Creo que en varias ocasiones he expresado en este blog que no soy fan de las películas de James Bond. En general he parecen películas tontas, incluso infantiles, particularmente las interpretadas por Roger Moore. Incluso diré que Sean Connery, el primer y para muchos mejor Bond de la historia, me parece un actor sobrevaloradísimo, con un registro interpretativo muy limitado y que, con la excepción de su papel de Guillermo de Baskerville en la adaptación de "El nombre de la rosa", siempre me da la impresión de que siempre se interpreta a si mismo... o lo que es lo mismo: a James Bond. Tampoco es que sus sucesores me merezcan mayores elogios: Roger Moore, por mucho que digan que aportó ironía al personaje, me resulta un tanto cargante; Timothy Dalton es en mi opinión mejor actor que cualquier de sus antecesores, pero es obvio que nunca se sintió demasiado cómodo en el papel; y Pierce Brosnan es con mucho el que mejor ha encarnado el ideal del personaje surgido de la pluma de Ian Flemming, por encima de Connery, Moore o Dalton. Obvio a George Lazenby, porque su participación en la saga no pasa de anecdótica.
No negaré eso sí, que la de Bond es una de las franquicias cinematográficas más longevas y más rentables de la historia, con 26 films hasta la fecha, sin incluimos "Nunca digas nunca jamas" (desarrollada al margen de las producciones de la familia Broccoli) y la primera versión apócrifa de "Casino Royal". Los números cantan: 24 films de la saga, 6 actores que han dado vida al personaje (Moore, el más proífico, en 7 ocasiones), 11 directores (John Glenn es el que más ha repetido, en 5 ocasiones), un tema principal icónico y un montón de canciones de indiscutible popularidad (Monty Norman compuso el tema de Bond, aunque éste fué arreglado y orquestado por John Barry, quien compuso la banda sonora de 13 de los films de la saga; Shirley Bassey cantó el tema principal en 3 ocasiones, la única que ha repetido, y estuvo a punto de hacerlo en 2 más), un buen puñado de localizaciones internacionales (Jamaica, China, España, Turquía, Italia, Suiza, Sudáfrica, Japón, Portugal, Tailandia, Brasil, Rusia, Grecia, Marruecos, Islandia...), unos títulos de crédito (obra primero de Maurice Binder, y después de Daniel Kleinman, que tomó el relevo) que han hecho historia... Podríamos seguir cantando números y necesitaría varios artículos como éste. La longevidad de la saga y el hecho de que se estén preparando nuevas películas atestiguan su vigencia o cuanto menos el favor incondicional del público.
Pero decía que yo no era fan de la saga... hasta ver "Casino Royale" (Martin Campbell, 2006). El primer film interpretado por Daniel Craig me reconcilió con la saga y con el personaje, y aún hoy día sigo pensando que es el mejor film Bond de todos los tiempos, y que Craig es el mejor Bond de la historia, por encima de cualquier de sus predecesores. ¿Porqué? Esencialmente porque que es un Bond más realista y al mismo tiempo más humano. Martin Campbell asume que Bond no es un personaje de cómic, no es, por decir alguno, The Spirit, y lo que busca el director es que el espectador sea también de su dolor, su vulnerabilidad. Bond también puede fallar, y si el público es consciente de ello, no solo empatizará más con el personaje, sino que también se lo creerá más. En este sentido es modélica toda la secuencia de la partida de poquer, en especial el momento en que es envenenado, o la posterior secuencia de tortura a manos de LeChiffre.
Daniel Craig, en este sentido, contribuye y mucho ha hacer más realista el personaje. No solo su físico y su porte se adecuan más a lo que muchos espectadores esperan que sea un agente secreto y un asesino a sueldo del servicio secreto británico, sino que además se olvida de las poses vanas a las que nos tenían acostumbrados Connery o Moore, y aporta algo más que el caracteristico toque gentleman de Brosnan. En "Casino Royale" Martin Campbell, aprovechando el cambio de actor principal, decidió hacer un reboot de la saga, redefinirla por complento, y para ello prescinció de muchos de los elementos caractisticos que definen al personaje y a la saga: no aparecen ni Q ni Monneypenny, Bond no conduce un Aston Martin, M tiene un papel más activo en la trama (magnífica Judi Dench), no hay gadgets extravagantes, Bond luce 'ropa de trabajo' (fuera trajes!) cuando tiene que ejercer de agente secreto, el villano del film no es un megalómano con motivaciones ridículas (el LeChiffre de Mads Mikelsen bién puede ser el mejor villano Bond de todos los tiempos, haciéndonos olvidar a Goldfinger, Scaramanga o Blodfel). Campbell incluso llegó a pedir expresamente a Daniel Kleinman, responsable de los títulos de crédito del film (y también uno de los mejores de toda la franquicia), que no apareciesen chicas en el mismo, distanciándose así de las constantes, ya cansinas, establecidas anteriormente por Maurice Binder.
