercar el universo de Herbert al espectador acaban siendo en exceso sobreexplicativos, como ese prólogo en clave pseudo-documental que pretende ser didáctico y acaba por ser tedioso. Se agradece el esfuerzo divulgador por parte de su director, pero hay que reconocer que David Lynch no acierta en la formas.

Villeneuve en cambio se vale de recusos estilisicos y narrativos puramente cinematográficos: no hay explicaciones redundantes, no hay voz en off, no hay escenas pseudo-documentales... Todo se narra a través de las imágenes, con una planificación y un montaje modélicos, y una acertada dirección de actores. En este aspecto el film de Villeneuve, obviando las siempre odiosas comparaciones entre los recursos técnicos empleados, supera con creces la versión de Lynch.

Sin embargo, en su esfuerzo por ofrecer un espectáculo cinematográfico de primer orden, Villeneuve deja por el camino muchos elementos del libro que sí estaban presentes en la película de David Lynch: la función de los Mentat, la historia política del imperio, las diversas utilidades de la Especia, el intrincado funcionamiento de la Cofradía Espacial, el entrenamiento Prana-Bindu, el significado del Condicionamiento Imperial... La mayoría de estos elementos, si no han sido ya expuestos en esta primera entrega, que ejerce de presentación de los personajes y del entrono que conformarán el díptico de "Dune", dificilmente serán explicados en una eventual secuela.

Llama también la atención que Villeneuve, aún contando con la posibilidad de contar su historia en los films de larga duración (este primero ya supera las 2 horas y media) haya optado por prescindir de personajes importantes de libros o reducirlos a su mínima expresión; personajes que sin embargo Lynch sí había logrado introducir en su más comprimida versión. Así pués el locuaz e impertinente Piter de Vries al que daba vida un muy expresivo Brad Dourif en la película de David Lynch, aquí acaba teniendo una presencia meramente testimonial por parte de un desaprovechado David Dastmalchian. Más sangrante aún es el caso de Feyd Rautha, personaje clave en al trama y recordado en la versión de 1984 por haber sido interpretado por el cantante Sting, y desaparecido por completo en la versión de Villeneuve.

Y digo que éste es una ausencia particularmente sangrate porque Feyd Rautha es el enemigo natural del protagonista Paul Atreides. Ambos son adolescentes, ambos son los herederos naturales de sus casas, los Harkonnen y los Atreides, y ambos representan las 2 caras opuestas de una misma moneda: la nobleza de Paul frente a la vileza de Feyd, el meditado autocontrol del primero frente a la pasión desmedida del segundo. Mientras que Paul deberá luchar en su camino por transformarse en un mesías y ganarse el favor, el amor y la confianza de los suyos, Feyd impone su condición aristócrata heredada sin haber hecho méritos por ganarse su posición.

 

Es previsible que Feyd Rautha aparezca en la 2ª entrega (si llega a filmarse), pero de momento ni siquera se ha designado un posible candidato a interpretarlo. Personalmete creo que es un error que Villeneuve no lo haya presentado en esta primera parte (en el libro Feyd Rautha ya es presentado en el 2º capítulo), pues de haberlo hecho ya se hubiese establecido la némesis natural de Paul desde el inicio, y se hubiesen creado mayores espectativas de cara a su futuro enfrentamiento en el film que vendrá.

Otro de los aspectos en los que Villeuve se distancia de Lynch es en la descripción de la casa de los Harkonnen. Lynch los identificó de una manera clara como el enemigo, el antagonista, el villano del film, y lo hizo de una manera gráfica y francamente explícita: por un lado nos presenta al barón Vladimir, jefe de la casa de los Harkonnen como un individuo repulsivo, con la piel repleta de pústulas supurantes y que exhibe un comportamiento depravado y libidinoso, inequívocamente homosexual. Sus sobrinos no salen mejor parados, con un tosco y grosero Gossu Rabban y un Feyd Rautha de gesto autosuficiente y mirada enloquecida. Lynch se toma ciertas libertades amparándose en la descripción más vaga que hace Herbert en su libro, pero su retrato de los Harkonnen, pese a ser excesivo y grotesto, funciona perfectamente en el contexto del film, y de hecho es en algunas de las escenas más sordidas que protagonizan, donde Lynch ha gozado de mayor libertad creativa a la hora de realizar un trabajo más personal.

