lunes, 7 de octubre de 2013

EN AUSENCIA DE GRAVEDAD


En la historia del cine ha habido no pocos cambios que han contribuido a variar la visión que tanto cineastas como espectadores tenemos de lo que significa el 7º arte, no solo en la forma de hacer cine, sino también en la forma de ver y entender el cine. Sin embargo, ¿cuantos de esos cambios se pueden considerar que han supuesto una verdadera revolución artística? Es indudable que tanto las mejoras en las técnicas de filmación, como los avances en cuanto a estilo que han afectado esencialmente a aspectos como la forma de filmar, encuadrar, fotografiar o montar una película, han supuesto en muchos casos un antes y después en la historia del cine. Pero tampoco podemos obviar que la mayoría de esos cambios, más o menos sutiles, han sido apreciados y valorados por los entendidos y estudiosos, pero han pasado mayormente desapercibidos para los profanos. No podemos negar que cineastas como Orson Welles, Alfred Hitchcock, Stanley Kubrick, Sergei Eisenstein o Akira Kurosawa han contribuido a que veamos el cine de una forma distinta, y no se puede negar que títulos como "Ciudadado Kane", "Notorious", "2001", "Acorazado Potemkin" o "Rashomon" han supuesto un hito mayúsculo en el 7º arte. ¿Pero cuales han sido realmente los cambios que más han impactado en la forma de apreciar una película? Sin duda, tres: la aparición del sonoro, la aparición del color y, en menor medida, la aparición del 3D.

La aparición del sonido puede haber sido sin duda la mayor revolución que ha sufrido el cine en toda su historia. Antes de escuchar los gorgoritos de Al Jolson en "El cantor de jazz" (allá por el 1927), el cine era un arte esencialmente visual. La ausencia de sonido obligaba a cineastas como Murnau, Tod Browning o King Vidor a tratar de explicar una historia esencialmente a partir de las imágenes, al mismo tiempo que los actores, en ausencia del verbo, se veían obligados a utilizar recursos meramente expresivos para transmitir emociones. La aparición del sonido cambiará toda esa percepción. Con la palabra los argumentos de las películas se sofisticarán y se comenzarán a desarrollar historias más ricas, más complejas, con matices que la imagen por si sola no es capaz de explicar. ¿Una imagen vale más que mil palabras? No siempre es cierto, y cineastas que no se habían destacado precisamente por un estilo visual particulamente original, novedoso o arriesgado, se valdrán de la palabra para explicar cosas que de otra manera no hubiesen podido hacerlo. Shakespeare no existiría para el cine en ausencia del sonido. Y eso es algo que sabían muy bien pretidigitadores de palabras como Ernst Lubitsch, Billie Wilder o Joseph L. Mankiewickz. Se necesita la palabra para poder adaptar a Albee, Pinter, Rattigan o Tennesse Williams a la gran pantalla.

La aparición del color quizás podría resultar más anecdótica, pero deja de serlo cuando observamos que no pocos directores han utilizado el color (o la ausencia del mismo) como un elemento dramático de la historia. Hoy en dia si Spielberg, Burton o los hermanos Cohen deciden rodar en blanco y negro, lo hacen de una manera consciente, sabedores de que la ausencia del color va a reforzar ciertos aspectos dramáticos de la historia. Nestor Almendros, Emmanuel Lubezsky, Vittorio Storaro, Gordon Willis o Januzs Kamiski, en tanto directores de fotografía, han sido/son muy conscientes de la importancia del color no solo como elemento plástico, sino también como potenciador de las emociones o incluso como elemento metafórico. Hitchcock era muy consciente también de las emociones que puede transmitir un determinado color u otro, de ahí que ni siquiera el color de un coche, un vestido o una sombra de ojos, fuesen dejados al azar en un film como "Vértigo". También Terrence Fisher en toda su serie del films para la Hammer potenció el uso de colores fuertemente contrastados para reforzar la presencia de la violencia (y el sexo) en sus films de terror. Más allá de retratar bonitos crepúsculos, el color es un elemento esencial en un film mítico como "Lo que el viento se llevó", de Victor Fleming.