Muchos fans de la saga se sintieron estafados por la rompedora propuesta de Martin Campbell, que daba al traste con todas las constantes y tópicos de la franquicia para empezar de cero y ofrecer un nuevo James Bond, más acorde con la idiosincrasia propia del siglo XXI. Por aquellos años triunfaba otra saga de espias, la de Jason Bourne, más moderna, más dinámica y más del gusto de las nuevas generaciones. Este nuevo Bond se miraba en el espejo de la saga de Bourne y tomaba prestada algunas de sus caracteristicas: el tono realista, el reflejo de los tiempos actuales, la visualización de la violencia de una forma más cruda, más seca, y la descripción de James Bond como lo que realmente és: un asesino a sueldo del gobierno, y por lo tanto un tipo que, llegado el momento, es capaz de dejar de lado sus escrúpulos para cumplir con su trabajo. Es un Bond sexy, sin duda, pero antes que nada es rudo y es duro, muy alejado de la ironía británica de Roger Moore, el dandismo de Pierce Brosnan o la pose canallesca de Sean Connery.
Pero además, si Daniel Craig es el mejor Bond posible, y Mikelsen sube al podio de los villanos dignos de recordar, Eva Green, dando vida a la bella, inteligente, sexy y resolutiva Vesper Lynd, es sin discusión alguna la mejor chica Bond de todos los tiempos, la única en mi opinión que ha estado verdaderamente a la altura de su partenaire. Los dialogos entre Lynd y Bond en "Cassino Royale", cargados de (mala)intención y dobles sentidos, bien podrían considerarse como de los mejores de toda la franquicia.
"Casino Royale" establecería otro elemento innovador en la saga de Bond, aunque no sería hasta su secuela, "Quantum of Solace" (Marc Forster, 2008) que nos daríamos cuenta: establecería por primera ven en la franquicia la coninuidad. "Quatum of Solace" arranca justamente en el momento inmediatemente posterior a donde lo dejó Campbell en "Casino Royale", y recupera el enigmático personaje de Mr. White precisamente para jugar a establecer esa, al principio un tanto confusa, continuidad. En esa ocasión contrataron a Marc Forster con la intención de dar un cierto toque de qualité a la saga, y si bien el director se luce en algunas de las secuencias de acción (la primera persecuión el coche, o la huida por los tejados de Sienna son simplemente modélicas), el guión en esta ocasión no estaba a la altura. Se hecha en falta también un villano con más empaque (Mathieu Amalric es un actor sobradamente solvente, pero poco puede hacer con el un tanto desdibujado personaje de Dominic Green) y una chica Bond con mayor magnetismo (la insulsa Olga Kurylenko poco puede hacer ante el poderio de su predecesora Eva Green). Sin duda uno de los detalles más significativos es recuperar el recuerdo de Verper Lynd y como éste ha marcado la actitud de Bond, más seco y más expeditivo con el sexo contrario).