Villeneuve ha preferido no cargar las tintas en exceso y ofrecer una versión más sutil de los Harkonnen, más inquietante que sórdida, más amenazadora que depravada. Aún frente a la ausencia (repito, inexcusable) de Feyd Rautha, Gossu Rabban es el exponente más físico del clan, si bién Villeneuve se muestra excesivamente cauto en mostrar su lado violento, que casi siempre ocurre fuera de plano. Por contra, la presentación del barón Vladimir es modelíca: primero como una figura difusa rodeada de niebla, después como una inquietante y colosal mole que flota en la oscuridad. La representación de la amenaza que representan los Harkonnen también es más sutil en el film de Villeneuve, pues mientras que Lynch exponía dicha amenaza de una manera clara (las maquinaciones del emperador Sadham IV no se sienten como tales en su versión), Villeneuve prefiere jugar con la ambigüedad, poniendo de relieve el poco claro y confiable papel de la Bene Geserit en todo este entramado como posible aliado de los Harkonnen. Así pues la amenaza que la versión de 1984 estaba concentrada en un único clan, aquí se diluyen entre los Harkonnen, la Bene Geseerit y un emperador no presente pero que se siente maquiavélico en la distancia.

¿Es mejor el retrato que ofrece Villeneuve que el que hizó Lynch en su día? Personalmente el de este último me parece más arriesgado y divertido.

Y ya para acabar, en mi anterior entrada hablaba de las múltiples lecturas que ofrece el libro de Frank Herbert (en clave socio-política, religiosa, humanista, ecológica...) y como David Lynch, ante la imposibilidad de exponerlas todas en su película, opta simplemente por trasladar la trama concerciente a la caída de la casa Atreides y el ascenso de Paul como mesías de Dune. Denis Villeneuve ha emprendido también una camino similar: despoja su film de cualquier intención alegórica para centrarse en la evolución y crecimiento del personaje de Paul Atreides, al menos en lo visto hasta la fecha; habrá que esperar a la 2º para ver si renueva sus ambiciones. En este sentido hay que reconocer que el film funciona a la perfección, pero también hay que lamentar que haya dejado por el camino muchas de sus atractivas posibilidades.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? La majestuosidad de la puesta en escena de Denis Villeneuve. ¿Lo peor? La imposibilidad de abarcar en su totalidad el rico univeso literario de Frank Herbert, y la condición de "film-prologo" de esta primera entrega, que acaba con un coitus interuptus.

domingo, 19 de septiembre de 2021

ANALIZANDO DUNE (1ª parte)

Se acaba de estrenar "Dune", el último proyecto cinematográfico de Denis Villeneuve, y me ha parecido una excusa tan buena como otra para retormar la actividad de mi últimamente muy olvidado blog... Ya veremos si logro mantener la periodicidad de mis publicaciones.

Empecemos poniendonos en contexto.

 

Denis Villeneuve es un director que tiene en su filmografía títulos tan interesantes como "Incendies" (2010, a partir de la obra teatra de Wajdi Mouawad), "Prisioneros" (2013), "Enemy" (2013, fascinante ejercicio que se atreve con la dificil adaptación de la novela "El doble" de José Saramago), "Sicario" (2015) o "La llegada" (2016). En 2017 acomete la arriesgada tarea de filmar la secuela de un film mítico e icónico de la ciencia ficción moderna, "Blade Runner", y para quién esto escribe sale airoso de la tarea, pues "Blade Runner 2049" no solo es fascinante en su aspecto visual (grandioso el trabajo de Roger Deakins en tareas de cinematografía) y narrativo, sino que también atesora un buén puñado de ideas sugerentes que la situan a la altura de la película de Ridley Scott.

Sigamos contextualizando.


 

"Dune", publicada originalmente en 1965, es la obra más famosa del escritor estadounidense Frank Herbert. La novela ganó el prestigioso premio Hugo de ciencia ficción al año siguiente de su publicación, y su éxito propició que Herbert escribiese un total de 6 volúmenes de lo que inicialmente estaba previsto iba a ser una trilogía.