La primera aparición del 3D en una pantalla de cine fué allá por los años 50, e incluso directores como el propio Hitchcock (de nuevo) se atrevieron a usarlo en una película como "Crimen perfecto" (1953), donde ya el director experimentaba con la posibilidad de que las imágenes "saltasen" del film para sorprender al espectador. André de Toth también lo había hecho incluso antes, en 1953, con "Los crímenes del mueso de cera". Así que cuando James Cameron, haciendo gala de su habitual ego, presenta su "Avatar" en el 2009 con la presunción de que iba a revolucionar el medio cinematográfico, en el fondo no estaba inventando nada.

El exito de "Avatar", rodada en auténtico 3D, potenció la exhibición en tres dimensiones de un buén número de películas, utilizando en la mayoría de los casos un 3D realizado en post-producción y por lo tanto menos perfecto, menos efectivo. Pocas películas han sido rodadas verdaderamente utilizando la técnica mejorada y perfeccionada (que no inventada) por Cameron: están "Avatar", "Prometheus", "La invención Hugo" y, curiosamente, "Torrente 4". En algunos casos el efecto ha sido incluso perjuicial, como ocurrió con "Furia de Titanes", que fué rodada en 2D y a la que se añadieron los efectos 3D en post-producción guiándose por exigéncias meramente comerciales, sin tener en cuenta que determinadas secuéncias fueron concebidas, filmadas y montadas sin pensar en la posibilidad de un tratamiento posterior, con resultados desastrosos desde un punto de vista artístico (vale, la película tampoco era gran cosa, pero ese es otro tema).

El caso es que el público (yo entre ellos) ha acabado cansándose de tanto 3D, y exhibir una película utilizando dicha técnica no resulta ya tan rentable como antes. Sin embargo añun hay directores hoy en dia que, al margen de sus posibilidades comerciales, continúan creyendo en el 3D y en las posibilidades dramáticas que ofrecen, como es el caso de Martin Scorsese o Alfonso Cuarón.

Y toda la larga parrafada anterior viene a colación porque acabo de ver el último film de Cuarón, "Gravity", y es de esos pocos films en que el uso del 3D está plenamente justificado, aunque solo sea más como elemento plástico y no tanto como argumento dramático. El que el 99% de la película transcurra en el espacio exterior y por lo tanto en gravedad cero, ofrece a su director la posibilidad de utilizar el 3D como pocas veces se ha visto hasta ahora en una pantalla de cine. El film se abre con un plano secuencia de 20 minutos que merece por si mismo figurar desde ya en los anales de la historia del cine. El resto es un film filmado con pulso maestro, que mantiene en tensión al espectador de principio a fin sin concederle un solo respiro. Y además es un film que va directamente al grano, donde no hay una sola secuencia superflua, que se basta y se sobra para contar una historia con tan solo 90 minutos, y dónde un guión modélico, pesa a la espectaculariad del film, no escatima la posibilidad de ofrecer un retrato emotivo de sus personajes capaz de despertar las emociones del espectador. Incluso Sandra Bullock, actriz por la que no siento una particular simpatía y que normalmente me resulta cargante, está realmente bien en su interpretación, máxime cuando el tener que rodar la práctica totalidad del film en gravedad cero le obliga a trabajar mucho más con la voz y la expresión corporal que no con el rostro, que permace casi siempre oculto y en penumbra. Entre los aspectos negativos del film habría quizás que destacar a un George Clooney que no es que esté mal, sino que está como siempre, es decir: haciendo de... George Clooney. La otra mención negativa sería para una banda sonora excesivamente enfática, carente de sutileza y con total ausencia de inspiración (¿porqué no se la han encargado a Alexandre Desplat????)

Como resumen: ¿Lo mejor? La labor tras las cámaras de Alfonso Cuarón. ¿Lo peor? La banda sonora. ¿La recomiendo? Si. Y, sin que sirva de precedente, en 3D.

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