El siguiente director en la etapa Craig de la franquicia tomará las riendas en la realización de "Skyfall" (Sam Mendes, 2012) para hacer una doble jugada: por un lado mantener la continuidad establecida, y por otro recuperar la esencia del Bond más clásico. El resultado es un extraño híbrido que por otro lado no carce de atractivos. Para delicia de los fans más acerrímos de la saga recuperamos a Q y a Monneypenny, aunque convenientemente actualizados (el Q que interpreta Ben Whishaw es una especia de nerd inspirado y genio de los ordenadores, quizás no tan entrañable como el personaje encarnado por Desmons Llewelyn, pero sin duda más creíble y menos ridículo; mientras que la Monneypenny a la que da vida Naomie Harris -que no desvela su verdadero apodo hasta el final del film- deja de ser que una secretaria enamoradiza y un simple florero para convertirse en una aguerrida y capaz agente de campo), volvemos a tener un M masculino en un despacho convenientemente clásico (dejémonos de moderneces), volvemos a ver a Bond conduciendo un Aston Martin (con los consabidos e inevitables gadgets técnicos), tenemos escenarios tan exóticos como exagerados (el casino honkonés al inicio del film) y de nuevo el agente 007 ejerce de forma indiscriminada su capacidad de seductor nato (en las un tanto forzadas escenas de sexo con Severine)
Pero al margen de todos esos detalles que tienen como objetivo principal recuperar y satisfacer a los fans más irredentos de la saga, "Skyfall" es también el film más oscuro y más introspectivo de la franquicia, el que de forma más evidente y arriesgada se ha atrevido a profundizar en la psique de James Bond, en la motivaciones del personajes, en sus miedos y sus debilidades. Para ello utiliza un personaje, un villano, que no es sino un reverso oscuro de Bond: Raoul Silva (memorable Javier Bardem), y para confrontar a ambos situa en medio a la figura de M, que establece un vínculo maternofilial como ambos personajes: con Bond el de hijo pródigo, el favorito, el que ha cumplido sus espectativas y cuyo amor es correspondido; con Silva el de hijo discolo, rebelde, el rechazado, que expresa su resentimiento hacia M (en este caso de "madre") y sus celos hacía su hermando putativo, Bond. Es sin duda una jugada arriesgada de la que San Mendes sale triunfante, ya que si bien "Skyfall" arroja una complejidad y una profundidad hasta entonces ausente en la saga, no lo hace a expensas de los momentos de acción, que son sin duda espectaculares.
"Skyfall" había puesto el liston muy alto en cuanto a las expectativas del público. En mi opinión no es tan redonda como "Casino Royale", pero sí superior a "Quatum of Solace". Personalmente que los guiños a las entregas anteriores de la franquicia y el itento de querer recuperar el sabor clásico de la saga son los que más perjudican al conjunto del film, pero el equilibrio entre modernidad y clasicismo es el adecuado, y es de agradecer que haya sabido mantener la apuesta por la continuidad presente en los dos films precedentes. Ahora bien, ¿que nos ofrece este "Spectre" tras cuyas cámaras a vuelto a penerse Sam Mendes? El film arranca con un prodigioso plano secuencia que se desarrolla durante la celebración del "dia de los muertos" en México, una celebración que según los productores y/o guionistas del film se parece más a los carnavales de Brasil o el Mardi Grass de New Orleans (no vamos ahora a rasgarnos las vestiduras tras comprobar como algunos films protagonizados por Tom Cruise han tratado algunas festividades de nuestro pais). La secuencias es francamente divertida de puro exagerada y da paso a los habituales títulos de crédito del film que, en esta ocasión, son casi una declaración de principios. Por un lado porque arranca con la clásica intro del barrell gun (Bon disparando al espectador a través del cañón de una pistola que le está apuntando, al son de los acordes principales del tema de Monty Norman y John Barry); después esos mismos títulos de crédito, diseñados por el ínclito Dannel Kleinman dan paso a una secuencia animada que evoca sin rubor al Maurice Binder más clásico, es decir: esta vez si tenemos chicas ligeras de ropa flotando en el aire. Sam Mendes ya había dejado claro en su entrega anterior de la saga, "Skyfall", su itención de revisar los elementos más clásicos de la franquicia, así que no debería sorprendernos. El caso es que en esta ocasión lo hace desde una óptica, digamos, bastante superficial. Mendes maneja todos esos elmentos (el Aston Martin, la Walter PPK, el gato de Angora, bla, bla, bla) como guiños gratuitos a los fans más acérrimos, sin preocuparse lo más mínimo si aportan algo a la trama, simplemente como adornos dentro del film. El mayor de esos guiños es la presencia de Spectre. La clásica organización criminal archienemiga en los primeros films de la saga Bond siempre me ha resultado una presencia más infantil que amenazadora, más própia de un comic de Nick Fury que no de un film de espias. Por eso mismo agradecí