Resumir la trama del libro es complicado debido tanto a su extensión (supera las 700 páginas en la edición de Acervo que yo tengo) como a la riqueza y complejidad de su contexto y la gran cantidad de personajes principales relevantes. De manera muy somera podríamos decir que "Dune" narra el enfrentamiento entre dos grandes casas de un vasto imperio espacial, los nobles Atreides y los viles Harkonnen, por hacerse con el control del planeta Arrakis, también conocido como Dune, el único lugar del universo donde se cultiva la especia Melange, decisiva en muchísimos aspectos del universo conocido, tanto económicos, como políticos, científicos y religiosos. En medio de ese enfrentamiento se nos narrará el ascenso de Paul Atreides, principal protagonista del libro, como decisiva figura mesiánica.

Herbert en su libro no solo describe de manera pormenorizada un rico y complejo entramado sociopolítico, en el conviven tanto las diferentes casas nobles de un sistema pseudo-feudad (los Atreides, los Harkonnen, etc.) como diferentes facciones que juegan un papel decisorio en dicho entramado (la hermanad Bene Geserit, la Cofradia Espacial, los Mentat, la corporación CHOAM, el Landsraad...) sino que además sitúa todos esos agentes en un complejo y detallado entorno que se rige por sus propias reglas económicas, socio-políticas y religiosas. Para facilitar la comprensión al lector de dicho contexto, Herbert recurre al metalenguaje de una manera similar a como hizo J.R.R. Tolkien en "El señor de los anillos" y los diversos libros que conforman la saga de la Tierra Media. Así como Tolkien incorporó en su obra apendices, gráficos, mapas, genealogías, diccionarios y, ya rizando el rizo, un completo lenguaje (las dos formas de élfico: quenya y sindarin) con una grafía, una gramática y una fonética completas, Frank Herbert también completa su obra añadiendo extractos introductorios (supuestamente a partir de escritos de algunos de los personajes), apendices explicativos, glosarios, mapas, etc.

Pero "Dune" es también algo más que una rica e imaginativa obra de ficción, pues en su trama Herbert expone un conjunto de ideas que no solo explican el punto de vista del escritor en temas como la religión, la polítcia o la ecología, sino que pretenden invitar al lector a reflexionar sobre ellas. Así pues "Dune" nos habla de mesianismo en contraposición a las religiones jerarquizadas, nos habla de humanismo en contraposición al capitalismo liberal, nos habla de ecología cultural, de la sobrexplotación de los recursos, de corrupción política, de manipulación religiosa, de eugenesia como sistema de control de natalidad... Temas muchos ellos de relevancia actual, y no cuesta mucho ver paralelismo entre la diezma que sufren los fremen, habitantes originarios de Arrakis, por culpa de las luchas económicas en pos del control de la Especial, con la persecución a la que se ven sometidas las tribus del Amazonas por un gobierno brasileño que pretende sobrexplotar los recursos naturales de la selva movido únicamente por intereses económicos y desyollendo los peligros ecológicos que conlleva dicha sobrexplotación.

Todo este conjunto de ideas radicales y tan "antisistema" hizo que "Dune" fuese adoptado por la contracultura y los movimientos hippies en los 70 como uno de sus libros de cabecera, al igual que lo fueron "El señor de los anillos" de Tokien, "Forastero en tierra extraña" de Robert Heinlein o toda la obra de la generación beatnik.

No dejamos de contextualizar.

"Dune" ha tenido varios intentos de ser plasmada en pantalla grande. El primero vino de la mano del iluminado escritor, guionista, dramaturgo, poeta y director chileno Alejandro Jorodowsky, que tuvo la idea de sugerir a Orson Welles como Barón Harkonnen y Salvador Dalí como Emperador Shadam IV, además de proponer a Pink Floyd para componer la banda sonora y contactar con H.R. Giger (el creador de Alien y toda la imaginería alienígena de la película de Ridley Scott) que llegó a realizar parte del arte conceptual del film. Y para muestra:





(NOTA: todas las imágenes están sujetas al copyright de su autor)

Huelga decir que esta proyecto no encontró ni el apoyo ni la finaciación necesarias para llegar a buén puerto. Lástima, hubiese sido curioso ver como Jorodowsky plasmaba toda esta locura en imágenes.