que Martin Campbell o Marc Forster la obviasen por completo. Sam Mendes la recupera ahora y lo hace de una maner excesivamente forzada. La idea en si misma de una superorganización que controla todo el crimen a escala mundial es en si misma algo absurda y poco creíble, y los guionistas del film tampoco se han molestado en darle un cierto poso de realismo. De hecho la escena en que la vemos por primera vez, en esa reunión en un palazzo romano, tiene mucho de onírico. Tampoco es que Christoph Waltz contribuya a hacerla más creible. Waltz, que desde un principio ya sabemos que encarna a Erns Stravros Blofeld por mucho que insista en llamarse de otra manera, compone un villano de opereta, un tanto ridículo, que en ningún momento resulta amenazador o inquietante. Y para colmo se rodea de secuaces de mucho músculo y poco cerebro (el que encarga Dave Batista, que parece querer ser una puesta al día del mítico 'Jaws' al que dio via Richard Kiel), necesarios quizás para protagonizar alguna conveniente secuencia de lucha, pero no hacen sino reforzar esa idea de que Spectre no más que una organización propia de un cómic de la Marvel. En mi opinión ese continuo degoteo de guiños y referencias al Bond más clásico es lo que actúan como una rémora en este film y lo lastran demasiado. La película es larga, en mi opinión demasiado larga (158 minutos), y su ritmo es irregular. Al margen del plano secuencia del inicio y de la primera irrupción de Bond en los cuarteles de Spectre, no hay mucho más que sea realmente destacable en esta última entrega. La idea de utilizar a Spectre y a Blofeld para ligar los 3 films anteriores de la saga resulta forzada y gratuita, y el recurso de mostrarnos imágenes o fotografías de esas otras películas a lo largo de ésta (verrmos a Verper Lynd, M, Raoul Silva o LeChiffre), es tontorrón, torpe y absolutamente falto de elegancia. Y si bien uno de los aspectos más interesantes de "Skyfall" era precisamente indagar en el pasado de Bond, cosa que hacía con inteligencia y de manera harto original, en esta ocasión esa misma intención se torna, de nuevo, excesivamente forzada. La revelación en el film que pretende unir el pasado de Bond con el de Blofeld, a la postre, provoca más bien sonrojo.
No negaré que el film entretiene, pero no llega a emocionar como sí lo hacían "Casino Royale" o "Skyfall". Hay secuencias que están realmente muy bien realizadas, que hacen gala de un montaje ágil e incluso espectacular, pero en su conjunto este último film Bond exuda una cierta sensación de cansancio por parte de algunos de sus responsables. Daniel Craig cumple, pero no muestra la misma entrega, la misma capacidad de convicción, que en los films anteriores. Y su director, Sam Mendes, que tiene en su filmografía películas tan interesantes como "American Beauty", "Camino a Perdición" o "Revolutionary Road", comete el fallo imperdonable de descuidar un guión que no carece de ciertos apuntes atractivos, pero que concece un peso excesivo a los elementos más tópicos de la saga Bond, prescinciendo en buena medida de la continuidad que de forma inteligente había introducido Marc Forster en la saga a partir de los elementos novedosos y atractivos que había aportado el "Casino Royale" de Martin Campbell. Un par de ejemplos: el sentido del humor que salpica algunos momentos del film (presente en la persecución en coche por las calles de Roma, por ejemplo, o en la pelea entre Daniel Craig y Dave Batista) es infantil no nos retrae a los peores momentos de la etapa de Roger Moore; la forma en como es utilizada la supuesta heroina del film, Lea Seydoux: en un momento de la película decide 'abandonar' a Bond, momento que es aprovechado por los guionistas en un alarde de originalidad (nótese el tono irónico) para que sea secuestrada por los villanos y poner an un aprieto a nuestro agente 007.
Habrá quién aplauda esta 'vuelta a los orígenes' del personaje y de la saga. A mi personalmente me ha decepcionado.
En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? El adrenalínico arranque del film y la presencia magnética de Daniel Craig. ¿Lo peor? Las muy evidentes lagunas de su guión, la ausencia de Judi Dench como "M" (el un tanto apático Ralph Fiennes no logra hacer que olvidemos a su predecesora), la falta de empaque de algunos secundarios como Q o Moneypenny, cuya presencia no pasa de anecdótica, la falta de garra del villano principal (Christoph Waltz compone un villano de opereta, a años luz del trágico Raoul Silva interpretado por Javier Bardem o del muy inquietante LeChiffre al que daba vida Mads Mikelssen), el escaso magnetismo de la chica Bond principal (a falta de una Eva Green, sencillamente le deberían haber dado más papel a la mucho más sensual Monica Belucci que no a la sosita de Léa Seydoux).
Y entre lo mejor también citaria la estupenda canción de Sam Smith para el film, "Writing's On The Wall", de la que os dejo aquí el enlace al video oficial.

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