Seguimos repasando la historia de "Dune".

Sale Jorodowsky del proyecto y entra el legendario productor italiano Dino De Laurentiis, que se hace con los derechos cinematográficos y le encarga la realización a David Lynch. 

Lynch acababa de filmar "El hombre elefante" (1980), película que le valió el reconocimiento unánime de crítica y público (sigue siendo su film más taquillero) y saldó su exito con varias nominaciones a los Oscar y los Globos de Oro, entre ellas la de mejor película y mejor director. Lynch afronta la dirección del que iba a ser su primer (y único) blockbuster después de ser despedido por George Lucas de su participación en "El retorno del Jedi". El fácil presuponer que la presumible aportación al universo de Star Wars de Lynch chocó frontalmente con la visión más blanca e inócua de Lucas, con lo que el director/productor californiando acabaría contratando al más "dócil" Richard Marquand para dirigir la tercera y (entonces) última parte de su trilogía espacial.

La producción de "Dune" (1984) no fué ni mucho menos un camino de rosas para David Lynch, y aunque De Laurentiis otorgó cierta libertad creativa al director, de sobra es conocido tanto su costumbre de injerir en la producción de sus películas, tratando de imponer a veces su criterio por encima del de los directores con los que ha trabajado, como su probervial tacañería que se traducía en un obsesivo contro sobre el presupuesto del film.

En el caso de "Dune" dicho ajuste presupuetario incidió negativamente en algunos aspectos técnicos y de diseño, especialmente en los efectos especiales, que no solo han envejecido bastante mal, sino que ya en su época se notaban pobres en comparación con otras películas contemporáneas o incluso anteriores como "Blade Runner", "El imperio contrataca", "Alien" o "Encuentros en la 3ª fase". Para colmo a David Lynch se le negó la decisión sobre el final cut del film, que Lynch había previsto estrenar con una duración cercana a las 5 horas (!!!) y además en blanco y negro. De Laurentiis no solo le obligó a rodarla en color sino que además exigió cortar drásicamente la duración de la película que acabó estrenándose con una duración de 137 minutos. La versión de Lynch de 5 horas nunca se ha estrenado oficialmente, peró si que circula una adaptación televisiva en formado widescreen que añade unos 35 minutos adicionales de metraje pero que, sinceramente, no mejora mucho lo ya visto en salas cinematográficas.

El "Dune" de David Lynch se saldó con un estrepitoso fracaso en taquilla y con una muy tíbia recepción crítica. Lo cierto es que revisada hoy en día hay que admitir que no aguanta bien el paso del tiempo y que se nota como una rara avis en la filmografía de su director, por ser la menos lynchiana de sus películas. La expericiencia de dirigir este proyecto fué tan frustrante para Lynch que se prometió (y lo ha cumplido hasta la fecha) no volver a participar nunca más en un film de gran presupuesto y trabjar solo en proyectos que le asegurasen el control creativo de sus obras y final cut de sus películas. Los espectadores salimos ganando, pués David Lynch nos ha regalado proyectos tan inclasificables y fascinantes como "Blue Velvet" (1986), "Twin Peaks" (1989-1991), "Carretera perdida" (1997) o "Mulholand Drive" (2001).

 

Pero al margen de todos los aspectos que conciernen a la producción y filmación de "Dune", ¿es ésta una mala película? Pese a su mala recepción en taquilla, el tiempo la ha convertido en un film de culto para algunos cinéfilos y en mi modesta opinión debo reconocer que atesora algunas ideas visuales y argumentales no carentes de atractivo.

El film contaba con un atractivo reparto internacional, en el que junto a unos debutantes Kyle Maclachlan o Virginia Madsen, y además de algunos "sospechosos habituales" en la filmografía de David Lynch como Jack Nance, Freddie Jones o Dean Stockwell, nos encontramos con nombres ilustres como Francesca Annis (elegantísima), José Ferrer, Jürgen Prochnow, Patrick Stewart, Brad Dourif, Max Von Sydow, Sean Young, Richard Jordan, Linda Hunt, Sting e incluso una fugaz e inédita Silvana Mangano.

Reparto aparte el film se beneficia del metirorio trabajo de Freddie Frances en la cinematografía, Carlo Rambaldi (creador del "E.T." de Spielberg) en la "creación de criaturas", Bob Ringwood en el diseño de vesturario o Anthony Masters en el diseño de producción. Precisamente es en el diseño retro-futurista que luce el film o la imaginería gotico-industrial de lo Harkonnen donde residen algunos de los mayores atractivos de esta versión.



 

He resaltado positivamente algunos de los valores artísticos del film, pero ¿qué podemos decir de él en cuanto a adaptación de la obra de Frank Herbert? No dudo que David Lynch, que además firma la escritura en solitario del guión, haya intentando ser lo más fiel posible a la obra del escritor, pero aquí es justo reconocer que fracasa en el intento. El complejo entramado de la obra de Herbert es prácticamente imposible de trasladar a imagen en movimiento, por mucho que Lynch se esfuerza en introducir escenas explicativas (que acaban siendo excesivamente discursivas) para facilitar la compresión al espectador. Esa búsqueda de la fidelidad a la obra escrita lleva a Lynch a plasmar en imágenes escenas que son prácticamente calcadas a las que hay en el libro, diálogos incluidos, como la famosa escena de la prueba del gom jabbar. También Lynch se vale en muchas ocasiones de la voz en off para que el espectador "oiga" los pensamientos de los protagonistas, trasladando así al film algunos de los recursos literarios que emplea Herbert en su libro, aunque el resultado acaba siendo algo forzado y crea una sensación "anti-cinematográfica".

Es loable el esfuerzo de Lynch por introducir muchos elementos que aparecen en el libro: las motivaciones de las Bene Geserit, la función de los Mentat, el significado del Condicionamiento Imperial, el contexto geopolítco del Imperio mediante ese prólogo narrado por la Princesa Irulan... Pero la vastedad y riqueza del libro resulta inabarcable para una película estándar y aquí es donde Lynch altera o simplifica de forma discutible algunos elementos presentes en la obra de Frank Herbet. Un claro ejemplo es el adiestramiento físico-mental Prana-bindu del libro, que es sustituido en la película por la presencia de una armas que convierten la voz humana en proyectiles, y que acaba resultando algo ridículo.

 

Sin embargo, en otras ocasiones David Lynch introduce con acierto elementos de cosechar propia, mucho más próximos a su propia imaginería que a la de Herbert, como es el aspecto bizarro y el lenguaje corporal de los Mentat (mención especial al magnífico Piter de Vries que interpreta el siempre inquietante Brad Dourif, recordado por su Grima Wormtongue de "El señor de los anillos" de Peter Jackson) o todo en entorno malsano y enfermizo que rodea a los Harkonnen, en el que sobresale un francamente desagradable Barón, al que Lynch retrata de manera repulsiva tanto en su aspecto físico como en sus inclinaciones sexuales. Es en esos breves momentos, cuando Lynch se permite ser más transgesor y aportar una visión más personal, cuando más brilla el film, muy por encima de las batallas espaciales (torpemente narradas) o las escenas con los mastodónticos gusanos de arena.

En ultima instancia hay que decir que David Lynch se ve superado a la hora de abarcar todo el ideario social, político, religioso y ecológico del libro, y por ello se centra en narrar, de una maner un tanto simplista, el ascenso de Paul Atreides como lider mesiánico 

En todo caso también sería justo reconocer que este "Dune" de 1984 es una versión sesgada y mutilada de lo que originalmente tenía David Lynch en mente. Quizás algúna vez lleguemos a ver la originalmente prevista versión de 3 horas, o inicluso el hipotetico director's cut con las 5 horas originales. De momento nos tendremos que conformar con el recuerdo de un film fallido, que brilla en contadas ocasiones, y que se quedó simplemente en la promesa de lo que podía haber sido.


(continúa en ANALIZANDO DUNE (2ª parte))